La luz del sol que entraba por la ventana, sofocaba el ambiente al colarse en la habitación. Mui, se encontraba pensativa y con la boca crispada, mirando las sombras que se proyectaban en la superficie del suelo linóleo. Apenas iba comenzando el mes de agosto y el calor no hacía más que empeorar. Realmente las cosas no pintaban nada bien en general.

—A…san…

De repente, oyó una voz tenue a la distancia.

—Aiba-san.

Era la voz de una mujer.

Mui levantó su mirada perdida, y al momento siguiente, la voz interrumpió bruscamente aquel estado pensativo y melancólico que tenía.

—¡Cadete Aiba!

—¡S-sí!

Mui abrió los ojos ampliamente, irguió la espalda y se quedó en una postura firme. Fue una acción involuntaria para la cual había sido entrenada.

—¿Qué haces allí distraída? ¡Cuando te hable tienes que responder inmediatamente!

La mujer que le hablaba, se paró en frente de Mui que parpadeó un par de veces al recordar el lugar en el que se encontraba. Un chico y una chica estaban parados a un lado, mirando con preocupación a Mui y a la oficial. Además de ellos cuatro, había seis pequeñas mesas redondas repartidas en la habitación; cada una con un oficial al mando y cadetes de pie a su alrededor, llevando a cabo sus propias reuniones de estrategia. Estaban en una de las salas de operaciones del centro de mando del Wizard’s Breath. Se suponía que todos estaban hablando en voz baja dentro de esa habitación, pero la mesa de Mui se volvió muy ruidosa y atrajo de inmediato las miradas de todos.

—Lo siento mucho.

Mui agachó la cabeza para disculparse de manera obediente, y la oficial dejó escapar un suspiro. La ira desapareció de su rostro y la compasión ocupó su lugar.

—Se lo que les pasó a ti y a tus amigos —dijo la oficial de la manera más amable que pudo—, pero no eres la única que ha perdido a alguien ¿sabes?

Sin embargo, Mui evitó mirarla a los ojos.

—Ahora tienes que cambiar esos ánimos y…

La mujer continuaba hablando, pero Mui la interrumpió.

—No los he perdido…

—¿¡Eh!?

—Takeshi-kun y Gekkou-kun no están muertos.

Mui levantó su rostro y respondió con firmeza.

La oficial, tenía una mirada de sorpresa. Pero luego frunció el ceño y miró fijamente a Mui. Había una relación jerárquica entre las dos. La mujer era la oficial al mando, y Mui era su subordinada. Por lo tanto, no podía hablar sin permiso ni mucho menos responder de esa forma. Eso podría hacerla acreedora a un castigo. 

—Ellos siguen con vida —volvió a replicar Mui con una voz firme.

La oficial frunció aún más el ceño. Y, en el momento en que sus miradas se entrelazaron, la oficial mostró su ira.

—No me mires de esa forma, cadete Aiba. Soy tu oficial superior.

Mui permanecía inmóvil, pero miraba a aquella mujer con dureza.

—Ellos siguen vivos. Así que retráctese —exigió Mui.

El rostro de la oficial se puso rojo al escuchar al escuchar a Mui hablar con tanta insubordinación y terquedad. Entonces levantó su mano con rabia, pero de pronto; alguien llamó a la puerta de la sala de operaciones. Y como si hubiese sido enviado para romper la tensión, la puerta se abrió y un chico en edad de secundaria se asomó.

—Lo lamento. ¿Puedo hablar con ustedes?

Un oficial en otra mesa, contestó ante la repentina intromisión del chico que llevaba el uniforme de aprendiz de Wizard’s Breath.

—¿Qué pasa?

—Pues, verá…

El aprendiz, tal vez al notar el ambiente tenso en la oficina, se apartó un poco tímidamente y habló desde el pasillo.

—Tengo un mensaje de la Agencia especial de gestión de magos. Solicitan la presencia de la cadete Aiba.

Al oír eso, la oficial superior de Mui, bajó la mano y al instante recobró la calma.

—¿Ahora mismo? —preguntó.

—Si, señora.

—Entonces ve, cadete.

La oficial envió a Mui quien dio un paso adelante y saludó con un movimiento rígido.

—Si señora. Cadete Aiba retirándose.

Inmediatamente Mui se dirigió al corredor y cuando salió de la sala de operaciones, pasando al lado del aprendiz, el chico también trató de abandonar el lugar de inmediato.

—Entonces, me retiro…

Sin embargo, la oficial superior de Mui lo detuvo.

—Aguarda.

El aprendiz estaba a punto de darse la vuelta, pero rápidamente volteó a ver hacia el interior de la sala. Entonces la oficial dijo:

—Quiero que le des un mensaje al teniente Aiba Tsuganashi del escuadrón especial de combate.

El chico aprendiz, ladeó la cabeza con curiosidad durante un momento, pero cuando se dio cuenta de que era una orden, se apresuró a aceptar.

***

Cuando Mui salió del edificio del cuartel general que albergaba la oficina de operaciones, un automóvil esperaba para recogerla en la calle principal. El conductor no parecía un soldado de Wizard’s Breath, sino un ejecutivo con traje y corbata.

En cuanto Mui subió, el vehículo se puso en marcha. Mui miraba vagamente el paisaje que fluía fuera de la ventana. Los terrenos del cuartel general eran enormes; prácticamente era como una ciudadela. Los edificios que albergaban las oficinas importantes se concentraban en el centro, rodeados de dormitorios, casas, escuelas, hospitales y otras instalaciones. Los magos de Wizard’s Breath, podían vivir cómodamente en ese lugar.

Viéndolo por ese lado, realmente se trataba de una ciudad. La sede principal de Wizard’s Breath, estaba ubicada en Nueva York. Pero no se encontraba en la superficie de una ciudad tan caótica como esa, sino más bien, era una ciudad flotante que se ocupaba el espacio aéreo del centro de la ciudad. El lugar, creado con una poderosa magia de barreras a miles de metros del suelo, era imperceptible para los humanos y no se permitía la entrada a magos que no pertenecieran a Wizard’s Breath. Era como una fortaleza flotante inexpugnable que jamás había sido vencida.

El automóvil en el que se subió Mui, no tardó mucho en llegar a la fachada del edificio del departamento de auditoria. El conductor se detuvo frente a la entrada principal, pero no dijo nada. Cuando Mui salió del vehículo, el conductor arrancó inmediatamente y se fue. El sol brillaba tanto que dolía. Esta vez el cielo no era una ilusión. Era el de verdad. Mui miró al sol de pleno verano y pensó en Takeshi bajo aquel abrasador resplandor. La idea de su desaparición hizo que Mui frunciera el ceño, y sintiera como si su corazón se hubiera partido en dos. Ese dolor no había cambiado en absoluto desde ese día.

Aquel día pensó que ese dolor la haría desfallecer y no volvería a levantarse, pero ahora, Mui había vuelto a su vida normal. Si es que podía llamarse normal…

Ya hasta había memorizado la ubicación de la Oficina Especial de Gestión de Magos, también conocida simplemente como «oficina especial de magos», situada en el edificio del departamento de Auditoría. La habían llamado varias veces a ese lugar luego de aquel día. Y cada vez que iba, solo sembraban más dolor tortuoso en la vida de Mui. Sin embargo, al estar frente a la puerta, el dolor y las emociones que había albergado, estaban más atenuados que nunca. Era como si se estuviera autoprotegiendo así misma. En ese momento, como si de otra persona se tratara, Mui pensó que los humanos eran criaturas asquerosamente estúpidas.

—Cadete Aiba reportándose.

—Adelante

Una voz provino del interior de la habitación, y Mui hizo lo que se le indicaba.

Era una habitación de unos diez metros cuadrados. A ambos lados de la habitación había estanterías que llegaban hasta el techo, llenas de libros sobre leyes y reglamentos mágicos. El gran ventanal que había enfrente, tenía cortinas enrollables, puestas hasta abajo para bloquear la luz del sol, lo que hacía que la habitación estuviese poco iluminada.

—Toma asiento —dijo un hombre pequeño de mediana edad desde su escritorio frente a la ventana.

Señaló un sofá en el centro de la habitación, pero el sofá más grande, tenía una pila de gruesos libros encima, y uno de los sillones más pequeños, tenía también una pila de papeles encima.

—No se preocupe. Estoy bien así —contestó Mui sin moverse de su lugar frente a la puerta.

El hombre sonrió suavemente. Pero ella sabía que esa expresión no era más que una farsa. Ella miró con frialdad a ese hombre llamado Misaki Renjou que era el jefe en funciones de la Agencia especial de magos, y pensó que nunca olvidaría algo que le había hecho. El hombre que tenía una estatura incluso más baja que Mui, se enderezó un poco; quizá tratando de enderezar su joroba, y luego caminó hacia el sofá. Al acercarse, se le podía ver claramente una gruesa cicatriz roja alrededor de su cuello.

Todos los magos de Wizard’s Breath sabían de eso. Aparentemente era una cicatriz de la primera guerra mágica, de cuando un mago de Trailers intentó decapitarlo. Pero se rumoreaba que tenía un origen más turbio. Había todo tipo de historias al respecto. Se decía que había intentado ahorcarse por miedo a la guerra, o que en realidad sí había sido decapitado y ahora era un cadáver andante, o que casi lo decapitan porque su trabajo había hecho que sus amigos se resintieran.

Mui pensaba que la teoría del muerto viviente le quedaba mejor debido a que el hombre tenía una apariencia realmente desagradable.

Cuando Misaki se acercó, ella apartó la mirada para evitar mirar la cicatriz de su cuello.

—Se que fue muy repentino, pero te mandé llamar, para ver si recuerdas algo más sobre aquel incidente —dijo Misaki mientras se sentaba sobre el único sillón que estaba libre.

—No hay nada más —respondió Mui de manera tajante.

Misaki la miró desde el sofá con una sonrisa en la cara mientras examinaba sus expresiones. Al sentir la mirada insistente encima, Mui volvió a responder, esta vez de manera más lenta y cuidadosa.

—Ya le dije todo lo que sabía. No conozco más detalles.

Mui oyó a Misaki tararear una risotada.

—Por supuesto. No tengo duda de ello. Ya hemos comprobado con magia evasiva, que lo que nos has dicho es la verdad. Sin embargo, nos encontramos algo desorientados con respecto a la situación que se dio, y justo cuando los Trailers se ponían en marcha. Así que, si recuerdas algo más, háznoslo saber de inmediato.

—Ya no hay nada más que recordar —insistió Mui.

Lo que le vino a la mente en ese momento, no fue la escena de aquel día, sino lo que le hicieron cuando la llamaron allí la primera vez. La verdad no le importaba que le preguntaran algo o que directamente la interrogaran, ya que no tenía nada que ocultar. Sin embargo, lo que hicieron fue atar a todos los magos de Wizard’s Breath que estuvieron presentes aquel día, y los introdujeron por la fuerza en el edificio, donde fueron sometidos a la magia evasiva «Mind Site». Eso bien podía ser una acción natural cuando se trata de interrogar a un objetivo en medio de un conflicto ya que le imposibilitaba por completo el poder mentir y permitía extraer información verídica. Sin embargo, eso no era algo que debía hacerse con un camarada.  A Mui tampoco le gustaba que usaran esa magia con los Trailers, pero sabía que no podía hacer nada al respecto. Sacar información a magos de los Trailers capturados, era parte del oficio. Sin embargo, la agencia especial de magos, había tomado a Mui y a Tsuganashi y usaron magia en ellos sin su consentimiento, para sacarles todo. De todas formas, ellos iban a hablar sin la necesidad de someterlos a ningún hechizo, pero acabaron preguntándoles incluso cosas que no venían al caso.

Misaki llegó a descubrir incluso lo que Mui sentía por Takeshi muy en el fondo. Se clavó en su corazón como con un cuchillo, tratando de averiguar sentimientos de los cuales, ni la propia Mui era claramente consiente. Las cosas se habían vuelto somo si Mui se hubiese convertido en un libro abierto para la agencia especial de magos. Y su hermano Tsuganashi y los demás magos, fueron sometidos al mismo proceso. Mui trató de reprimir el asco que amenazaba con aparecer en su rostro.

—Nos mencionaste que viste a Shijou Momoka, a Hitouji Makoto y a Hyoudou Nanami aparecer durante aquel incidente ¿verdad?

Misaki continuaba preguntando.

Mui asintió.

—Entonces, ¿los viste entrar en combate contra los Trailers, o lanzaron un ataque directamente contra un aliado?

—L-la verdad, yo no vi nada. Estaba confundida… mi amiga Kurumi se estaba muriendo…

Mui recordaba lo que había pasado ese día justo frente a la casa de Takeshi… En su mente apareció el recuerdo de Kurumi tirada en el suelo cubierta de sangre, y le empezó a doler la cabeza. Frunció el ceño y luego le siguió un mareo. Sacudió ligeramente la cabeza, pero el mareo se hizo peor.

—Ciertamente tu amiga estaba pasando por un momento difícil. Entiendo eso.

La voz de Misaki Renjo reverberaba, como si resonara dentro del agua.

—Sin embargo, tu amiga también desapareció sin que te dieras cuenta ¿verdad? ¿No se la habrá llevado Shijou Momoka?

—No lo sé…

Mui consiguió responder mientas sufria de un fuerte dolor de cabeza.

—¿Cómo fue que no pudiste ver nada?

La voz de Misaki, sonaba realmente extraña. Mui se preguntaba si acaso iba a desmayarse. Y también se preguntaba si ese hombre se sorprendería o se molestaría si ella colapsaba allí mismo. Sin embargo, al enderezar su postura con toda la fuerza de sus piernas, miró decididamente a Misaki. 

—No lo sé. ¡Yo estaba aturdida! No me di cuenta de que Isoshima Kurumi desapareció, porque estaba distraída con la desaparición de Takeshi-kun… digo, de Nanase Takeshi y de Nanase Gekkou.

Eso era cierto. No tenía sentido mentir. Pero, de cualquier manera, el hombre ya había obtenido sus respuestas. Eso es sólo para estar seguro.

Mui se preguntó por un momento si solo la había llamado a propósito para repetirle las mismas preguntas. El dolor de cabeza seguía ahí, pero el mareo había disminuido. Misaki se levantó y empezó a pasearse alrededor del sofá.

—¿Sabes por qué razón Shijou Momoka se llevaría a Isoshima Kurumi?

Mui respondió mientras Misaki le daba la espalda.

—Kurumi… estaba muriendo… así que… creo que…

—¿Qué es lo que crees?

El hombre se giró y miró a Mui de forma interrogativa.

Mui respondió mientras pensaba.

—Creo que fue para ayudarla. Hyoudou-sensei es la única persona que podría hacerlo.

La afinidad mágica de Hyoudou Nanami, era la magia biológica, y sus habilidades estaban especialmente enfocadas en la magia curativa. Eso era algo que Misaki, posiblemente sabía muy bien.

Mui casi soltó suspiró mientras se preguntaba cuándo acabaría con la farsa.

—Entonces cambiemos la pregunta.

Misaki seguía paseándose al rededor del sofá.

—Me gustaría saber un poco de tu hermano; el teniente Aiba Tsuganashi cuyos recuerdos fueron manipulados por los Trailers para convertirlo en uno de los suyos.

—Si…

Por cierto, tema molestó un poco a Mui.

—¿Te ha contado lo que le obligaron a hacer mientras estaba con los ellos?

—No.

—¿Y tú no le preguntaste?

—No.

—¿Por qué?

—Mi hermano no era él mismo en ese momento. Lo obligaron a hacer cosas que no quería. Además, dijo que no recordaba nada durante el tiempo en que su memoria fue manipulada.

—¿Y tú le creíste?

—Por supuesto.

Mui respondió sin ninguna vacilación.

Misaki entonces soltó una risotada nasal.

—Eres una chica demasiado purista ¿lo sabías? Tu hermano nunca olvidó nada de su tiempo con los Trailers.

Mui de pronto sintió como si la sangre se hubiera drenado de su cuerpo al ori eso. Tsuganashi le había dicho claramente que lo había olvidado todo.

«¿Nii-san me mintió?»

El rostro de Misaki se volvió deliberadamente comprensivo.

—Bueno, el teniente Aiba si te mintió, pero no le quedaba de otra. Seguramente no quería preocupar a su pequeña hermana. Yo en su lugar habría hecho lo mismo.

Mui bajó la mirada y no vio a Misaki que en ese momento se estaba riendo.

—Aunque no lo hizo intencionalmente, el hecho de que asesinó a varios de sus camaradas de Wizard’s Breath, y que recuerda todo con lujo de detalle, no es algo que pueda contarle a su hermana menor.

Las palabras de Misaki perforaron el corazón de Mui.

—A pesar de todo el teniente Aiba se mostró muy cooperativo y gracias a su experiencia, pudimos obtener mucha información de los Trailers. 

Misaki finalmente se detuvo y volvió a sentarse en el sofá, obligándose a cruzar las piernas en el estrecho espacio que le separaba de la mesa.

—Eres la hermana menor del teniente Aiba, y he escuchado que eres uno de los mejores cadetes que hay en el ejército. Te llamé en caso de que se te hubiese olvidado contarnos algún detalle.

Lo que Mui sentía en ese momento, ya no era rabia ni tristeza, sino un sentimiento de frustración e impotencia, así que se limitó a permanecer allí sin más.

—No dudamos de que hayas dicho que no viste nada. Por supuesto que no, faltaba más. Ya hemos demostrado que eres inocente ya que podemos ver a través de cualquier mentira. Sin embargo, podría darse el caso de que tus recuerdos estén siendo manipulados, lo cual no es fácil de detectar. Hay muchas maneras en que se puede ocultar un hechizo lanzado sobre alguien.

—Yo estoy perfectamente bien. Mi memoria no ha sido manipulada de ninguna manera.

Misake entrecerró los ojos con una mirada fría.

—Es curioso que tu misma lo digas —El hombre rio—. Las personas cuya memoria ha sido manipulada, obviamente no tienen conciencia de eso. Tú puedes pensar tranquilamente que te encuentras bien todo lo que quieras, pero no depende de ti determinar eso, sino de nosotros.

Al darse cuenta que el tipo simplemente estaba tratando de ridiculizarla, Mui lo ignoró.

—Bueno, está bien. Si recuerdas algo más, por favor, házmelo saber enseguida. Puedes retirarte, cadete Aiba.

El hombre ya ni siquiera volteó a mirarla cuando le dijo que se fuera. Simplemente se sacó un cigarrillo del bolsillo del pecho y se limitó a dar una calada sin encenderlo.

—Entonces, me retiro.

Mui saludó, pero fue una acción que poco tenía que ver con la Oficina de Auditoría, pues Misaki Renjo no era un militar.

En cuanto salió de la habitación, Mui recorrió el pasillo y bajó las escaleras. Quería salir de ese dichoso edificio lo antes posible. Atravesó el vestíbulo principal y abrió la puerta doble de cristal, empujando las manillas.

Cuando atravesó la puerta y salió al exterior, la brisa caliente la envolvió por completo. De pronto, vio una motocicleta estacionada en la calle principal.

—Mui.

—Nii-san…

Su hermano mayor, Aiba Tsuganashi, estaba allí de pie, apoyado en la moto. Quien sabe cuánto tiempo llevaba allí, pero lucía cansado. Como él era un usuario de magia de hielo, siempre tuvo cierta debilidad por el calor. En verano, a menudo se enfermaba.

Cuando Mui se acercó, su hermano sonrió aliviado.

—¿Qué haces aquí, Nii-san? ¿También te mandaron a llamar a ti?

Mui recordó la conversación que tuvo con Misaki.

—No, pero escuché que te llamaron a ti.

—Ya veo.

Él estaba tan preocupado, que fue a recogerla. Cuando vio a Mui desanimada, le tocó gentilmente el hombro.

—¿Estás bien?

—Si.

Mui sintió una mano fría a través del guante blanco que era el Aspecto de su hermano.

—Vamos, te llevaré a tu dormitorio —dijo Tsuganashi mientras quitaba el soporte de la moto.

—No, tengo que volver a la sala de operaciones —respondió Mui con pesar.

Tsuganashi sonrió.

—No te preocupes. Ya hablé con tu supervisora para que te diera permiso.

—¿Hablaste con la teniente Arama? —preguntó Mui sorprendía.

Tsuganashi respondió mientras conducía la motocicleta:

—Ella estaba preocupada por ti.

—…

—Dijo que has estado deprimida todo el día y que parecía que andabas con la mente en la luna.

—Bueno, eso…

La verdad es que Mui no podía negarlo, porque desde hace tiempo, la mente de Mui había estado llena de recuerdos de ese día.

—Mui, tienes que controlarte.

Lo siguiente que supo fue que Tsuganashi se había detenido, y bajó de la moto para sujetarla de los hombros.

Mui se quedó mirando aquellos ojos negros de su hermano que mostraban preocupación.

—Nii-san, Todavía no creo que ellos estén muertos.

—Mui…

—Estoy segura de eso. Sé lo que pasó, lo vi con mis propios ojos. Cuando Takeshi-kun y su hermano desaparecieron, el lugar no explotó, sino que desapareció junto a ellos.

—Sí, yo entiendo.

Tsuganashi asintió.

—Eso fue una transición espacial con magia negra —alegó Mui—. Hay una alta posibilidad de que estén vivos.

—Lo sé.

—Ellos, fueron enviados a otro lugar y no han podido volver. Estoy segura de eso.

Mui le asegura esas cosas a su hermano. Sin embargo, Tsuganashi retiró las manos de sus hombros.

—Mui, esa no fue una simple transición espacial de Magia Negra.

Mui se quedó mirando en silencio a su hermano.

—Fue una situación irregular. Lo que viste fue el fallo masivo de muchas magias —Tsuganashi continuó—. Lo más correcto es pensar en ello como el resultado de la convergencia de la magia de muchas personas en un solo punto, lo cual hizo que se descontrolara. Si ese es el caso, es más probable que hayan sido transportado a otra dimensión. Y hablo de una en donde los humanos no son capaces de sobrevivir.

—Nii-san…

Antes de que pudiera preguntar qué intentaba decir Tsuganashi, Mui ya se había dado cuenta.

Pero Tsuganashi se lo dijo deliberadamente y sin ningún tipo de tacto, como si quisiera hacerla entender de una vez por todas.

—Mui, esos dos están muertos.

En los ojos negros de Tsuganashi, Mui vio que parecía estar a punto de llorar.

O, mejor dicho, ella ya estaba llorando.

—¡Eres un tonto! —gritó.

Estiró los brazos para apartar a Tsuganashi. Al retroceder, Tsuganashi se golpeó en la moto, haciendo que la moto volcara con un fuerte golpe. Cuando volvió a mirar, Mui se había ido.

—¡Muuui!

Ella no quiso escuchar la voz de Tsuganashi, y se alejó corriendo a través de la ardiente acera.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.