Al día siguiente de haberme aliado con Hanashiro, me fui a esperarla frente a la entrada del túnel de Urashima después de clases. Ya habían pasado veinte minutos de la hora que acordamos, y ella no aparecía por ningún lado. La sensación de estar esperando alguien que no puedes contactar, bajo el ardiente sol de verano, no es algo agradable. Lo mejor hubiese sido decirle que se fuera conmigo después de clases. Pero bueno, después de treinta minutos por fin apareció.

Bajó por las escaleras de madera con toda la paciencia del mundo y aunque la gasa que había en su mejilla se destacaba bastante, su apariencia seguía siendo elegante.

—¿Te hice esperar?

—Lo hiciste.

Hanashiro simplemente murmuró «ya veo» sin ningún tipo de remordimiento, y luego sacó una cuerda plástica nueva de su bolso.

—Me tardé en venir porque fui a comprar esto —explicó—. Este pueblo es demasiado rural y desagradable.

—¿Para qué quieres usar eso?

Hanashiro sonrió muy naturalmente y me contestó.

—Quiero hacer un experimento.

Me hice una imagen mental del experimento que quería hacer Hanashiro.

Cada uno de nosotros iba a hacer una actividad distinta. Uno iba a tomar la punta de la cuerda y el otro iba a quedarse con el carrizo. quien sostuviera la punta, tendría que entra en el túnel avanzando a una velocidad constante, mientras el que sostuviera el carrizo, esperaría afuera y jalaría un poco la cuerda para mantenerla tensa. Desde el punto de vista de quien sostuviese el carrizo, el tiempo fluiría de la misma manera dentro y fuera del túnel. La cuerda tendría que seguir alargándose una velocidad constante. Sin embargo, sí la persona encargada de la punta cruzaba el límite en donde el flujo del tiempo es distinto, la velocidad a la que se estiraría la cuerda también debería cambiar. Cuando esto ocurriera, la personas encargada del carrizo tendría que jalar la cuerda con fuerza para que ya no se siga desenrollando y para que la persona de adentro se regrese. De esa forma, sin tener que estar entrando y saliendo del túnel varias veces, podríamos encontrar aquel limite en donde el flujo del tiempo cambiaba.

A mí me impresionó que ella pensara en eso, pero también me impresionaba que Hanashiro se tomara en serio lo de descubrir los secretos del túnel de Urashima. Era un lugar misterioso en el que el tiempo, fluía de una manera distinta. Unos minutos dentro podían equivaler a una semana en el exterior. Si tomamos las palabras que dijo Kaga, podíamos decir que se trata de un lugar muy parecido a «la habitación del tiempo». Si éramos descuidados, podíamos acabar pasando años dentro y no siempre se puede conseguir lo que uno quiere. Yo no estaba seguro si Hanashiro comprendía que ese no era un lugar que se pudiese tomar a la ligera.

—Hanashiro, ¿realmente piensas entrar al túnel?

—Si, claro que sí.

—Escucha, unos minutos dentro, pueden equivaler a una semana en el exterior. Estaría bien conseguir lo que uno quiere, pero yo no sé hasta dónde llega ese túnel. Además, podría tener otros efectos inusuales aparte de la ralentización del tiempo.

—Es natural que haya un riesgo ¿no? si nos detenemos solo por eso, no llegaremos a ninguna parte.

—Aun así, hay un límite.

—¿No quieres investigar el túnel de Urashima conmigo?

—No, no me refiero a eso. Solo quería saber hasta dónde estás dispuesta a llegar. La gente normal no se arriesgaría. 

Hanashiro puso una cara de extremo aburrimiento.

—Odio todo lo “normal”.

—¿Por qué?

—Porque no vale la pena.

No pude evitar echarme a reír.

—Eso suena bastante severo, ¿no crees?

—Pero es verdad. Ya sea un objeto o una experiencia, suelen ser valiosos porque son raros. Si voy a vivir, quiero sacar algo bueno de ello. Una vida normal es aburrida.

—Pues, estoy de acuerdo con que quieras llevar una vida con cosas buenas, pero creo que es un argumento muy extremista decir que las cosas normales no tienen ningún valor. También hay cosas que son buenas por el hecho de ser normales.

—¿Como qué?

—Bueno, por ejemplo… el salmón. El salmón tiene la apariencia típica de cualquier pescado, pero en mi opinión sabe mejor que cualquier otro pescado de clase más alta. Así que incluso si hoy fuera el día del buey y tuviera mucho dinero, yo compraría salmón en lugar de anguila.

—Pues a mí me gusta más la anguila que el salmón.

—No me digas…

Ella me cortó el royo muy rápido. La verdad es que no sé ni porque me puse a decir eso.

—Pero no me disgusta eso de ti, Touno-kun.

Hanashiro me sonrió de manera muy dulce. Yo no pude evitar sentir mariposas en el estómago.

Yo no podía entender la clase de personaje que era Hanashiro. Era tan retraída socialmente que le gustaba estar sola en el salón de clases, pero al mismo tiempo, mostraba un lado infantil que la hacía divertirse al seguir a alguien de escondidas y también un lado «femenino» que hacía que la gente la malinterpretara. Yo me preguntaba cuál era la verdadera Hanashiro.

—Por cierto —dijo Hanashiro—, si vamos a investigar esto, hagámoslo rápido. Estamos perdiendo el tiempo.

—A-ah, claro.

Pensando en que de alguna manera nos habíamos desviado del tema, nos dispusimos a realizar el experimento.

Al final, mi me tocó sostener la punta de la cuerda. Hanashiro esperó afuera y yo me metí al túnel. Si sentía un fuerte tirón en la cuerda, esa sería la señal de que debía volver.

—De alguna manera, esto me recuerda algo… el teléfono de cuerda. —murmuré para mí mismo mientras me metía en el túnel.

Solía jugar con Karen de esa forma. Uno se iba al jardín y el otro esperaba en la ventana de la segunda planta y hablábamos toda clase de tonterías a través de unos vasos atados con una cuerda. No recuerdo ni lo que hablábamos, pero nos cansamos de eso luego de un día. Pero fue divertido.

—Me pregunto si Karen estará más adelante…

Entrecerré los ojos y miré al fondo del túnel. Entonces noté una tenue luz. Los portales Torii estaban cerca. Allí era donde probablemente estaba el límite donde el tiempo cambiaba.

Me armé de valor y seguí adelante. Caminé a un ritmo constante y atravesé el primer portal Torii. En ese momento, la cuerda se tensó. Era la señal para volver. Rápidamente giré sobre mis talones y me dirigí a la salida. Cuando salí del túnel, Hanashiro me estaba esperando con una expresión que parecía vagamente satisfecha.

—Buen trabajo, Touno-kun. Estuviste en el túnel como unos veinte minutos.

—¿En serio? pues para mí fue como entrar y casi de inmediato tensaste la cuerda y me regresé.

—Bueno, pues la razón por la cual pasaron veinte minutos es porque cruzaste la línea. ¿Por dónde ibas cuando te regresaste? ¿será cuando atravesaste el primer portal Torii?

Yo asentí con la cabeza a lo que ella me preguntaba con tanta curiosidad. Hanashiro dijo: «lo logramos, el experimento fue un éxito», con una voz tenue expresando su alegría. Su gesto tan inocente aceleró mi corazón.

En fin, ahora que ya conocíamos donde estaba el límite, solo nos quedaba medir el tiempo. Me hubiese gustado comenzar en ese mismo instante, pero ya eran las cinco y media de la tarde. Si lo hacíamos nos terminaría agarrando la noche.

—¿Podemos continuar mañana? creo que ya es un poco tarde —sugerí.

Pero Hanashiro negó con la cabeza.

—No, quiero hacerlo hoy mismo. Estoy ansiosa por los resultados. ¿o es que acaso te regañan si llegas tarde?

El asunto era que para cuando mi padre llegaba a casa, yo ya tenía que tener preparada la cena. Pero en esos días el había estado llegando más tarde de lo acostumbrado, así que aún me quedaba algo de tiempo.

—No, para nada. Hagámoslo.

—¡Así se habla!

Hanashiro asintió muy contenta. Parecía estar deseando conocer el resultado lo más pronto posible.

—Bueno, entonces entraré al túnel y esperaré al otro lado de la línea, durante tres segundos —le dije.

—De acuerdo, entonces yo esperaré aquí.

—No, no es necesario. Cuando salga del túnel comprobaré cuanto tiempo pasó y te diré los resultados mañana en la escuela.

—Ya lo sé, pero quiero esperar. Ya descubrimos juntos donde está el límite, y quiero quedarme a ver los resultados hasta el final.

—¿En serio? Si insistes, yo no voy a impedírtelo.

Lo último que le dije fue que, si se hacía muy tarde y yo no había salido del túnel, que se fuera a su casa. Luego caminé de nuevo hacia el interior. Después de un momento, me detuve frente al primer portal Torii. Tan pronto como la atravesé, comencé a tomar el tiempo con la función de cronometro de mi celular.

Después de tres segundos me di la vuelta y regresé por donde llegué. El interior del túnel estaba un poco más oscuro que cuando entré. Y a pesar de que la salida estaba algo lejos, ya podía ver que el sol se había ocultado. Eso indicaba que ya había pasado al menos una hora desde que entré. Y supuse que Hanashiro ya se había ido.

—Realmente pasó solo un instante para mí… —murmuré.

Era la tercera vez que yo experimentaba esa distorsión temporal del túnel de Urashima. Y a pesar de eso, no me acostumbraba a un evento tan surrealista.

Sacudiéndome el miedo que sentía tras mi espalda, apresuré mis pasos. Cuando salí vi que efectivamente ya había comenzado a oscurecer. Sin embargo, una de mis suposiciones estaba equivocada.

—¡Uwaa! Hanashiro, ¿no te has ido?

Hanashiro me estaba esperando en la penumbra, sentada en el suelo con la cara metida entre sus rodillas.

—Te dije que te iba a esperar.

En cuanto levantó su rostro, Hanashiro me hablo con un tono mezclado entre reproche y alivio. Ciertamente decirle «¿sigues aquí?», fue una mala forma de decírselo. Seguramente debió ser agotador y muy desagradable tener que esperarme en un lugar tan solitario que se estaba poniendo cada vez más oscuro.

Me sentí muy mal por eso y me disculpé con ella sinceramente. Pero Hanashiro se levantó encogiéndose de hombros y me dijo:

—Olvida eso, ¡dime lo del tiempo!

—¡Ah! E-Es cierto.

Ya se me había olvidado. Tenía que revisar cuanto tiempo había pasado. Hanashiro revisó su reloj sin preocuparse por limpiarse la tierra que había quedado pegada en su trasero. Me acerqué a ella y miré el reloj.

Habían pasado dos horas exactamente desde que entré al túnel. Dos horas en tres segundos. eso solo significaba una cosa.

—Un segundo en el interior del túnel, equivale a cuarenta minutos en el exterior —dijo Hanashiro como si estuviera impresionada.

Rápidamente sacó un cuaderno y un bolígrafo de su bolso. buscó una página en blanco y comenzó a hacer unas operaciones de matemáticas. Parecía estar haciendo un cálculo de la equivalencia de tiempo que había dentro y fuera del túnel de Urashima.

Sorprendentemente ella ya había hecho el cálculo de memoria. Yo me quedé sorprendido por la rapidez en que lo hizo. De pronto, la mano de Hanashiro dejó de escribir.

1 segundo = 40 minutos

1 minuto = 40 horas

1 hora = 100 días

1 día = 6 años y medio.

Eso era lo que ella había escrito en su cuaderno.

Los ojos muy abiertos de Hanashiro brillaron y se tornaron hacia mí.

—¡Un día equivale a seis años y medio! Es impresionante. ¡Si viviéramos dentro del túnel, podríamos viajar al futuro!

Al parecer, se le olvidó por completo que la hice esperar dos horas y expresó su emoción.

—Si, c-ciertamente es impresionante, pero…

En contraste con el entusiasmo de Hanashiro, que parecía como si hubiera hecho el mayor descubrimiento del siglo, yo sentí que una nube oscura se acumulaba en mi pecho. Seis años y medio en tan solo un día… Eso quería decir que pasar tres días adentro, haría que pasaran 20 años afuera. No era nada exagerado decir que se podía viajar al futuro, pero eso significaba dejar el pasado atrás. Mis compañeros de clase probablemente ya se habrían graduado y ya tendrían años laborando y toda la gente que conozco ya se habría hecho mayor. La academia Kouzaki, y mi casa posiblemente ya no existirían.

Yo no pude evitar preguntarme si Hanashiro sería capaz de aceptar los cambios que hayan ocurrido en el exterior luego de que consiga lo que realmente quiere y salga del túnel de Urashima. No, esa forma de pensar era demasiado optimista. Ni siquiera podíamos estar seguros de que obtendríamos lo que deseábamos o que el paso del tiempo no nos afectaría a nosotros. También existía la posibilidad de que hubiera algo peligroso esperándonos al fondo del túnel de Urashima que un no conocíamos. Y también podía ocurrir el caso de que no pudiéramos volver. Pero si existía la más mínima oportunidad de volver a ver a Karen, yo estaba dispuesto a desafiar al túnel de Urashima y arriesgar incluso mi propia vida. Pero en cuanto a Hanashiro… no sabía que pensar de ella. En ese momento me quedé mirándola.

Su rostro animado, probablemente se debía a su emoción. No había señal alguna de vacilación. Aunque no fuese hacerlo en ese mismo momento, ella de verdad parecía tener muchas ganas de entrar al túnel de Urashima.

«Hanashiro… ¿cuán determinada estás a entrar al túnel de Urashima?»

Me tragué de nuevo esas palabras que poco me falto para decírselas. Me sentaba mal interrumpir la emoción tan infantil que tenía Hanashiro. Talvez era mejor hablar de asuntos serios como la determinación y la motivación en otro momento. Sin embargo, con el fin de darle tiempo a Hanashiro para que pensara las cosas con calma —y prepararnos lo mejor posible—, lo mejor era tomarnos unos días antes de realizar nuestra expedición. De momento, solo nos quedaba sentirnos satisfechos de que el experimento había resultado un éxito.

Dos días habían pasado desde que descubrimos la equivalencia del tiempo dentro y fuera del túnel de Urashima. Era la hora del almuerzo en la escuela. Estaba comiéndome una comida insípida sentado frente a Kaga, manteniendo una conversación sin ninguna importancia con él. De repente, noté a Hanashiro que se estaba comiendo un sándwich, con un aura de frialdad que negaba totalmente aquella franqueza que ella tenía cuando estaba a solas conmigo. Ya no tenía la gasa en la mejilla y su hinchazón había bajado.

—¿Otra vez estas mirando a Hanashiro?

—¿Hmm?

Cuando Kaga me dijo eso, quite mi mano de la pajilla que se había atorado en la cajita de mi café con leche.

—¿Acaso estás celoso? —le pregunté.

—¿Quieres que te mate?

—Tranquilo, es solo una broma.

—Si estas interesado en ella, ve allí y háblale. No podrás ser su amigo simplemente mirándola de lejos.

—¿Amigos?

No le había contado a nadie sobre mi relación con Hanashiro y no tenía intenciones de decírselo a nadie, porque si lo hacía, llamaría la atención innecesariamente y causaría problemas. A lo mejor esa era la misma razón por la que Hanashiro no me habla en la escuela.

—No me interesa ser su amigo —le dije a Kaga—. Solo pensaba en que Hanashiro es muy impredecible. Solo la observo porque me da curiosidad lo que hace y las cosas que dice.

—Hmm… ciertamente su comportamiento es curioso —comentó Kaga—. Me enteré que el otro día, andaba sola caminando por las vías del tren. Al parecer alguien la vio. Me pregunto qué andaba haciendo.

—Pues quien sabe qué andaba haciendo —le contesté.

Al parecer, alguien había visto a Hanashiro. Supuse que era más descuidada de lo que pensaba.

—Ah, por cierto, también escuché un rumor de que el novio de Kawasaki dejó la escuela.

—¿Eh? ¿en serio?

—Si. Parece que se hará cargo del negocio de pesca de su familia o algo así. Supongo que también es porque le dio mucha vergüenza seguir viniendo luego de ser golpeado por una chica.

—Pues, espero que eso le ayude para bien.

Kaga masticó su onigiri dándome la razón a lo que dije. De repente, volteé a ver un asiento vacío en la parte central del salón. Esa chica no había vuelto a clases desde la vez que Hanashiro le pateó el trasero a ese senpai. Yo me preguntaba si Kawasaki-san también iba a dejar la escuela.

Cuando las clases terminaron, yo estaba guardando mis libros en mi maletín, cuando de pronto sonó el altavoz.

«El alumno Touno Kaoru de la clase A de segundo año por favor preséntese a la sala de profesores»

Era la voz de Hamasen que me estaba llamando.

—Oye, ¿qué hiciste? —me preguntó Kaga en un tono de burla.

Yo sacudí la cabeza y le dije que no sabía. Y de verdad que no tenía ni la menor idea de por qué me estaban llamando.

Cuando salí de salón preparándome de una vez para irme a casa, mis ojos se encontraron con Hanashiro en el pasillo. Ella me miró y asintió en silencio, se dio la vuelta y bajó las escaleras. ¿Qué significaba eso? ¿qué me iba a estar esperando o que no iba a ir hoy? Yo habría preferido que me lo dijera con palabras. Era demasiado complicado perseguirla y preguntarle a qué se refería, así que me dirigí directamente a la sala de profesores. Bajé por el pasillo y giré a la izquierda. Al final del pasillo, dije: «Disculpe», y en silencio abrí la puerta. Caminé a través de las filas de escritorios para llegar al asiento de Hamasen.

—¿Hamamoto-sensei?

Cuando la llamé, ella dejó de calificar los exámenes que tenía en la mesa y me miró. Se giró hacia mí y me sonrió.

—Ah. Lo siento, Touno-kun. Tenía que llamarte.

—No se preocupe. Dígame, ¿qué sucede?

—Si, es algo relacionado con Kawasaki-chan.

—¿Kawasaki-san?

—Como ya te habrás dado cuenta, Kawasaki-chan no ha venido a clases últimamente. Se supone que es porque ha estado enferma y la verdad estoy un poco preocupada por ella. Creo que, si sigue ausentándose a clases, habrá que hacerle una visita a su casa.

—Entiendo…

A ese punto yo me estaba preguntando qué tenía que ver eso conmigo.

—Me gustaría pedirte un favor. ¿Le podrías llevar a Kawasaki-chan las tareas de inglés para las vacaciones de verano?

—¿Yo?

—Si. Ya se lo pedí a Haneda-chan y a Sado-chan, pero me dijeron que no podían porque estaban ocupadas.

Esas dos eran de las compinches de Kawasaki-san. Yo creo que simplemente no querían ir y solo le dieron esas excusas para no hacerlo. Por eso ahora me estaban enjaretando a mi el trabajo.

—Tu ya conoces la casa de Kawasaki-chan, ¿verdad? Solían ir juntos a secundaria ¿no?

—Bueno, sí sé dónde queda…

—¿Entonces puedes hacerme ese favor?

Yo ya tenía planes de explorar el túnel de Urashima con Hanashiro ese día. No quería tener que hacer un mandado tan problemático.

—Lo siento. Hoy tengo cosas que hacer —le dije.

—¿Qué vas a hacer?

—Quedé de salir con un amigo.

—Oh, ¿y qué tipo de cosas van a hacer?

¿Qué cosas íbamos a hacer? Cuando estaba un poco perplejo por tener que responder a esa pregunta, Hamasen sonrió y me dijo:

—¿Van a jugar en las vías del tren?

—¿Perdone?

—La academia recibió una llamada en donde nos informaron que el hijo desaparecido de Touno-san había sido visto caminando por las vías del tren, ¿tienes alguna idea de qué pudo pasar?

Ugh, demonios. No sabía que me habían visto. Y no podía decirle nada sobre Hanashiro.

—Bueno, verá… ese día perdí el tren y solo estaba tratando de tomar un atajo.

—Entonces es cierto que andabas caminando por allí.

Hamasen dejó escapar un suspiro como si estuviera molesta.

—La verdad es que cuando recibimos llamadas como esa, tenemos la obligación de notificar a los padres.

Demonios. Si mi padre se enteraba de eso, iba a tener muchos problemas así que me apresuré a disculparme.

—L-lo siento. Pero le agradecería mucho que no lo hiciera.

—Bueno, entonces escucha lo que tengo que decir.

En ese momento me quedé con la boca cerrada, y escuché lo que Hamasen tenía que decirme. Al parecer la persona que llamo dijo: «Sé que la familia de Touno-san está pasando por muchas dificultades, así que deberían advertirle antes al chico». Hamasen decidió hacerle caso a lo que dijo esa persona. A menudo, me molestaba el hecho de que en el campo la información volaba de tal forma que la gente no tardaba en saber lo que estaba pasando en las casas de los demás, pero nunca me esperé ser salvado por eso. Tenía sentimientos encontrados al respecto.

—No vuelvas a andar caminando por las vías del tren —me dijo Hamasen—. Si el tren te atropella, te matará y si provocas que se detenga, tendrás que pagar una multa.

—Voy a reflexionar sobre mis acciones.

—Eso está muy bien. Bueno, es por eso que me iba a poner en contacto con tu padre, pero… —Hamasen se tragó sus palabras de forma antinatural. No estaba seguro de si pensó en algo mientras lo decía, pero continuó después de una extraña pausa—. como has faltado varios días y has estado llegando tarde últimamente, al menos tenía que decírtelo antes. Ahora el tema de hacer una pequeña contribución a tu profesora como agradecimiento es algo complejo.

—¿Contribución?

—Si, algo como por ejemplo… entregar un proyecto a una compañera ausente…

En otras palabras, si no quería que contactara a mi padre, yo tenía que ir y entregar lo que ella quería. Así de simple.

—De acuerdo. Iré a casa de Kawasaki-san.

—¿De verdad?  muchas gracias. Bueno, te lo encargo mucho.

Ella me entregó un folleto de inglés engrapado, que yo guardé en una carpeta transparente y luego lo metí en mi maletín. A partir de ese momento tenía que evitar caminar por las vías del tren, aunque me tocara ir a dar la vuelta.

Con eso en mente, me marché de la sala de profesores. Ahora solo tenía que contarle a Hanashiro lo del mandado que tenía que ir a hacer y decirle del tema de las vías del tren. Seguramente ella ya estaba enterada de que me llamaron a la sala de profesores, pero yo no sabía a donde había ido ella. Primero fui a revisar el aula 2-A. Pero Hanashiro no estaba allí. Luego me fui al pasillo de salida del edificio y no había rastro de ella por allí. Pensé que se había ido a su casa, pero también cabía la posibilidad de que se hubiera ido a buscar el túnel de Urashima. En tal caso, solo pude lamentarme de no haber intercambiado información de contacto con ella. No podía hacer nada, así que me cambié los zapatos y salí de la escuela mirando a mí al rededor con cautela. De pronto, alguien me llamó por detrás.

—Touno-kun.

—¡Uwa!

Era Hanashiro. Estaba a un lado de la puerta apoyada sobre la vaya con los brazos cruzados. Cuando se apartó de allí, con cierto malhumor me dijo:

—Te tardaste mucho.

—Te estuve buscando. No tenía manera de contactarte…

—Ah, es cierto. Aun no te he dado mi número.

—Si, es bastante inconveniente no tenerlo. Deberíamos intercambiar números.

Hanashiro asintió felizmente, y sacó su celular de su bolsillo. Inmediatamente registramos la información de contacto del otro.

—Nunca antes había intercambiado información de contacto con un amigo —me dijo Hanashiro.

—¿En serio?

—Sí, ¿y qué hay de ti, Touno-kun?

—En mi caso tu eres la segunda.

El primero que registré fue Kaga.

—Oh, ya veo…

La cara de Hanashiro de pronto se tornó seria. Su expresión parecía ansiosa. Tras el intercambio, Hanashiro se guardó el teléfono en el bolsillo.

—Así que la profesora te mandó a llamar. ¿terminaste lo que tenías que hacer?

—Si, parece que me vieron caminando por las vías del tren y me llamaron la atención.

—Humm, así que era eso.

—Parece que a ti también te han visto, así que creo que es mejor no caminar por allí de momento. Pero bueno, casi no hubo consecuencias así que no creo que debamos preocuparnos por eso.

—¿Casi?

—Sí, así es —le dije rascándome la mejilla—. Me encomendaron hacer unas cosas. Me dijeron que fuera a la casa de Kawasaki-san a entregarle unas tareas que tiene que hacer.

—Kawasaki…

La expresión de Hanashiro se ensombreció rápidamente. Era como si el simple sonido del nombre de ella le hubiese resultado ofensivo. Aunque no era nada raro teniendo en cuenta lo que Kawasaki-san le estuvo haciendo.

—Lo siento, pero no voy a poder ir al túnel hoy.

—De acuerdo…

—Bueno, entonces me marcho.

Estaba a punto de dirigirme a la parada del autobús frente a la escuela, cuando por detrás sentí un agarrón en la correa de mi mochila. Me paré y me giré para notar a Hanashiro mirándome fijamente. 

—¿Q-que sucede?

—Yo también voy a ir.

—¿Eh?

¿Qué clase de broma era esa? Yo creí que Hanashiro odiaba a Kawasaki-san… y por un segundo pensé que aún se aferraba al rencor de haber recibido acoso por parte de ella y quería ir a hacerle algo.

—Ehm… ¿Estás segura que quieres ir a la casa de Kawasaki-san?

—Por supuesto. Muy segura.

—¿No crees que las cosas podrían ponerse incomodas?

—Lo sé, es probable.

Cuando estaba dudando si llevarla conmigo o no, Hanashiro puso una expresión de molestia y resopló con la nariz.

—Solo quiero acompañarte para matar el tiempo ahora que me has dicho que no iras al túnel. ¿Hay algún problema?

—Bueno, no hay problema, pero… solo vamos a entregarle sus tareas, así que no le hagas nada por favor.

—Que grosero eres. Yo no quiero hacerle nada.

—Tampoco la vayas a golpear.

—No lo haré.

Nos fuimos los dos juntos de la escuela, y abordamos un autobús. La casa de Kawasaki-san estaba cerca de la sexta parada de autobuses a partir de la escuela. Como ya era pasada la hora de salida, había pocos alumnos en el autobús. Y los que estaban eran de primero o de tercer año. No había ninguno en el mismo año que nosotros. Me senté en ultimo asiento y me quedé viendo el paisaje difuso. Cuando el autobús se acercaba a las sombras de las montañas, alcancé a ver el perfil de Hanashiro reflejado en la ventana. Ella estaba sentada a mi lado y desde que subimos, había estado leyendo un libro. Yo tenía curiosidad por saber qué tipo de libro era, así que eché una mirada casual a la portada. Logré ver lo que parecía ser la figura de un gato de espaldas. Supuse que era un libro que trataba sobre animales. Y por cierto, era el mismo libro que estaba leyendo cuando le metió el puñetazo en la nariz a Kawasaki-san.

—Oye, Hanashiro. ¿A ti te cae mal Kawasaki-san? —le pregunté casualmente apartando mi vista de la ventana.

—Me cae muy mal —Hanashiro respondió de inmediato sin apartar su vista del libro.

—¿Decidiste venir a pesar de eso?

Hanashiro me había contestado sin ningún tipo de vacilación, lo cual hizo que la cara se me pusiera caliente. Pero Hanashiro simplemente se había asociado conmigo. No podía malinterpretar eso. Entonces me aclaré la garganta y mantuve la compostura.

—No deberías decir cosas de forma tan explicita —le dije.

—¿A no?

—No. Si no hubiera sido yo a quien se lo dices, habría sido un problema.

—Bueno, pero yo nunca le diría eso a nadie más que a ti.

—Hanashiro… ¿No te parece que me estas sobre estimando? Yo solo soy un estudiante de preparatoria normal, sin nada interesante que contar.

En ese momento, Hanashiro finalmente apartó sus ojos de su libro y me miró.

—Eso no es cierto. Tú no eres normal. De hecho, eres bastante raro.

—¿Se supone que eso es un cumplido?

—Por supuesto.

Apoyé el codo sobre el marco de la ventana mientras prestaba atención a lo que me decía. De pronto se anunció la parada de buses en donde nos teníamos que bajar, así que presioné el botón para indicar que nos íbamos a bajar. Tan pronto como el bus se detuvo, pagamos trecientos yenes cada uno y nos bajamos. Inmediatamente el olor a tierra húmeda llegó a mi nariz. Miré al cielo y vi una enorme nube en el cielo oeste.

—Parece que va a llover…

—¿En serio? pero hay sol.

—Aun así, es posible que llueva. Mejor démonos prisa.

Caminamos rápidamente hacia la casa de Kawasaki-san. Al seguir el camino por un rato, se podía ver un acogedor edificio con un restaurante de okonomiyaki en el primer piso. La casa de Kawasaki-san estaba en el segundo piso. Así que subimos las escaleras y nos detuvimos frente a la entrada donde estaba una placa que decía «Kawasaki». Cuando presioné el timbre, escuché un sonido muy fuerte y luego pude sentir como alguien llegó corriendo desde el otro lado de la puerta.

—¡Ya voy!

La persona que salió a atender fue la propia Kawasaki-san, usando una camiseta y un pants deportivo. También tenía puestas unas gafas. Yo había ido a la secundaria con ella, pero esa era la primera vez que la veía usando gafas. Me preguntaba si en la escuela ella llevaba lentes de contacto. Se nos quedó mirando seriamente a mí y a Hanashiro, y luego puso un gesto de disgusto.

—¿Que quieren?

—Vine a entregarte el proyecto para las vacaciones de verano.

—¿Ustedes?

—Sí.

—Ya veo…

Una sombra de tristeza apareció en la mirada de Kawasaki-san. Yo supuse que era porque esperaba que sus compinches aparecieran en lugar de nosotros. Cuando le entregué el folleto de las tareas para las vacaciones, ella lo aceptó sin decir una palabra. Me despedí y estaba a punto de marcharme cuando de repente oí un sonido como de un montón de arena fluyendo detrás de mí. Cuando me di la vuelta, vi que había comenzado a llover. Mientras me preguntaba qué hacer, oí la voz de una mujer desde el interior de la casa que dijo:

—Koharu, está lloviendo mucho, ¿por qué no los haces pasar?

Kawasaki-san se dio la vuelta inmediatamente y gritó: «¡¿Hah?!»

—¡Por supuesto que no! Ellos no son mis amigos.

Cuando ella dijo eso para hacer que nos fuéramos, aquella mujer se acercó a la puerta con pasos retumbantes. tenía el pelo largo y recogido y llevaba puesto un delantal. Era la madre de Kawasaki-san.

—Oye, no digas eso después de que se tomaron la molestia de visitarte.

—No, es que…

La madre de Kawasaki-san nos miró y sonrió.

—Lo siento, a esta chica le cuesta trabajo ser sincera. No le presten atención.

La señora nos hizo señas para que entráramos y a Hanashiro y a mí no nos quedó otra opción más que entrar a la casa. Kawasaki-san no estaba feliz con eso, pero como no podía echarnos, nos llevó a su habitación. Nos señaló con su barbilla un lugar para sentarnos. Y entonces Hanashiro y yo nos sentamos en la alfombra.

Era mi primera vez entrando a la habitación de una chica que no era Karen. A diferencia de la de un chico, esta tenía un olor dulce. No pude evitar sentirme incomodo y sin querer comencé a mirar al rededor. La habitación de Kawasaki-san era más simple de lo que podría haber esperado. Tenía un escritorio, una cómoda de color crema y un armario en la pared. Si no hubiera sido por las numerosas revistas de moda femenina que había en las estanterías, habrá sido difícil saber a simple vista que se trataba de la habitación de una chica.

—Oye, ¿qué tanto miras? —me dijo Kawasaki-san con una voz firme.

Yo me apresuré a bajar la mirada.

—L-lo siento.

—En cuento deje de llover, solo… váyanse de aquí.

Asentí inmediatamente con la cabeza.

Luego de eso no hubo más conversación. Hanashiro se había quedado sentada en silencio y muy quieta como si fuera una estatua, mientras que Kawasaki-san se había sentado de manera incomoda en su silla, jugueteando con una pulsera que tenía puesta. El único sonido que había en la habitación eran las gotas de lluvia golpeando la ventana. La atmosfera se había puesto muy pesada. El silencio era muy incómodo para mí, así que le hablé a Kawasaki-san.

—Entonces… ¿sueles usar anteojos cuando estás en casa?

—¿Y qué con eso? ¿Acaso pretendes decirme que se me ven mal?

—No, nada de eso.

—Entonces cállate.

—Claro…

La conversación acabó tan pronto como empezó. Yo maldije mi propia falta de coraje. Pensé en mantenerme callado hasta que se pasara la lluvia. y cuando me giré hacia otro lado, Kawasaki-san comenzó a hablar.

—Por cierto, entiendo que Touno esté aquí, ¿pero por qué tenías que venir tú?

—Simplemente lo estoy acompañando. —respondió Hanashiro de manera indiferente.

—¿Y qué? ¿acaso están saliendo ustedes dos?

—Él y yo somos compañeros. No tenemos una relación indecente como la que tienes tú.

—No sé de qué rayos hablas. Es repugnante… por cierto, ¿de quién estás hablando?

—Tú sales con ese hombre violento ¿verdad?

Kawasaki-función el ceño y susurró:

—No estoy saliendo con él…

—Ah, ¿en serio?

Yo no pude evitar sorprenderme. Pero recordé que Kaga me dijo que era muy poco probable que Kawasaki-san estuviera saliendo con ese senpai. Solo que no me esperaba que fuera cierto.

—A ese tipo solo le gustaba imaginar que era mi novio —aclaró Kawasaki-san—. Alguien debió malinterpretar las cosas y todos creyeron que yo salía con él.

—Huh… ¿Hmm? pero parece que tú no te quejabas de eso —dijo Hanashiro.

—No es que no me molestara, simplemente no me parecía algo que necesitara ser desmentido.

Parecía que no estaba siendo realmente clara al respecto. Pero mientras yo pensaba que algo no cuadraba, Hanashiro exclamó: «ya veo».

—Ese hombre no te gusta —le dijo Hanashiro—. Pero no has aclarado que no tenías una relación, porque a ti te servía para tomar prestado su nombre ¿verdad? Es como esos matones que toman el nombre de alguna pandilla para intimidar a su adversario, aunque no pertenezcan a ella.

Eso era fácil de entender, pero la analogía no era muy correcta.

—No, ¡no era por eso!

Kawasaki-san se puso muy roja, pero Hanashiro no se detuvo.

—Claro que sí. Porque si no hubieses querido involucrarte con él, entonces no te habrías ido a ponerle queja. Existía la posibilidad de que la persona con la que te quejaste no fuera ese hombre violento. Pero de cualquiera de las formas sigues siendo la misma chica que no quiere ensuciarse las manos y quieres que los demás hagan las cosas por ti.

Kawasaki-san se mordió el labio inferior y comenzó a temblar. Parecía estar a punto de llorar.

—Honestamente me pregunto cuan desesperada estabas por proteger tu orgullo.

Esa última frase parecía haberla rematado porque las lágrimas comenzaron a desbordarse de los ojos de Kawasaki-san.

—N-no tenías que decirme todo eso… —contestó con una voz rasposa y nasal.

Sus sollozos me pusieron muy nervioso.

—Oye, Hanashiro… no tenías que decirle todo eso —le dije— Discúlpate con ella.

—¿Eh?

—Solo hazlo.

Hanashiro se volvió hacia Kawasaki-san de mala gana, y se disculpó.

—Lo siento. No quise hacerte llorar. Aunque ya sabía que eso podía pasar.

—Vamos, Hanashiro… sé un poco más sincera.

Kawasaki-san siguió llorando, y Hanashiro no parecía tener intenciones de disculparse correctamente. Mientras yo intentaba intermediar entre ellas dos, el armario se abrió de golpe y dos niños pequeños en edades de primaria saltaron de allí.

—¡No molestes a nuestra Onee-chan!

Los dos niños que probablemente eran los hermanos menores de Kawasaki-san, se abalanzaron sobre Hanashiro y empezaron a lanzarle puñetazos. Hanashiro estaba inusualmente molesta, se protegió de los golpes y les exigía que se detuvieran. Mientras tanto, Kawasaki-san continuó llorando. De pronto, la madre de Kawasaki-san entró a la habitación llevando una bandeja con tazas de té.

—¡Ah! así que allí estaban…

Agarró a los dos niños y les dejó ir un coscorrón a cada uno. A partir de ese momento, los tres hermanos Kawasaki estaban llorando al mismo tiempo. Yo tenía unas enormes ganas de irme de allí.

—Perdón por el alboroto —nos dijo la madre de Kawasaki-san.

Dejándola a ella y a sus dos hermanos en la habitación, Hanashiro y yo fuimos llevados al pasillo. Frente a nosotros, la madre de Kawasaki-san se reía con las manos en las caderas como si estuviera realmente apenada.

—Se que ella a lo mejor les ha causado problemas, pero… les pido que por favor no sean tan duros con ella. En el fondo es una buena chica.

Yo asentí ligeramente, pero por primera vez vi a Hanashiro escuchar a alguien calladamente.

—Saben, cuando escuchó sonar el timbre, ella pensó que eran sus amigas, y salió corriendo a abrir la puerta. Creo que se siente sola. Así que bueno… no voy a obligarlos, pero, sean más amables con ella.

Luego de responder afirmativamente, volteé a ver a Hanashiro. Ella no respondió, pero asintió con la cabeza.

—Bueno, aún está lloviendo así que quédense un rato más.

La mamá de Kawasaki-san se fue y se metió en la habitación del fondo del pasillo. Antes de que nos dijera que nos quedáramos un rato más, yo tenía miedo de irme dejando las cosas así. Volvimos a la habitación de Kawasaki-san y cuando abrimos la puerta, ella estaba jugando una partida de cartas en la cama con sus dos hermanitos. Cuando se dio cuenta de nosotros, ella recogió todas las cartas que estaban dispersan en la cama y se las entregó a sus hermanitos.

—Regresen a su habitación —les dijo.

Los dos niños obedecieron inmediatamente.

—¡Dinos si te siguen molestando, Onee-chan!

—¡La próxima vez los acabaremos de un golpe!

Los dos niños nos miraron, y nos sacaron la lengua antes de marcharse de la habitación. Al parecer eran hermanos muy unidos. Mientras estábamos allí, Kawasaki-san nos preguntó si queríamos sentarnos, y así lo hicimos.

—¿Que les dijo mi mamá?

—Nada en especial. solo que nos quedáramos cuanto quisiéramos. —respondí.

—Les dijo que fueran amables conmigo ¿verdad?

Yo no pude evitar sonreír con ironía.

Kawasaki-san abrazó un cojín de cuentas que tenía a su lado y enterró la cara en él.

—No tenía por qué hacer eso… —murmuró—. Que molesto, no puede ser…. me quiero morir.

Ella no lo decía en serio, pero no podía evitar preocuparme al escuchar esas palabras tan inusuales. Mi experiencia con las mujeres era muy poca, así que no sabía qué decir.

—Eres mentalmente débil…

Hanashiro le cortó el rollo con una sola frase. Talvez yo no sabía qué palabras usar, pero si sabía que eso había sido inapropiado.

—Bueno, ya que fuiste tú la que empezó todo, vamos a darte al menos un consuelo simbólico…

—¿Qué sentido tiene un consuelo simbólico? Además, no me arrepiento de nada.

—No, pero aun así…

—Touno-kun, tú eres muy blando.

—Pues tu eres muy estricta.

Cuando discutíamos de manera tranquila, Kawasaki-san levantó la cabeza y le preguntó a Hanashiro con una voz débil.

—Oye… ¿cómo puedes comportarse así?

De hecho, parecía que Kawasaki-san le estaba pidiendo ayuda. Yo miré a Hanashiro tan seriamente como pude, y creí haberle insinuado que le respondiera con seriedad. Aunque no estaba seguro de que Hanashiro entendiera mis intenciones, pero ella se encogió de hombros y comenzó a hablar.

—Pues no he hecho nada en especial, pero…

—¿Pero?

—Si me atrevería a decirlo, diría que simplemente estoy dispuesta a pelear.

Lo único que pensé, fue que esas no eran las palabras de una chica de preparatoria.

—Tengo una filosofía a la cual yo me apego. Si alguien me hace algo, yo le haré pagar con un puñetazo. De esa manera puedo verme a mí misma desde afuera, sin que las emociones nublen mi juicio. También me da tranquilidad.

—¿Desde afuera?

Kawasaki-san inclinó su cabeza confundida.

—Como te lo explico… por ejemplo, un personaje de videojuego suele tener una barra de vida y de poder mágico. De la misma manera en que ves eso, yo soy capaz de cuantificar mis emociones. y decir: “ah, con que así de enojada estoy”. Y si veo que supera el nivel, entonces dejo ir el primer golpe sin dudarlo. Básicamente es un ataque preventivo. Si les das en la nariz, la mayoría se queda en blanco y no harán nada más. Si son más fuertes que tú, entonces los tomas por sorpresa o utilizas un arma para derrotarlos.

Sorprendentemente la explicación había sido bastante detallada, pero el contenido era demasiado perturbador. Al parecer Hanashiro estaba bastante acostumbrada a pelear.

—Es imposible… yo no podría hacer eso —dijo Kawasaki-san menospreciándose a sí misma.

Y la verdad es que yo tampoco sería capaz de hacerlo.

—No tienes que forzarlo. Pero tanto como si peleas o no, tienes que armarte de valor al menos una vez, o de lo contrario te quedarás así para siempre.

Kawasaki-san se estremeció y su rostro se puso pálido.

—Entonces, ¿qué debo hacer?

—Pues… no lo sé realmente.

Parecía que Kawasaki-san estaba a punto de echarse a llorar de nuevo. Entonces yo le toqué el brazo a Hanashiro suavemente con el codo, y Hanashiro se rascó la cabeza con molestia.

—No te estoy diciendo que debas resolver tus problemas con violencia. Sino que trato exponerte hasta qué punto uno debe estar dispuesto a cumplir las reglas que uno mismo se impone. Aunque las reglas pueden sustituirse también por creencias o políticas. Si puedes cumplirlas, estarás siempre segura de ti misma, y eso es más genial que cualquier otra cosa. Tú no tienes confianza en ti misma y por eso dejaste que todos pensara que ese hombre violento era tu novio.

—Si… más o menos…

—Entonces deberías intentar hacer tus propias reglas. Sin importar lo que decidas, deber apegarte a ello pase lo que pase. Si haces eso, puede que te cueste vivir al principio, pero creo que te acercarás a tu yo ideal.

—¿Mi yo ideal…?

—Sí. Después de todo, nadie sabe lo que es correcto, así que sólo tienes que correr lo más rápido posible por el camino que has elegido.

Hanashiro dejó escapar un suspiro como si estuviera indicando que ya había terminado de hablar, y luego miró por la ventana.

—Ya dejó de llover…

Como solo nos íbamos a quedar hasta que dejara de llover, Hanashiro y yo nos retiramos. Cuando me despedí de Kawasaki-san, y abrí la puerta, un fuerte sol poniente nos iluminó. No pude evitar entrecerrar los ojos. Cuando salí al pasillo exterior y comencé a bajar las escaleras, me paró alguien por detrás y me dijo: «Esperen un momento». Me di la vuelta, y vi a Kawasaki-san corriendo hacia nosotros usando un par de sandalias. Se colocó frente a Hanashiro y comenzó a retorcerse, jugueteando son sus manos alrededor de su ombligo. Hanashiro la miro sospechosamente.

—¿Que sucede?

—Ahm… bueno… como lo digo…. siendo sincera contigo, todo lo que me dijiste realmente me ha conmovido.  Es decir… fue como si hubieses podido leerme la mente. Tenías tanta razón, que me sentí avergonzada de mí misma. Por eso… hay algo que quiero decirte… Lamento todo lo que te hice.

Kawasaki-san inclinó la cabeza. Yo me quedé atónito. Ella nunca se había disculpado con nadie. Ni siquiera con los maestros. Y mucho menos se inclinaba ante los demás. Eso me hizo preguntarme qué había pasado dentro de ella luego de lo que Hanashiro le dijo.

—No te preocupes por eso… —le contestó Hanashiro.

Al igual que yo, ella también estaba ligeramente confundida. Quizás tampoco se esperaba la disculpa de Kawasaki-san.

—Aun así, tenía que hacerlo… Ah, y tú, Touno…

—¿Que pasa conmigo?

—Toma, te lo devuelvo…

Kawasaki-san se sacó del bolsillo tres billetes de mil yenes y me los entregó.

—¿De qué es este dinero? —le pregunté—. No recuerdo haberte prestado…

—Es de todas las veces que te he molestado. No recuerdo la cantidad exacta, así que perdona si no es suficiente.

—No era necesario.

—He sido mala contigo y quiero compensarlo un poco. Por favor acéptalo.

Compensarlo, ¿eh? Si estaba haciendo ese esfuerzo, supuse que lo mejor era tomarlo.

—De acuerdo entonces lo tomaré.

Tomé los billetes y me los metí en el bolsillo. Una vez más nos despedimos de ella y abandonamos su departamento. Caminamos en silencio por la calle que tenía un intenso aroma a humedad. Había muchos charcos por el camino. Y los más grandes y claros reflejaban el sol poniente sobre la superficie del agua desprendiendo una luz brillante. Finalmente llegamos a la parada del autobús. Al ver el itinerario vimos que el próximo autobús tardaría veinte minutos. Las bancas estaban mojadas así que nos quedamos parados uno al lado del otro y esperamos. La zona estaba tranquila y tan solo se escuchaba una cigarra cantando a la distancia.

—Me alegra que Kawasaki-san haya reflexionado…  —comenté.

Fue una simple frase que yo solté de manera muy casual. Esperaba una respuesta, pero Hanashiro no dijo nada.

La curiosidad me ganó y la volteé a ver. Hanashiro tenía la mirada completamente fija hacia el frente. Su rostro de perfil, reflejaba la luz y parecía como si estuviera brillando ligeramente. De pronto, Hanashiro abrió lentamente su boca y solo dijo una frase.

—Touno-kun, ¿A ti te gusta Kawasaki?

Me quedé tan desconcertado que mi respuesta se retrasó un momento.

—¿A mí? No, para nada. Solamente me causa admiración. De la misma forma que lo haría ver una ballena o una medusa.

Hanashiro respondió con un simple «hmm» y luego no dijo más.

—¿A qué viene esa pregunta? —le pregunté yo.

—Es que veo que eres muy atento con ella.

—¿Eh?

Me tragué mis palabras cuanto intentaba decirle que eso no era verdad. Pero me acordé que Kaga una vez me dijo algo similar. El hecho de que me lo hubieran dicho dos veces en tan poco tiempo, me puso a pensar si otras personas también pensaban que a mí me gustaba Kawasaki-san. Pero yo no iba por esos tiros. Ciertamente Kawasaki-san era bonita, pero su personalidad era tosca, aterradora y egoísta… ¿egoísta?

—Si creo que es por eso…

—¿Qué cosa?

—Kawasaki-san me recuerda un poco a mi hermana menor Karen.

—¿Su rostro se parece?

—No, su personalidad. Karen era bastante egoísta. Pero no del tipo que solo busca su bienestar, sino era de un tipo egoísmo intencionado… como si tratara de actuar así para que los demás no tuvieran que preocuparse por ella…

Karen era una niña muy inteligente.

Comúnmente se cree que los niños son impredecibles y actúan por mero capricho. Pero Karen parecía consciente de todo aun siendo tan joven.

Cuando había el más mínimo problema entre nuestros padres, Karen era la primera en detectarlo y trataba de repararlo, exigiendo que la llevaran al parque de atracciones o al acuario. No era imaginación mía, en verdad Karen se había propuesto a ser egoísta.

—No lo entiendo…

—Lo sé. Es que no me expliqué bien. De cualquier forma, no siento nada por Kawasaki-san.

Estaba a punto de complicar la conversación, así que la concluí con esa afirmación, y esta vez yo pregunté.

—Tu también fuiste muy atenta con Kawasaki-san ¿no crees? Te pusiste a hablar muy seriamente con ella.

—Solamente lo hice porque su madre me lo pidió. Normalmente no hago esa clase de cosas.

—No me parece que esa sea una buena manera de llevarse bien.

—Ser amable no es la única manera de llevarse bien.

La verdad es que no podía replicarle nada al respecto, porque yo mismo había visto los resultados con mis propios ojos. La conversación se acabó de la misma forma que comenzó, y nos quedamos esperando el autobús en silencio. Aunque ese silencio que había entre nosotros, no era incómodo en lo absoluto.

De pronto me vi en un acuario…

Las luces eran tenues y había pocas personas. Las paredes y el techo del pasillo en forma de túnel estaban cubiertos de tanques de agua. Al otro lado del grueso cristal, nadaba un enorme tiburón ballena y un gran número de sardinas se apiñaban como si fueran un solo pez gigante. Era extraño verme en ese lugar de repente. Y lo más raro de todo, era que a mi lado estaba Karen, a pesar de estar muerta. Inmediatamente comprendí de lo que se trataba. Todo ese extraño fenómeno podía reducirse a una sencilla respuesta: «era un sueño». Era un lugar que yo recordaba haber visitado como mi familia justo antes de que Karen muriera.

—Son hermosos —exclamó Karen colocando sus manos en el vidrio del tanque. Pero a pesar de sus palabras, su rostro parecía aburrido.

Doblaba sus tobillos y cambiaba su peso de un lado al otro, como si estuviera cansada de estar tanto tiempo parada. Yo quería prolongar mi tiempo con Karen todo lo que fuera posible, así que le dije las mismas palabras que le dije cuando eso en verdad pasó; como si tratara de recrearlo todo tal cual.

—¿Ya te quieres ir a casa?

Karen negó con la cabeza, haciendo revolotear vigorosamente su cola de caballo.

—No, aun no. Este es momento para que papá y mamá hagan las paces. Tenemos que quedarnos un rato más.

Mamá y Papá estaban parados a cierta distancia, conversando como si nos estuvieran vigilando. Los oía reír de vez en cuando y aunque no escuchaba nada de lo que decían, podía darme cuenta que estaban de buen humor.

—¿Quieres entonces que te cargue en mi espalda?

—¡Llévame en tus hombros!

—¿Eh? ¿Aquí?

—¡Rá-pi-do!

Ella me agarró de la ropa y comenzó a jalar. No tuve más remedio que agacharme y cargar a Karen sobre mis hombros. Mientras me levantaba sujetando sus piernas con fuerza, Karen dejó escapar una risotada inocente: «Ajaja». Me agarró del pelo y comenzó a reunir un mechón y me colocó una liga para el cabello. Me había hecho una cola como la de un samurái. Esa era básicamente como una palanca de mando, pues yo tenía que dirigirme a la dirección a la que Karen jalara mi pelo. Era como jugar al caballito sin tener que ponerse en cuatro. Cuando ella me decía: «¡Adelante onii-chan!», yo tenía que comenzar a moverme. A veces yo relinchaba como caballo lo cual hacia reír a Karen y cuando me cansaba, le decía que me había quedado sin gasolina, y ella me dejaba descansar. Cuando ella decía: «¡Disparen misiles!», yo tenía que patear algo que estuviera delante de mí.

—¿Te estas divirtiendo, Onii-chan?

 Yo le respondí que sí me estaba divirtiendo. Los lugares a los que Karen quería ir, eran los que yo también quería visitar, y la sonrisa de Karen, era un deleite para mí.

—Ya veo.

Karen soltó la palanca de mandos de mi cabeza y me dio unas suaves palmaditas en la cabeza.

—Me alegra haber venido —me dijo.

Me desperté repentinamente con el sonido de la alarma. Un techo familiar saltó a mi vista. El sol de la mañana que brillaba a través de las cortinas, reflejaba el polvo que volaba en el aire. Me levanté y apagué la alarma. Estaba teniendo un sueño en verdad muy nostálgico. Recuerdo que ese día fuimos a ver un espectáculo de delfines. Karen y yo estábamos sentados en la primera fila, viéndolos nadar vigorosamente. Aunque los dos estábamos empapados por el agua que salpicaban, no dejábamos de reírnos. Daba igual lo que hicieran los delfines, simplemente no podíamos para de reír. No solo los días en que íbamos al acuario, sino todos los días en los que Karen estuvo con vida, fueron brillantes. Si ella no hubiese muerto, nuestras vidas felices habrían continuado…

Me levanté de la cama y salí de la habitación rumbo al pasillo. Comprobé que papá no estuviera en la cocina, y salí al jardín por la puerta que había allí. El jardín no había sido atendido desde que mi madre se fue y ya estaba en un estado deteriorado. Me acerqué a la zona donde estaba la ventana del baño y metí la mano en una grieta que había en el suelo y saqué algo que estaba escondido allí. Era un recipiente cuadrado de lata que servía para guardar galletas. Cuando Karen seguía viva, la llamábamos nuestro cofre secreto del tesoro, y guardábamos allí tréboles de cuatro hojas, y canicas de ramune. Ahora, además de eso, guardaba en ella los peluches más preciados de Karen, su peine y sus fotografías. Es decir, las pertenecías de Karen. Nada más abrir la tapa saltaban a la vista sus sandalias rojas. Ahora ya tenía las dos, luego de haber encontrado la última en el túnel de Urashima. Cuando miraba esas sandalias, me sentía a gusto. Me ponía a pensar que Karen aún seguía entre nosotros.

Solo un poco más… espera…

Diciendo eso en una especie de plegaria, cerré la tapa y la volví a colocar el cofre del tesoro en su sitio. Allí era donde siempre había permanecido. Era un lugar secreto que Karen y yo habíamos elegido. Si hubiese podido, lo habría guardado en mi habitación, pero si mi padre lo llegaba a encontrar, probablemente lo tiraría a la basura. Por eso lo mantenía oculto en ese sitio. Creo que fue justo después de que mi madre nos abandonó, que mi padre se volvió mentalmente inestable y tiró todo lo que había en la habitación de Karen. Por eso quedaban tan pocas cosas de ella. Yo estaba realmente enfadado con él, pero ya no tenía sentido. Solo complicaría más la relación que tenía con él.

Me levanté y miré la hora en mi celular. Eran las siete en punto. Volví a mi habitación y me preparé para ir a la escuela.

Era mediados de Julio y el sol brillaba cada vez más. Atravesé la puerta principal junto una chica que corría hacia el edificio de la escuela usando su bolso como sombrilla. Yo entré al edificio, recorrí el pasillo y abrí la puerta del saló 2-A. Y cuando estaba a punto de sentarme, me di cuenta de que había una alumna desconocida en el aula. Era una chica de aspecto sencillo, con el pelo corto y que usaba gafas.

Al mirarla, me pareció haberla visto antes. Y por poco grito cuando me sorprendí. Esa chica era Kawasaki-san. Se había teñido el pelo de negro, y su falda ahora era más larga. Totalmente contraria al aspecto de Gal que tenía antes.

—¿Que pasa Koharu? ¿Te hiciste un cambio de look?

Una de las chicas que era compinche de Kawasaki-san le habló en tono de burla.

Kawasaki-san respondió de una manera ambigua que no podía tomarse como una afirmación o una negación. La forma en que sonreía y hablaba con seguridad era inimaginablemente diferente de su anterior actitud altanera.

—¿Acaso está cumpliendo una penitencia? —me preguntó Kaga.

No lo noté hasta que ya estaba cerca de mi asiento.

—Quizás se ha reformado —le dije.

—¿Crees que esa reina egocéntrica se ha reformado? parece que no conoces bien a las personas.

—Kawasaki-san ha tenido que pasar por muchas cosas…

—Muchas cosas ¿eh? Bueno, si tú lo dices… por cierto, ¿a dónde fuiste ayer con Hanashiro?

Me sentí desconcertado por la repentina pregunta.

—¿C-como te enteraste de eso?

—Ah, entonces era cierto. Pues, lo escuché de un senpai del club de caligrafía. Dijo que había visto a Hanashiro sentada en el autobús a la par de un chico. Hanashiro es muy famosa y bien conocida por todos, pero en el caso del chico, no estaba seguro de que fueras tú. Pero la descripción concordaba bastante contigo y al hacerte la pregunta directamente, me lo acabas de confirmar.

Me había hecho la pregunta directamente a pesar de no saber que se trataba de mí para hacerme confesar, y yo caí completamente.

—¿Y bien? ¿En qué andan ustedes dos?

Kaga parecía muy interesado, así que no tuve más remedio que responderle haciendo una sonrisa amarga.

—No tenemos la clase de relación que posiblemente estés esperando. No somos pareja ni nada. De hecho, creo que ni siquiera somos amigos.

—¿Y entonces a donde fueron? Se supone que tú tomas el tren.

—Fuimos a casa de Kawasaki-san. Le llevábamos las tareas para las vacaciones de verano.

—¿Tu y Hanashiro? ¿Como fue que eso pasó?

—Es una larga historia. Mi vida es demasiado corta como para ponerme a explicarlo todo.

Kaga se enojó conmigo, pero seguro se dio cuenta que era demasiado complicado ponerme a explicarle todo.

—Pero bueno, ya me imaginaba esto. Después de todo, ustedes se parecen.

—¿Eh? No nos parecemos en nada.

—Si se parecen. Por ejemplo: tú no te abres a la gente en absoluto. Y Hanashiro hace exactamente lo mismo. Aquellos que no se preocupan por los demás parecen estar en la misma sintonía.

—Hablas como si fueras psicólogo.

—Bueno, es que observar el comportamiento de la gente es mi pasatiempo.

—Vaya, es la primera vez que escucho eso.

En ese momento sonó la campana de la primera hora de clase, y Kaga se despidió de mí y regresó a su asiento.

Era la hora del almuerzo.

Kawasaki-san siembre había comido rodeada de sus compinches, pero ahora había abandonado su asiento con su bento cuando acabaron las clases. No sabía a donde iba, se detuvo frente al asiento de Hanashiro y levantó discretamente la caja de bento en su mano y dijo:

—¿Quieres que comamos juntas?

Inmediatamente el aula se llenó de murmuras. Hanashiro que estaba a punto de abrir su bolsa de sándwiches, respondió confundida con un: «como quieras», entonces Kawasaki-san jaló una silla y extendió su almuerzo sobre el escritorio de Hanashiro. Era una escena bastante extraña. Las dos chicas que habían estado chocando como dos cables pelados hace un tiempo, estaban ahora comiendo juntas frente a frente, aunque en silencio. Mientras eso ocurría, Haneda, una de las antiguas compinches de Kawasaki-san, se acercó a donde estaban ellas dos con una sonrisa.

—Oye Koharu, ¿por qué comes con Hanashiro-san?

Eso sonó más como una pregunta curiosa mezclada con desprecio y burla, que como un reproche de que no estaba comiendo con ellas. Kawasaki-san bajó la mirada y luego respondió en voz baja.

—Es que…

—¿Eh? ¿qué dijiste? habla más fuerte que no te oigo.

—Decidí ser como Hanashiro…

El aula se tornó de pronto en un silencio como una marea que retrocede.

Haneda estaba desconcertada, y Hanashiro también. Fue una respuesta bastante inesperada para mí. Yo había pensado que Kawasaki-san simplemente no tenía ganas de comer con sus antiguas amigas y por eso no le quedó de otra que ir con Hanashiro. De hecho, era posible que es fuese el caso que y que Kawasaki-san se inventara esa respuesta sobre la marcha. Cuando Haneda pareció haber entendido algo, se echó a reír con una voz aguda.

—¡Jajajajaja! ¿De qué hablas? ¿¡Es en serio!?

Las risas comenzaron a llegar de todas partes del salón y muchos comenzaron a murmurar.

Cosa como: «no tiene dignidad», «y a pesar de que ha sido tan dominante», «el puñetazo que le dio le revolvió el cerebro seguramente» era lo que se escuchaba en el salón.

Kawasaki-san temblaba y se estremecía mientras aguantaba las burlas. Su cara estaba roja hasta las orejas.

—Es ridículo —dijo Haneda—. ¿Que se supone que haces para parecerte a Hanashiro-san?

—A ti que te importa…

—¿Eh? cuéntame. ¿que no somos amigas?

Mientras decía eso, Haneda agarró a Kawasaki por los hombros y la sacudió enérgicamente. Era un poco brusco para ser una broma entre dos amigas. Pero Kawasaki-san se quedó quieta sin resistirse.

—Vamos, dime algo…

Kawasaki-san la empujó con fuerza para apartarla, pero la mano de Haneda se llevó de encuentro la alfombrilla del escritorio y la caja de bento de Kawasaki-san se deslizó hacia un lado con mucha fuerza. Cuando Kawasaki-san gritó, ya era demasiado tarde. Su almuerzo cayó y se desparramó en el suelo. Como era de esperarse, Haneda no tenía intención de hacer eso. De hecho, parecía desconcertada, pero a pesar de eso, no se disculpó. Todo lo que hizo fue resoplar.

—Te aclaro que no lo hice a propósito —dijo Haneda —. Tú tuviste la culpa por no responder rápido.

La verdad no parecía como ella lo dijo, pero igualmente Haneda regresó con el grupo que acababa de estar y les pidió su apoyo. Todas estaban de su lado y ninguna del lado de Kawasaki-san. Ella trató de decir algo, pero al final mantuvo la boca cerrada y se puso a limpiar su almuerzo del suelo.     

La imagen de aquella chica con los ojos llorosos y la espalda encorvada, parecía tan frágil que me rompía el corazón. Interrumpir mi almuerzo para al menos ayudarla, pero justo en ese momento, escuché el sonido de una silla arrastrarse.

—Kawasaki…

Hanashiro se levantó de su asiento y se colocó a la par completamente inexpresiva. Quizás no esperaba que Hanashiro interviniera de ninguna forma porque Haneda se puso claramente nerviosa.

—Hace un momento dijiste que querías ser como yo ¿no?

Cuando Hanashiro le hizo la pregunta, Kawasaki-san asintió desconcertadamente.

—Entonces, obsérvame. Te enseñaré lo que hay que hacer cuando exceden tu limite.

Ella se giró lentamente hacia Haneda. Luego levantó los puños a la altura de los ojos adoptando una postura como la de un boxeador. Estaba lista para golpearla. Ya se podía ver la sangre corriendo por la cara de Haneda.

—¡Oye! ¡Espera, espera, espera! —exclamó Haneda levantando las manos y agitándolas apresuradamente para mostrar que no era hostil—. ¡Yo no quiero pelear contigo, Hanashiro-san! ¡No te lo tomes a pecho!

Luego huyó hacia su asiento.

—Hmm… eres muy cobarde. —murmuró Hanashiro.

Luego de decir eso, Hanashiro sacó un pañuelo de su bolsillo y comenzó a limpiar el contenido de la caja de bento que estaba en el suelo. Kawasaki-san se extrañó de su silenciosa preocupación, pero tímidamente le dijo: «gracias». Yo dejé salir un suspiro involuntario. Por un momento tuve la incertidumbre del lio que se iba a armar, pero me alegré de que las cosas se tranquilizaran. Kawasaki-san ahora había crecido como persona. Realmente me convenció de que quería ser como Hanashiro. Por eso no contestó nada a pesar de ser insultada y ridiculizada y encima le dio las gracias a Hanashiro. Yo podía respetar de manera sincera a una persona que intentaban cambiarse a sí mismas para bien. Por eso le di un pequeño elogio a Kawasaki-san dentro de mi corazón.

Era la noche de ese mismo día. Yo me habría paso entre el espeso follaje con mi linterna en mano mientras avanzaba por un sendero oculto.

De noche, las montañas no eran más silenciosas que de día. Las cigarras no paraban de zumbar de día, y de noche los variados sonidos de los insectos, y el canto risueño de los chotacabras resonaban por toda la montaña.

—¡Augh!

A pesar de que me bañé con insecticida antes de salir de casa, los mosquitos ya me habían picado tres veces. En verdad fue un error haber salido con manga corta. Yo quería caminar por los rieles del tren porque allí no crecía la maleza, pero Hamasen me sentenció para que no lo hiciera y tuve que buscar un sendero entre la hierba. Mientras luchaba con la naturaleza, finalmente llegué a las escaleras que daban al túnel de Urashima. Cuando empecé a bajar, vi una fuente de luz blanca delante de la entrada al túnel. Supuse que Hanashiro ya estaría allí así que apresuré mis pasos y efectivamente así fue. Ella estaba agachada en el suelo, sosteniendo cuidadosamente una linterna con ambas manos, iluminando todo el perímetro. No parecía haberse dado cuenta de mi presencia.

—Así que ya estabas aquí, Hanashiro.

Cuando la llamé luego de bajar las escaleras, ella se levantó como si le hubieran dado una sacudida y rápidamente me apuntó con su linterna. La luz era tan brillante que tuve que entrecerrar los ojos.

—¡Llegas tarde! —exclamó.

Revisé mi teléfono y vi que eran las ocho de la noche.  

—He llegado justo a tiempo.

—¡Lo puntual es llegar cinco minutos antes!

—Pues tu llegaste media hora tarde la última vez, así que no estás en posición de decirme eso.

—¡Pero eso fue de día así que no había problema! Esta vez es de noche. Una chica como yo en medio de una montaña desierta, seria comida rápidamente por los animales y en la noche solo parecerían mis huesos.

—Eso no es posible. Esta no es la sabana africana. Además, si no querías estar de noche aquí, podíamos haber hecho esto mañana en la mañana.

—Ya te expliqué que esta noche es el único momento en que podemos mantener nuestra investigación el mayor tiempo posible.

Eso fue lo que contestó. Era día viernes 22 de julio. El sábado y domingo eran días de descanso y el lunes había asueto por el aniversario de la escuela. En otras palabras, teníamos un puente festivo de tres días.

El primer obstáculo que tuvimos que afrontar en nuestra investigación del túnel de Urashima, fue la cuestión del tiempo. El mero hecho de permanecer dentro del túnel de Urashima consume una enorme cantidad de tiempo, por lo que se necesita tener mucho tiempo libre para investigarlo. Por eso, no tuvimos más remedio que utilizar esos tres días libres para investigar el túnel.

Tal y como dijo Hanashiro, si queríamos pasar el mayor tiempo posible investigando el túnel, de Urashima, teníamos que empezar esa misma noche del viernes. Aun así, solo podíamos permaneces en el túnel unos dos minutos como máximo. Por esos dos minutos, tuve que conseguir el permiso de mi padre de pasar la noche fuera y sacrificar mis tres días libres.

—No quiero perder el tiempo hablando aquí. Te acuerdas de lo que hablamos previamente ¿no? mejor démonos prisa.

Hanashiro me tomó de la mano y entramos al túnel. Una brisa tibia acarició mi cuello. Se supone que de noche debería ser más fresco que de día, pero la oscuridad y la humedad hacían que el túnel se sintiera extrañamente sofocante. No veía la hora de terminar y salir de allí. Esta vez, lo que nos habíamos propuesto a investigar era la longitud del túnel. Una vez que cruzáramos la línea donde el flujo del tiempo cambiaba, habíamos planeado correr tan rápido como pudiéramos y luego regresar.

—Si podemos permanecer en el túnel de Urashima durante dos minutos, deberíamos ser capaces de avanzar unos trecientos metros teniendo en cuenta el regreso. Según la altitud de la montaña, es muy poco probable que el túnel continúe mas allá de los trecientos metros a partir del primer portal Torii. Así que, si lo hacemos bien, podríamos pasar al otro lado.

—Oh, eso suena como un buen análisis.

—¿En serio?

—Si, pareces un chico listo.

—¿A qué viene eso?

Hanashiro se echó a reír. Quizás ella pensaba que yo era estúpido.

—El otro día fui a la biblioteca e hice algunas investigaciones —me comentó—. Intenté buscar algo de información acerca del túnel de Urashima, pero no había ningún libro ni ninguna información en internet que me diera alguna referencia del túnel así que al final tendremos que sacar nuestras propias especificaciones.

—Era de esperarse viniendo de ti Hanashiro. Por cierto, me duele un poco la mano.

Rápidamente, Hanashiro se detuvo y me soltó la mano. Llevaba agarrándomela desde que entramos al túnel. Si sólo hubiera sido una conexión, me habría dado un poco de vergüenza y no habría dicho nada, pero fue tan brusca que me había clavado las uñas, y aunque me sabia mal, tuve que decírselo.

—T-tienes razón. es extraño que vayamos de la mano todo el tiempo ¿no? —dijo Hanashiro.

—No, a mí no me molesta nada tomarme de la mano contigo—le contesté—, pero…

—Olvídate de eso, venga, sigamos.

Ella me instó a seguir adelante. Pero cuando empecé a caminar, sentí un tirón en mi espalda. Parecía que Hanashiro me había cogido de la ropa. Además, caminaba tan cerca de mí, que cada que daba un paso me pisaba los talones. Era muy difícil caminar así.

—Hanashiro, ¿acaso le temes a la oscuridad? —le pregunté mientras caminábamos.

Hanashiro no respondió. Al parecer había dado en el blanco. Estaba muy inquiera desde que me encontré con ella en la entrada.

—Sí, ¿hay algún problema con eso?

Hanashiro respondió con una voz llena de culpa, como si se hubiera resignado.

—No tiene nada de malo. Solo tenía curiosidad. ¿No te sentiste incomoda la última vez que entraste aquí?

Cuando me siguió la primera vez al túnel y cuando investigábamos el paso del tiempo en el túnel, no recuerdo que Hanashiro pareciera asustada.

—Aquella vez era de día. Como había luz afuera, el túnel no estaba tan oscuro y podía soportarlo. Pero de noche, no. Dentro y fuera del túnel está muy oscuro y si la linterna se me hubiese apagado, habría entrado en pánico.

—¿Tanto le temes a la oscuridad?

—Le tengo pánico. Por eso me parece extraño que tu estés tan tranquilo. ¿Nunca has sentido la sensación de que la oscuridad te sofoca? Aquella línea que te separa de lo que te rodea se vuelve confusa y se hace difícil respirar.

Mientras escuchaba la voz entrecortada de Hanashiro, empecé a sentirme incómodo.

Yo solté la mano de Hanashiro cuando ella se refugiaba en mí, y le dije algo tan patético como «me duele la mano». No solo mi capacidad como hombre dejaba mucho que desear, sino también mi capacidad como ser humano. Por eso, después de respirar hondo y en silencio, agarré la mano de Hanashiro por encima. Mientras ella se aferraba a mi ropa. Su mano tembló por un momento, como si estuviera sorprendida, pero enseguida me correspondió y se aferró a mi mano. La acción duró menos de tres segundos, y aunque no intercambiamos ni una sola palabra, sin duda fue la comunicación más íntima que había tenido con ella.

Llegué tarde y por eso me sentí inexplicablemente avergonzado y escocido. Así que inicié una conversación para distraerme.

—Me sorprende escuchar esto. Yo pensaba que no le tenías miedo a nada. ¿Tienes alguna clase de trauma?

—Cuando estaba en la primaria, me peleé con un compañero que me encerró en un casillero. Desde entonces no me siento cómoda en lugares oscuros y pequeños.

—Oh, y-ya veo…

Mi gesto se volvió incómodo. Intenté sacar un tema ligero, y acabé sacando un episodio mucho más pesado de lo que imaginaba.

—No es que yo fuera víctima de acoso en la escuela ni nada, yo salí del casillero por mi cuenta y le di una paliza usando una escoba.

—jaja. Eso si me suena como algo que harías tú.

—¿Y tú tienes algún temor, Touno-kun?

—Claro que sí. No puedo pensar en nada en específico, pero tengo muchos.

—Bueno, ¿entonces a qué le temes más?

—¿Que me asusta más? bueno, déjame ver…

Esa era una pregunta muy difícil. Había muchas cosas que me daban miedo y tenía problemas al tratar de clasificarlas. Por ejemplo, le temía a los osos, tiburones, terremotos y las enfermedades… pero esas era cosas que cualquiera temería. Si tuviera que encontrar un denominador común entre ellas, diría que todas conducen a la muerte. O la muerte de uno mismo. Pero creo que eso es algo instintivo de todo ser vivo, no era un temor que fuese característico de mi persona. Si había algo que yo, Touno Kaoru temía, era algo relacionado con la muerte. (la muerte de un ser querido…)

—Pues no lo sé muy bien…

Hanashiro me respondió con un «ya veo» muy aburrido y desmotivado. Lo mejor era evitar esa clase de temas, para no poner pesado el ambiente. Mi opción de no responder nada, fue probablemente acertada.

—Ah, mira.

Le señalé hacia el frente. La luz de las antorchas se filtraba desde las profundidades del túnel y los portales Torii se hacían cada vez más cercanos. Hanashiro y yo hicimos una pequeña carrera y nos detuvimos frente al primer portal Torii. A ese punto ya no necesitábamos la luz de las linternas, y mientras me la guardaba en el bolsillo, Hanashiro retiró suavemente su mano de la mía.

—Este es el punto de partida.

No pude evitar tragar saliva. El límite de tiempo que teníamos era de dos simples minutos. Una vez atravesado el primer portal Torii, teníamos un minuto para llegar lo más lejos posible. El otro minuto estaba reservado para el regreso. Para tener un control de eso, activé la función de cronometro en mi celular.

—Los preparativos están listos. Podemos ir cuando quieras.

—Yo también estoy lista.

Hanashiro parecía un poco nerviosa. Su expresión era sombría. Pero, aun así, no parecía tener miedo. Sus ojos brillaban con anhelo y curiosidad mientras se enfocaba directamente al fondo del túnel. Parecía no tener nada de qué preocuparse.

—Entonces, vamos.

Adopté una posición de salida. Mis manos apretadas estaban húmedas por el sudor.

—Bien, aquí va.

Inicié el cronometro y al mismo tiempo empezamos a correr. Yo iba por delante. Fui el primero en atravesar el primer portal Torii. Mi ritmo era como el 80% de mi velocidad. Hanashiro tenía las piernas más fuertes que las chicas del equipo de atletismo, así que podía ser capaz de seguirme el ritmo sin problemas, aunque yo corriera más rápido.

Mientras corríamos miré la pantalla de mi celular. Solo quedaban diez segundos y no había una salida a la vista. Me giré por un momento y observé el color del rostro de Hanashiro de reojo. No parecía cansada así que aceleré el paso. El tiempo avanzó… veinte… treinta segundos… afuera ya seria de día. Los portales Torii y las antorchas continuaban repitiéndose por todo el camino a través del túnel. y no veíamos nada diferente. Por cierto, había algo que me inquietaba: ¿Qué razón tenía Hanashiro para entrar al túnel de Urashima? Había conversado bastante con ella en los últimos días, pero no sabía que era lo que ella buscaba en el túnel. No es que fuera algo que realmente deseara saber, pero si no compartíamos información entre nosotros, se podría dificultar nuestra investigación más adelante.

Bien podía preguntarle en cuanto saliéramos del túnel. Ya casi habíamos completado el primer minuto y mis piernas comenzaron a ponerse pesadas. Cuando bajé la mirada para comprobar el tiempo, oí de repente un zumbido que venía del frente. Levanté la vista para ver qué era, y en un instante, comenzaron a caer trozos de papel de la nada. No eran pocos. Eran cantidades inmensas de trozos de papel.

—¡Uwaa!

Uno de los trozos de papel sorprendió al darme en la cara como esos que vuelan durante un huracán. Me bloqueó la vista por completo y empecé a sentir pánico. Al tratar de quitarme apresuradamente el papel de la cara, tropecé y caí.

—¡Ay!

—¿Touno-kun?

Al caer, el trozo de papel abandonó mi cara. Y al mismo tiempo, alcancé a ver un objeto que se deslizó frente a mí. Era mi celular. Se me zafó de la mano. Me apresuré a recogerlo porque sin él no podía medir el tiempo. Caminé unos tres metros y lo recogí. Afortunadamente no se dañó. Solamente tenía unos arañazos. Menos mal… bueno, no era algo tan bueno.

—¡Lo siento, Hanashiro! Perdimos la cuenta… ¿Hanashiro?

Por un momento pensé que Hanashiro se habría adelantado o que estaba a la par mía, pero no era ninguna de las dos cosas. Ella estaba de pie justo donde yo había caído, con la mirada perdida en un trozo de papel en su mano. Un gran número de trozos de papel que acababan de caer estaban esparcidos alrededor de los pies de Hanashiro. Todos eran de diferentes tamaños, y había cientos de ellos.

—¿Hanashiro?

Aunque la llamé, ella no me respondió. Sus hombros se estremecían hacia arriba y hacia abajo. Su respiración se había vuelto agitada. No podía creer que Hanashiro, que debía tener mucha más resistencia física que yo, se hubiese quedado sin aliento después de correr durante un solo minuto. Algo le estaba pasando, así que me apresuré a ir a su lado.

—¿Estás bien? ¿Te sucede algo?

Pues sin saber si me había oído o no, Hanashiro soltó una voz temblorosa.

—Esto es…

Entonces eché un vistazo al papel que ella sostenía. En él papel había un dibujo. Eran unos garabatos; como si lo hubiese hecho un niño. Las imágenes estaban divididas en paneles y podía ver que también tenía globos de diálogos. Parecía un manga. Pero, ¿por qué había algo como eso en el túnel? Era todo un misterio, pero no tenía tiempo de pararme a pensar en ello. Miré la pantalla de mi celular, y vi que ya había pasado más del minuto. Un desagradable sudor brotó de mi frente.

—Hanashiro, tenemos que irnos.

Ella no me respondió. Ni siquiera me volteó a ver. En lugar de eso se arrodilló y comenzó a recoger los papeles desperdigados como si la estuvieran obligando a hacerlo.

—¡Hanashiro!

Aunque le grité, ella no dejó de hacer lo que estaba haciendo.

—¿¡Que haces!? ¡No tenemos tiempo para esto!

—¡Vete tú!

—¡Eso es imposible! ¡No puedo dejarte en este lugar!

—¡Yo tampoco puedo dejar esto!

Era algo espeluznante. La forma en que estaba recogiendo los papeles dispersos con tanto afán, era claramente fuera de lo común. Enseguida me di cuenta de que era imposible persuadirla con palabras. Por un momento, hasta pensé en arrastrarla, pero eso me llevaría demasiado tiempo.

—¡Al diablo!

Decidí mejor ayudar a Hanashiro. Pensé que era la solución más viable. En cuanto recogimos todos los papeles, empezamos a correr hacia la salida sin perder tiempo en nada. Ni siquiera tuvimos el chance de comprobar la hora. Seguimos corriendo tan rápido como pudimos y pasamos por el primer portal Torii. El flujo del tiempo tenía que volver a la normalidad a partir de allí.

—E-estoy cansado…

Resistí el impulso de tirarme al suelo y salimos completamente del túnel. A medida que nos acercábamos a la salida, el túnel se volvía cada vez más luminoso y podía oír el canto de las cigarras. Al salir, el sol implacable nos iluminó. Miré mi teléfono y vi que la fecha que aparecía en la pantalla era el 6 de julio. Era la una de la tarde. Habíamos entrado en el túnel la noche del 2 de julio, lo que significaba que habíamos estado en el túnel alrededor de tres días y medio. Incluso después de pasar tanto tiempo, no pudimos medir la longitud del túnel. La única conclusión que sacamos fue que tenía al menos trescientos metros de longitud. Pero nada más.

Entonces miré el fajo de papeles que tenía en la mano y de pronto, desaparecieron repentinamente de mis manos.

—¿Qué?

Hanashiro me los había arrebatado en un abrir y cerrar de ojos. Probablemente porque no quería que yo los viera. Así que solo pude echar un ligero vistazo.

—Oye, Hanashiro…

Le hice una pregunta después de ver que me dio la espalda.

—¿Qué demonios es todo eso?

—…tancia…

—¿Que? no te oigo. Date la vuelta y háblame de frente.

Aunque le dije eso, Hanashiro no quiso mirarme. Entonces la tomé de los hombros y la obligué a darse la vuelta.

—¡Oye, te estoy hablando!

 Entonces me quedé atónito. Resulta que Hanashiro, estaba llorando… tenía una fina capa de lágrimas en su boca. Cuando me quedé sin palabras, Hanashiro se frotó los ojos y habló con una voz clara.

—Esto es algo sin importancia.

—No, estás mintiendo.

La gente normal no se arrastra por el suelo ni se afana recogiendo cosas sin importancias. Eché un rápido vistazo y no pude ver ningún deterioro o desgarro en los papeles. No aprecian como si alguien los hubiese tirado a la basura ni tampoco entendía como fue que de repente nos cayeron encima. Me preguntaba si también era cosa del túnel de Urashima al igual que ocurrió con la sandalia de Karen y con Kii el periquito que ya estaba muerto. ¿pero por qué tantas páginas de papel? De hecho, ni siquiera sabía por qué Hanashiro estaba llorando.

—¿Esos papeles eran lo que tu deseabas?

—No…

—Entonces, ¿qué es eso? Hazme el favor de explicármelo.

—No tiene sentido tratar de explicarlo.

—Eso no lo sabremos hasta que lo hagas. Eso hasta podría darnos un indicio para resolver el misterio del túnel de Urashima.

—En serio. No hay nada que valga la pena contar acerca de esto.

Su voz se escuchaba un poco temblorosa. Debía tener una razón por la cual no quería decirme nada. Me puse a pensar en decirle que, si no me contaba algo, podría haber problemas en nuestras próximas exploraciones al túnel, pero no me atreví. No parecía ser una buena idea. Aunque bien podría averiguar de que se trataban todos esos papeles, terminaría sentando un mal precedente entre Hanashiro y yo. Eso no sería beneficioso para nuestra investigación del túnel de Urashima. Pero, aun así, había algo que si le iba a preguntar…

—Hanashiro… ¿qué es lo que deseas obtener del túnel de Urashima?

—Pues…

Hanashiro se quedó con la boca abierta. Como si las palabras que iba a decir se hubieran atascado en su garganta. Tras un segundo completo de pausa, Hanashiro hiló sus palabras al instante.

—No estoy segura…  Pensé que, si entraba, podría encontrarlo.

—Vaya, no me esperaba una respuesta tan vaga.

—Pero hay un motivo —declaró, y luego continuó—. Quiero ser especial.

—¿Especial?

—Un lugar donde puedes conseguir lo que quieras, donde el tiempo fluye de manera diferente…  ¿No es una experiencia especial visitar un lugar tan inexplicable?

—No creo que tener una experiencia especial te convierta en una persona especial.

—Te equivocas. Las experiencias especiales hacen a las personas especiales.

 A ese punto ya me estaba confundiendo.

—¿Especial? ¿Por qué quieres tu ser especial? —le pregunté mientras me levantaba.

Entonces el rostro de Hanashiro adoptó la expresión de una niña que ha perdido de vista a sus padres. Era la primera vez que veía una expresión tan vulnerable en ella. Tras unos segundos de vacilación, Hanashiro abrió lentamente la boca.

—Mi abuelo murió cuando yo tenía trece…

Una brisa tibia sopló en ese instante, y las hojas de los árboles sobre mí, crujieron. Me mordí débilmente el interior de la mejilla. Me sentía un poco arrepentido.

—Los siento…

—No te preocupes, no tienes que disculparte.

—¿Él era una persona muy importante para ti?

—No… apenas hablábamos. Ni siquiera recuerdo bien su cara.

—¿E-En serio?

—Pero estaba asustada.

Hanashiro comenzó a hablar en voz baja.

—Cuando él murió, no cambió nada. Y eso no me sorprendió. Celebramos un funeral apropiado, y hubo gente que derramó lágrimas, pero… todos morimos en algún momento, ¿no? Pero la tristeza es sólo algo temporal. Todo el mundo tiene que aceptar la muerte en algún momento, y luego morir también. Incluso si no se puede aceptar la muerte, el resultado es el mismo para todos. Las huellas de la vida de una persona se desvanecen con el tiempo y, salvo para muy pocas personas, desaparecen por completo. Me di cuenta de eso la noche que murió mi abuelo —poco a poco su tono de voz comenzó a hacerse más fuerte—. ¿Qué me dices tu? ¿No crees que esto no tiene ningún sentido? Cuando yo muera, no quedará nada. Nada cambiará en el mundo. Entonces, ¿para qué nací? ¿Qué significo para el mundo? Si soy insignificante, ¿qué sentido tiene vivir? Cuando pienso en esas cosas, siento que ser normal es algo horrible. Por eso quiero ser de esos pocos. Quiero ser una de esas personas que son especiales, y que dejan huella en este mundo.

—…

Realmente no pude contestarle nada. Todo eso fue tan repentino y escandaloso. Esa no era la clase de historia que podía tomarse a la ligera y contestarse de manera simple con frases vacías como: «Tienes razón» o «yo También pienso lo mismo». Sino que tenía que contestarse seriamente con palabras que provinieran de una opinión sincera. así que pensé, pensé y pensé. Pero aun así no se me ocurrió nada. Fue inútil. No había la más mínima posibilidad de que me involucrara en las creencias que ella había contemplado durante días, y puede que durante meses o incluso años. No había forma de que yo pudiera interferir en una creencia que debió llevar tanto tiempo para que finalmente se materializara en apenas unos minutos. Pero, aun así… Simplemente no me atreví a estar honestamente de acuerdo con ella. Por eso…

—Hoy también has estado muy conversadora…

Eso fue todo lo que mi estupidez pudo decir. En serio que fui muy estúpido.

—Touno-kun, eres muy grosero… en verdad tuve que reunir mucho valor para decirte eso.

Ella levantó la vista y me miró fijamente. Entonces me apresuré a disculparme.

—L-lo siento. es que no sabía que contestar y me dejé llevar.

—Está bien. Todo lo que dije, lo dije porque quise. Pero ahora ya entiendes por qué entro al túnel de Urashima ¿verdad?

Lo cierto es que, si la entendía, pero no me sentía identificado con su forma de pensar. A diferencia de ella, yo no quería ser una persona especial. Siempre creí que ser normal estaba bien. Incluso si era insignificante para el mundo, no había nada más que quisiera aparte de vivir una vida feliz y sin complicaciones. No tenía la necesidad de una felicidad tan dramática o de una desgracia tan dramática. Pero por supuesto, yo no tenía ningún derecho de decidir si Hanashiro debía entrar al túnel de Urashima o no. Además, aunque la acusara de tener motivos tan impuros, ella igualmente seguiría desafiando al túnel de Urashima por su cuenta. Porque ella tenía el poder de acción y fuerza de voluntad para hacerlo. Además, yo no quería tener conflictos con ella por el hecho de no ser partidario de sus intereses personales así que le di mi respuesta.

—He entendido perfectamente que tú vas muy en serio con ese asunto.

—¿De verdad?

Cuando asentí ampliamente, Hanashiro sonrió como si se sintiera aliviada.

—Entonces está bien.

Me sentí extrañamente culpable y casi volví la cara hacia otro lado.

Al final tuve que asistir a la escuela a partir de la sexta hora de clases ese mismo día. Hamasen estaba muy enojada.

—Fuwaa…

Dejé escapar un gran bostezo. Mi profesora de Matemáticas me miró fijamente y yo mejor aparte la mirada hacia otro lado. El viernes por la noche yo había entrado al túnel de Urashima, y salí hasta el martes. Ya eran las dos de la tarde. Pero mi reloj biológico aun creía que era media noche. Era como si estuviera desvelando y tomando clases, así que era natural que me sintiera somnoliento.

Ahogué un suspiro y giré el bolígrafo en mi mano derecha. No podía pensar en la clase en absoluto. Sólo podía pensar en el Túnel de Urashima. Sabíamos que tenía dos características. La primera era que adentro, el flujo del tiempo corría de forma diferente al exterior. La otra era que se podía conseguir lo que sea que uno quisiera. La primera ya la habíamos confirmado. Pero todavía no sabíamos mucho sobre la segunda.

Ahí estaba la fuente de mis problemas. La sandalia de Karen y el periquito supuestamente muerto, no eran exactamente lo que yo quería. Y confiando en las palabras de Hanashiro, aquel montón de páginas de papel que aparecieron de repente la última vez, tampoco eran lo que ella quería. Entonces, ¿en qué se basaba el túnel de Urashima para hacer aparecer esos objetos? No podía imaginar que se tratase de proyecciones al azar. Tenía que haber algún tipo de patrón en ese fenómeno. Un patrón que hacía que los deseos se manifestaran de forma distorsionada.

De repente me acordé de la historia de «la pata de mono». Era una importante novela de terror en el extranjero. Cuando era estudiante de secundaria, traduje el texto original para un trabajo de inglés. La Pata de Mono, que es también el título del libro, es una especie de lámpara mágica llena de malicia que concedía los deseos de su portador, pero de una forma que éste no deseaba. Por ejemplo, en la película hay una mujer que deseaba tener mucho dinero, y esta recibe el dinero, pero en compensación por la muerte accidental de su hijo. Luego quiere que su hijo sea resucitado, y vuelve a casa como algo espantoso. La pata de mono podía ser similar al túnel de Urashima con la diferencia de que tenía una clara intención maliciosa. Aunque tampoco podía negar que el túnel de Urashima no tuviera también una intención maliciosa.

Cuando entré por primera vez, la noche del 1 de julio, encontré la sandalia de Karen justo cuando estaba a punto de marcharme. Me pareció muy poco natural, o mejor dicho parecía ser demasiada coincidencia. Lo mismo ocurrió con el periquito Kii. Parecía que estaba atrayendo a su presa a las profundidades del túnel. Cuando más lo pensaba, más me hacía sentir que había algo parecido a una trampa en esos acontecimientos. No quería ni imaginarme… cómo sería si el Túnel de Urashima tuviera algún tipo de intención maliciosa y Karen apareciera ante mí en un estado espantoso, como ocurrió con la pata de mono. Sacudiéndome el desagradable pensamiento, miré el calendario junto a la pizarra; ya casi estaban por llegar las vacaciones de verano.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.