Los días previos a las vacaciones de verano pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Tras la ceremonia de clausura, recibimos nuestras boletas de calificaciones en el aula y nos despedimos antes del mediodía. Aproximadamente la mitad de nuestros compañeros salieron del salón para realizar actividades con sus respectivos clubes o para irse a sus casas. La mayoría de los que se quedaron, estaban entusiasmados con la llegada de las vacaciones de verano, y mostraban con entusiasmo sus boletas de calificaciones a los demás, al mismo tiempo que hacían planes para salir con sus amigos. Palabras como «playa», «barbacoa» y «espectáculo de fuegos artificiales» volaban por el salón.

Me quedé en mi asiento durante un rato, con la mirada perdida en el lugar, sintiéndome profundamente conmovido por la idea de que podría ser la última vez que viera el salón de la clase 2-A, así que simplemente no pude irme aún.

Mientras miraba a mi alrededor, naturalmente me fijé en el antiguo grupo de Kawasaki-san. La líder había sido sustituida por Haneda, pero seguían charlando y riendo tan alegremente como antes. Kawasaki-san, que antes era el centro de ese grupo, había sido excluida y se preparaba tranquilamente para irse a su casa. Pensé que simplemente se iba a ir, pero antes, se acercó a hablar con Hanashiro, que también se estaba preparando para irse. Luego sacó su teléfono celular, intercambiaron algunas palabras y se fue con una mirada de satisfacción. Me preguntaba si habían intercambiado sus informaciones de contacto.

Cuando me levanté y decidí que ya era hora de irme a casa, Kaga me llamó.

—Oye Kaoru, ¿Tienes planes para hoy?

—Realmente no tengo ninguno.

—Ya veo. Pues yo iré a comer con algunos amigos del club de caligrafía ¿quieres venir?

Estuve a punto de decirle que no, pero luego pensé que esa podría ser la última vez que viera a Kaga. Tal vez era mejor aceptar su invitación al menos una vez… Sin embargo, lo volví a pensar, y sentí que lo mejor era no ir. Después de todo, yo no era miembro del club de caligrafía y asumí que mi presencia crearía un mal ambiente.

—Lo siento, pero paso…

—No respondiste inmediatamente, lo cual es inusual —dijo Kaga—. Estabas un poco perdido.

Vaya, que perspicaz.

—No tienes por qué sentirte incómodo —Agregó—. Los chicos que me rodean no son entrometidos.

—No es por eso, lo que pasa es que ahora mismo no tengo dinero.

—No hay problema, estaré encantado de invitarte por el hecho de ser primera vez que aceptas una de mis invitaciones.

—No podría aceptar. No te preocupes por mí. Solo ve y diviértete. Ya nos veremos luego.

Forzando el final de la conversación, me levanté de mi asiento.

—Espera un momento —Estaba un poco desconcertado dentro de mi mente. Kaga estaba siendo un poco pesado—. Creo que es una burrada no disfrutar cuando se tiene la oportunidad.

—No hay garantía de que vayas a disfrutarlo —respondí.

—Merece la pena solamente con participar.

—Es lo que le dicen a los niños en las competencias de primaria.

Empecé a hablar demasiado rápido y dentro de mi dije: «Esto no es bueno». Me aclaré ligeramente la garganta y recuperé mi tono normal.

—Oye, Kaga, no sé si estás tratando de aconsejarme, pero no tienes que preocuparte por ello. Soy el mismo de siempre.

—Si es así, ¿entonces por qué te ausentas o llegas tarde en estos últimos días?

Me quedé sin respuesta. Kaga estaba preocupado por mí, y estaba siendo más serio que nunca.

No me sentía cómodo despreciando sus buenas intenciones. Aun así, había circunstancias que no podía contarle. El túnel de Urashima era un secreto entre Hanashiro y yo. Si se lo decía, estaría traicionándola. Así que, a pesar de la incomodidad, opté por permanecer en silencio.

—Si no quieres decírmelo está bien… pero te diré algo —Kaga se acercó a mí con tal intensidad que parecía que me iba a agarrar por el cuello de la camisa y me dijo—: Si tienes demasiado miedo a perder y eres demasiado tímido a la hora de ganar, algún día acabarás siendo una persona con las manos vacías.

—Eso no pasará… —Empujé a Kaga suavemente para alejarlo de mí—. No lo permitiré. Además, voy a recuperar lo que perdí.

Kaga me miró con desconfianza. Antes de que pudiera preguntarme qué quise decir con eso, comencé a caminar hacia la puerta del salón.

—Entonces, nos vemos en septiembre.

Kaga dejó escapar un suspiro de resignación.

—Si, pero ven a la escuela como es debido.

El primer día de vacaciones de verano era asquerosamente soleado.

Exactamente a la una de la tarde, como había prometido, Hanashiro llegó frente al túnel de Urashima vestida con ropa casual.

—Listo, ya vine —dijo.

Yo la saludé simplemente asintiendo.

Aunque estábamos en pleno verano, Hanashiro iba vestida con una blusa de mangas largas, pantaloncillos largos y un sombrero grande. Eso era porque ese día no íbamos a explorar el túnel de Urashima en sí, sino la montaña. No hace falta explicar que un túnel es un espacio subterráneo que conecta dos puntos, lo que significa que hay una entrada y una salida. El túnel de Urashima ante el que nos encontramos ahora se llamaba «túnel», por lo que podíamos suponer que tenía que haber otra entrada. El objetivo de nuestra búsqueda era encontrar esa otra entrada.

—Me pregunto si podremos encontrarla —le dije—. La montaña es muy grande.

Cuando me escuchó, Hanashiro respondió con toda naturalidad.

—Si no la encontramos, cavaremos un agujero en el lateral y haremos nosotros mismos esa entrada.

—¿Eh?

—Es broma.

La verdad me sorprendió. No sabía que Hanashiro era alguien capaz de hacer bromas.

—No voy a hacer algo como en la película “El Gran escape”. Es mucho trabajo y podría derrumbarse. Pero si la búsqueda va a ser difícil más adelante, podríamos intentarlo. Nos ahorraríamos mucho tiempo si hubiera otra forma de entrar y salir.

—¿Cómo vamos a cavar? ¿Vas a alquilar una excavadora o algo así?

¿Cuánto costaría eso?

—No tengo idea.

Me preguntaba si era posible alquilar una, y aunque lo fuera, ¿cómo la llevaríamos hasta allí…?

Sin más preámbulos, volvamos al tema.

—Entonces, ¿cómo la vamos a encontrar?

—De momento, vamos a rodear la montaña hasta donde podamos llegar. Como tú pareces estar más familiarizada con el senderismo en la montaña, ¿puedo dejarte a cargo?

—De acuerdo. Entonces… ¿nos vamos?

Y así nos pusimos en marcha en un camino sin sendero entre la hierba.

Nuestra búsqueda acabó luego de dos horas. Habíamos subestimado a la montaña. Pensé que sería fácil explorar la montaña siempre y cuando estuviera preparado ya que no tenía un follaje muy denso, pero estaba totalmente equivocado. En primer lugar, el objetivo era demasiado vago. Si quieres ir a algún sitio, sólo tienes que dirigirte al destino. Sin embargo, a la hora de buscar una cosa concreta que no sabes dónde está, tienes que recorrer el lugar y peinarlo minuciosamente para asegurarme de que no se te escapaba nada, lo cual es una tarea muy dura e infructuosa. Al principio, Hanashiro y yo sentimos como si simplemente estuviéramos teniendo un duro picnic, pero al chocar con las telas de araña y estar a punto de resbalar y caer, nos desorientamos y acabamos olvidando el camino por el que habíamos llegado y casi nos perdimos. Para cuando volvimos a la entrada del túnel de Urashima, los dos estábamos un poco alterados.  Hanashiro se disculpó conmigo, mientras se quitaba las telarañas que se habían pegado a su cabello.

—Fui muy descuidada…

—No, es solo que debimos pensar bien las cosas antes de hacer nuestro movimiento. Son las tres de la tarde creo que lo mejor será que vayamos a casa por ahora.

—Si, necesito una ducha.

En ese momento emprendimos nuestro camino. Subimos las escaleras y salimos a las vías del tren. Fue entonces cuando me di cuenta de algo.

—¿Hmmm?

Presioné mi bolsillo por encima. No había ninguna sensación algo que debía estar allí. Palpé el interior, pero descubrí que mi bolsillo estaba vacío.

—¿Que ocurre? —preguntó Hanashiro.

—Parece que perdí la llave de mi casa.

—Eh… ¿y no tendrás problemas con eso?

—Tengo una de repuesto en casa, así que estoy bien. Sólo necesito matar algo de tiempo en algún lugar hasta que se haga de noche…

Al decir de noche, me refería precisamente hasta que mi padre llegara del trabajo. En los días festivos él llegaba más temprano así que podría entrar a casa como a las ocho.

—Oye… —exclamó Hanashiro repentinamente.

No sabía si era por las quemaduras del sol, pero ella tenía la cara roja. Luego me dijo con timidez.

—¿Quieres venir a mi casa?

El condominio donde vivía Hanashiro estaba situado relativamente cerca del pueblo.

Atravesé la puerta con cerradura automática y recorrí el impecable pasillo interior. Siento decir esto, pero, aunque era un condominio similar a donde vivía Kawasaki-san, este era mucho más grande y mucho más bonito. Nos detuvimos frente a una puerta. El nombre en la placa de la puerta no decía «Hanashiro».

Por cierto, ¿no había dicho que no tenía padres? Eso es lo que me dijo Hanashiro el día que agredió a aquel senpai. Me alegró de haberlo recordado antes de preguntarle. Ella abrió la puerta y la seguí al interior. Una mujer de unos cincuenta años se asomó desde una habitación situada junto a la entrada. Llevaba su pelo grisáceo recogido en un moño y una bolsa reutilizable en la mano. Parecía que iba de compras. Hanashiro se detuvo y le dijo «ya estoy aquí». Me pregunté por qué estaba siendo tan educada, a pesar de que probablemente vivían juntas, pero solamente incliné la cabeza y dije: «con permiso».

—¿Trajiste un amigo, Anzu? —La mujer me miró sorprendida. Y de repente, se tapó la boca con la mano—. ¿Quieres que prepare algo de té?

Hanshiro negó con la cabeza y respondió:

—No te preocupes, mejor ve a hacer tus compras.

—¿Segura? Bueno, entonces me voy.

La mujer pasó a mi lado y se fue de la casa.

—Ven aquí…

Hanshiro me hizo una señal, y fui tras ella por el pasillo.

—Es mujer es mi tía.

Hanashiro me explicó como si hubiera adivinado de antemano lo que yo quería saber.

—Mi tía perdió a su esposo hace dos años y su hija ya es una mujer independiente así que estaba sola. Ahora vivimos juntas. Apenas hablábamos antes de eso, así que por eso hablo formalmente con ella.

—Ya veo…

—Entra aquí.

Hanashiro me instó a entrar a una habitación al final del pasillo.

—Estaré contigo en un minuto.

Al cabo de un rato, Hanashiro volvió con una toalla y una taza en la mano.

—Toma, una toalla húmeda y té.

—Oh, gracias.

—Iré a darme un baño. Tú límpiate con eso y espérame.

Tras encender el aire acondicionado con el control remoto, Hanashiro volvió a salir de la habitación y me quedé solo. Me senté en el suelo y bebí un poco de té. Luego miré alrededor de la habitación, limpiándome la cara y el cuello con la toalla húmeda que me había dado. Lo más llamativo era una enorme estantería que cubría toda una pared. Los libros puestos allí, iban desde libros de bolsillo hasta mangas, y estaban ordenados por editoriales. Creo que en eso salía a relucir la personalidad de cada uno. Lo siguiente que me llamó naturalmente la atención fue un escritorio que tenía allí. Toda la habitación estaba muy ordenada, excepto ese escritorio. Estaba repleto de libros y virutas de goma de borrar. No tenía nada de especial, era una habitación sencilla, similar a la de Kawasaki-san. ¿Acaso eso era normal entre las chicas modernas? ¿O es que acaso yo tenía una idea equivocada en mis expectativas de cómo se tenía que ver la habitación de una chica?

Mientras observaba la habitación, terminé de limpiarme y me quedé sin nada más que hacer.  Me sentía inquieto estando allí simplemente esperando. El dulce olor de la habitación de una chica me distraía de mis pensamientos. Me acerqué a la estantería con la intención de distraerme leyendo alguno de sus mangas. Sabía que a ella no le molestaría que tomara prestado uno de sus mangas.

Encontré precisamente uno que ya llevaba un tiempo queriendo leer, así que lo saqué. Sin embargo…

—¿Mmm?

Había un sobre metido entre el manga y la estantería. Parecía que había sido ocultado. Con curiosidad, lo tomé. Al revisar el sobre, miré el anverso y vi la palabra «Yuto-sha» y el logotipo de una empresa impresos en él. El sobre ya había sido abierto. Era una mala idea mirarlo sin permiso, así que intenté devolverlo a su sitio, pero me detuve.

—Yuto-sha… ¿no es esa empresa que…?

En cuanto me di cuenta, me vino a la cabeza una escena de cuando que entré en el túnel de Urashima con Hanashiro.          

«¿Acaso Hanashiro…?»

La curiosidad y la culpa se peleaban dentro de mí, y la curiosidad fue ligeramente más fuerte. Entonces saqué ligeramente los papeles que había dentro…

—Oh, vaya…

La puerta se abrió de golpe.

—Siento haberte hecho esperar. —dijo Hanashiro—. Ah, eso…

—Si, estaba un poco aburrido así que lo tomé prestado.

Me senté en el suelo, me recliné sobre la cama y levanté el manga. ¿Acaso le había molestado? tuve que preguntarle, a lo que respondió que en absoluto. Hanashiro se había vestido con una delgada blusa de tirantes y unos shorts, lo que la hacía estar más expuesta que nunca. Mi corazón comenzó a latir muy fuerte con el mero hecho de estar en el mismo espacio que ella. Esa tensión alcanzó su punto más alto cuando ella se acercó y se sentó a mi lado. Tuve que dejar de leer el manga poniéndolo sobre la mesa y comencé a hablar con ella para romper la tensión.

—¿Lees mucho manga? —le pregunté.

—Sí, ¿es raro?

—Sí, un poco. En la escuela lees otro tipo de libros.

—¿Has estado mirándome?

—Bueno, es que destacas mucho.

Hanashiro se rio modestamente. Me sentí un poco menos nervioso.

Entonces comenzamos a hablar de cosas casuales. Hablamos de nuestros mangas favoritos, de nuestras novelas favoritas, nuestra comida favorita y de otras cosas tan triviales. El tiempo llenaba la habitación con una textura melosa y fluía lenta e inexorablemente.

—En realidad sí tengo padres —Sólo después de haber hablado de un juego al que solíamos jugar, me confesó eso—. Siento haberte engañado, pero no miento cuando digo que esta no es mi casa. Mis padres están en Tokio. Los dos son personas muy estrictas y no podían soportar que yo fuera rebelde de ninguna manera. Así que me exiliaron a este lugar con mi tía, con el pretexto de “rehabilitarme”.

—¿Exiliarte?

No pude evitar sonreír amargamente.

—Pues suelen usar esa palabra incluso cuando te envían a un lugar que no sea una isla del país.

Me reí porque, realmente nuestro pueblo no era tan remoto como aparentaba.

—Odiaba a mis padres. Odiaba a las personas que creían ciegamente en un trabajo que ni siquiera era tan bueno y despreciaba a los que tomaban el camino precario hacia sus sueños. Pero cuando me enteré de que me enviaban a Kouzaki, me quedé muy sorprendida. Y aunque decía una y otra vez que los odiaba, algo muy dentro de mí no me permitía odiarlos realmente. Parezco una tonta ¿verdad? —Hanashiro se ridiculizaba a sí misma—. Llegué a Kouzaki con esa clase de vergüenza en mi corazón, y estaba un poco desesperada. Ya me había metido en peleas antes, pero era la primera vez que un chico me daba una bofetada en la cara y una patada en el estómago y, para serte sincera, tenía ganas de echarme a llorar —Hanashiro continuó—. Pero en ese momento apareciste tú… ¿Te acuerdas? ¿Qué fue lo que me respondiste cuando te dije que no tenía padres?

—Pues… creo que te dije: “Bien por ti”.

—Si, pero tus palabras no llevaban odio, ni lástima. Tan solo naturalidad. En ese momento pensé: “él debe tener problemas más grandes que yo”. Esa fue la razón por la que te seguí ese día después de la escuela. Quería averiguar la razón por la cual me dijiste eso.

—Ya veo…

—Tal vez sea muy inapropiado, pero siempre he admirado al inusual Touno-kun con sus diversas circunstancias.

De repente, el hombro desnudo de Hanashiro tocó mi brazo. Ella olía tan dulce que hacía que la cabeza me diera vuelas.

—Oye, Touno-kun… mírame.

Lentamente dirigí mi mirada hacia Hanashiro. Ella alzó su rostro a mí con los ojos húmedos. Unos labios brillantes. Su garganta subió y bajó.

—Tú me…

—Hanashiro…

Ella iba a decirme algo, pero la interrumpí rápidamente. Me sentí tan mal como si hubiera dejado caer un cuchillo sobre la cabeza de un pez.

—¿Qué sucede?

La mirada de Hanashiro lucía insatisfecha. Entonces le dije:

—¿Tu dibujas manga?

Al principio, Hanashiro parecía no saber de lo que hablaba. Me preocupaba haber cometido un error. Pero acabó siendo una preocupación superflua.

—¿Eh? Ah.. qu…

Hanashiro se estremeció y abrió y cerró la boca como un pez en un estanque. Su rostro, que ya estaba sonrojado, se sonrojó aún más, y sus ojos se abrieron de par en par. Una mezcla de conmoción, vergüenza y bochorno, todas ellas emociones muy puras, inundaron su rostro.

—¿¡Co-co-cómo lo supiste!?

Todavía impactada, Hanashiro me pidió una explicación.

—Cuando tomé el manga, vi por casualidad un sobre. Me preguntaba qué era y cuando miré dentro, encontré un documento que parecía ser una hoja de evaluación. Te la dan cuando participas en un concurso de manga o algo así ¿verdad?

Hanashiro me sujetó con un extraño sonido de «Gih». A corta distancia, no pude esquivarla y fui inmovilizado en el suelo.

—¿¡Por qué viste eso!? —exclamó mientras se montaba en mí a horcajadas y me sacudía los hombros.

Al moverse bruscamente, los tirantes de su blusa se deslizaron a los lados dejándome ver parte de su brasier. Rápidamente volteé a ver hacia otro lado.

—Me dejé llevar por la curiosidad… —respondí.

—¡N-no revises las cosas de los demás sin su permiso!

—Lamento haber hecho eso, no es necesario que te sientas avergonzada.

—¡No estoy avergonzada! ¡Estoy molesta!

Ella estaba tres veces más alterada de lo que pensé que estaría.

—Por cierto, tuviste una puntuación bastante alta. El escenario me pareció interesante y me gustaría verlo si fuese posible.

—¿Eh?

De repente, aquellas manos que me sujetaban de los hombros y me sacudían vigorosamente se detuvieron abruptamente. Yo aproveché la oportunidad para arrástrame y salir de entre sus piernas. Entonces nos miramos de frente.

—Tu escritorio es un desastre Es porque sigues dibujándolo ¿no? Quiero ver tu manga.

—No, jamás… No es algo que tenga el nivel suficiente como para ser visto por alguien más.

Parecía tan vulnerable. como si hubiera mentido cuando me dijo que estaba enojada. Era simplemente embelesante.

—Has participado en esos concursos porque quieres ser una mangaka ¿verdad? En ese caso es mejor que alguien más lo vea. Muéstramelo a mí. Yo te daré mi opinión. Por favor.

—Me da mucha vergüenza.

Ella volvió a negarse.

—¡Quiero verlo! ¡Tengo tantas ganas de ver el manga de Hanashiro-sensei! Si quieres, ¡te pagaré para que me lo enseñes!

—Está… Bien…

No sabría decir si estaba contenta o molesta con mi reacción. Pero Hanashiro se arrastró hasta la parte delantera de su escritorio y sacó un montón de papeles de uno de los cajones. Luego me lo tendió con las dos manos como si me estuviera entregando un certificado de reconocimiento.

—Este es el más reciente que he dibujado. Míralo si quieres…

—¿Me dejarás verlo?

—S-Sí, pero no te hagas ilusiones. Realmente son solo garabatos comparado con una obra profesional…

—Voy a mirarlo detalladamente.

Acepté cuidadosamente el manuscrito, que estaba sujeto con un clip. La imagen de la portada era bastante buena. A simple vista, no parecía tener nada que envidiarle a las ilustraciones profesionales. Podía esperar mucho de ese manga. Así que empecé a pasar las páginas.

—…

Se hizo el silencio en la habitación. Tanto que el sonido del aire acondicionado en marcha parecía muy fuerte. Mientras leía, Hanashiro parecía incómoda. Se revolvía el pelo con las yemas de los dedos y cambiaba varias veces de posición al sentarse. Era refrescante verla en ese estado, y cuando la miraba ella al mismo tiempo que pasaba las páginas, se enojó y me dijo que lo leyera bien. Me disculpé y me concentré en su manga. Lo terminé de leer en menos de cinco minutos. El género era ciencia ficción. La historia trataba de una chica que tenía la suerte de sobrevivir en un mundo en el que la humanidad había sido destruida, y emprendía un viaje en busca de otros sobrevivientes.

—¿Q-qué opinas? —me preguntó Hanashiro tímidamente. Estaba muy nerviosa.

Antes de que me diera cuenta, estaba sentada en seiza[1].

Entonces le di mi sincera opinión.

—¡Me encantó! —Levanté el manuscrito y hablé con entusiasmo—. Me atrajo la determinación de la protagonista. Sobre todo, me encantó la última parte donde ella resulta ser un androide que creía que era un humano. El hecho de que entre en un espiral de desesperación en un momento dado, pero que luego se recupere y continúe su viaje en búsqueda de sobrevivientes, realmente me impactó. Cuando lo terminé, me di cuenta de que metiste indicios en toda la historia de que la prota resultaría siendo un androide. Me encantaría leerlo de nuevo. En verdad fue muy interesante.

—¿D-De verdad?

Fue una respuesta con una especie de voz aguda.

—Por supuesto. No me sentiría fuera de lugar leyéndolo en una revista semanal de manga. Es realmente sorprendente. Jamás imaginé que tendrías estas habilidades. Si lo metes a participar a otro concurso…

—Ah, e-espera un momento.

Hanashiro se levantó bruscamente y se lanzó a la cama, enterrando su cara en la almohada.

Justo después de preguntarme qué estaba haciendo, empezó a agitar las piernas a gran velocidad.

—¿Ha-Hanashiro?

—¡¡Hmmmmmmmm!!

Una un grito silenciado por la almohada se filtró. Al parecer, estaba bastante contenta. Y al mismo tiempo, tenía mucha vergüenza. El pataleo continuó durante un par de segundos más sin disminuir el ritmo. Cuando terminó, se detuvo como si se le hubiera acabado la energía. Luego levantó lentamente su cuerpo. El flequillo se le había pegado a la frente y su respiración se había vuelto agitada.

—Podría haber celebrado durante años.

—Jaja. Valió la pena leerlo. Mientras a ti te parezca bien, siempre lo leeré. Después de todo, si quieres ser una artista de manga, es mejor que los demás vean tu trabajo.

—No dibujo con la suficiente seriedad como para aspirar a eso. Sólo de vez en cuando presento mi trabajo a los concursos así que…

—¿En serio? Que desperdicio. Es una historia interesante.

—Bueno, no creo que… —Murmurando, Hanashiro apartó la cara.

Las puntas de sus orejas volvían a estar rojas.

En cuanto recuperó la compostura, dije: «Por cierto», y comencé a hablar.

—Hay algo que quiero preguntarte…

—¿Hmm? ¿Qué es?

—Aquel montón de páginas de papel que encontramos en el túnel de Urashima eran mangas que tu dibujaste?

Los ojos de Hanashiro se abrieron ligeramente. Pero sólo fue un momento, y rápidamente se enderezó y asintió con la cabeza.

—Si. todas esas páginas eran dibujos que yo hice cuando estaba en la secundaria.

—Me lo imaginaba…

Por alguna razón, yo sabía que aquel montón de papeles eran páginas de manga. La pregunta era: ¿qué significaban para Hanashiro?

—Siento lo de aquella vez. Sé que fui una molestia.

—Tranquila. Eso ya pasó. Lo único que me interesa saber es de qué trataba ese manga.

Con una mirada de resignación en su rostro, Hanashiro respondió en voz baja:

—Era un manga que mis padres me tiraron a la basura.

—¿Lo tiraron?

—Sí. Cuando tenía diez años, fui regañada por mi profesor por dibujar manga durante las clases, y en una visita que hizo a casa, mis padres se enteraron. Ellos tiraron todo lo que había dibujado delante de mí, diciéndome que dejara de hacer tonterías.

—Debió ser duro para ti.

—Dibuje todas y cada una de esas páginas con mucho afán. Lloré mucho y tuve una gran pelea con mis padres. A partir de entonces los dibujé como si fuera a mostrarlos. Nunca le dije a nadie, pero yo seguí dibujando. Esa es probablemente la razón por la cual mis padres me enviaron a este lugar.

—Ya veo…

Fue una historia desgarradora. Ahora podía comprender por qué Hanashiro recogió desesperadamente aquellas páginas de manga esparcidas por el túnel. Pero su pasión por lo que quería hacer, a pesar de que sus padres desaprobaban que dibujara manga, me pareció muy valiosa.

—Si te gustaba tanto dibujar manga, no tenías que ocultarlo.

—Tuve que ocultarlo precisamente porque me gusta.

—¿En serio?

—Sí.

Fue una respuesta contundente. Tras una breve pausa, Hanashiro preguntó con asombro:

—¿Pero, por qué aparecieron mis dibujos en el túnel de Urashima?

—¿Por qué? Pues, supongo que era porque tu querías recuperarlos ¿no?

—¿Yo… quería recuperarlos?

—No tiene sentido que me preguntes a mí.

—Para ser sincera, todavía no estoy segura. Nunca podría dejar ese manga en el túnel, pero eso, a decir que es algo que yo quería o deseaba es distinto… todavía no lo entiendo.

—Hmm…

Ella dio una respuesta vaga. Me apoyé en la cama y miré a la nada. Y entonces, una voz se filtró. Hanashiro me miró con cierta sorpresa. Yo también me sorprendí.

—¿Que ocurre?

—No es nada.

Mientras me decía eso, mi mente daba vueltas. Algo. Como un relámpago en un cielo nublado pasó por mi mente; tuve una epifanía.

Empecé a hacer memoria. Tal vez era algo muy importante. Sentí que algo estaba conectado. Reuní todas las piezas dispersas en mi cerebro, las junté, y si no estaban bien, probé de otras formas. Entonces, saqué una conclusión.

—¿Será eso?

Lo que encontramos en el túnel de Urashima tenían una sola cosa en común. Realmente no era: «puedes tener todo lo que deseas». Porque, solo podíamos obtener algo que viniera de nuestro pasado…

Justo cuando pensaba en eso, oí que se abría la puerta. Aparentemente la tía de Hanshiro había vuelto. Miré el reloj de la pared y vi que ya eran las siete de la noche.

De momento, lo mejor era no contarle a Hanashiro la idea que acababa de tener. No estaba seguro, y no quería confundirla con especulaciones innecesarias. Entonces me puse de pie.

—Bueno, creo que es hora de que me vaya a casa.

—¿A-Ah sí?

Hanashiro bajó claramente los hombros con tristeza. No quería verla en ese estado.

—Quedemos en vernos la próxima vez —le dije—. ¿Sabes qué es lo siguiente que vas a investigar del túnel de Urashima, Hanashiro?

—He decidido ya no investigar nada más. No se me ocurre nada más que hacer.

Hanashiro me miró con seriedad mientras se componía los tirantes de su blusa que estaban desaliñados.

—La próxima vez, creo que haremos una exploración seria.

Seria.

—¿Exploración seria?

—Touno-kun. Tú quieres recuperar a Karen-chan y yo quiero ser especial. No vamos a salir de allí hasta que ambos hayamos conseguido nuestros objetivos.

En ese momento tragué saliva con la respiración contenida. Por fin había llegado el momento.

—¿Has pensado en la fecha de cuando haremos eso? —le pregunté.

—Si, estoy pensando en que lo hagamos el 2 de agosto.

—Pues el 2 de agosto será. Por cierto ¿Tiene algo de particular ese día?

—No tiene nada de especial, solo que pensé que era mejor dejar un margen de tiempo prudencial.

Es cierto que había que estar preparados para muchas cosas. Había que pensar en lo que íbamos a llevar cuando entráramos al túnel, y en lo que íbamos a hacer que hacer después de salir.

Salí de la habitación de Hanashiro, acordando que los detalles de los preparativos los discutiríamos vía correo electrónico más tarde. Me puse los zapatos y abrí la puerta.

—Nos vemos después.

—Oye, Touno-kun…

—¿Sí?

Hanashiro se retorcía con timidez y estuvo a punto de decirme algo, pero se contuvo.

—Lo siento, no es nada. Te veo luego.

—Si, hasta luego.

Cerré la puerta con un golpe.

Lo último que vi de la cara de Hanashiro fue un poco de tristeza, y sentí un dolor agudo en el pecho.

Era de mañana y nos faltaba menos de una semana antes de la exploración. Mientras descansaba en mi habitación, recibí un mensaje de Hanashiro.

«Kawasaki me invitó al festival ¿Irás tú?»

El festival en esa época del año se refería a un espectáculo de fuegos artificiales que se celebraba en un pueblo vecino. Era el evento más grande y popular de la zona, con más de seis mil fuegos artificiales que atraían a mucha gente de todo el país cada año. Yo ya había estado en ese festival cuando Karen aún vivía. Ni me acordaba que el festival de fuegos artificiales iba a ser esa misma noche.

Realmente no estaba seguro de querer ir. Nunca fui bueno con las multitudes.

Abrí el formulario de correo y escribí: «Lo siento. yo paso». Nada más me quedaba pulsar el botón de enviar, pero… no pude mover el dedo. Dos factores me lo impedían: En primer lugar, cuando miré el texto del correo electrónico de Hanashiro, no decía: «¿Quieres venir?» En su lugar decía «¿Irás tú?» Podía sentir la vacilación de Hanashiro en como formuló la pregunta. No me estaba invitando a ir, sino confirmando si yo tenía planes de ir. Era sólo una suposición mía, y puede fuese algo arrogante, pero Hanashiro probablemente no se sentía cómoda yendo solo con Kawasaki-san, y quería que yo estuviera allí. Si yo decía que sí, ella también iría y si yo decía que no, entonces ella tampoco. Al pensar en Kawasaki-san, me daba un poco de pena y ya no me atreví a decir que no. Ese fue el primer factor. La segunda razón fue la misma que cuando Kaga me invitó a comer: un sentimiento autocompasivo de que podría ser mi última vez.

—Me pregunto qué debo hacer…

Me di la vuelta como pude sin caerme de la cama. Entonces escuché el sonido de la puerta del baño abriéndose en el piso de abajo. Era mi padre. Se suponía que tendría que estar en el trabajo, pero por alguna razón estaba en casa. Tal vez le habían dado el día libre en compensación de un día anterior, o tal vez había pedido sus vacaciones anuales pagadas. Fuera lo que fuera, no me entusiasmaba verle la cara durante demasiado tiempo.

—De acuerdo…

Borré el mensaje anterior y escribí uno nuevo que decía: «Si voy a ir. ¿Dónde y a qué horas nos vemos?». Luego lo envié.

No quería tener que tratar con mi padre, así que preferí irme.

Una vez decidido eso, era hora de prepararse. Salí de la habitación y me dirigí al despacho de mi padre. Papá estaba sentado en un cojín viendo la televisión, con cara de aburrimiento. Respiré hondo y le hablé.

—¿Qué quieres, Kaoru?

—Voy a salir esta noche…

—Ah… Está bien ¿a qué horas regresas?

—Talvez en la madrugada.

—¿Y no vas a cenar?

—Me iré después de comer.

—Muy bien. Entonces ten cuidado.

Asentí con la cabeza y volví a mi habitación, sorprendido de haber sido capaz de mantener una conversación decente con él durante tanto tiempo.

Por alguna razón, mi padre había estado de buen humor en esos últimos días. Antes, ni siquiera respondía cuando le hablaba, pero esta vez, incluso me preguntó si iba a cenar. No le había oído decir algo así desde la muerte de Karen. Ahora que lo pienso, papá nunca se quejó cuando insistí en quedarme fuera toda la noche para investigar el túnel de Urashima, o cuando se me hizo tarde al volver a casa. Me preguntaba si le había ocurrido algo bueno. pero luego de pensarlo un rato, hice el tema de lado, porque realmente no me importaba.

Cuando el cielo estaba naranja por el atardecer, llegué a la parada de autobús que Hanashiro me dijo.

Normalmente sería raro ver a una sola persona adulta esperando en la parada del autobús, pero estaba vez había una cola. Supongo que todos iban al lugar de los fuegos artificiales. Algunos llevaban yukatas o jinbeis[2]. Pero no vi a Hanashiro ni a Kawasaki-san entre ellos. Faltaban cinco minutos para la salida, así que ya deberían haber llegado. Mientras pensaba en eso apresuradamente, me tocaron el hombro por detrás.

Me giré y vi a Hanashiro. Llevaba un vestido azul pálido.

—¿Esperaste mucho?

—No, acabo de llegar.

—Ya veo. ¿Qué hay de Kawasaki? ¿No ha venido?

—Parece que no… ¡Ah!

Vi a Kawasaki-san vestida con yukata en la acera del otro lado de la calle. En cuanto se percató de mi presencia, cruzó la acera y se acercó haciendo sonar sus sandalias de madera. Llevaba un yukata de color melocotón bordado con peces de colores, y cuando me vio, su rostro se distorsionó descaradamente.

—¡Geh…! ¿Qué hace Touno aquí?

Al parecer ella no sabía que yo iba a ir.

—Yo lo invité —dijo Hanashiro—. Creo que dos personas son mejor que dos.

—¿En serio? Bueno, si Anzu te invitó, por mí está bien.

—¿Anzu?

Ciertamente ese era el nombre de Hanashiro.

—Kawasaki insistió en llamarme por mi nombre —explicó Hanashiro.

Ya veo. con que eso sucedió.

—Parece que ahora son buenas amigas —dije.

No era mi intención burlarme de ella, pero Hanshiro me pegó en el hombro. Un rato después, llegó el autobús. Los tres nos subimos. La mayoría de los asientos ya estaban ocupados. Hanashiro y Kawasaki-san consiguieron sentarse juntas, pero a mí me tocó irme de pie. Las puertas se cerraron y el autobús se puso en marcha.

—Oye, ¿qué te parece mi Yukata? —le preguntó Kawasaki-san a Hanashiro.

—¿Tu qué piensas Touno-kun??

Hanashiro me pasó la bola a mí.

—C-Creo que le queda muy bien…

—Yo también pienso lo mismo.

—Lo sabía, ustedes dos están saliendo.

Kawasaki.san me fulminó con la mirada. Ni Hanashiro ni yo lo negamos.

Al llegar a un semáforo, el autobús frenó de golpe y se sacudió. Casi me caigo, pero me agarré a las correas y recuperé la posición. Menos mal. Pero Kawasaki-san seguía mirándome mal y luego dejó escapar un suspiro exasperado.

—Anzu ¿qué le viste a este tipejo?

—¿Tipejo?

—Sí. ¿No te parece soso y poco fiable? Ni siquiera es guapo.

—No digas eso.

Hanashiro le contestó una voz fría y penetrante. Kawasaki-san se estremeció y se volvió hacia mí.

—Entonces ¿qué me dices tú, Touno? ¿Qué fue lo que te gustó de Anzu?

—¿Eh? ¿qué fue lo que me gustó de ella?

—Ah, yo también tengo curiosidad —dijo Hanashiro.

Las dos me miraron fijamente esperando mi respuesta. Me habían metido en un pequeño embrollo.

—Bueno, se supone que no debo hablar de ello.

—¿No tienes nada que decir?  —Hanashiro frunció el ceño.

Si no le daba algún tipo de respuesta, iba a ser un problema.

Volví mi rostro hacia otro lado y traté de idear las frases más seguras y discretas que podía.

—Su o…

—¿Su o?

—Su olor, supongo…

Kawasaki-san frunció el ceño y se abrazó a sí misma. Creo que elegí la pero palabra posible para responder a eso.

—Oh no. Creo que es un poco asqueroso y repugnante. ¿A Touno le gusta oler a las chicas?

Agité las manos en el aire y lo negué.

—E-Estás malentendiendo las cosas. Yo no ando por allí oliendo a todas las chicas. Solo a Hanashiro y fue por casualidad.

—¿En qué tipo de situación hueles a alguien por casualidad? Dame detalles.

—No es lo que piensas, Kawasaki-san. Hanashiro, dile algo.

Hanashiro estaba ocupada oliéndose a sí misma y luego preguntó con ansiedad:

—¿Cómo se supone que huelo?

Tras bajar del autobús, nos dirigimos al lugar de los fuegos artificiales. Ya estaba oscuro y afortunadamente, esa noche habíamos sido bendecidos con cielos despejados y no había ni una sola nube.

Los fuegos artificiales se lanzaban desde la otra orilla del río, por lo que los ciudadanos de a pie, teníamos que verlos desde el lado opuesto, y los puestos de comida se alineaban a lo largo de la rivera. No había mucha distancia entre la parada del autobús y el lugar del festival; podíamos oír el ajetreo del festival mezclado con el ruido de los escapes de los automóviles en el tráfico.

Luego de caminar un poco por la acera, el dulce olor a bizcocho llegó a mi nariz.

—¿Alguna de ustedes tiene algo planeado para la velada? —pregunté mientras caminábamos.

Hanashiro negó con la cabeza y Kawasaki-san respondió:

—Yo tampoco tengo nada planeado, pero me gustaría intentar el juego de capturar pelotas cuando ya sea hora de irnos.

—Ah, eso es divertido.

Kawasaki-san me miró con cierta duda e inmediatamente se sonrojó.

—¡No, no lo es! No quiero jugar ni nada. Es solo que mis hermanitos quieren esas pelotas puntiagudas de colores que dan como premio.

Ah, esas cosas. Eran pelotas de hule que se pinchaban en un par de días y luego ya no servían para nada.

—Lo pensé antes, pero eres inesperadamente amable con tus hermanos menores —comentó Hanashiro— Incluso juegas con ellos y todo.

—¿A qué te refieres con «inesperadamente»? Por cierto, Anzu… ¿tú tienes hermanos?

—Soy hija única.

—¿De veras? A mí me gustaría ser hija única.

—¿Hablas en serio?  A mí me gustaría tener un hermanito o hermanita.

—Es todo un lío. Siempre me piden que juegue con ellos, y tengo que bañarme con ellos también.

—¿T-Te bañas con ellos?

Me sentía aliviado cuando veía a Hanashiro mantener una conversación normal con una persona que no era yo. Me sorprendía cómo ella, siendo una persona rebelde a la que le gustaba hablar con los puños, se había vuelto tan sociable. Me estaba sintiendo como un padre que vigila el crecimiento de su hija. En la medida de lo posible, me mantuve al margen de su conversación y caminé detrás de ellas como si solo las estuviera cuidando. Cuanto más nos acercábamos al lugar de los fuegos artificiales, más se llenaba de gente. Cada vez veíamos más puestos, y el fragante aroma del aceite de la comida frita y la salsa yakisoba flotaba en el aire. En eso, Oí el sonido de un estómago gruñendo como en un dibujo animado.

Hanashiro volteó a ver acusadoramente a Kawasaki-san.

—¡Oye no! —exclamó Kawasaki-san—. ¡A mí no me mires! ¡Esa fuiste tú!

Kawasaki-san se puso las manos en las caderas con un ligero enfado. Hanashiro había intentado quitarse la vergüenza acosándola a ella sin pensarlo dos veces.

—Si tienes hambre, vamos a comer algo —sugirió Kawasaki—san—. Aún hay tiempo antes de que comiencen los fuegos artificiales.

Miré mi teléfono y vi que eran exactamente las siete de la noche. El lanzamiento sería a las ocho.

En cualquier caso, caminamos por el lugar y miramos los puestos de comida.

Un poco más adelante, Hanashiro se detuvo. Estaba mirando los Ikayakis con una mirada curiosa.

—Guau, están asando un calamar entero.

—Si, eso es llama Ikayaki —le dije—. ¿No los habías visto antes?

Hanashiro negó con la cabeza.

—Lo he visto en la televisión algunas veces, pero nunca he estado en un festival ni nada parecido…

—Ya veo.

Me preguntaba si no se celebraban muchos festivales en Tokio o simplemente a ella nunca la habían llevado a uno.

—¿Que tal son los pulpos a la plancha?

—Son bueno. ¿vas a comprar uno?

—Pero, es que también quiero probar el Takoyaki[3].

Hanashiro tenía una expresión muy seria en su rostro. Entonces Kawasaki-san le dijo:

—Bueno, ¿sabes qué? ¿Por qué no compras las dos cosas? Hay un puesto de Takoyaki cerca. Yo también tengo hambre, así que haré cola por ti.

—¿De verdad? ¿Puedes pedirme un Takoyaki entonces?

—Claro.

Después de que Hanashiro le entregara el dinero, Kawasaki-san se dirigió al puesto de enfrente para comprar unos Takoyakis. Mientras tanto, Hanashiro pidió un Ikayaki al hombre que atendía el puesto en el que estábamos.

Al sentir el olor de la salsa Yakisoba, también me dio hambre. Tenía que haber un puesto de Yakisoba por allí.

—Hanashiro, voy a comprar algo de Yakisoba[4].

—Está bien. Te esperaré aquí cuando llegue Kawasaki.

—De acuerdo.

Me di la vuela y me dirigí al puesto de Yakisoba.

Afortunadamente el puesto estaba vacío así que pude comprar mi Yakisoba de inmediato. Cuando regresé, vi que Hanashiro ya no estaba delante del puesto de calamares, sino que se había ido a sentar con Kawasaki-san y ya estaban comiendo. Hanashiro estaba mordiendo su calamar con muchas ganas. Parecía gustarle. Busqué un lugar para sentarme, pero solo era una carpa sencilla instalada entre los puestos, con sólo un asiento para dos personas y ya estaban ocupado. No tuve más remedio que quedarme de pie y comer mi Yakisoba, cuando de pronto Hanashiro dijo: «

—Espera un momento. Kawasaki ¿puedes hacerte un poco más para allá?

—¿Así?

—Sí, gracias, Ven Touno-kun.

Hanashiro me llamó, palmeando el espacio de unos 30 centímetros que habían creado al llenar los asientos. Le di las gracias y me senté. No era muy cómodo, pero era mejor que estar de pie. Menos mal. Sin embargo, la proximidad de los hombros de Hanashiro a los míos me hizo sentir un poco nervioso. Abrí el empaque del Yakisoba, metí los palillos y sorbí los fideos. La salsa era espesa y pegajosa, pero sabía muy bien.

—Touno-kun, Touno-kun

Me pincharon en el hombro un par de veces y cuando me di la vuelta, vi a Hanashiro apuntándome con un palillo y diciéndome que abriera la boca.

—No, yo…

Estaba a punto de negarme, pero Kawasaki-san, que estaba junto a Hanashiro, me fulminó con la mirada otra vez. Parecía estarme diciendo que me lo comiera. Estaba asustado y no tuve opción. Me arriesgué y mordí el Takoyaki.

 Que me dio.

—¡Ah! ¡Está caliente! ¡Quema!

—¡Ajaja!

Hanashiro y Kawasaki-san se echaron a reír.

Me daba gusto que se divirtieran, pero ese bocado que me dieron estaba muy caliente. Le di vueltas al Takoyaki dentro de mi boca hasta que finalmente pude terminármelo. La lengua se me había entumecido.

—Lo siento, fue idea de Kawasaki —dijo Hanashiro.

—Es algo valioso, así que saboréalo correctamente —dijo Kawasaki-san.

Para ser sincero, estaba tan caliente que ni siquiera tuve chance de distinguir el sabor, pero asentí de todos modos.

Iba por la mitad de mi Yakisoba cuando Hanashiro se levantó.

—Voy a buscar un poco de jugo. ¿Quieres algo de beber?

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Kawasaki-san

—No, si abandonan sus asientos, los perderán así que iré yo.

—¿Sí? Bueno, yo quiero una cola Cheerio. Si no hay, tomaré una cola normal.

—Yo tomaré una bebida deportiva. Si no hay, tomaré lo mismo que Kawasaki-san.

Hanashiro salió de la carpa diciendo «ya regreso».

—Hanashiro ha cambiado… —dije.

—Y que lo digas… —respondió Kawasaki-san.

Era extraño, pero quizás por primera vez Kawasaki-san y yo estábamos en sintonía.

—Hablando de cambios, creo que tu también has cambiado, Kawasaki-san. Ahora eres mucho más amistosa que antes.

—Sí, soy consciente de eso. Han cambiado muchas cosas desde que llegó Anzu —Kawasaki-san sonrió.

Definitivamente, Kawasaki-san era la que más había cambiado desde que Hanashiro se trasladó a nuestra escuela. Aun no estaba seguro si el cambio la había beneficiado, pero me pareció que ella había crecido como persona. Al menos para mí, era mejor ser amable que dar miedo. 

—Estoy muy agradecida con Anzu… espero poder corresponderle debidamente algún día…

Sentí una punzada en el pecho al ver que Kawasaki-san miraba al cielo con reverencia. Como para disimular el dolor, devoré el Yakisoba que me quedaba de un solo trago.

Un rato después, Hanashiro volvió. Los tres seguimos conversando y bebiendo nuestros refrescos, y cuando nos entró hambre de nuevo, compramos unos bizcochos y los compartimos.

Nos olvidamos por completo de los fuegos artificiales hasta que sonó el primero.

—¡Oh, no! El terraplén se va a llenar de gente —exclamó Kawasaki-san—. Démonos prisa.

Nos metimos el resto del bizcocho en la boca, nos echamos un trago de nuestras bebidas y nos dirigimos al terraplén a la rivera del rio. Por el camino, tiramos la basura en una papelera.

Justo como dijo Kawasaki-san, el terraplén estaba lleno de gente. Había mantas azules por todas partes, aunque no tanto como para que no pudiéramos andar por allí de píe. Deambulamos entre la multitud buscando un espacio con menos gente y conseguimos encontrar un hueco en el que podían sentarse tres personas.

Kawasaki-san sacó una manta de su bolsa y la extendió en el suelo. Estaba pensada para dos personas, pero los tres pudimos sentarnos sin dificultad. Entonces miramos al cielo.

Un rugido atronador golpeó mi corazón. Un destello de luz de colores pintó el cielo. Los petardos parpadeantes emitieron un sonido que grabó una imagen en mis retinas y se fundió en la oscuridad. Los fuegos artificiales se lanzaron uno tras otro y siguieron iluminando la noche.

—Es hermoso —murmuró Hanashiro con asombro, sentada a mi lado.

Los fuegos artificiales se dispararon y, tras una pausa sorprendentemente larga, explotaron. Los destellos de luz surcaron el cielo como energéticos peces killis[5]. Se elevó una ovación. Un sauce dorado con una cola de chispas cayó. A continuación, floreció una gran flor, seguida de innumerables fuegos artificiales. Las peonías florecían, las abejas volaban y las cataratas del Niágara fluían. La presentación continuó enérgicamente. De pronto, algo suave tocó mi mano derecha. Era la mano de Hanashiro. Normalmente, mi corazón palpitaría con fuerza y mi cuerpo estaría tenso, pero me resultó sorprendentemente natural aceptarlo. Pasé la mano por encima de la sábana para buscarla, y entrelazamos los dedos. La superficie de contacto aumentó y nuestro calor se mezcló. Al final de la noche, unos fuegos artificiales de gran tamaño iluminaron toda la zona. Era como si fuera un sueño.

—Ah, fue impresionante —dijo Kawasaki-san estirándose, mientras caminaba a la par mía.

El espectáculo de fuegos artificiales había terminado y estábamos de camino a casa. La afluencia de personas era mucho menor que cuando llegamos, pero los puestos seguían ocupados y podíamos oír los gritos de los vendedores ofreciendo animadamente sus productos.

—Disculpe, me gustaría intentarlo.

Kawasaki-san pagó 200 yenes al hombre del puesto de capturar pelotas. Después de recibir una bandeja y una paleta con una membrana de papel llamada «Poi», se puso en cuclillas frente al tanque de agua y se arremangó con entusiasmo.

—Muy bien, voy a atrapar unas cien.

Hanashiro pareció un poco sorprendida y preguntó:

—¿Cómo podrás atrapar tantas?

—Soy muy buena en esto. He sido buena desde que estaba en la primaria y nunca se me ha roto la paleta antes de tomar las pelotas.

No quería decirlo, pero… realmente Kawasaki-san sólo quería jugar.

—Hmmm… yo nunca lo he jugado —dijo Hanashiro.

—¿Eh? ¿En serio? Entonces hagámoslo juntas. ¡Señor, denos otra paletita! Verás, esto tiene truco. Tienes que mojar el papel primero.

Me froté los ojos por encima de los párpados mientras ellas dos estaban enfrascadas en sacar las pelotas del agua. Tal vez fuera porque había estado mirando directamente los fuegos artificiales durante mucho tiempo, pero mis ojos se estaban cansando. Me dolía la parte posterior de los ojos y tenía un ligero dolor de cabeza. Supuse que lo mejor era irme a casa y acostarme temprano.

Mientras miraba al cielo con los ojos cerrados, una mujer se cruzó el borde de mi visión. Acababa de cruzarse la calle. Sin embargo, sentí una extraña sensación de malestar.

Seguí con la mirada la espalda de la mujer, que llevaba un yukata y el pelo recogido. No podía intuir su edad.

Sentí una infundada sensación de querer ver su rostro, y antes de darme cuenta, estaba corriendo tras ella. Estaba desesperado por no perder de vista a esa mujer.

A medida que acortaba la distancia entre ella y yo, unas sensaciones desconocidas que estaba teniendo empezaron a tomar una forma definitiva. Entusiasmo… certeza… déjà vu​…  ¿nostalgia?

La mujer se detuvo, e inició una conversación con un hombre de unos cuarenta años. Entonces pude ver su cara.

—¿Ah?

Me froté los ojos y volví a mirar por si acaso.

Esa mujer era mi madre. Se suponía que ella se había marchado de casa hacía cinco años. Era mi madre. ¿Por qué? ¿Qué estaba haciendo en el festival? Bueno, no era raro. Después de todo no estaba muerta, solo nos había abandonado. El divorcio fue tramitado a través de mis abuelos maternos. Había una buena posibilidad de que nos encontráramos algún día. Pero más importante, ¿quién era ese sujeto con el que estaba hablando? ¿Un nuevo novio? Parecía estarse divirtiendo mucho. Ella estaba sonriendo.

En ese momento estaba en un dilema. ¿Qué se supone que debía hacer? Hacer de cuenta y caso que no la vi e irme como si nada. Era lo único que podía hacer. Era mejor no interferir en la felicidad de ellos dos. Pero, ¿qué era lo que yo realmente quería hacer? ¿Quería preguntarle algo? ¿Realmente necesitaba preguntarle en qué estaba pensando cuando desapareció, o si me guardaba rencor, o cualquier otra cosa? En eso estaba cuando de pronto, mi madre volteó a mirarme. Nuestros ojos se encontraron.

—…

El ajetreo del festival se desvaneció en la distancia y el entorno se ralentizó. Un fuerte hilo de conciencia nos conectó a mi madre y a mí. Nos miramos fijamente sin mover un músculo. Y después de unos segundos que parecieron una eternidad… mi madre distorsionó su rostro con temor. Sus mejillas se levantaron, y el contorno de su boca temblaba como si estuviera a punto de gritar. Era como si la hubieran metido en una jaula con un animal hambriento.

Su rechazo hacia mí fue más elocuente que cualquier palabra que pudiera haber sido expresada. A sus ojos, probablemente yo era un objeto de miedo o un trauma que quería olvidar. Mi cerebro decidió que debía marcharme inmediatamente y así lo hice.

Me di la vuelta en silencio. No era que yo buscara que me dijera «lamento haberme ido» o «no te guardo rencor». Era simplemente que me sentía traicionado e impotente.

Las piernas me comenzaron a temblar. También me sentí muy mareado. Mientras caminaba, tropecé con varias personas que me insultaron. Podía ver un poco delante de mí, pero mi cerebro no aceptaba la información.

—¿Touno-kun?

De pronto noté que Hanashiro estaba delante de mí.

—¿Qué sucede? Vi que de repente empezaste a correr. Estás muy pálido ¿te encuentras bien?

—Hanashiro…

Me acerqué lentamente a ella y la abracé.

—¿¡T-Touno-kun!?

Me aferré a Hanashiro lo más fuerte que pude. Si no lo hacía, me tragaría una espiral de emociones y me perdería a mí mismo. Quería una conexión que me mantuviera en una sola pieza. El cuerpo de Hanashiro, que había estado tenso, se relajó gradualmente. Su calidez y suavidad se impregnaron en mi cuerpo, convirtiéndose en un pilar que me sostuvo. ¿Cuánto tiempo la mantuve entre mis brazos? Cinco, diez segundos… segundos o minutos… no lo sé. Pero finalmente, mi mente se calmó y solté a Hanashiro. Cuando vi sus mejillas sonrojadas, mi cara se puso caliente. 

Eso seguramente me hizo ver como alguien que tuvo un repentino arrebato de lujuria. No sé qué estoy haciendo en público.

—L-Lo siento. Lo siento. Es que me dejé llevar…

—¿Estás bien? —dijo Hanashiro con preocupación.

Parecía estar realmente preocupada por mí.

El calor de mi cara bajó y en su lugar, sentí una sensación de alivio al saber que fue bueno haber ido.

—Sí, estoy bien. Vámonos. Kawasaki-san ha de estar esperándonos.

—¿Seguro?

—Si, ya estoy mejor. Gracias, Hanshiro.

En ese momento nos fuimos a buscar a Kawasaki-san. Mientras caminaba, me despedí para siempre de mi madre en mi corazón, pues no la volvería a ver. El autobús de vuelta estaba vacío, y los tres nos sentamos juntos en el asiento de atrás. Yo iba junto a la ventana, escuchando distraídamente la conversación entre Hanashiro y Kawasaki-san. Me sentía cansado. No sólo mis ojos, sino también mi cuerpo. No era tanto que hubiera perdido las fuerzas, sino que me había quedado sin ánimos.

En retrospectiva, creo que esperaba lo mejor de mi desaparecida madre. Pensé que si podía recuperase de la pérdida de Karen, ella volvería a casa. Tenía una dulce fantasía en el fondo de mi mente. Por eso estaba tan destrozado por su rechazo. Pensé que ya me había hecho a la idea desde el primer momento en que se fue. Y, sin embargo, solo por haberla visto durante un instante me encontraba así.

Después de todo, los lazos de sangre no son tan fáciles de romper, ¿verdad? Tal vez la razón por la que me encontré con mi madre ese día fue por nuestro lazo de sangre. Si ese era el caso, entonces podría volver a encontrarme con Karen, con quien tenía una conexión incomparablemente fuerte.

Pensar en eso me hizo sentir un poco mejor. ¿Podría realmente encontrarme con Karen? Pues yo iba a hacer todo lo posible para que sucediera. Durante esas mismas vacaciones de verano, yo tenía planeado entrar al túnel de Urashima y traer de vuelta a Karen. Esa era mi misión.

Después de despedirme de Hanashiro y Kawasaki-san, tomé un taxi en la estación. Eran cerca de las diez de la noche cuando llegué a casa. Al abrir la puerta, vi un par de zapatos desconocidos en la entrada. Eran unos tacones blancos. Evidentemente, eran zapatos de mujer. ¿Podría ser una visita? Era la primera vez que mi padre invitaba a alguien a la casa.

Caminé de puntillas por el pasillo, intentando no molestar. Entonces se abrió la puerta de la sala y mi padre salió.

—Oh, afín llegas, Kaoru.

La cara de mi padre estaba un poco roja, como si hubiera estado bebiendo, y sus músculos faciales estaban relajados. A simple vista pude comprobar que estaba de buen humor. Hacía tiempo que estaba así, pero en ese momento más que nunca.

—¿Qué haces ahí sentado? Vamos, ven aquí un minuto.

—Uh… de acuerdo.

Cuando entré en la sala, mis ojos se encontraron con una mujer sentada en el tatami. Tenía unos treinta años y un aspecto cuidado. Su piel blanca tenía un brillo falso. La mujer me saludó: «Encantada de conocerte», y yo solo le dije: «Hola». Cuando miré a la mesa, vi sushi y botellas de cerveza. El sushi estaba a la mitad y las dos botellas de cerveza ya estaban vacías.

—Vamos, siéntate.

—¿Eh?

—Que te sientes aquí.

Mi padre me agarró bruscamente por los hombros y me obligó a sentarme en el tatami. ¿Quería que estuviera con ellos? No sé por qué. Era tan repentino. Él se sentó a mi lado, y sonrió agradablemente sujetándome por los hombros. Olía a alcohol y estaba caliente.

—Este es mi hijo Kaoru. Es estudiante de segundo año de preparatoria.

—Eeh, parece muy serio —comentó la mujer.

—Lo es. Él hace las tareas del hogar; cocina y lava. Nada más tiene que le gusta andar demasiado en la calle, pero estoy orgulloso de él —Mi padre se rio alegremente—. Vamos, Kaoru. ¿No tienes hambre? Come sushi. Hay sushi. Come todo lo que quieras.

—No, yo ya…

—¿No tienes hambre? Qué raro. Tu antes eras muy tragón. Mejor para mí porque así me ahorro dinero.

—…

Su voz, sus palabras, su actitud, su expresión, todo estaba en blanco. Sólo estaba interpretando el papel de un buen padre. Estaba haciendo una fiesta de disfraces él solo. ¿Por qué tenía que actuar como si fuéramos tan buenos amigos? ¿Por qué me hizo estar con ellos? ¿Qué era esta mujer para mi padre en primer lugar? Obviamente era más joven que él, ¿por qué le habla así? ¿Era una pariente lejana? ¿Una compañera de trabajo? ¿Una amiga? Las preguntas venían una tras otra en mi cabeza.

—Ah, olvidé presentártela.

La mano de papá finalmente dejó mi hombro.

—Ella es tu nueva madre.

«¿Perdón?»

¿Quién carajos era ella para empezar?

—Te iba a decir, pero… ya sabes que he estado demasiado ocupado con el trabajo. Quizás esta no era la mejor forma de hacerlo ¿verdad? lamento que todo sea tan repentino, pero así son las cosas.

¿Qué? ¿Cómo que “así son las cosas”?

—Nos conocemos desde hace tiempo en el trabajo… Sólo empezamos a vernos hace un mes… y hemos salido a comer un par de veces… ¿verdad?…

No podía asimilar su historia. La cabeza me daba muchas vueltas. Me sentía mal. ¿Qué demonios fue eso? Ese día había tenido sucesos impactantes para mí. Necesitaba tomarme un descanso. Aunque yo no mostré ninguna reacción, la conversación continuó.

«sigamos bebiendo» «¿No te habías hecho un chequeo médico?» «Tranquila, hoy es un día especial» «aunque digas eso» «vamos, bebe tú también» «Oh, está bien» «deberíamos salir juntos a comer mariscos otra vez» «Ojalá mi trabajo actual fuera estable» «aún es muy pronto» «me gustaría viajar al extranjero» «si ahorras lo suficiente podrías comprarte un automóvil nuevo» «pasemos nuestra jubilación juntos» «tenngamos un pasatiempo» «un hogar» Desde mucho antes, mi padre ya había estado haciendo planes con esa mujer que decía que sería mi nueva madre.

No parecían tenerme contemplado en esos planes a futuro que estaban diciendo.

Los desconocidos pueden ser familia gracias al amor. Los hijos son familia porque están emparentados por sangre. Entonces, sin amor y sin sangre, ¿qué me quedaba? 

—Sabes, estoy pensando en mudarme pronto —dijo mi padre con entusiasmo, a pesar de mis dudas.

—¿Qué?

—Ya he empezado a hablar de un nuevo trabajo. Voy a irme de Kousaki y me mudaré a un apartamento. Será más pequeño, pero es más conveniente.

La mujer asintió con la cabeza.

—Puedo conseguir mucho dinero si vendo esta casa —me dijo—. No tienes que preocuparte por tu futuro. Puedo pagarte el bachillerato, la universidad e incluso la formación profesional. Incluso puedo darte dinero para que vivas por tu cuenta. Los tres empezaremos de nuevo en un lugar nuevo, en una casa nueva.

Volver a empezar. ¿eh?

—Vamos a empezar una nueva vida.

La sangre me comenzó a hervir. ¡Qué estupidez! ¿Qué pasa con Karen? Ella sigue atrapada en el pasado. ¿Acaso no tienes idea de lo horrible que es perder a tu propia hija de sangre y luego vivir con ello? Tenía que seguir llorando a Karen y lamentándome durante mucho tiempo. Tenía que mantenerla en mi memoria. Si no lo hacía, la existencia de Karen desaparecería realmente de este mundo. Maldito desalmado.

Quería insultarlo tan fuerte como fuera posible y golpearlo con una de esas botellas de cerveza. Quería volcar la mesa, romper la puerta corrediza y destrozarlo todo en un ataque de rabia. Pero lo único que podía hacer era sujetar mi propia mano con fuerza. No sabía ni cómo enfadarme. Cada impulso terminaba en un «quiero y no puedo», y la ira se acumulaba en mi interior. Las cosas que decía y hacía y que no podía poner en práctica, se convertían en lágrimas que se filtraban a través de mis ojos.

—Oye, ¿qué te pasa Kaoru? ¿Por qué lloras?

mi padre me miró con ansiedad.

«deja de mirarme»

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? —dijo la mujer.

«A ti que te importa, extraña».

—Entiendo, Kaoru.

El viejo puso su mano en mi hombro.

«No me toques»

—Tranquilo. Sé que tienes mucha ansiedad, pero los tres podemos superarlo. ¿no te parece?

Cuando vi que mi padre me sonreía con una cara llena de esperanza, me di cuenta.

Era más que claro… Él quería fingir que nunca sucedió. Quería fingir que la muerte de Karen, la marcha de mi madre y la forma en que me trató todo este tiempo no sucedieron y huir al futuro. Él era igual que mi madre con ese miedo que me tenía. Aunque ya no estuvieran juntos, seguían siendo tal para cual. Mi cabeza, que estaba a punto de hervir, se enfrió de repente hasta quedar bajo cero. Inmediatamente después, me asaltaron unas náuseas terribles. Vomité en abundancia.

—¡Kyaa! —la mujer gritó.

El vómito marrón se esparció por el tatami. Vomité una mezcla de Yakisoba, bizcocho y la bebida deportiva del festival, pero seguí vomitando más.

—¿¡Q-Qué crees que estás haciendo!? —gritó mi padre.

Se le olvidó su papel de padre amable, y me echó de allí.

Después de vomitar hasta que se me vació el estómago, salí corriendo y me encerré en mi habitación sin preocuparme por el regalito que les dejé allí. Me limpié la boca con un pañuelo de papel y me tapé la cabeza con las sabanas. Por mucho calor que hiciera, no podría calmarme si no lo hacía. No pude evitar sentirme mal. Mi padre hablando del futuro con una mirada autocomplaciente, y esa mujer escuchándolo como si fuera una gran lección de vida, simplemente me hizo sentir incómodo. Si me hubiera quedado allí, aunque fuera un segundo más, me habría dado algo. Me sentía mal con sólo recordarlo.

Mientras me refrescaba la garganta con la saliva, que me ardía por los jugos gástricos, el celular vibró en mi bolsillo.

¿Era mi padre? Ya estaba harto de él, pero eché un vistazo. Era un mensaje era de Hanashiro.

«Gracias por lo de hoy. Me divertí mucho»

Fue un mensaje sencillo. Pero me sentí aliviado, como si se me hubiera caído un peso de encima.

Hanashiro había sido de mucha ayuda. Si no hubiera sido por ella, no habría sido capaz de mantener la compostura tras el incidente del festival. Era la primera vez en mi vida que confiaba en otra persona como para abrazarla sin reservas.

Un sentimiento de más que gratitud hacia ella, se hinchó en mi corazón. En cuanto lo reconocí, me di cuenta que había desarrollado afecto hacia ella.

Le envié un mensaje de texto a cambio, diciendo: «yo también me divertí», y luego caí en un sueño profundo, con el celular en la mano.

Era el primero de agosto; un día antes de la exploración del túnel de Urashima. Eran las diez de la mañana, cuando las cigarras estaban dando su mejor concierto. Me había sentado en mi escritorio redactando una carta a mi padre que decía: «Me voy de la casa». Si no hacía eso, existía la posibilidad de que la policía se movilizara después de entrar en el túnel de Urashima.

Cuando se reportaba a una persona como secuestrada o desaparecida, movilizaban a un gran número de personas para buscarla. Sin embargo, si sabían que la persona se escapó de casa por voluntad propia, asumirían que no hay un caso que resolver y no buscarían activamente. Eso me lo dijo Hanashiro.

Realmente nuestro temor era que otras personas descubrieran la existencia del Túnel de Urashima. No sabíamos qué clase de problemas sucederían si un grupo de búsqueda llegara a toparse con el Túnel de Urashima. En el peor de los casos podrían obligarnos a volver antes de que pudiéramos conseguir lo que queríamos y luego prohibirnos entrar en el Túnel de Urashima otra vez. Eso era lo único que debíamos evitar a toda costa.

Realmente yo no tenía que preocuparme tanto por eso, porque eso sólo ocurriría si presentaba una denuncia por desaparición. Dejando de lado a los padres de Hanashiro, difícilmente mi padre intentaría encontrarme tan asiduamente.

La noche que regresé del festival, después de que vomitara en la sala, mi padre se volvió descaradamente frío de nuevo. Ya no me saludó con palabras de preocupación, sino que me miraba con una expresión de desprecio. Ahora me había vuelto un intruso en toda regla.

 Lo siento, pero estaré fuera por un tiempo.

—Listo…

Terminé de escribir la carta y comprobé lo que tenía que llevar al túnel de Urashima.

Mis pertenencias estaban dispuestas en el suelo. Una linterna, un reloj, una cartera, cuatro cajas de barras energéticas y una cantimplora con agua. Las metí en mi mochila de montaña y traté de cargarla en mi espalda.

Pesaba aproximadamente la mitad de lo que suele una mochila escolar con libros de texto. Incluso después de añadir el contenido de la botella de agua, seguía siendo ligera. Al otro lado del túnel, correríamos o caminaríamos rápido, así que sería mejor mantener nuestro equipaje al mínimo. Eso también fue una sugerencia de Hanashiro.

Me sentí mal porque ella fue la única en dar recomendaciones. Pero como Hanashiro era tan inteligente, seguro sería capaz de encontrar a Karen con su ayuda.

El momento de reunirme con Karen estaba cerca. Planeé descansar bien ese día para prepararme para el día X. Estaba a punto de tumbarme en la cama y leer un manga cuando sonó mi teléfono. No era un mensaje de texto. Era una llamada telefónica.

También era de Hanashiro.

—Sí, ¿hola?

»Oh, ¿Tono-kun? Siento haber llamado tan repentinamente.

—No te preocupes. ¿Qué pasa?

»¿Podemos vernos ahora? Necesito hablar contigo.

—Sí, claro. ¿Dónde quieres que nos veamos? ¿Enfrente del túnel?

» No, prefiero que nos encontremos en otro sitio.

En ese momento miré mi reloj.

—¿Qué tal una cafetería entonces? Podemos matar un poco de tiempo y almorzar allí o algo.

»Claro, ¿en qué lugar?

—Hay un lugar cerca de la escuela. Podemos reunirnos en la entrada de la escuela como a las doce.

»De acuerdo. Estaré allí a las doce.

—Perfecto.

La llamada finalizó.

¿De qué quería hablar? Solo quería verme supuse. Llevábamos un tiempo enviándonos correos electrónicos y creí que sería buena idea reunirnos antes de ir a explorar. De todos modos, iba a descubrirlo en cuanto llegara allí.

El asfalto me calcinaba la piel sin piedad, y la brisa marina arrastraba calor. Con aquel sofocante baño de vapor, llegué a la escuela treinta minutos antes de la hora señalada, porque el siguiente tren, me habría hecho llegar después de las doce. Por eso el campo es tan… deprimente, y esperé a Hanashiro.

Unos diez minutos después, un autobús se detuvo frente a la escuela. Vi a Hanashiro entre los pasajeros que bajaban. La saludé ligeramente y ella corrió hacia mí.

—Viniste antes. ¿Acaso esperaste mucho? —preguntó Hanashiro.

—No, acabo de llegar.

—Ya veo. Bueno, ¿nos vamos?

Asentí y nos dirigimos a la cafetería.

Caminamos codo con codo por la acera de la carretera de la prefectura. El paisaje de los alrededores, que a vista de pájaro daría la impresión de estar poco poblado, albergaba más gatos callejeros y cuervos que personas. De vez en cuando pasaban camiones pequeños y sólo se oía el cantar de las cigarras.

—Me sienta mal decir esto, pero, el campo es realmente refrescante…

—Jaja… pues a mí me parece sofocante. ¿Dónde vivías antes de venir aquí?

—En una zona residencial normal y corriente. Quizá no sea tan urbano como crees.

—¿De verdad? Bueno, ¿ibas a Harajuku después de clase a comer crepas?

Hanashiro se rio.

—¿Qué clase de imagen tan concreta es esa? Es cierto que hay gente que lo hace, pero probablemente sólo sean dos o tres personas de la clase. Ese lugar está muy lejos.

—¿Ah sí?

—Sí.

Con una breve respuesta, Hanashiro continuó inmediatamente la conversación:

—¿Y tú, Tohno-kun? ¿Qué sueles hacer cuando llegas a casa de la escuela?

—Leo manga y hago la cena.

—Ah, ¿sabes cocinar?

—Sí, más o menos.

—Pues entonces…

Mientras hablábamos, tuve una extraña sensación. Hanashiro estaba actuando de forma un poco extraña. Estaba mucho más alegre que de costumbre, y más conversadora. Si eso hubiera sido todo, hubiese sido algo positivo, pero parecía que le da miedo el silencio. Por decirlo de una manera ligeramente maliciosa: parecía estar observando mis expresiones… Pero realmente era un cambio muy leve, así que podía ser sólo mi imaginación.

Atravesamos un arco de acero y entramos en una calle comercial desierta. Había más tiendas cerradas que abiertas por eso la llamaban «calle de las persianas». Un gato callejero cruzó perezosamente frente a nosotros desde el lado de una sombrerería a la que no le iba nada bien.

—¿Hay una cafetería aquí? —preguntó Hanashiro.

—Hay un buen sitio que poca gente conoce… Oh. Allí está.

Señalé un cartel que decía «Key Coffee» al lado de la carretera. Junto a la puerta, había un estante de cristal con muestras de comida como arroz con omelette y pasta napolitan. Cuando abrí la puerta, sonó un timbre y una anciana con la mejilla sobre el mostrador levantó la vista. Ella era la dueña del lugar.

—No hay nadie aquí, así que siéntanse libres de sentarse donde quieran —nos dijo.

Inmediatamente se levantó y desapareció en la cocina del fondo.

Atravesamos el pequeño restaurante, ligeramente iluminado, y nos sentamos en la parte de atrás, donde desplegamos el menú para después. Tomé un sorbo del agua que me trajeron y dejé el vaso.

—¿Y bien?

—Oye…

Nuestras palabras se interpusieron. Me reí entre dientes e insté a Hanashiro a que hablara primero.

—Entonces, ¿vienes aquí a menudo? —me preguntó.

—Bueno, sí, lo hago. Más o menos una vez al mes.

—¿Tú solo?

—He estado solo desde la secundaria. Antes de eso, tenía a Karen.

En realidad, mi madre y mi padre estaban conmigo, pero no hacía falta mencionarlo.

—Hmm… ¿Qué tipo de niña era Karen-chan?

—Pues… qué te digo… era una niña linda e inteligente, y muy buena leyendo el ambiente. Definitivamente era el tipo de chica que sería popular en la secundaria.

—Cuéntame más sobre Karen-chan.

—De acuerdo. Hubo un incidente que le ocurrió a Karen cuando tenía tres años…

Estuve de acuerdo y empecé a hablarle de Karen, pero en mi mente sentía: «¿No está mal esto?» Estaba totalmente bien hablar de Karen, pero me preguntaba si esto era algo de lo que debía hablar ahora. Estaba seguro de que Hanashiro no me había llamado para preguntarme por Karen. Hablé de los encantos de Karen con algunas dudas, y cuando llegué al final le dije:

—Por cierto, ¿de qué querías hablar?

—Muy bien, aquí está el arroz con omellet y el sandwich mixto.

La comida llegó antes de que ella pudiera contestarme.

—Comamos, Touno-kun.

—S-Sí, está bien.

Bueno, de momento nos concentramos en comer.

Unté la salsa de tomate en la panza de mi cuchara. Era un simple omelette de arroz con pollo envuelto en una fina capa huevo. Era lo más rentable en cuanto a calorías y precio, así que lo pedía cada vez que visitaba esa cafetería.

Miré a Hanashiro. El sándwich mixto era un plato bastante voluminoso con jamón, lechuga, tomate y queso, metidos entre dos trozos de pan francés. Hanashiro lo mordía como si estuviera comiendo una hamburguesa. Parecía bastante sabroso. Mientras seguía mirándola, pensé: «Si vuelvo a venir aquí, talvez pida eso, aunque puede que esté fuera del negocio para cuando pase por el túnel de Urashima…» Entonces me di cuenta de algo: Las manos de Hanashiro estaban temblando.

—¿Hanashiro?

—¿Hmm? ¿Qué pasa?

—¿Acaso el aire acondicionado está muy alto para ti?

—No, para nada.

—De acuerdo… pero tienes algo de mostaza en la mejilla.

Me pinché en la mejilla para mostrarle dónde estaba la mostaza. Hanashiro se sonrojó y se limpió con una servilleta de papel.

Me preguntaba si ella no era consciente del temblor de sus manos.

Terminé mi comida con muchas dudas, y los platos fueron retirados. Luego nos llevaron el café.

—Hanashiro. Por teléfono me dijiste que querías hablar. ¿de qué era?

Hanashiro respondió a mi pregunta mientras mezclaba su café con azúcar y leche.

—Quería preguntarte de Karen-chan. Si no la conoces bien, no podrás encontrarla en el túnel de Urashima, ¿verdad?

Oí el tintineo de la cuchara contra el interior de la taza de café.

—Sin embargo, no creo que me hayas preguntado mucho por su aspecto.

—Empecé a interesarme más por la forma de ser de Karen-chan. Pensé que podríamos hablar de su aspecto después.

—Si quisieras preguntarme por ella, no habría sido necesario que nos reuniéramos en persona.

—Cuando uno quiere preguntar sobre algo detalladamente, lo mejor es hacerlo cara a cara.

—Estás derramando tu café.

Su mano dejó de sostener la cuchara. Hanashiro se mordió torpemente el labio inferior y colocó la cuchara en el platillo.

—Hanashiro. No te estoy acusando de nada, pero… ¿me estás ocultando algo? Tu no me has llamado para hablar de Karen, ¿verdad?

—…

—No creo que sea una buena idea entrar en el túnel de Urashima con sentimientos no resueltos. Habla conmigo, no te odiaré.

Hanashiro levantó la vista incómodamente.

Al parecer, era muy difícil de decir. Endurecí mi espalda para poder manejar cualquier confesión con calma.

Hanashiro tomó un sorbo de su café y abrió lentamente la boca.

—¿Has oído hablar del “Giorno Monthly”, Tohno-kun?

—¿Qué?

Me quedé sorprendido cuando escuché unas palabras completamente inesperadas.

Pues bien… «Giorno Monthly» era una revista mensual de manga. La leía de vez en cuando en mi barbería favorita. En general, era una revista dirigida a un publico maduro, y cubría una amplia gama de géneros, incluyendo fantasía oscura e historias de superación. Supuse que había muchos mangas con alto trabajo creativo.

—Si conozco la revista ¿qué hay con ella?

—Tienen un concurso para dibujantes de manga novatos llamado “Rising Star Award”, y suelen aceptar manuscritos de manga cuatro veces al año.

—¿Ajá?

—Entonces… yo… apliqué al concurso. Los resultados del concurso de primavera se anunciaron en el ejempla de “Giorno Monthly” que salió hoy.

Ah, ese número se lanzaba el primero de cada mes. por eso ella fijó el 2 de agosto para explorar el túnel de Urashima porque quería saber los resultados. Yo tenía un poco de curiosidad por saber por qué había elegido el 2 de agosto y no el 1. Ciertamente si hubiera ganado el premio, habría sido un desastre si hubiera entrado en el túnel sin saberlo… Espera, acaso ella…

—¿Ganaste el premio?

—No, no gané nada.

—Oh… Y-Ya veo.

Me preguntaba si debía decirle que lamentaba escuchar eso, pero Hanashiro dijo: «Pero», y continuó:

—Aunque no gané el concurso, hubo un editor al que le gustó mi manga, y se puso en contacto conmigo para ver si quería trabajar con él.

—¿Eh? ¿D-De verdad? ¿Eso quiere decir que harás tu debut como Mangaka?

—No, nada que ver. Solo conseguí un editor a cargo, pero eso no me garantiza nada…

—Un editor a cargo ¿eh?

Ya esas cosas que me estaba contando, eran como si me estuviera hablando en otro idioma, y sentí como si se alejaba de mí.

—Bueno, ¿a qué te refieres exactamente cuándo dices que tienes un editor? Leo manga, pero no estoy familiarizado con el mundo de los mangakas.

—La mayoría de la gente aspira a ganar el premio del concurso, y luego un editor a cargo mira el manuscrito terminado y les dice qué es lo que tienen que cambiar, quitar o agregar para mejorar la calidad del manga. Yo tampoco sé mucho al respecto…

—Entonces, ¿qué quieres hacer, Hanashiro?

Era una pregunta obligada. Hanashiro frunció el ceño ligeramente y sus ojos se volvieron severos.

—No hay nada que quiera o necesite hacer. Me alegra que hubiera un editor al que le gustó mi manga, pero eso es todo. Nada más quería contarte esto. Los planes no han cambiado.

—De acuerdo, mañana será el día que exploraremos el túnel de Urashima entonces, pero… ¿estás segura? Puede que desaparezcas durante unos meses o incluso unos años. ¿Esperará el editor tu manga tanto tiempo? Probablemente no. Incluso un aficionado como yo puede entenderlo.

—Es una pregunta tonta… De ninguna manera voy a cambiar mis planes sólo por haber conseguido un editor. Es cierto que me siento culpable, pero para mí, entrar en el Túnel de Urashima vale más que un editor. Además, esto no significa que no pueda dibujar manga nunca más. Mis habilidades han sido evaluadas, así que todo lo que tengo que hacer es salir y empezar a dibujar de nuevo. Así que no te preocupes por ese editor.

En ese caso… ¿por qué parecía tan contristada? ¿No quería ser dibujante de manga? ¿no estaba contenta de haber sido reconocida por un profesional? ¿Estaba bien desperdiciar la oportunidad de un posible debut tan fácilmente? Eso no podía ser.

—Hanashiro, será mejor que te lo pienses. Al menos pospongámoslo.

Ella sacudió la cabeza como si acabara de escuchar unas palabras que no quería oír.

—No, eso aumentará mis ataduras.

—¿A qué te refieres con Ataduras?

—Cosas que te impiden hacer algo, ya sabes. Cosas como Kawasaki y el manga, cosas que me atan a este mundo. Cuanto más posponga la exploración, más ataduras tendré. Si no voy ahora, nunca podré hacerlo.

—No digas “ataduras”. Kawasaki y el manga son importantes para ti, ¿no?

—Bueno…

—Escucha, Hanashiro. Tú estás confundida ahora mismo ¿verdad? De lo contrario no me habrías llamado. Si no estás segura de esto, tienes que pensarlo.

—Ugh…

Hanshiro puso los codos en la mesa y apoyó su cabeza en sus manos.  A través de su flequillo que colgaban como una cortina, escuché un quejido similar al zumbido de un mosquito.

—No sé qué hacer…

Yo volteé a ver al techo, y me quedé mirando un ventilador de techo que giraba en lo alto. Daba vueltas en el mismo lugar, emitiendo un pequeño sonido de motor. Entonces llegué a una conclusión:

—Vamos a posponerlo. Voy a darte tiempo a que pienses bien las cosas ¿De acuerdo?

—Sí…

Mientras miraba a Hanashiro toda deprimida, me serví mi café que ya se había enfriado.

Tras pagar y salir del restaurante, el estado de Hanashiro seguía siendo el mismo. Tenía los hombros caídos y la mirada fija en el suelo. Apenas abría la boca de camino a casa, y cuando le hablaba, sólo me respondía una o dos palabras. Pensé que sería contraproducente intentar animarla, así que caminé en silencio el resto del trayecto.

Llegamos a la parada del autobús frente a la escuela en medio de un aire sombrío. Al principio había planeado despedirme de ella y dirigirme a la estación del tren. Sin embargo, me sentía incómodo dejándola sola en ese estado, así que decidí quedarme con ella al menos hasta que llegara el autobús.

—En verdad lo siento mucho… —murmuró Hanshiro.

Yo le sonreí y le dije:

—No tienes que disculparte. Nadie te está echando la culpa de nada.

—Pero… tú quieres ver a Karen-chan lo antes posible, y por mi culpa…

Comencé a escuchar que ella se sonaba la nariz. Parecía sentirse responsable. Me rasqué la cabeza e intenté que mi voz fuera lo más amable posible.

—Vamos, levanta la cabeza. Estás arruinando tu hermoso rostro…

—Deja de burlarte…

—No me burlo.

Puse mis manos en los hombros de Hanashiro. Su cuerpo se sobresaltó. Sus hombros eran delgados. Podía sentir el crujir de sus huesos en mis manos. Hice un poco de presión, y Hanashiro se sacudió como si le hubiera hecho cosquillas.

Me quedé mirándola, lo suficientemente cerca como para ver mi cara reflejada en sus ojos. Sus ojos estaban un poco llorosos, y sus pestañas eran largas.

—¿Q-Qué?

—Nada, solo que eres muy linda…

—¿Eh?

—Tus ojos son grandes, tu piel es hermosa y tu naricita es respingada. No tienes ningún defecto. Pareces una modelo. No, de hecho, una modelo se vería mediocre a la par tuya.

Hanashiro se sonrojó inmediatamente. Debido a la corta distancia, pude ver claramente el cambio en su rostro.

—Y-Ya basta. ¿Qué te pasa de repente?

Agarré las manos de Hanashiro, cuando intentó ocultar su rostro, y las puse sobre sus hombros. Era una pose a la que no podía resistirse. A continuación, grité lo suficientemente fuerte como para que me oyeran los profesores y los alumnos de nuestra escuela que estaba justo detrás de ella.

—¡Hanashiro es muy linda! ¡Es demasiado Linda! ¡Es la chica más linda del mundo!

Su rostro ya ruborizado se volvió aún más rojo.

—¡T-Te dije que te detuvieras!

Ella se sacudió mis manos de encima y me obligó a cerrar la boca.

—¿¡Q-Qué crees que haces, tonto!?

—Jajaja, lo siento. Pensé que eso te animaría.

—¡Cielos!

Hanashiro suspiró exasperada. Sin embargo, justo después, soltó un «pfft» y empezó a reírse a carcajadas.

—¡Jajajaja! ¡Realmente pareces un tonto! ¡Jajajaja!

Al ver a Hanashiro así, también me invadió la risa, y nos reímos sin miedo a ser vistos. El fuego de la risa ardía tan profundamente como las brasas, y una vez que dejábamos de reír, inmediatamente empezábamos a reír a carcajadas de nuevo. Era tan divertido que no podíamos soportarlo.

La risa finalmente se calmó cuando nuestros músculos faciales se estaban cansando. Ambos estábamos sudando y sin aliento.

—Estoy cansado… te ríes demasiado, Hanashiro.

—Es tu culpa… Ahora me duele el estómago.

Sin dejar de reírse, Hanashiro se limpió las lágrimas de las comisuras de los ojos con los dedos. El gesto fue extrañamente lindo, y me sentí un poco nervioso.

—Después de todo, estás más linda cuando sonríes.

—¿Otra vez con eso?

Hanashiro se volteó a otro lado diciendo que ya no me haría caso. Parecía una escena sacada de un manga shoujo. Mientras disfrutaba de mi juventud, llegó el autobús. Se detuvo frente a la parada y la puerta se abrió. Hanashiro me sonrió de una manera traviesa y subió al autobús.

—Nos vemos —le dije—. Estaré en contacto.

—De acuerdo. ¡Bye, Bye!

La puerta se cerró con un sonido presurizado y el autobús se puso en marcha.

Me quedé allí hasta que perdí el autobús de vista.

Uno sonido apagado se superpuso al fuerte coro de las chicharras cantoras. Parecía ser que la banda de música había empezado a ensayar. Si escuchaba con atención, también se podían oír los gritos enérgicos del club de atletismo mientras hacían sus ejercicios de flexibilidad. Aparentemente ellos ya iban a terminar de entrenar. Estaba seguro de que pronto vería a los alumnos salir de la escuela.

—Bueno, creo que es hora de que yo también me vaya.

Comencé a caminar rumbo a la estación. Mientras tanto miré al cielo, que estaba malditamente azul y despejado…


[1] Forma de sentarse típica de los japoneses. Es cuando se ponen de rodillas y se sientan sobre sus piernas.

[2] Es una versión masculina del Yukata pero aun más sencillo que un kimono masculino normal. Es como si hubieras tomado un kimono masculino y lo hubieras convertido en una camiseta y un par de pantalones cortos.

[3] Bolas de harina de trigo fritas con trozos pulpo dentro

[4] Fideos fritos también conocidos como: Chow mein.

[5] Son unos peces pequeños de colores.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.