Habían pasado tres días desde que fui a comer con Touno-kun en aquella cafetería.

Estaba sentada en el suelo de mi habitación, trasteando mi celular. Me sudaban un poco las manos, a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido.

Abrí el directorio de contactos y me desplacé entre la lista de nombres. Entonces respiré profundamente.

—Aquí voy…

Estaba a punto de hacerle una llamada a Touno-kun…

Días atrás, compré un ejemplar de Giorno Monthly a primera hora de la mañana en la librería más cercana, y me enteré de que perdí el concurso otra vez. No me decepcioné demasiado, pues yo ya estaba consciente que mi trabajo no era lo suficientemente bueno como para ganar el premio, así que cambié de opinión y me dispuse a prepararme para explorar el túnel de Urashima. Fue justo entonces cuando recibí una llamada telefónica de alguien que decía ser un editor.

Tras una breve presentación, el editor me dijo que pese a no ganar el concurso, veía algo brillante en mi trabajo. Aunque se trataba de una evaluación ambigua, me sentí muy eufórica en ese momento. Pero, mi alegría duró poco, ya que inmediatamente comenzó a bombardearme con críticas. Me cuestionó sobre lo que estaba mal en mi manuscrito, lo que debí haber hecho de otra manera, y por qué no lo hice de tal forma, etc… respondí a todas sus preguntas y acordamos reunirnos para discutir más detalles. Con eso terminó la llamada de 30 minutos que para mí fue tan solo un instante.

Después de colgar, me acordé de una decisión que tenía que tomar. ¿Me convierto en Mangaka o entro en el túnel de Urashima?  Era una elección difícil.

Sentí que no podía decidirme por mí misma, y quise pedir ayuda a Touno-kun, pero no pude contactarlo. No obstante, él me había dado algo de tiempo para pensarlo.  

Pasé el resto de mis horas de sueño meditando en ello, tratando de encontrar una respuesta para la fecha de exploración del túnel que ya había sido pospuesta.

Y así, pasaron tres días y en la mañana del 4 de agosto, por fin me había decidido: Elegí entrar en el túnel de Urashima ya que no podía traicionar a Touno-kun.

Una vez decidida, actué rápidamente: En primer lugar, llamé al editor y le dije que rechazaría su oferta. Estaba preparada para algunas objeciones, pero aceptó sin preguntarme nada. Tendría que haber estado contenta de que las cosas salieran tan bien. Pero me sentí mal al pensar que me estaba precipitando.

De todos modos, mis dudas se habían disipado. Ya solo me quedaba decirle a Touno-kun y por eso lo estaba llamando, pero…

»El número que usted marcó, se encuentra apagado o fuera del área de cobertura…

Su número estaba fuera de servicio. La señal era tan débil en toda la zona que no había señal ni siquiera en el autobús. Así que no era tan extraño. Pero a mí me dio un mal presentimiento. Esperé tres minutos y volví a llamar:

»El número que usted marcó, se encuentra apagado o fuera del área de cobertura.

Esperé otros tres minutos.

»El número que usted marcó, se encuentra apagado o fuera del área de cobertura.

Esperé 30 minutos.

»El número que usted marcó…

Entonces me levanté de la cama. De ninguna manera. Eso no podía estar pasando.

Mi imaginación brotó de mi cabeza como fango. Sentí una opresión en la boca del estómago que me dificultaba la respiración.

Me apresuré a tomar de nuevo el teléfono para llamar a Kawasaki.

»Sí, ¿hola?

—¿Kawasaki? Tú sabes donde vive Touno-kun ¿verdad?

»¿Qué? Bueno, sí… ¿Para qué quieres saberlo?

—Lo siento, pero, necesito que me lo digas inmediatamente.

»E-Está bien. ehm… te enviaré la dirección por correo electrónico.

—Gracias.

En ese momento, colgué.

El correo electrónico me llegó inmediatamente. Contenía la dirección de la casa de Touno-kun y una nota de preocupación por mí. Me sentí mal por Kawasaki, pero no tenía tiempo de responder a todos los mensajes. Simplemente tomé mi cartera e inmediatamente y salí de la casa en sandalias.

Mientras caminaba por el pasillo interior del edificio de apartamentos, revisé los horarios del tren. De allí, a la estación más cercana a la casa de Touno-kun… tardaría una hora como mínimo.

Oh, Dios mío, por esas cosas es que el campo a mi…

Saqué mi bicicleta de estacionamiento y comencé a pedalear hacia la casa de Touno-kun.

La calle era recta, pero inclinada.  Me sentía orgullosa de mi fuerza física, pero las colinas del campo eran muy duras. Los golpes y las magulladuras del camino estaban haciendo mella en mis fuerzas. Mi sudor caía como una cascada y mi pelo era un desastre.

La larga subida llegó a su fin y la azulada línea del océano se extendió frente a mí. Lastimosamente no tenía tiempo para admirar el hermoso paisaje. Corrí colina abajo tan rápido como pude.

Cuando pasé por un hangar de bomberos con sus luces rojas apagadas, vi una casa grande y de aspecto antiguo. Esa era la casa.

Estacioné la bici delante de la puerta principal y toqué el timbre sin demora.

Después de un minuto de espera, apareció un señor frotándose la espalda. Me preguntaba si era el padre de Touno-kun, ya que no se parecía en nada a él.

—Hola, ¿Quién eres, niña?

—Soy compañera de clases de Tou.. quiero decir: de Kaoru-kun. ¿él se encuentra en casa?

El hombre dejó de sobarse y me miró con desconfianza.

—No, ha salido.

—¿Hace cuanto se fue?

—Ehmm… pues ya lleva como dos días.

La sangre se me heló y me puse pálida. Me sentía angustiada y frustrada.

—¡Por favor, dígame a donde se fue!

—No tengo idea. Quizás se fue a quedar a casa de un amigo porque no ha regresado desde entonces.

—Entiendo. Muchas gracias.

Le di las gracias rápidamente y volví a subirme a la bici.

No había estado en su casa desde hacía dos días. No podía ser posible que…

Sacudí la cabeza, tratando de quitarme de encima las desagradables ideas que se me vinieron a la mente en ese momento. No tenía tiempo de pensar en eso. Tenía que darme prisa.

Mientras pedaleaba hacia el túnel de Urashima, sentí un hilo de agua en mi mejilla. Pensé que era el sudor, pero entonces una gota de agua cayó en mi cara.

Lo que me faltaba… había comenzado a llover a pesar de que hace un rato había sol.

La lluvia me empapó toda en un instante. Con cada pedaleada mi ropa mojada se pegaba y se despegaba de mi piel haciéndome sentir incomoda. Por alguna razón, me puse a llorar. No pude evitar llorar. 

Seguí pedaleando a pesar del dolor desgarrador de mis piernas.

—¡Touno-kun……Touno-kun……!

Por fin llegué frente al túnel de Urashima.

Abandoné mi bici en el camino y mis sandalias se me salieron de los pies sin que me diera cuenta. Las plantas de los pies me palpitaban de dolor, probablemente por algún corte que me hice con los escombros del camino. Sin embargo, para poder alcanzar a Touno-kun, tenía que mantener el paso y no me detuve por nada. Cuando entré en el túnel de Urashima, un poco más adelante, observé una botella de vidrio puesta en el suelo. Al examinarla más de cerca, vi que había un papel dentro. ¿Un mensaje en una botella? Pensé.  Seguramente lo había dejado Touno-kun.

Convencida de eso, tomé la botella y la descorché. Como había imaginado, lo que encontré dentro fue una carta de varias páginas escritas a lápiz. Me limpié las manos sudorosas y empapadas por la lluvia en mi ropa, y comencé a leer la carta cuidadosamente, tratando de no mojarla…

Para Hanashiro Anzu…

Si alguien más que no es ella está leyendo esto, le pido por favor que vuelva a poner el papel dentro de la botella. Aunque, no creo que alguien más aparte de ti vaya a encontrar esto, así que voy a asumir que eres tú la que lo está leyendo ahora mismo.

Lo primero es lo primero: Siento haberte dejado atrás para meterme al túnel de Urashima… en verdad lo siento mucho. Puede que te sientas traicionada, y puede que incluso estés resentida conmigo. Pero a pesar de eso, espero que no rompas esta carta y continues leyendo hasta el final.

Sé que ahora probablemente te estarás preguntando por qué entré al túnel de Urashima sin ti. Y te lo voy a explicar.

¿Quieres la versión corta?

Debes cumplir tu sueño de ser mangaka. Por eso te dejé atrás. Tu manga fue realmente interesante. Merecía ser visto por muchas más personas.  Cuando me enteré de que habías conseguido un editor, me sorprendí al principio, pero luego me convencí de que tus mangas podrían finalmente ser apreciados por los profesionales. En serio.

Los mangas siempre están de moda, ¿no? Aunque lo lea ahora y lo encuentre interesante, no sé si los lectores de dentro de cuatro o cinco años pensarán lo mismo. Creo que nuestros puntos de vista y cosas así, suelen cambiar. Es sólo la opinión de un aficionado, no me hagas mucho caso. De todos modos, cuanto antes hagas tu debut, será mejor. No creo que haya ninguna duda al respecto.

Si quieres ser mangaka, deberías estar dibujando un manga ahora mismo y no perdiendo el tiempo aquí.

Y una cosa más:

Dijiste que la razón por la que entraste en el túnel de Urashima fue porque querías ser especial ¿no? Yo la verdad no quiero desestimar tu deseo, pero para ser honesto, me pregunto si hay alguna necesidad de ser especial.

Creo que eres una chica que disfruta de una vida normal. No teníamos ni un mes de habernos conocido, pero fue tiempo suficiente para ver mucho acerca de ti.

La forma en que te asustaste en la oscuridad del túnel de Urashima, la forma en que te alegraste tanto cuando alguien hizo un cumplido de tu manga, la forma en que hablaste alegremente cuando fuimos al festival con Kawasaki-san, la forma en que tu cara se puso roja cuando te dije que eras linda, parecías una chica normal.

Tal vez estoy siendo muy cruel contigo y te repito: Yo no pretendo desestimar tu deseo. Sólo quiero que lo pienses muy bien. ¿Qué es lo que realmente quieres?

Si vuelves aquí, te pido que no me esperes. Quiero que hagas muchos amigos nuevos, que tengas muchas experiencias y que rías mucho. Quiero que dibujes mangas interesantes y que entretengas a la gente. Así que, espero sinceramente que cuando yo salga del túnel de Urashima, te hayas convertido en la mejor mangaka posible.

Por último:

Quiero que sepas que Hanashiro Anzu es la persona más especial para mí.

***

Miré el reloj mientras corría: Eran las 0:18. Había puesto la manecilla en las 00:00 cuando pasé por el primer portal Torii del túnel de Urashima, así que habían pasado 18 minutos desde que inicié mi búsqueda lo que equivalía al transcurso de un mes en el exterior. Fueron unas cortas vacaciones de verano. Para entonces, Hanashiro ya habría leído mi carta. Y probablemente ya se habría marchado. El hecho de que no me había seguido era la mejor prueba de todo.

Gracias a Dios… en verdad…

Hanshiro, sé que te hice hacer una elección difícil. Lo siento mucho. No importa cuántas veces me disculpe, nunca será suficiente. Yo era consciente de tus sentimientos por mí. Y entiendo por qué. Tú también mí me gustabas, pero tu interés en mí no era de la misma forma. Fue tan solo una deformación de tu deseo de ser una heroína trágica. Esperabas sacar algún tipo de drama de mí después de saber que perdí a mi hermana. Eso no se hace, Hanashiro. No es bueno.

Si quieres ser especial, no debes preocuparte por mí. Intenta ser normal. Cualquiera puede hacerlo, nadie te alabará, nadie te compadecerá. Eso es lo que te hace especial. Tú puedes. Sé que lo conseguirás. Has estado dibujando manga sola. Nunca se lo dijiste a nadie. Quizás hubo momentos en los que las cosas no fueron bien y quisiste dejar de hacerlo. Tal vez disfrutaste tanto dibujando que nunca te atreviste a dejarlo. Seguiste dibujando y obtuviste el reconocimiento de un profesional. Eso es lo que hace que sea una experiencia tan especial. Eso es mucho, mucho más especial y maravilloso que entrar y salir del túnel de Urashima.

Entonces, Hanashiro. Vive el momento con el corazón en lo que amas. Haz lo mejor que puedas ahora, y nunca seas como yo…

Había transcurrido una hora y 25 minutos [141 días en el exterior].

Me paré en seco.

—Uwaa

Una empinada subida se extendía frente a mí. El camino era recto, así que no tenía que preocuparme por perderme, pero iba a ser físicamente exigente. A decir verdad, mis pantorrillas ya temblaban de cansancio. Una lesión sería jodida a esas alturas. Decidí hacer una pausa y descansar durante cinco minutos. Me senté en el suelo. Saqué mi botella de agua de la mochila y bebí un poco. Creo que ya había cubierto unos 10 km. Normalmente habría pensado que ya debería haber salido al otro lado del túnel. El hecho de que no pudiera ver la salida aun, se debía probablemente a que había algo más que no funcionaba de forma normal en ese espacio, aparte del flujo del tiempo. Yo tenía la intención de seguir adelante hasta donde pudiera, pero para ser sincero, no tenía ni idea de hasta dónde me llevaría ese túnel.

Hablando de anomalías, hasta el momento, no había aparecido ni una sola cosa que no debería estar allí. Siempre era agradable no toparse con ninguna anomalía, pero ver que no había pasado nada, había comenzado a inquietarme.

Con esa sensación encima, comprobé mi reloj. Sólo habían pasado dos minutos desde que me tomé un descanso. Tenía prisa. Fue difícil relajarme cuando me di cuenta de lo rápido que se pasaba el tiempo afuera. Estar sentado me agotaba más que correr.

Me levanté, respiré hondo y corrí hacia la subida.

Habían transcurrido 5 horas y 20 minutos [1 año y 168 días afuera].

—Jaa… jaa…

Por fin había pasado de trotar a caminar. Cada paso que daba iba acompañado del sonido de las suelas de mis zapatos rozándose rozando el suelo. No sabía cuánto más tenía que avanzar; Me dolían todas las articulaciones de las piernas.

Durante las tres primeras horas de trayecto en el túnel, grité el nombre de Karen de vez en cuando, pero ya no me quedaba ni un ápice de energía. Estaba luchando por seguir adelante. Prácticamente ya llevaba un año y medio metido en el túnel y seguía sin encontrar una sola pista sobre Karen. Sólo había portales Torii y antorchas que seguían y seguían infinitamente.

Sin embargo, las cosas no transcurrieron sin cambios: En la mitad del túnel, el número de colinas y curvas aumentó rápidamente. A veces sentía que iba cuesta arriba durante mucho tiempo, pero luego había una bajada abrupta, y después una serie de curvas a la derecha. Mi sentido de la orientación se entorpeció completamente; ni siquiera sabía si iba hacia arriba o hacia abajo, hacia delante o hacia atrás. El único consuelo que tenía era que no me había topado con bifurcaciones ni pasadizos secretos. 

—Jaa… mierda…

Tenía mucha sed. Tan solo me quedaba la mitad de la botella de agua. Ya no tendría nada para el viaje de regreso. No sé por qué carajos elegí llevar barras energéticas como alimento sabiendo que eso me resecaría la boca. Aah, como me hubiese gustado beberme una bebida deportiva bien fría en ese momento.

Mientras suprimía mis preocupaciones y seguía caminando, oí de repente un fuerte ruido de golpes, como de una enorme piedra rodando. Una sensación de déjà vu me golpeó y me detuve.

«Un presagio», pensé. Un presagio de que algo que no debería estar allí, iba a aparecer.

Todo mi cuerpo temblaba, y un bajo zumbido en mis oídos resonó hasta mi cabeza. No… Ese no era solo zumbido en mis oídos.  Realmente podía escuchar algo que estaba allí. Era el sonido de pasos y murmullos proveniente de una multitud de personas. Cada voz estaba llena de vida. Pero, aunque se escuchara con atención, no podía extraer ningún significado del desorden de voces. Pero definitivamente había personas allí. Tenía que haber personas más adelante. Muchas personas.

Me humedecí la garganta reseca con saliva y grité:

—¡Karen! ¿Estas allí?

Di un paso adelante, y casi al mismo tiempo, algo tiró de mi brazo derecho. El corazón casi se me sale del pecho y me giré rápidamente. Me quedé sin palabras al ver, que mi padre se encontraba allí, tirando de mi manga…

—¿Dónde te habías metido Kaoru? Llevo ratos buscándote.

No puede ser, no puede ser, esto es malo, pensé. Él me había encontrado.

Mi cabeza estaba llena de confusión y miedo. El shock era demasiado grande para que mi cerebro funcionara correctamente.

—¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo? ¿Te encuentras mal?

Me sorprendió oírle decir eso. Además, no parecía nervioso. Me di cuenta de que él llevaba puesto un yukata y su cara parecía un poco más joven. Algo andaba mal. No… todo estaba mal. ¿De dónde había salido él? Si me hubiese estado persiguiendo, lo habría sabido antes de que casi me arrancara el brazo. Me habría percatado de sus pasos y su voz llamándome. 

Mientras lo pensaba, noté un gran agujero detrás de mi padre. A través de él, pude ver una multitud de gente. El ajetreo y las conversaciones parecían provenir de allí. Y aparte de la multitud, pude ver las luces de faroles rojos y lo que parecían ser puestos de comida. Era como un festival.

Tuve que aclarar un poco mi mente.  Me preguntaba si esa situación significaba que había un agujero lateral en el túnel de Urashima, que daba a algún sitio donde se estaba llevando a cabo un festival, y mi padre tan solo me encontró allí por casualidad.

No, eso era ridículo. No podía ser posible.  Quizás, mi padre y la vista al festival desde el agujero, eran cosa que el túnel de Urashima me estaba mostrando. También era una idea ridícula, pero era más creíble que lo anterior.

—¿Te sentó mal la multitud? —preguntó mi padre—. Si lo estás pasando mal, ¿por qué no te vas a casa?

Cuando me di cuenta de que no era mi verdadero padre, me calmé. Cuando me calmé, me enojé. ¿Por qué fue mi padre el que apareció y no Karen? Me dio igual que fuese mi antiguo padre, el que era simpático. No me hizo ninguna gracia. No importaba cómo nos encontrásemos, ya no esperaba nada de él. No quería ni ver su cara. Y sin embargo…

¿qué es este éxtasis que surge en mí? me pregunté.

Estaba tan enojado y, sin embargo, otra parte de mí, escondida en lo más profundo, suplicaba furiosamente por su cariño. Se suponía que yo había abandonado esos sentimientos hace mucho tiempo. Pude soportar sus abusos, su indiferencia y su violencia con tranquilidad. Pero no me sentía bien. Me estaba volviendo loco. Sentí que mis piernas se iban a detener por completo

—¿Kaoru? ¿te encuentras bien, cariño? —dijo una voz que me resultó extremadamente familiar.

Era mi madre, que sí estaba emparentada conmigo por la sangre. Ella asomó la cabeza desde la espalda de mi padre. Así se comportaba ella Karen aún vivía. Éramos felices todos los días. Éramos la familia perfecta. Esa mujer estaba de pie frente a mí con una suave sonrisa.

—No te ves muy bien —dijo mi padre—, ¿quieres que te traigamos una bebida?

—Cierto —contestó mi madre—, a ti te gustan esas bebidas deportivas ¿verdad Kaoru?

—Yo quiero una cerveza —dijo mi padre.

—Estás loco. Tú tienes que conducir —contestó mi madre.

—Jajajaja

Quería que dejaran de hablar de una vez.

—¡Aaaaaaaah!

Grité con fuerza, haciendo que se sobresaltaran y eché a correr.

Era lo único que podía hacer. No miré atrás a pesar de que me gritaron. Y mientras corría, no pude evitar empezar a llorar.

—¡A la mierda! ¡no me vengas con eso!

Era frustrante ver la feliz escena de aquellos días antaño en el túnel de Urashima. Me sentí como si me hubieran arrancado una cicatriz del pecho a la fuerza. Sentí náuseas. Me limpié las lágrimas sin dejar de correr y centré mi mirada al frente del túnel.

Era realmente frustrante, pero en retrospectiva, era suficiente para reforzar mi teoría del túnel de Urashima.

En la casa de Hanashiro, me di cuenta de la verdadera naturaleza del túnel. Si mi hipótesis era correcta, podría ver a Karen. Tenía que seguir avanzando. Ella era todo lo que yo necesitaba. No había nada más que quisiera en el mundo.

Habían transcurrido 9 horas y 56 minutos [2 años y 263 días en el exterior].

¡A la mierda! ¿Cómo diablos puede ser que… sea interminable? Corrí y corrí, pero todavía había portales toriis y antorchas que se repetían una y otra vez. ¿Dónde diablos estaba Karen? ¿Cuántas horas habían pasado? ¿Cuánto tiempo había pasado afuera? Oh… Ya habían pasado casi diez horas. Si hubiera seguido viviendo mi vida normalmente afuera, ya me habría graduado del instituto. Aunque encontrara a Karen allí en ese instante y me regresara de inmediato, para cuando saliera del túnel de Urashima, ya habrían pasado más de cinco años fuera.  Dentro de cinco años, todo el mundo a mi alrededor iba a estar yendo a la universidad o trabajando en algún lugar. Seguramente estaban estudiando, trabajando duro, teniendo un nuevos hobbys o teniendo pareja. Pero en mi caso, yo andaba sin rumbo, y había alcanzado los veinte años de edad. Quizás era momento de regresar. Ya casi no me quedaba agua. Uno o dos sorbos y a la mierda. Mis piernas se acercaban a su límite. Cada vez que daba un paso, sentía dolor en las rodillas. Si continuaba adelante, nunca podría volver.

¿Qué hago? Me pregunté. ¿Me doy la vuelta y regreso? ¿O Sigo adelante y decido seguir teniendo fe?

—jaja…

Se me escapó una risa. Eran preguntas estúpidas. Si me regresaba a esas alturas, sería una pérdida de tiempo. Todo lo que hice sería en vano. Karen quizás estaba a tan solo cien metros más adelante. O, mejor aún, quizás a solo cinco metros más adelante. Era estúpido rendirse y dar marcha atrás. Eso es lo que hacen los idiotas. Tenía que seguir adelante y seguir creyendo que Karen estaría ahí.

—¡Karen…!

No tengo idea de cuántas veces grité su nombre, pero lo seguí exprimiendo de mi garganta rasposa sin parar. Tenía la intención de repetirlo una y otra vez hasta ver a Karen. No iba a detenerme por nada del mundo.

«¿Acaso estoy haciendo algo mal? ¿qué me falta por hacer? ¿acaso todos mis esfuerzos serán en vano?»

Trate de no pensar esas cosas. Estaba asustado, pero no le di importancia. En el peor de los casos, podía meditar en ello, pero sin dejar que el miedo me dominara. Todo el mundo corre en la oscuridad hacia un futuro incierto mientras son perseguidos por las circunstancias. El miedo no era algo exclusivamente mío. Todos, incluso Hanashiro y Kawasaki-san, sintieron miedo alguna vez. Así que, seguí adelante.

«Algún día lo conseguiré, lo sé», me dije a mi mismo.

Me bebí lo que quedaba de agua en un solo trago y caminé arrastrando los pies.

Habían transcurrido 14 horas y 20 minutos [3 años y 338 días en el exterior].

Estaba subiendo una colina empinada. Ni siquiera podía ver qué había más adelante; mis pies se arrastraban todo el camino. Había tirado todas mis pertenencias. Incluso me había quitado los zapatos. No pensaba en volver.

—¡Uuf!

No recuerdo exactamente cuánto tiempo llevaba subiendo esa pendiente. Pero era una colina absurdamente larga. Fue sin duda la colina más larga en la que jamás estuve.

—Ugh.

Que duro. Estaba muy cansado. Mis piernas eran como bodoques de carne que sólo enviaban señales de dolor. Mis párpados se pusieron pesados. Tenía sueño. Quería descansar. Quizás si me recostaba, sería un poco más llevadero. Sería un alivio para esa pendiente interminable. Pero no podía hacerlo. porque sentí que, si lo hacía, no podría volver a levantarme y tenía que subir esa colina.

No, necesitaba hacerlo… No podía creerlo. Ya estaba cerca del límite. O, mejor dicho, ya estaba en mi límite. Había caído en un estado en el que comencé a ignorar el dolor de mi cuerpo para lograr moverme. Incluso si encontraba a Karen en ese instante, no había nada más que pudiera hacer. No me quedaban energías ni fuerzas para realizar un viaje de regreso. Era hora de darse por vencido. Pero… quise continuar un poco más… Solo un poco más y si todavía no encontraba nada, me daría por vencido. Un poco más. Un poco más. Sólo… un… poco… más…

En ese momento me detuve; Había algo delante de mí. Levanté mi pesada cabeza y vi una puerta de madera. Mi corazón se aceleró. La expectativa aumentó en mi corazón. Nunca me había encontrado con algo así en el túnel. A lo mejor, Karen estaba del otro lado… Pero, si no era así, si me encontraba con otra pendiente que subir… no quería ni pensarlo. Esa puerta era la última oportunidad. Si no veía a Karen al otro lado, pensaba echarme a descansar.

Agarré el pomo de hierro, me apoyé sobre la puerta para abrirla, y esta cedió.

—¡…!

Mis piernas se relajaron al instante y me fui de boca hacia adelante. Mi frente golpeó el suelo, pero no me dolió. Había una capa de arena en el suelo.

—¿…?

La luz era intensa. Ese calor sobre mi cabeza. Era la luz del sol. ¿Acaso había salido al exterior?

Cuando levanté la vista, el viento salino me levantó el flequillo. Estaba en una playa. Era una playa de arena blanca. Ante mí se extendía el vasto océano. Era increíblemente azul y podía ver el horizonte con claridad.

Me giré sobre mis rodillas. Detrás de mí había una cabaña destartalada, por cuya puerta acababa de salir yo. Detrás de la cabaña había un campo de hierba verde y fresca. Mi capacidad de raciocinio estaba paralizada desde hacía tiempo. Lo que más me importaba en ese momento era saber si Karen estaba allí o no.

Exprimí mi último ápice de energía y grité:

—¡KAREN!

Una voz me respondió diciendo «¿Sí?». En seguida me giré en dirección de esa voz. Allí estaba: una niña de pie.

Llevaba una gorra de béisbol y el pelo recogido en una cola de caballo. Una blusa de tirantes que le quedaba holgada, unos pantaloncillos cortos y unas sandalias rojas. Era mi hermana menor, Karen…

—Finalmente llegaste, Onii-chan —Karen me sonrió.

Sentí que todo mi cuerpo se relajaba, que mis ojos se oscurecían y que poco a poco perdía la conciencia.

Cuando desperté, me encontré recostado de lado como si hubiera tomado una siesta. Un débil viento soplaba contra mi cuerpo. Por los cambios regulares en la dirección del viento y el pequeño sonido del motor, supe que ese viento provenía de un ventilador oscilante. Mi cuerpo yacía sobre un futón. Cuando moví ligeramente la cabeza, oí el crujido de los cascarones de trigo sarraceno que se frotaban entre sí dentro de la almohada. Había un ligero olor a tatami; Era un olor relajante. Sentía una sensación como de estar sumergido en un pantano viscoso. Hasta podía sentir cómo las toxinas de la fatiga y el estrés se desprendían de mi cuerpo. No quería moverme. No quería abrir los ojos. Quería quedarme dormido allí para siempre. Quizás era lo mejor. Ya había hecho mucho. No estaría mal tomarme un descanso.

Aahh, la brisa del ventilador se sentía muy bien.

Entonces… ¿que se suponía que estaba tratando de hacer?

—¡AAH!

Me acordé, y me levanté de golpe. Vi el mar a través de una puerta corrediza que estaba abierta frente a mí, al otro lado del porche.

Miré a mi alrededor. Era una habitación con tatamis. Los tatamis estaban curtidos y en la pared colgaba un pergamino que representaba el paisaje de una montaña.

Era una habitación muy familiar: ¿Qué era ese lugar?

—¿Mi casa…?

¿Qué estaba pasando? ¿por qué me encontraba durmiendo en mi propia casa? Había estado corriendo en el túnel hasta casi desfallecer. Y en ese momento llevaba una camiseta áspera y pantalones cortos, a diferencia de cuando entré en el túnel. ¿acaso todo fue un sueño? ¿todo se trató de un sueño y jamás existió un túnel de Urashima? 

No, eso era muy raro porque yo jamás tomaría una siesta en ese lugar de la casa. Además, esa habitación tenía dos diferencias con la habitación real de mi casa: En primer lugar, desde la puerta de mi casa no se podía ver el mar; todo lo que se podía ver era la maleza que había crecido en el jardín, y las montañas de fondo. Y una cosa más… algo que faltaba en la habitación: No estaba el altar luctuoso de Karen.

—¡Ah! Onii-chan, veo que ya te despertaste —dijo alguien que se acercó a con pies descalzos—.  ¿Por qué te quedaste dormido tan de repente? pesas mucho y me tocó arrastrarte hasta aquí.

Esa persona, era Karen que estaba hablando delante de mí como si nada. Su rostro, su voz y todo su ser, no había cambiado desde que tenía diez años.

—Estabas todo sucio y cubierto de arena —insistió—. Me tocó cambiarte de ropa. Así que sé más agradecido.

Se había colocado las manos en las caderas y había inflado las mejillas haciendo un puchero; Un habito que ella tenía cuando se enojaba.

—Onii-chan ¿me estas escuchando?

Karen acercó su rostro a mí, y entonces reaccioné.

—Ka-Karen… ¿eres tú? ¿N-no eres una… A-alucinación?

Mi lengua no articulaba bien las palabras.

—¡Qué grosero! Si eso crees… siénteme.

Karen se arrodilló y puso su mano en mi mejilla. Era suave, cálida y su tacto era inconfundiblemente humano.

—¿Ves? —me dijo ladeando la cabeza.

Entonces yo asentí con fuerza.

No era una ilusión, pero no sabía cómo reaccionar. Estaban sucediendo tantas cosas a la vez, que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar de ninguna forma. Karen estaba frente a mí, El mar estaba frente a nuestra casa. Situaciones que normalmente no eran posibles, se me vinieron encima a la vez y mi cerebro simplemente se paralizó. No podía aceptar nada de lo que estaba pasando delante de mí como un hecho. Mientras me enfrentaba a Karen con desenfreno, mi estómago retumbó con fuerza.

—¿Eh? ¿Tienes hambre, Onii-chan?

—N-no, nada de eso…

Justo cuando iba a responder que no tenía hambre, sentí un hambre y una sed terribles. La confusión y el asombro habían adormecido mis sentidos, y ahora tenía mucha hambre. No, el hambre no era tan intensa como la sed que sentía. Llevaba horas corriendo y no había tomado ni una sola gota de agua.

—Ka-Karen… siento molestarte, pero, ¿puedes traerme algo de beber?

—¿Qué quieres?

—Cualquier cosa está bien. Cualquier cosa, por favor…

—¿Cualquier cosa? hmm… ¡está bien!

Karen respondió alegremente y se dirigió a la cocina de buen humor.

Me llevé las manos a la frente, sintiendo un ligero dolor de cabeza. Demasiada información abrumaba mi cerebro y lo sobrecargaba a tal grado que no sabía ni por dónde empezar a ordenar mis ideas.

Mientras me dedicaba a contemplar el mar con mi mente turbada, oí un fuerte «zumbido» procedente de la cocina. Probablemente era el sonido de una licuadora girando. ¿Qué diablos estaba haciendo…?

—¡Está listo!

Karen volvió. En sus manos tenía un vaso grande y el recipiente de cristal de la licuadora. Se podía notar que el recipiente estaba lleno de un líquido blanco. Eso era…

—¿Una malteada de Banana?

—¡Correcto!

Karen levantó la malteada con una gran sonrisa. El contenido se agitó y casi se derrama. Lo echaba de menos. Solíamos a ver esas malteadas juntos. Después de que Karen falleciera, nunca las volví a hacer porque era demasiado difícil lavar lo que quedaba.

—Aquí tienes, Onii-chan. Que lo disfrutes.

Un tenue aroma me llegó a la nariz. En cuanto Karen me dio el vaso, me lo bebí inmediatamente. La malteada tenía más leche que bananas, por lo que se parecía más a un jugo normal.

Me bebí la malteada sin apartar la boca del vaso ni por un momento.

—Jaaaaa…

Sólo pude suspirar profundamente. Eso era lo que significaba estar satisfecho. La garganta me castañeteaba de dulzura. Estaba a punto de servirme un segundo vaso cuando escuché el temporizador del microondas sonar con un «bip» desde la cocina.

—Ah, la comida está lista —dijo Karen.

—¿La comida?  —pregunté.

—Sí. Una vez más, lo hice para ti. La tendré servida en un minuto, así que ve a la sala.

Karen corrió a la cocina de nuevo. Y yo me levanté lentamente preguntándome cómo era que ella había podido cocinar…

Recogí el recipiente de la licuadora y el vaso en el que bebí la malteada, y me dirigí a la sala. En la mesa de la sala, había un enorme recipiente de fideos instantáneos, y tres onigiris. Karen estaba sentada en un cojín mirándome con orgullo. Yo le sonreí un poco… o eso creo que hice.

—Vamos, pruébalo —me instó.

—Si, gracias.

Me senté junto a ella y tomé palillos diciendo: «Itadakimasu», y metí los palillos en el udon. Sumergí un poco del crujiente kakiage en la sopa y le di un bocado. El sabor de los camarones me recorrió la boca. Entonces sorbí los fideos. El condimento, que normalmente encontraba demasiado fuerte, ahora era el adecuado para mi cuerpo cansado. La salinidad empapó mi lengua. Nunca había probado algo tan delicioso en mi vida… Sorbí los fideos con todas mis fuerzas. También mordí un onigiri. Cuando se me calentaba el estómago, lo enfriaba con la malteada de banana. Era una combinación discordante. Y, sin embargo, no podía dejar de comer. Estaba tan absorto en mi comida que me olvidé de parpadear. Cada vez que un bocado de comida bajaba por mi garganta, mis sentidos se limpiaban y despejaban. Estaba más que delicioso. Fue como volver a la vida. Engullí hasta la última gota del caldo del Udon y aparté el recipiente de mi boca. En ese momento, me di cuenta de algo: Estaba viviendo la vida cotidiana junto a Karen que había deseado durante mucho, mucho tiempo.

—¿Te gustó? —Karen me sonrió.

Fue la primera vez que sentí que reconocía a Karen como debía ser, y todas mis emociones reprimidas volvieron a surgir. La sonrisa de Karen, su respiración, sus gestos, incluso la forma en que se balanceaba su flequillo, todo era tan vívido y nostálgico.

De repente, mi visión se volvió borrosa y unas gotas de agua cayeron sobre el recipiente vacío de la licuadora. Lágrimas seguían fluyendo sin cesar. Estaban calientes. Me esforcé por no sollozar. De repente, Karen me acarició la cabeza. El tacto de su pequeña y suave mano se movió por mi pelo hasta llegar a mi cuero cabelludo.

—Te has esforzado mucho ¿eh?

Su voz era suave, como si las palabras en sí, tuvieran su propia calidez.

Asentí una y otra vez.

Cuando terminé de recoger los trastes de la mesa, ya estaba mucho más tranquilo. Fue la comida más satisfactoria que había tenido en mi vida. Todavía seguía lleno de euforia.

—Oye, Karen…

—¿Hmmm?

Ahora que me había calmado, tenía que preguntarle algo. Era una pregunta de la que necesitaba estar absolutamente seguro.

—¿Eres la verdadera Karen…?

Ante mi seria pregunta, Karen apoyó la mejilla en la mesa con disgusto.

—¿Otra vez con eso? Eres terco, Onii-chan. Como dije antes, yo soy…

Antes de terminar la frase, se interrumpió a sí misma y sonrió con picardía.

—¿Será que soy la Karen real o soy una falsa? ¿Tú qué opinas, Onii-chan?

—¿Por qué me respondes con otra pregunta?

—Porque así es más interesante.

Karen me enseñó sus dientes caninos. Es difícil enojarse cuando no se tienen malas intenciones.

—Vamos, contesta rápido —insistió Karen—. ¿Crees que soy la verdadera o no?

Me resultaba inútil evadirlo, así que tuve que seguirle el juego.

—Yo… —Respiré ligeramente. Karen esperaba mi respuesta con ojos inocentes—. Pienso que eres la real.

—¿Es tu respuesta definitiva?

—S-Sí…

—Entonces nada más importa ¿verdad?

Me decepcionó lo ambiguo que fue el final de ese asunto. Pero la respuesta de Karen tenía mucho más sentido para mí. Estaba convencido. Al fin y al cabo, no hay manera de saber si algo es real o no, y no hay una definición clara para eso. Entonces tienes que creer lo que quieres creer y eso será real. Tal vez eso es lo que Karen estaba tratando de decirme.

—Tienes razón… nada más importa.

Repetí las palabras de Karen como para confirmar mi propia interpretación como un hecho.

—Por cierto, Onii-chan. Tenemos una sandía en el refrigerador, comámosla juntos.

—Claro que sí. Comámosla.

Era hora de dejar de preocuparse por cosas en las que no valía la pena pensar. Me levanté y fui a la cocina. Cuando abrí el refrigerador, encontré una sandía cortada y envuelta. En el estante inferior había todo tipo de dulces. Las bebidas, como había dicho Karen, incluían sodas Cheerios y bebidas deportivas. Me daba curiosidad saber de dónde sacaba todas esas cosas, pero me pareció inútil preguntar.

Nos sentamos en el porche y nos zampamos la sandía. El jugo estaba frío y dulce. Estaba delicioso, sin duda.

Cuando vi a Karen escupiendo semillas en el jardín, hice lo mismo. Hicimos una competición para ver quién las escupía más lejos. Fue tan divertido que se me salían las lágrimas.

—Hoy estas muy llorón, Onii-chan. ¿No estas demasiado crecidito para eso?

Entre sollozos respondí:

—Sí, supongo que sí. Pero sabes, cuanto más mayores nos hacemos, más llorones nos volvemos.

—¿En serio?

—Bueno, eso lo leí en algún lado.

Karen dejó que sus piernas colgaran del porche y dijo:

—Pensé que ibas a ser fuerte cuando crecieras.

—Bueno, conozco a alguien que sí cumpliría esas expectativas.

—¿Qué clase de persona es?

—Bueno, pues…

En ese momento, la imagen de Hanshiro apareció en mi mente. 

—Es una chica. Tiene una cara bonita, pero no huye de una pelea. Fue lo suficientemente valiente como para enfrentarse a un senpai que daba miedo, y aunque la abofeteó en la cara y le dio una patada en el estómago, no se derrumbó y esperó una oportunidad para contraatacar… Al principio pensé que daba miedo, pero luego la conocí bien y me di cuenta que era muy linda.

—¿Y esa chica te gusta, Onii-chan?

Karen me miró con los ojos más puros y brillantes del mundo.

Puse mi trozo de sandía en el plato y miré hacia el mar.

—Sí, me gusta mucho esa chica.

Karen no pudo evitar soltar un «Kyaa~» con alegría y luego se frotó contra mí. 

—Pero, ¿si ella te gusta por qué no estas a su lado? —me preguntó.

—Bueno, es que ella tiene cosas más importantes que hacer —respondí.

—Aun así, la quieres ¿No? ¿Acaso no la extrañas?

—Ciertamente la extraño, pero…

Karen me miraba fijamente, esperando una respuesta. No quería tomarlo a la ligera ni mentirle sobre ello.

—Lo cierto es que yo no tengo permitido amar a nadie —declaré.

Después de decirlo, me di cuenta de que quizás era la primera vez que mencionaba la palabra «amor» en toda mi vida. Jamás había tenido motivos para decirla. En ese momento me sentí más avergonzado de lo que pensaba y me reí un poco. Pero, lo que dije era cierto. Después de todo, fue un descuido mío lo que causó la muerte de Karen. También fue mi culpa que mi padre cambiara y que mi madre se marchara. Con esos antecedentes, era inaudito para mí, tener el derecho de amar a alguien.

—No puedo evitar sentirme como un idiota al llevar una cruz que yo mismo forjé. Es algo que me supera, pero, quizás tu no lo entiendas.

En ese momento, Karen frunció el ceño.

—Entiendo perfectamente, Onii-chan. pero dime una cosa: Para trabajar en algunas cosas es importante tener un permiso o un certificado ¿verdad?

—Jeje~ Por supuesto.

—¿Acaso necesitas un certificado para que puedas amar a alguien?

—Pues, se puede decir que todo el mundo tiene ese certificado al principio, pero este se puede perder… o algo así… no sabría como explicártelo.

—Hmmm… ¡Entonces te daré uno!

Nada más decir esto, Karen se levantó bruscamente y desapareció por el pasillo. Pude oírla mientras subía las escaleras al segundo piso.

Unos instantes después, Karen regresó con unos rotuladores mágicos de colores y una hoja de papel A4 en blanco y los colocó en el pasillo.

—¿Qué piensas hacer? —le pregunté.

—Tú solo mira… ¡Ah! espera, mejor no mires. Voltéate hacia otro lado. 

Parecía no ponerse de acuerdo, pero al final hice lo que me dijo. A mis espaldas, escuchaba el chirrido de los rotuladores al escribir, y de vez en cuando a Karen murmurando «¿cómo se escribe eso…?» y «ah, me equivoqué».

Acababa de terminar de comer mi sandía cuando Karen dijo: «Ya terminé». Cuando volteé para verla, ella seguía sentada en el mismo lugar.

—Voy a darte un certificado, Onii-chan —Karen sostuvo la página de papel frente a ella mientras me hablaba con un tono grandilocuente y luego lo leyó—: A ver, Onii… no, quiero decir: Touno Kaoru. por haberse esforzado tanto en venir a verme, te otorgo este certificado que te permitirá amar a quien quieras a partir de ahora. Aquí tienes, felicidades.

Ella me ofreció la página con ambas manos. Tenía escrito con letras muy grandes: «Certificado para amar». Alrededor había dibujos de flores, perritos y otras cosas que había dibujado con sus rotuladores de colores.

Yo no quise tomarla.

—¿Onii-chan? vamos, tómalo.

Sentí una sensación de ardor en la boca del estómago.

Desde el día en que perdí a Karen, estuve lamentándome. Me ardía… me destrozaba el hecho de estar allí y no haber podido salvarla.  Quería enmendar el daño de alguna forma, pero no sabía cómo. Así que evité alegrarme y traté de reducir mi sentimiento de culpa al máximo. Pensé que mi destino era vivir toda mi vida de esa manera. Más sin embargo… por fin entendí algo: La verdadera cualidad del túnel de Urashima no era dar a la gente lo que quisiera, sino ayudarle a recuperar lo que han perdido.

La sandalia de Karen, el periquito Kii, los días felices con mi padre y madre cuando eran gentiles, la propia Karen y también… el derecho a amar a alguien. Todo eso fueron cosas que yo había perdido.

—¿Onii-chan? Si no quieres esto, lo tiraré.

—E-espera, espera. Lo quiero. Lo necesito mucho.

Me apresuré a tomar con las dos manos aquella página que decía «certificado para amar».

Desde las puntas de mis dedos, una especie de calor se extendió lentamente por mis brazos y por mi cuerpo. El delgado papel A4 se sentía increíblemente valioso.

Después de mucho tiempo, sentí que por fin era libre.

—Gracias, Karen. Voy a atesorar esto.

—¡Si, eso espero!

—Y…  también debo decirte que haré uso inmediato de este certificado —Me reí ante la idea de volver a decir algo embarazoso—. Sólo quiero amar a alguien un poco.

Fui a mi habitación, y mi mochila estaba allí, como si hubiera anticipado mis acciones. La recogí y me dirigí a la cocina. Abrí la puerta del refrigerador y metí en la mochila comida suficiente como para dos personas. Conocía más o menos la longitud aproximada que había recorrido en el túnel, así que sabía cuánto necesitaría. Mientras no hubiera ningún contratiempo en el camino, debería poder salir del túnel sin demasiados problemas. Los preparativos para el viaje de vuelta parecían estar en orden. Puse el certificado para amar en una carpeta transparente y lo guardé en el bolsillo exterior para que no se arrugara. Luego fui a la sala.

—Karen.

Cuando la llamé. Karen todavía estaba sentada en el porche comiendo sandía, y entonces me volteó a ver.

—Ven conmigo… —le dije.

Tenía intenciones de llevarme a Karen de vuelta a Kouzaki. Estuvimos tan cómodos en ese lugar, que había olvidado que ese era mi objetivo original. No iba a poder cumplir con eso hasta que atravesáramos juntos el túnel de Urashima.

—¿Adónde vamos? —me preguntó Karen—. ¿Al mar?

—Es un lugar mejor que el mar. Hay un acuario, un zoológico. Y muchos otros lugares que podemos visitar.

—Pero, aquí también tenemos acuario y zoológico. Tenemos parques de atracciones, piscinas, todo…

Si Karen lo decía, entonces debía ser verdad. Era como si esa casa realmente existiera dentro del túnel. Pero yo sabía que no era así.

—No, Karen. Es cierto que aquí hay de todo. Pero no tenemos que quedarnos aquí. Tenemos que volver a Kouzaki.

—Lo siento, pero no —Karen suspiró y dio un gran mordisco a su sandía. Masticó y tragó—. Estoy muy acostumbrada a estar aquí. No sé si podría ir allá afuera.

—¡No te preocupes por eso! —Exclamé. Arrodillado en el suelo, miré a Karen y me di una palmada en el pecho—. Construiré un hogar que sea digno de ti. Y no dejaré que nadie interfiera. Te lo juro…

Probablemente no iba a ser fácil para una persona que no tiene un registro familiar sobrevivir en la sociedad. Pero estaba absolutamente seguro de lo que decía. Sabía que podía hacer cualquier cosa por Karen.

—Entonces, ¿quieres venir a casa conmigo? —le pregunté.

Karen puso la sandía en su plato y soltó una risotada de resignación.

—No puedo evitarlo. Si tanto insistes…

—¡Bien! ¡Vamos!

Mientras salía de la casa por la puerta principal sujetando a Karen de la mano, recordé algo.

—¡Ah! El tiempo.

Rayos. Estaba tan absorto en Karen que me olvidé por completo de ese detalle. Volví a la sala para comprobar la hora, pero no… El reloj de la sala no podía indicarme cuanto tiempo había estado en el túnel. Tenía que ser el reloj de muñeca que llevaba puesto desde que entré al túnel.

«¿Dónde está?»

Mi reloj, llevaba bastante tiempo fuera de mi vista. Me preguntaba si Karen me lo quitó cuando me cambió la ropa.

—Oye Karen, ¿has visto mi reloj?

 —Ah, ¿te refieres a este?

Karen se sacó el reloj de su bolsillo. Apresuradamente lo tomé, y revisé la hora.  Eran las 5:30 de la tarde.

La última vez que miré mi reloj, la manecilla corta señalaba las dos. Pero en ese momento, la aguja ya había dado la vuelta completa, por lo que el tiempo transcurrido no era de 5 horas y 30 minutos, sino de 17 horas y 30 minutos.

«¿Es en serio?»

—Karen, ¿cuánto tiempo he estado durmiendo desde que llegué aquí?

—Estabas profundamente dormido. Tal vez medio día.

Me quedé atónito. Si hubiera dormido doce horas, la manecilla corta de mi reloj ya habría dado dos vueltas. Para poner esto en perspectiva: Habían pasado veintinueve horas y treinta minutos desde que entré en el túnel de Urashima.

Un sudor frío me recorrió la sien.

—Te-Tenemos que darnos prisa. ¡Estuvimos aquí demasiado tiempo!

Tomé a Karen de la mano y salí rápidamente por la puerta principal.  Justo en frente teníamos una playa. La casa donde habíamos estado, se ubicaba justo en el límite entre la llanura y la playa. No había postes de electricidad ni carreteras en la zona. La increíble ubicación me demostraba que ese lugar no era real.

No tardé en encontrar la cabaña que conducía al túnel de Urashima. Estaba muy cerca.

Karen y yo caminamos por la playa, y finalmente nos paramos frente a la puerta de la cabaña.

—Muy bien, Karen. ¿Estás lista?

—Sí…

Ella parecía incomoda. Miraba hacia abajo con ansiedad y apretaba el borde de su camiseta de tirantes.

—No tengas miedo —le dije—. Es un camino largo, pero lo lograremos.

Sin embargo, Karen no mostró ninguna mejoría en su expresión. Aun así, el reloj seguía avanzando. El tiempo apremiaba, y no había tiempo para la complacencia.

Decidido, abrí lentamente la puerta. Del otro lado de esa puerta, había un descenso pronunciado. Era la misma pendiente que estuve subiendo hasta el cansancio para poder llegar a ese lugar. Era mucho más fácil ir de bajada, pero había que tener cuidado de no caerse.

—Es hora de irnos —Di el primer paso para ingresar al interior de la cabaña.

Pero, de pronto, Karen me abrazó por detrás.

Giré la cabeza para mirarla. Con su cara enterrada en mi mochila, no pude ver la expresión que tenía. Lo único que pude ver es que ella se mantuvo del otro lado de la puerta, donde todavía había arena blanca de la playa.

—¿Qué sucede, Karen?

—Irás a ver a alguien importante para ti, ¿verdad, Onii-chan?

—Sí, así es. Por eso hay que salir de aquí.

—Vas a seguir adelante, ¿no?

—¿Karen?

Las manos de Karen se aferraron a mi ropa con gran fuerza.

—Oye, onii-chan. Tú ya sabes esto, ¿no?

Mi corazón latía incómodo, me dolía el pecho y tenía el ceño fruncido.

—¿De qué estás hablando? —le dije—. No sé a qué te refieres.

—El pez payaso, es un pez de agua salada —contestó—. No puede vivir en agua dulce y no puede alejarse de su anemona. Es totalmente distinto al salmón que puede nadar en agua dulce y salada sin ningún problema. e incluso nada contra la corriente y sube cascadas. Además, son deliciosos.

—Sí, lo sé. El salmón es delicioso. Pero ¿acaso eso tiene importancia ahora?

—Sí, la tiene. Tu eres un salmón, onii-chan. y yo, un pez payaso.

—¡No digas tonterías! —Grité involuntariamente—. Tú eres tú, y no eres ni un Salmon ni un pez payaso. Puedes ir a donde quieras. No digas cosas tan deprimentes…

Me tomó tanto tiempo llegar hasta ese punto, y no podía regresar solo.

—No te preocupes… yo siempre estaré a tu lado. Así que… —Las manos de Karen comenzaron a aflojar su agarre sobre mi—. Tú también tienes que vivir el momento, Onii-chan.

Ella de pronto me dio un ligero empujón, y me fui hacia adelante.

—¡Karen!

En cuanto grité su nombre, me di la vuelta, y ella ya no estaba… La puerta había desaparecido sin dejar rastro. No había luz del sol, ni playa de arena blanca, ni siquiera el olor salino. Tan sólo había un túnel que parecía no tener fin.

Sentí como si me hubieran quitado todo el aire de los pulmones. Me adentré más en el túnel, buscando de nuevo la puerta que conducía a la playa. Pero en ese momento oí la voz de Karen resonando en mi cabeza.

«Tú también tienes que vivir el momento, Onii-chan»

¿Yo también? Ah, claro. No necesitaba pensar en quien estaba incluido en ese «también». Se trataba de Hanashiro…

Karen estaba tratando de decirme que viviera en el mismo mundo que Hanashiro. Ese fue el último mensaje de Karen para mí.

—Uuuhh…

Me agarré la cabeza. Me clavé los dedos en el cuero cabelludo. Las lágrimas brotaron de mis párpados fuertemente cerrados.

—Uuuuuhh…

Yo tenía el presentimiento de que algo así iba a ocurrir. La verdadera característica del Túnel de Urashima era que puedes recuperar lo que has perdido. Por eso pude reencontrarme con Karen. Obtuve el derecho a amar a alguien. Pero hubo algo más que recuperé sin saberlo: La facultad de enfrentar la realidad.

Tenía que aceptar mi doloroso pasado y vivir el presente. Esto era contradictorio con la existencia de Karen, que falleció a los diez años de edad. Así que tenía que elegir una cosa u otra.

Estaba seguro de que el Túnel de Urashima no tenía malicia, ni siquiera voluntad. Tan solo proyectaba automática aquello que habían perdido los que entraban a él. Pero yo tenía una duda: ¿Qué ocurre cuando hay una contradicción?

Tal vez el sentimiento más fuerte tenía prioridad. En otras palabras: había tomado la decisión inconsciente de enfrentarme a la realidad y acepté la muerte de Karen.

Me lo imaginaba…

Pero no podía perder la esperanza de que se produjera un milagro y pudiera volver a vivir con Karen. Fue un dulce sueño. Pero ya era hora de despertar.

Apreté los dientes con tanta fuerza como para romperlos. Tensé mis músculos abdominales para contener las emociones que estaban a punto de estallar. Las contuve, les puse una tapa y las sellé.  Me limpié los ojos con el brazo y grité tan fuerte como pude:

—¡¡Kaaaaaareeeeen! ¡Ya me voooooooy!

Empecé a correr hacia la salida y mientras o hacía, me pareció escuchar que Karen me contestaba con un:  «que tengas un buen viaje».

Habían pasado 29 horas y 35 minutos [Equivalente a 8 años y 36 días en el exterior].

Me encontraba corriendo en la oscuridad. Estaba corriendo cuesta abajo tan rápido como podía. El peso de mi mochila crujía contra los huesos de mis hombros, y me tranquilizaba en lugar de desalentarme. Tenía agua y comida. Así que no tenía que preocuparme por pasar hambre. Era sólo una cuestión de aguante. Seguí corriendo sin parar.

Mi corazón latía escandalosamente. Me dolían tanto las rodillas que creí que se iban a deshacer con cada paso que daba. Sentía que mi garganta iba a estallar con cada inhalación y exhalación. Era doloroso. Era difícil. Pero no descansé. Bueno, quizá lo hice una vez, pero no pensaba hacerlo de nuevo, porque Hanashiro estaba allá afuera. Quería verla cuanto antes.

Si había llevado una vida normal, para cuando yo saliera ella ya tendría 25 años.  Le dije que no tenía que esperarme. Así que ella podría haberme hecho caso. Quizás ya tenía un novio. Quizás ya se había olvidado de mí. Quizás ya hasta estaba casada. Pero no me importaba. Lo que yo quería saber, era qué tipo de vida había llevado mientras yo anduve corriendo por el túnel de Urashima. Y de ser posible, leer algún nuevo manga que ella hubiese dibujado. 

¡Había tantas cosas que quería hacer!

Con un pisotón, golpeé el suelo con fuerza y tomé velocidad. No sentía más dolor, ni fatiga. La esperanza del futuro me anestesiaba. Tan solo esperaba que continuara el efecto hasta salir del túnel. Era una maravilla. Cuanto más corría, más energía tenía. La velocidad aumentaba.

Corriendo colina abajo, pero mis pies se enredaron y me caí. Mi visión dio vueltas y mientras rodaba por la colina. Me golpeé por todos lados. Me golpeé la cabeza con uno de los pilares de un portal Torii, pero me levanté rápidamente y seguí corriendo como si nada. Mi ojo derecho empezó a lagrimear. Pero no era sudor lo que lo empapaba. Cuando lo toqué, estaba rojo y húmedo. Era sangre. ¿Me golpeé la cabeza? Me dio igual porque no afectó mi ritmo al correr. Tenía que darme prisa. La realidad no iba a esperarme. tenía que ir más y más rápido.

Sin importar lo magullado y maltrecho que estuviera, no podía detenerme. Mientras el tiempo pasaba, seguí corriendo. Aunque tuviera que arrastrarme yo seguí adelante.

—¡AAAAAaaaaaaah!

Grité. Sabía que era un desperdicio de energía, pero no podía evitarlo. Corrí como si estuviera poseído. Ya ni siquiera miré hacia adelante. Me caí una y otra vez. Pero cada una de esas veces me volví a levantar. Jamás me detuve… yo seguí corriendo…

***

De pronto me vi a mí misma corriendo… No sabía hacia donde iba.

No sabía por qué corría. Tal vez estaba huyendo de algo. O tal vez yo estaba persiguiendo algo… Pero corría con todas mis fuerzas. Corría sin parar moviendo mis piernas que estaban a punto de desgarrarse, y balanceaba mis brazos tan fuerte como podía para seguir avanzando. Ciertamente estaba avanzando hacia adelante, pero…  Por alguna razón jamás llegaba a la meta…

—Mmh…

Me desperté con un dolor en el cuello. Retiré mi mejilla derecha del escritorio y levanté la cabeza. Aparentemente me quedé dormida mientras trabajaba. Todas las articulaciones de mi cuerpo crujían como una máquina sin aceite. Miré el reloj digital que había mi escritorio. Eran las tres de la mañana.

Me levanté de la silla y me estiré ligeramente. De mi cadera salió un pequeño crujido. La habitación está en silencio, y el olor a tinta espesa y papel flotaba en el aire. De pronto observé una pila de mangas que había encima de mi escritorio y pensé en ordenar un poco. Después de eso, pensaba darme un baño para luego acostarme en mi cama. Pero primero. Tenía que terminar algo.

Giré los hombros y retomé mi pluma.

Aquel día en el que fui abandonada por Touno-kun. Después de leer la carta que me dejó frente al túnel de Urashima, intenté seguirlo. El tiempo en el interior del túnel fluía más más lento, así que pensé que podría alcanzarlo si entraba en ese mismo instante. Pero me regresé.

«Espero que cuando salga te hayas convertido en la mejor mangaka posible».

Esa frase de la carta era como un ancla que me ataba al mundo que había fuera del túnel. Era como un hechizo. Parecía una traición a Touno-kun dejar de dibujar manga. Así que no pude adentrarme más en el túnel. Cuando leí la carta, me quedé sorprendentemente tranquila. En retrospectiva, probablemente fue sólo porque no podía enfrentarme a la dolorosa realidad de que había sido abandonada por él, pero me ayudó a ver lo que tenía que hacer:

Primero le dije al editor que se puso en contacto conmigo que quería continuar con el proyecto, Aunque fue egoísta de mi parte, el editor dijo: «Me alegro de oírlo» y aceptó encantado. A partir de entonces, dibujé manga mientras esperaba el regreso de Touno-kun.

Durante mis años de colegiala, cuando asistía a la academia de Kouzaki, yo seguí enviando mis mangas a los editores. Me rechazaron muchas veces y no ganaba ningún concurso. Hasta que, finalmente logré ganar una vez y pude publicar una de mis historias en una revista.

Por supuesto que estaba contenta por eso. Pero en ese momento no podía expresarlo. No fue porque tuviera problemas con el manga, sino por la situación de la clase en la que estaba en ese momento.

Todos nuestros compañeros parecían haberse olvidado de Touno-kun. Después de que se escapara de casa y dejara de asistir a la escuela, se convirtió en la persona del momento durante un tiempo, pero cuando entramos en el tercer año dejaron de hablar de él a medida que se acercaban los exámenes de ingreso a la universidad o se disponían a buscar un empleo. Tan solo unos pocos seguían recordándolo.

Cuando era niña, tenía miedo a ser olvidada de esa forma al igual que le sucedió a mi abuelo después de su muerte. También tenía miedo de que la existencia de Touno-kun se desvaneciera, así que pensé en él con más fuerza que nadie.

Por esa razón. elegí seguir dibujando manga en Kouzaki después de graduarme. Mi editor me aconsejó que me fuera a Tokio y trabajara como asistente, pero yo insistí en quedarme. Alquilé una habitación en un pequeño departamento y empecé a escribir allí. Mis padres se oponían ferozmente a la idea de que dibujara manga en lugar de ir a la universidad. Su voluntad era firme. Pero mi voluntad fue aún más firme. Estaba preparada para ser repudiada por ellos, así que me dediqué a dibujar mi manga. Cada día, trabajaba arduamente. Gracias a mis esfuerzos, un año después de graduarme de la preparatoria, conseguí el derecho a publicar mi trabajo.

Desde el inicio de la serialización de mi manga, estuve muy ocupada. Mi carga de trabajo se duplicó y dormía la mitad del tiempo que cuando era estudiante.

Fue mucho trabajo, pero fue una buena anestesia para quitarme la «ansiedad». No pasaba un solo día sin que yo esperara el regreso de Touno-kun.

A menudo sacaba tiempo de mi ajetreada vida de mangaka para visitar el túnel de Urashima. Sentada en la entrada del túnel, hablaba conmigo misma acerca del progreso de mi manga y gritaba el nombre de Touno-kun. Me sentía como si estuviera visitando una tumba. No le dejaba flores, pero le escribía cartas cada vez que llegaba, contándole cómo estaba y dándole mis datos de contacto para que siempre estuviera seguro al volver. Puse las cartas en botellas y las dejé en el túnel, tal y como él hizo conmigo aquel día. Naturalmente las cartas siempre se quedaban allí, sin ser leídas

«Dime una cosa, Touhno-kun: ¿Cuánto tiempo más tengo que esperarte? ¿O acaso es un error el solo hecho de esperar?».

Incluso esas palabras fueron tragadas por la oscuridad del túnel. Ya había pasado un año desde que inició la publicación de mi manga y la historia había empezado a despegar. Sabía a dónde iba la trama. Todo lo que tenía que hacer era construir los episodios y preverlos para crear el mejor final posible.

Ahora estaba un poco más desocupada. Tal vez por eso, pasé más y más tiempo pensando en Touno-kun. Especialmente en verano, cada día recordaba aquel verano que pasé con él. Fue el verano más delicioso de mi vida. Lo disfruté tanto. Y, sin embargo, cada vez que pensaba en ello, sentía un dolor agudo en el pecho, como si me hubieran cortado con un cuchillo.

Y a través de la herida abierta, la ansiedad se colaba y consumía mi corazón.

Me preguntaba si Touno-kun ya había salido del túnel Urashima. Me preguntaba si en realidad él estaba viviendo una vida tranquila y feliz en algún lugar del cual yo no tenía conocimiento.  Me preguntaba si él ya no quería nada conmigo y por eso no me había enviado ningún mensaje.

Sentía que mi corazón iba a colapsar de ansiedad.

Desde entonces, pasaron dos años más…

Finalmente, mi obra acabó su publicación. No fue cancelado ni nada. Yo hice todo lo que quería hacer. Fue el final ideal que planeé desde antes de empezar a publicarlo. Fue bien recibido por los lectores. Y, sin embargo, no me sentía feliz.

Ahora que había perdido el rumbo y había sido arrojada al oscuro desierto, no sabía a dónde ir. Mi editor me dijo que presentara un nuevo proyecto. Por supuesto. Cuando una serialización termina, se piensa en la siguiente historia a publicar. Si quieres ganarte la vida como dibujante de manga, es normal. Pero no estaba segura de que eso fuera suficiente para mí como dibujante. Para ser más específica, me sentía perdida.

«¿Me voy a buscar a Touno-kun, o me pongo a dibujar un nuevo manga?».

Hubo tantas veces en las que me sentí instigada a meterme en el túnel de Urashima e ir a buscar a Touno-kun. Sin embargo, la carta que él me dejó, mis obligaciones como mangaka y un miedo instintivo, me lo impedían.

Había pasado mucho tiempo desde que Touno-kun entró en el túnel de Urashima. Haciendo cálculos de tiempo, en el interior del túnel ya había pasado casi un día. Sin importar lo largo que fuese, ese tiempo era más que suficiente para atravesarlo. Si Touno-kun realmente seguía allí dentro, entonces era probable le hubiera pasado algo… Tal vez estaba atrapado en una trampa o algo así. O tal vez se había topado con algo terrible y estaba herido. Cada vez que tenía un mal pensamiento, sentía una opresión en el pecho.

Sabía que tenía que ir a ayudarlo. Pero en cuanto veía el primer portal Torii del túnel de Urashima, mis piernas se entumecían y no podía moverme. Ya me había convertido en adulta. No era más aquella chica intrépida de mis días de instituto, cuando podía actuar sin importar nada y hacer todo con vigor y seguridad. Ahora me enfocaba más en pensar en las consecuencias y en salvaguardar mi vida. Tenía miedo de ponerme en peligro. Pero aún más que eso, tenía miedo de descubrir que Touno-kun ya no estaba allí.

¿Y si ya había salió del túnel de Urashima y se había marchado de Kouzaki sin decírmelo?  ¿Debería renunciar a Touno-kun? Si entraba en el túnel, acabaría perdiendo una gran cantidad de tiempo.  ¿Acaso era momento de darme por vencida con Touno-kun?

Lo pensé muchas veces. Pero sólo eso. Cada vez que mi teléfono sonaba, no podía dejar de esperar que fuera él. No podía ir tras Touno-kun, pero tampoco podía olvidarme de él, y con cada mes que pasaba, mi ansiedad no hacía más que aumentar.

¿Cuándo fue que me volví tan cobarde?

Llegué a sentir envidia de mi antigua yo, que tenía una perspectiva más brillante e impulsiva.

Los días pasaron sin que se produjeran avances en la planificación de mi nueva obra.

Obviamente tampoco hubo ningún contacto con Touno-kun. Sin embargo, una vieja amiga me invitó a comer. fui a encontrarme con Kawasaki Koharu en una cafetería de Kouzaki.

—Cuanto tiempo sin verte, Anzu.

—Si, lo mismo digo.

No había visto a Kawasaki desde que nos graduamos de la preparatoria. De vez en cuando nos enviábamos mensajes por correo electrónico, pero después de que comencé a publicar mi manga, disminuyó la frecuencia con la que nos enviábamos mensajes y no tuve noticias de ella durante casi un año.

Hacía años que no la veía, y tenía una sonrisa amistosa en el rostro que destilaba amabilidad. Se fue de Kouzaki después de graduarse, obtuvo un diploma de docente, y ahora daba clases en una escuela primaria de la ciudad.

Cuando estábamos en el instituto, me sorprendió mucho cuando Kawasaki me dijo que quería ser profesora. Al principio pensé que estaba bromeando, pero tenía muy claros sus planes y los siguió al pie de la letra hasta convertirse en profesora. El desprecio que sentía por ella en el pasado, había desaparecido por completo y ahora incluso la respetaba.

Durante la cena, hablamos de temas recientes y de otras cosas triviales.

—Anzu, ¿has estado bien?

—¿Eh?

—Tienes ojeras terribles. ¿Los mangakas están siempre tan ocupados incluso después de que ya no están publicando nada?

—No, en realidad no. Es que últimamente me cuesta un poco dormir.

—¿Eh? ¿Sufres de insomnio? ¿Qué te sucede? ¿Tienes algún bloqueo creativo?

—En parte es eso…

—No me digas que sigues pensando en Touno.

Me quedé sin palabras, ya que no esperaba que viera a través de mí.

Kawasaki apoyó la mejilla en la mesa con una mirada malhumorada y murmuró:

—Me pregunto a donde habrá ido ese cabeza hueca.

Después de graduarse del instituto, a Kawasaki le seguía preocupando que Touno-kun se escapara de casa. Me gustó eso de Kawasaki.

—En qué estaba pensado al dejar sola a Anzu —murmuró Kawasaki—. Si lo llego a ver, tendré que darle un buen puñetazo.

Sonreí sin ganas y dije: «Sí».

Luego nos concentramos en nuestra comida durante un rato. La tranquila música de jazz del restaurante llenó el silencio entre las dos.

—Oye, Kawasaki.

Ella enrollaba la pasta con el tenedor cuando la llamé casualmente.

—Hmm, ¿qué?

—¿Qué pensarías si dijera que voy a dejar los mangas y que iré a buscar a Touno-kun?

La mano de Kawasaki se detuvo. Abrió los ojos con sorpresa y me miró fijamente.

—Anzu… ¿aún amas a Touno?

—Bueno, yo…

—Siento decir esto, pero ¿no has alargado esto demasiado? Él se marchó sin decirnos nada. ¿Qué crees que pensaría si te viera así?

—No importa, yo quiero verlo… —respondí con un tono firme.

Estaba siendo sincera. Pero el manga era tan importante para mí como lo era Touno-kun.

—¿Acaso tienes que escoger? —me dijo Kawasaki—. ¿No puedes dibujar manga y buscar a Touno al mismo tiempo?

—Ojalá la cosa fuera tan sencilla… —respondí—. Si me pusiera a hacer ambas cosas al mismo tiempo, terminaría dejando ambas a medias.

Kawasaki frunció el ceño un poco molesto.

—Creo que te hace falta sueño, Anzu. Tal vez deberías tomarte un descanso y volver a pensar las cosas…

—¡No puedo hacer eso! —Las palabras se me salieron a borbotones como una presa—. No puedo quedarme quieta. Si lo hago, la ansiedad me alcanzará. Si me alcanza, no podré pensar. Eso es lo que más temo. Si no hago algo, la ansiedad me consumirá. Pero, aunque intente hacer algo, no sé si es lo correcto y, al final, mis inseguridades aumentan —Miré a Kawasaki como si me sintiera acorralada—. Dime, ¿qué crees que debo hacer?

Ella asintió con la cabeza, sujetándose la frente.

Yo sabía que preguntarle eso a Kawasaki no servía de nada. Pero, aun así, no pude evitar expresar aquello que se había acumulado en mi pecho.

Kawasaki tomó torpemente un trago de agua y luego dijo:

—Lo siento, pero yo tampoco lo sé…

—Si, me lo imaginaba —respondí—. Discúlpame por haberte hecho una pregunta tan rara.

Me reí de la vergüenza que surgió en mí. Seguimos comiendo. Habíamos pedido pasta —uno de los platos más populares de ese restaurante—. Pero estaba bastante insípida.

—Me recordó a los viejos tiempos —dijo Kawasaki de repente—. Cuando éramos colegialas, hubo una vez en la que me diste un puñetazo en la cara y después de eso fuiste a mi casa a entregarme los deberes. Recuerdo que te dije que quería ser como tú, y me dijiste: «Nadie sabe qué es lo correcto, por eso tienes que correr lo más rápido posible por el camino que tú has elegido». Más o menos fue así, no lo recuerdo muy bien, pero estuvo muy claro para mí —Kawasaki sonrió suavemente—. Así es como pude cambiar. Así que, si sigues el camino en el que crees correcto, conseguirás lo que quieres.

Las palabras de Kawasaki penetraron lentamente en mis oídos y en todo mi cuerpo. Mi corazón ardía en lo más profundo. Sentí que un magma de emociones surgía de las profundidades de mi corazón, derritiendo el estancamiento de mi ansiedad. Todo mi cuerpo se sentía lleno de fuerza. Sabía lo que era ese sentimiento. Algo que solía dar por sentado en mí: Era valor.

—Sé que solo estoy reutilizando tus mismas palabras —explicó Kawasaki—, pero la verdad es que no sé qué más hacer y…  ¿Anzu? ¿te encuentras bien?

De pronto, noté que había lagrimas recorriendo mis mejillas.

—Kawasaki…

—¿Huh?

—Probablemente no lo dije así. Creo que lo hiciste sonar más bonito.

—¿Eh? ¿T-Tú crees? Cielos, estoy tan avergonzada. Lo siento, es que fue hace mucho tiempo.

—Lo sé. muchas gracias.

Sequé mis ojos con una toallita.

No sé por qué no me había dado cuenta antes. Cómo había perdido de vista lo que yo misma sabía

—He sido una tonta…

Fue como si alguien hubiera pulsado un interruptor y mis ojos se hubieran abierto. Ahora podía ver el camino a seguir.

Tomé mi plato de comida y me metí lo que quedaba de comida en la boca de un solo trago.

—¿A-Anzu? ¿qué te sucede tan de repente? —preguntó Kawasaki extrañada.

—¡Toma, paga la cuenta! —respondí.

Saqué de mi bolso un billete de 10.000 yenes y lo puse sobre la mesa y luego salí corriendo del restaurante con la boca llena de comida.

No podía quedarme quieta. Me di cuenta de que no pasaría nada si me limitaba a esperar.  No quería renunciar a Touno-kun ni tampoco al manga. No podía elegir solo a uno. Tenía que elegir a ambos. Lo primero que iba a hacer, era buscarlo en el túnel de Urashima. Y si no encontraba a Touno-kun allí, lo iba a buscar en todo el mundo. Kawasaki tenía razón, podía dibujar manga y buscarlo a él. Mientras estuviese viva, yo seguiría dibujando manga. Las consecuencias podían ser desastrosas. Como dice el refrán: «quien persigue dos conejos no atrapa ninguno». Pero la única manera de conseguir dos conejos es perseguir a ambos. Si me quedaba quieta, no conseguiría nada. ¡No quiero hacer eso! todo mi ser gritaba: «CORRE». «¡Persíguelo con todas tus fuerzas!». En mi cabeza caliente, los recuerdos fluyeron como luces de una lampara giratoria.

Mi llegada a Kouzaki, la pelea con aquel delincuente, la primera vez que caminé con Touno-kun por las vías del tren, la reconciliación con Kawasaki, la ocasión en que nos tomamos de la mano en el túnel, el festival de verano al que fuimos juntos, la repentina despedida… cada recuerdo del verano que pasé con él, me instaba a ir hacia adelante como un impulso involuntario.

«Hey, Touno-kun. Voy a encontrarte, lo prometo. Correré a buscarte. Así que, Por favor, mantente a salvo hasta que te encuentre».

Cinco años pasaron desde que Touno-kun entró en el túnel de Urashima.

Empecé a correr para recuperar el tiempo con él.

***

¡Hanashiro……Hanashiro……!

Corrí por el túnel, repitiendo su nombre una y otra vez. Mi cuerpo ardía. Podía sentir la sangre fluyendo hacia las puntas de mis dedos. Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera animar a cada célula de mi cuerpo.

¡Hanashiro…… Hanashiro…!

Aproveché la tracción de mis zapatos y tomé una curva a todo galope. Jamás disminuí el ritmo. Podía sentir una pared de aire en mi cara. Pero mi cuerpo siempre se apresuraba a atravesarla.

¡Hanashiro……Hanashiro……!

Mi cuerpo que podía haber estado al imite, seguía dándolo todo.  Más rápido, ve hacía adelante, repite obstinadamente. Hanashiro… ¿te acuerdas?  Aquel verano que pasamos juntos en Kouzaki.

En retrospectiva, nuestro primer contacto no fue bueno. Un comentario que hice, que podría haber sido un malentendido, llamó tu atención por accidente, y ese fue el comienzo de nuestro tiempo en el túnel de Urashima. Mientras compartíamos el secreto y durante el tiempo que hicimos experimentos en el túnel, aprendí mucho sobre ti. Tenías muchas cosas que yo no tenía. Dijiste que me admirabas, pero yo te admiraba más. Me impresionaste. Tu nobleza, tu honestidad, tu belleza dieron color a mis días grises. Nunca lo olvidaré. Si tú ya lo olvidaste, yo jamás lo haré.  Recuerdo aquel verano, cuando teníamos diecisiete años, en el que pasamos un tiempo muy bonito juntos.

Siempre lo recordaré…

La fuerza de mis piernas se relajó de repente. Aparentemente había llegado a mi límite sin saberlo y me caí. Delante de mí había un descenso muy pronunciado. Traté de protegerme. Pero no pude hacerlo.

—Mierd…

En cuanto extendí la mano para protegerme la cara, mi brazo golpeó el suelo y sentí un dolor agudo. Todavía recuperé un poco el impulso; giré hacia delante y me golpeé la espalda con fuerza. Todo el aire de mis pulmones fue expulsado, y un gemido se escapó de mí. Caí colina abajo y mi conciencia se difuminó.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.