Cuando Momoka despertó, se enteró de inmediato dónde estaba; Era la mansión de la Fundación Phoenix. Sin embargo, ese hecho no la hizo sentir mejor. Había sobrevivido, pero seguía siendo una asesina. Todo lo que quería en ese momento, era activar su magia negra y lanzarse al espacio. Había matado a dos personas inocentes… Poco importaba saber que solo lo había hecho siguiendo órdenes de Wizard’s Breath a quien juró dar su vida.

No tenía relación alguna con Ryuusenji Kazuma, pero lo conocía bien. No había ningún estudiante de la Academia de Magia de Tokio que no lo conociera. Era un mago increíblemente poderoso que poseía una habilidad de aniquilación única entre los usuarios de magia negra. Todas las comunidades deseaban tenerlo entre sus filas. Eso incluía también a Wizard’s Breath…

Sin embargo, Wizard’s Breath tomó un camino completamente equivocado a la hora de intentar reclutarlo. Momoka que apenas era una estudiante de sexto año de secundaria, estaba plenamente consciente de eso. Ella había sido asignada a La Agencia Especial de Gestión de Magos, conocida solo como Agencia Especial de Magos, el cual era un departamento que pertenecía a la Oficina de Auditoría de Wizard’s Breath.

Se suponía que su trabajo era encontrar magos con magias raras y reclutarlos para enlistarlos en el ejército de Wizard’s Breath. Pero lo que en realidad estaba haciendo ella era escoltar a los magos reclutados del edificio de la Agencia Especial de Magos al departamento de entrenamiento militar, y cuidar de ellos durante un tiempo. En otras palabras, era una criada…

Hacía unos dos meses, Momoka fue convocada repentinamente a la oficina del director de su departamento y se le ordenó cumplir con una orden. Le dijeron que ella y su equipo tenían que ir a exterminar a una criatura mágica que estaba causando estragos en el mundo humano. No era raro para ella, porque ya había tenido otras misiones como esa. La magia ilusoria y biológica, podían crear objetos con apariencia de seres vivos a los que se les llamaba «Criptidos» en el caso de tener forma de bestias.

Algunos magos incluso podían crear seres que podían hablar como hadas, gigantes, gnomos y goblins. Uno de los deberes de la agencia de magos era gestionar a los magos que habitaban en la sociedad humana. Si uno de ellos utilizaba magia entre los humanos y provocaba un accidente, la agencia tenía que encargarse de eso.

Ella pensó que sería una tarea sencilla ya que la estaban enviando a ella y a su equipo ya que, de tratarse de un Criptido muy poderoso, habrían desplegado unidades militares en su lugar. Pero al final, los dos compañeros de equipo de Momoka, fueron asesinados por el Criptido; un monstruo de dos cabezas que ella sola logró derrotar con la ayuda de sus portales. Sin embargo, resultó que aquel criptido no era ninguna criatura mágica… Eran dos magos que habían sido transformados con magia… y eran los padres de Kazuma.

La oficina Especial de magos no se lo dijo a Momoka, y siguieron ocultándolo incluso después de su regreso. Sin embargo, unos días después de la misión, Momoka fue informada por Washizu Kippei de que los padres de su amigo habían sido asesinados, y cuando le mostró una foto de Ryuusenji Kazuma junto a sus padres, lo supo todo.

El monstruo era una criatura horrible, pero sus ojos eran los de una persona. Los ojos de las dos cabezas del monstruo eran definitivamente los mismos ojos de los padres de Ryuusenji Kazuma.

—Soy una tonta…

Momoka estaba desconcertada.

Al mover su cuerpo de lado en la cama, sintió un dolor punzante en el estómago donde Kippei la había apuñalado.

—Soy una completa idiota… una ignorante… Soy de lo peor…

Le dolía tanto el estómago que se acurrucó entre las sabanas como una oruga, apretó los ojos y se encogió por completo.

Tenía los ojos hinchados de tanto derramar lágrimas, así que apretó la cara contra la almohada y siguió llorando.

Momoka lloró y se mofó de sí misma al recordar cómo había dado su informe a la agencia con mucho ánimo, pensando que había hecho algo bueno. Fue doloroso y triste. Sintió que ya no tenía ningún otro lugar a donde ir y nadie a quien dar la cara.

El día anterior, cuando se encontró con Washizu Kippei, Momoka estaba en la sede de Wizard’s Breath en Nueva York, volviendo de una visita que había hecho para pedir su baja.

La afiliación a Wizard’s Breath era distinta si alguien estaba destacado en la división militar o en los puestos administrativos. Momoka era oficialmente miembro del ejército, pero había sido cedida por tiempo limitado a la agencia especial de magos, en calidad de cadete. Si hubiera sido parte del área administrativa desde un principio, entonces ella podría haber renunciado inmediatamente si así lo hubiera deseado. O si hubiera sido tan solo una recluta recién ingresada en el departamento de formación militar, podría habérselas arreglado para que la echaran. Sin embargo, ese no era el caso de una cadete como ella.

El alto mando de la división militar de Wizard’s Breath rechazó su solicitud, y le advirtieron que, en caso de desertar, sería sometida a una corte marcial.

A diferencia de los funcionarios de área administrativa, el ejército no era un lugar en el que se pudiera renunciar sin más, debido a la importancia de su trabajo, sus secretismos y, sobre todo, la cadena de mando que era absoluta.

Ser sometida a una corte marcial significaba, en el peor de los casos, cumplir una condena. Momoka había jurado dar su vida por la comunidad. Pero ahora estaba sintiendo el peso de sus propias palabras. A partir de ahora, si sus superiores le decían que matara a alguien, tendría que matar incluso a gente inocente.

—No puedo soportar eso…

Tenía la cara manchada por tanto frotarse las lágrimas, y la nariz le moqueaba. Se levanto de la cama, y se acercó a una mesa redonda que había en el centro de la habitación. Caminó descalza por el frío suelo de mármol y tomó un lápiz que estaba sobre esa mesa. El lápiz era tan cómodo en su mano que Momoka lo sentía como si fuera parte de su cuerpo. Sin embargo, ahora también se había convertido en una herramienta para asesinar.

Momoka deslizó su lápiz para liberar su magia con el hechizo de liberación y poder utilizarlo. Luego se agachó y empezó a dibujar una línea en el piso. Dibujó un rectángulo lo suficientemente grande como para que cupiera ella. Sus partículas de magia negra erosionaron lentamente el rectángulo desde los bordes hasta el centro, y Momoka se tumbó sobre él.

Ella pensaba que debió haber hecho eso antes. Era sumamente sencillo para ella. Poco a poco su cuerpo comenzó a hundirse en aquel rectángulo de fango negro. Una vez que su cuerpo estuviera completamente sumergido en aquella bóveda negra que se estaba formando, Momoka tenía la intención de cerrar el espacio con un movimiento de su lápiz, y de esa forma, quedaría aplastada en la piedra para así descansar en paz.

Aquella bóveda que parecía un ataúd, recibió a Momoka con suavidad. Pero justo cuando estaba a punto de levantar el lápiz para cerrar el espacio…

—¿¡¡Oye qué estás haciendoo!!?

Alguien sujetó repentinamente el brazo de Momoka y la levantó. Cuando abrió los ojos, sintió un fuerte golpe en la mejilla.

—¡No puedes jugar al funeral!

Momoka se sobresaltó y miró a la persona que hizo eso. Era una chica de unos quince o dieciséis años con ojos color avellana que la miraba fijamente con expresión de pánico mientras le gritaba con las manos en alto.  Llevaba su pelo rojo brillante como el fuego, recogido en una cola de caballo.

—¡Cuando juegas con magia tienes que hacerlo en presencia de un adulto! —exclamó la chica.

Momoka estaba desconcertada.

—¿¡Me entendiste!? ¡Responde!

Aparentemente se iba a quedar mirándola severamente hasta que asintiera, así que Momoka asintió con la cabeza obedientemente por el momento. Entonces, la chica sonrió y felicitó a Momoka diciendo «Eres una buena chica». Pero pronto la tez de la chica se volvió muy pálida.

—¡Oh, Dios mío! ¡Tienes la cara hinchada! Estás llorando y te gotea la nariz… —Finalmente, se dio cuenta del estado de Momoka—. ¿Te pegué muy fuerte? T-Tienes la cara muy pálida…

Cuando la chica empezó a sacar conclusiones equivocadas, Momoka se relajó un poco y preguntó:

—¿Y tú… quien se supone que eres?

Antes de responder, la chica llevó la manga de su sucia ropa de trabajo a la cara de Momoka y empezó a limpiarla. El olor a aceite le picó la nariz y Momoka trató de quitársela de encima.  Pero la chica insistió en presionar su manga contra su cara.

—Soy Sophia. Soy la nieta del dueño de esta casa.

Momoka, temerosa de ensuciarse la cara con aceite, retrocedió e intentó quejarse, pero Sophia no le dio tiempo ni a abrir la boca.

Le limpió la cara con fuerza y luego tiró de su mano hacia la cama.

—Hoy es mi gran día. —dijo la chica con alegría.

—¿Por qué es tu gran día?

La chica fue y se sentó al borde de la cama y luego animó a Momoka a sentarse a su lado.

—Es el día en que un mago le dará uso a la primera arma que he fabricado.

Momoka fue y se sentó junto a Sophia. La chica sonreía y parecía realmente feliz.

—Soy tan buena forjando armas como mi abuelo. O al menos eso es lo que dicen mi abuelo y mi papá, así que probablemente solo intentan adularme. Pero no importa. He estado en el taller de mi abuelo y mi padre desde que era mucho más joven que tú, haciendo todo lo que quise, pero nunca tuve a nadie con quien jugar, ni nadie con quien compartir mi alegría.

Sophia habla mucho.

Mientras Momoka escuchaba, la observaba detenidamente.

—Pero últimamente me he dado cuenta de que no puedo seguir así. No tengo amigos. Fui a una escuela de magia, pero me expulsaron poco tiempo después. No había nadie amable. Todos me decían que yo era un bicho raro y que les daba asco. Que mejor debía dejar la escuela. Por eso, durante un enfrentamiento mágico entre clases, convertí las cintas en la cabeza de todos en serpientes. Y entonces uno de los chicos fue mordido. Fue un error porque yo pensé que se darían cuenta. Solo eran serpientes ratoneras. Ni siquiera son venenosas…

Entonces Momoka le interrumpió sin pensarlo. No sabía cuánto tiempo seguiría hablando si la dejaba seguir.

—Oye… ehm…

—Dime Sophia… —respondió Sophia, sonriendo.

—S-Sophia-san, yo…

De repente, Sophia se levantó.

—¡Uwaa! No sabía que hablabas así. Eres una chica… ¿no?

—C-Claro que soy una chica.

—¿Y no puedes hablar de otra forma?

—Sí podría, pero…

«Nuevamente tengo que agregar esta nota: Momoka utiliza el pronombre “Boku” que significa “yo”, pero es un pronombre masculino. Esto no se puede representar en español, así que mejor lo explico. Las chicas usan el pronombre “Watashi” que significa lo mismo. Un ejemplo en español seria como si ella dijera “me siento cansado” en lugar de “cansada” que sería lo normal. Por eso Sophia le pregunta si es una chica. Esto no quiere decir que ella sea masculina o lesbiana. A veces es solo costumbre tal y como lo dice Momoka».

Momoka parpadeó, queriendo continuar la conversación, pero la energía de Sophia la abrumaba.

—Cuando yo era niña —comentó Sophia—, también solía usar el “boku” para referirme a mí misma. Pero mi padre me decía que no lo hiciera y mi abuelo también, así que dejé de hacerlo. Me decían que una chica que hablara de forma masculina no conseguiría un príncipe azul.

—¿P-Príncipe Azul?

—Sí. Cuando era pequeña, quería ser una princesa. Solía dibujar princesas todo el tiempo. Creo que tenía cinco o seis años.

—¿Cinco o seis años?

Momoka en esa época tenía diez años de edad, así que le parecía indignante que la compararan con una niña de cinco. Pero Sophia no se dio cuenta del ceño fruncido de Momoka.

—Ahora que lo pienso, da igual como te refieras a ti misma. Hay quienes usan su propio nombre para hablar de ellos mismos en tercera persona. Después de todo hoy en día se considera que la diversidad es importante ¿no te parece?

—…

Por primera vez, Momoka se planteó dejar de utilizar ese pronombre masculino.

—Oye, por cierto… ¿cómo te llamas?

Momoka suspiró cuando finalmente Sophia le preguntó su nombre después de todo ese tiempo.

—Me llamó…

—¡Espera!

Por alguna razón, Sophia extendió la mano para detenerla.

—Espera, voy a adivinar.

—¿Ok…?

Momoka asintió con la cabeza y Sophia se levantó bruscamente.

Mirándola, Momoka se deslizó hacia atrás desde el borde de la cama hasta el centro con sorpresa. Los ojos de Sophia comenzaron a brillar de un color amarillo intenso, como la parte más brillante de la luna llena.

—S-Sophia… tus ojos…

—Ah, mis ojos siempre brillan cuando me pongo a pensar. —dijo Sophia con naturalidad—. En la escuela siempre me decían que esto los hacía sentir incomodos. Que yo echaba rayos malignos de mis ojos y que era espeluznante. Pero con qué derecho me lo decían si ellos se convertían en leones flacuchos, perros, conejos y otros animales que ni siquiera conocía.

Momoka miró a Sophia deprimida. Los ojos de Sophia brillaban porque obviamente estaba usando su afinidad mágica.

—Sophia, ¿por qué usas magia?

—No, no la estoy usando —respondió Sophia.

—Eh… pero parece que la estás usando —insistió Momoka—. Tus ojos brillan a causa de tu magia ¿no?

 Sophia se paseaba por la habitación, con sus ojos amarillos brillando.

—Si, mi afinidad mágica es la magia evasiva. He oído que es bastante rara. No creo que haya conocido a nadie que utilice la misma magia. Aunque igualmente no conozco a mucha gente así que, rara o no, es igual para mí.

Sophia se detuvo allí y miró a Momoka con esos ojos brillantes que parecían pintados con pintura fluorescente.

—¡Lo tengo! Eres una maga de Wizard’s Breath.

—¿Cómo fue que lo…?

Se suponía que era la primera vez que Momoka veía a esa chica. No la conocía de nada.

—Ya se cuál es tu nombre también —continuó Sophia—. Eres Shijou Momoka. Estudiante de cuarto grado en la academia de magia de Tokio.

Momoka no pudo evitar sentirse molesta. Su nombre lo dijo correctamente, pero ¿por qué se equivocó en el año escolar?

—¡Soy de sexto grado! —exclamó Momoka.

—¿Eh? ¿Sexto grado? Ya veo, ¡lo siento! —respondió Sophia entre risas, con una mirada no tan arrepentida.

Momoka, miró fijamente a Sophia, y observó atentamente cómo las partículas mágicas que se habían reunido en sus ojos, se disipaban, y se desvanecían para finalmente dejar de brillar. En poco tiempo, sus ojos volvieron a su color avellana habitual.

—Las personas que me trajeron aquí te dijeron mi nombre, ¿verdad? —dijo Momoka.

Sophia negó con la cabeza.

—No, ¿acaso alguien te trajo aquí? Yo no sabía nada. La verdad es que yo estaba en el taller. Incluso amanecí dormida en el suelo del taller y mi papá se enojó conmigo. Me dijo: “Que demonios haces durmiendo en el taller”. Estaba ocupada terminando mi arma favorita. Hoy es mi gran día.

—Si, tu gran día. Ya me lo dijiste hace un momento.

—Tienes razón, ya te lo había dicho. Pero, ¿acaso tú no sabes quién te trajo aquí?

—…

Momoka frunció el ceño y se puso a pensar.

«Me pregunto si la magia que ella acaba de usar es algún tipo de “Mind Site…”»

Si ese hubiese sido el caso, tendría sentido que hubiera adivinado el nombre de Momoka. Sin embargo, si Sophia hubiera intentado leer su mente con una magia así, Momoka lo habría sabido. Como miembro de la agencia Especial de magos, la mente de Momoka estaba protegida de ese tipo de magias por un fino escudo similar a un hechizo de protección.

«Talvez sea otra cosa porque no sentí nada…»

Momoka no entendía qué clase de magia había utilizado Sophía.

Por su parte, Sophía volvió a la cama y se sentó de nuevo junto a Momoka.

—Dime, ¿por qué estabas tratando de suicidarte?

Cuando Sophia dijo eso, Momoka la volteó a mirar con asombro.

—Lo siento. Se que dije que estabas jugando al funeral, pero realmente pensabas morir ¿verdad? No había pensado en eso y lamento haberte abofeteado. Pero no tienes que morir. No creo que vayas a morir, hagas lo que hagas. Todo es culpa de los altos mandos de Wizard’s Breath.

Temerosa, Momoka se deslizó hacia el otro lado de la cama y se distanció de Sophia. Luego la miró con atención y le preguntó:

—¿Quién eres tú?

—¿Yo? Soy Sophia… Sophia Brave.

—¿Brave?

Ese apellido le resultaba familiar.

—¿Eres una Brave del clan Brave?

—“Brave” es un apellido, por lo que el número total de personas que se llevan ese apellido forma una familia. Así que sí, lo soy. Pero no me gusta mucho mi apellido. Es demasiado tosco con ese significado de “valentía”. Suena demasiado masculino para una chica como yo. No puedo imaginar a una princesa teniendo “Brave” como apellido. Por eso cuando era niña…

—Oye…

Momoka interrumpió el largo discurso de Sophia.

—¿Perteneces al clan Brave de los que usan la forja mágica?

Momoka estaba seria, pero Sophia asintió ligeramente.

—Pues sí. Soy la única hija de los Brave de la forja mágica. Esta es la Fundación Phoenix. Es mi casa. Todo el mundo sabe que los Brave y la fundación Phoenix, somos la misma cosa.

Momoka sabía que había estado tan sumida en su angustia que no había pensado en ello. Ciertamente si se trataba de la Fundación Phoenix, era natural que hubiera magos de la familia Brave.

—Tu y yo nos parecemos —dijo Sophia repentinamente—. Creo que podríamos ser buenas amigas. Ah, pero solo si tú estás de acuerdo obviamente. Creo que eres la primera persona de la cual quiero ser amiga. Nunca tuve amigos en la escuela. Ni uno solo. Es extraño, ¿verdad? que haya magos como nosotras… Yo puedo entenderte, porque también tengo mis pecados. Aunque a diferencia de ti, no lo hice porque alguien me lo dijo, ambas somos culpables de lo mismo. Soy una asesina… o mejor dicho una matricida.

—…

Hasta la mitad, Momoka pensó que no podía entender nada de lo que decía. Estaba enfadada por las palabras de Sophia. Pero eso se esfumó con lo último que dijo.

—No intentes acabar con tu vida de nuevo, Momo-tan

—¿M-Momo-tan?

Ese apodo no le hizo gracia, así que la cara de Momoka se torció como si estuviera masticando un insecto amargo.

—Es fácil morir. Tal y como tú intentaste hacerlo hace un rato. Pero es mejor guardarlo para el final. Hay algo más importante aún. Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. No puedes pagar tus pecados con tu vida. Lo que necesitas para expiar tus pecados no es dar tu vida, sino tus acciones.

—…

—Ven conmigo, Momo-tan. Será divertido. Aunque estés triste, si tienes muchas cosas divertidas, podrás superarlo por muy triste que estés. Creo que puedo darte eso.

Momoka miró a Sophia desde el otro lado de la cama. Sus ojos color avellana brillaban con vitalidad, incluso en ese momento que no estaba utilizando magia. Era una chica extraña. Momoka relajó los hombros y sonrió con naturalidad, pero con una pizca de tristeza.

—No hay otra salida para mí que la muerte.

Se refería a Wizard’s Breath, pero Sophia contestó con firmeza, como si lo supiera todo.

—Nadie dijo que tenías que huir ¿verdad? no tiene que huir de nada ni nadie. Pero creo que deberías decidir qué quieres hacer a partir de ahora. Y si no quieres hacer nada, simplemente no lo hagas.

—No puedo darme ese lujo.

—Tienes que ser más indulgente contigo misma, Momo-tan. Sé que la mayoría de los adultos son blandos consigo mismos, porque son muy astutos. Tú también deberías ser así. Estar viva significa ser fuerte. Ser fuerte significa entrenar la mente y ser sabia. Si te vuelves más sabia, serás capaz de pensar en formas de salir de un apuro. Y no tendrás que hacer cosas que no quieras hacer.

—…

De repente, Momoka se quedó desconcertada por algo profundo que acababa de escuchar.

A su lado, Sophia empezó a retorcerse tímidamente. Y cuando sintió la mirada de Momoka, dijo:

—¿N-No te parece que somos más como amigas ahora? Ya sabes, los amigos se quejan de sus profesores, hablan de su vida amorosa y hablan seriamente de sus problemas. Lo he visto en los mangas, pero pensé que así podrían ser las cosas en la realidad.

Cuando Sophia sonrió tímidamente, Momoka parpadeó sorprendida.

«¿Ella compara esta platica tan seria con algo como quejarse de los profesores?».

En cuanto pensó eso, Momoka se echó a reír. Sus hombros comenzaron a temblar con la risa.

Al cabo de un rato, empezó a reírse a carcajadas intentando mantener su voz baja.

—¿Eh? ¿Acaso dije algo gracioso? —dijo Sophia—. ¿Qué fue lo que dije? Es que siempre parece como si tuviera un sentido del humor diferente al de otras personas. Cuando los demás se ríen yo nunca sé de qué va el asunto. Es solitario, ¿sabes? Cuando todos los demás están serios, yo soy la única que se ríe.

Momoka no pudo resistirse y se echó a reír una vez más con las manos en el estómago. La herida de su abdomen le hormigueaba, pero no podía evitarlo al ver a Sophia haciendo un puchero por no entender de qué se reía.

***

La Fundación Phoenix era conocida por ser una de las comunidades más excéntricas del C7.

En primer lugar, el jefe de la fundación era también el CEO de una compañía dedicada a la industria militar, muy conocida en el mundo humano. Debido a eso, era odiada por la comunidad de magos, y sus miembros solían ocultar su afiliación. Además, aunque la Fundación Phoenix era una comunidad nueva, la familia del presidente eran magos miembros de la nobleza mágica, famosos por poseer habilidades únicas. Ellos eran la familia Brave, quienes desarrollaron una magia especial durante la Edad Media. Una tecnología mágica conocida como «Forja Mágica».

Ellos eran capaces de combinar la magia con armas, herramientas, adornos, libros y todo tipo de materiales. Sin embargo, sólo el clan Brave tenía acceso a esta tecnología, y pocos conocían sus secretos.

Muchos de los Aspectos que los magos necesitaban, eran forjados por el clan de los Brave. Muchos de sus clientes pertenecían a las altas esferas del Wizard’s Breath, e incluso de otras comunidades. Los de alto rango y superiores forjaban sus propios Aspectos. Por eso nadie podía tocar a la familia Brave. Ocupaban una posición elevada tanto en la sociedad de los magos como en la de los humanos.

Al mismo tiempo, eran tenidos por escoria tanto por los magos como por la sociedad humana.

Al recordar eso, Momoka miró a Sophia Brave, que caminaba a su lado con ligereza, balanceando su cola de caballo pelirroja de un lado a otro. Iba vestida con ropa de trabajo sucia, pero tarareaba de vez en cuando y parecía que iba a comenzar a saltar en cualquier momento.

Momoka, en cambio, estaba deprimida. Porque reconoció a una pareja caminaba delante de ella y Sophia.

A esas alturas, Momoka ya sabía los nombres de ambos. Eran Aiba Rei, que trabajaba en la sede de Wizard’s Breath, y su esposa Tsubaki. Además, Aiba Rei también era profesor de magia singular en academias de magia de varios países. Como la afinidad mágica de Momoka era la Magia Negra, nunca había tomado una clase con Aiba Rei, pero ya lo conocía. Cuando la rescataron el otro día, estaba demasiado aturdida para acordarse de él, pero Aiba Rei era muy famoso en la comunidad mágica.

Momoka se había cruzado con él varias veces en la sede de Wizard’s Breath.

Por supuesto, Aiba Rei no conocía a una cadete como ella.

Él y su esposa llamaron inmediatamente a una ambulancia cuando Momoka fue apuñalada por Kippei en las calles de Nueva York, y la acompañaron hasta el hospital. Una vez allí, Aiba Rei le preguntó a Momoka si quería contactar con Wizard’s Breath o volver a la academia. Pero lo único que Momoka respondió fue: «Déjenme en paz». En respuesta, él y su esposa se miraron el uno al otro y dijeron:

—En ese caso, hay un lugar que no es ninguno de esos dos, ¿quieres venir a nuestra casa?

Momoka también negó con la cabeza.

No quería que la ayudaran sin importar lo que pasara. Momoka se arrastró patéticamente bajo las sábanas y la esperaron en la habitación en silencio.

Esperaron allí durante tres horas. Así que Momoka levantó la vista de su cama y decidió a regañadientes seguir su sugerencia.

Sin embargo, decidieron que este lugar, la Fundación Phoenix, sería mejor que su propio hogar, y finalmente llevaron a Momoka a ese lugar. Momoka miró la espalda de Aiba Rei, que caminaba delante de ella.

Aiba Rei era uno de los dieciocho magos de mayor nivel en Wizard’s Breath. Su esposa, Tsubaki, también era una maga de primer nivel, solo que ella no pertenecía a Wizard’s Breath, sino a Bishop of The Camelot.

No era raro que hubiera parejas que pertenecieran a diferentes comunidades. En particular, debido a que Camelot era una comunidad exclusivamente de mujeres, todas las «Hechiceras» que estaban casadas, naturalmente tenían maridos que pertenecían a otras comunidades. Momoka seguía sin saber por qué esas dos personas la habían llevado a la Fundación Phoenix. Antes de que hubiera podido preguntárselos, Tsubaki miró su reloj, se puso pálida y se marchó con Rei. Parecía que habían dejado a su hijo pequeño al cuidado de alguien y tenían prisa por irse cuando se dieron cuenta de que era hora de pasar a recogerlo. Momoka no tuvo más remedio que pasar la noche bajo el techo de la misteriosa Fundación Phoenix.

Momoka miró a Tsubaki, que llevaba un vestido rosa como el de las flores de cosmos. Pero, a pesar de que Tsubaki llevaba ropa casual, Rei que estaba a su lado, vestía con su uniforme de Wizard’s Breath.

Momoka se preguntaba si estaba bien llevar el uniforme de Wizard’s Breath estando en la sede de la fundación Phoenix.

Recorrieron un largo pasillo de la mansión pasando por más de diez grandes puertas.

Ella pensó que su abdomen, que había sido apuñalado por Kippei estaría dolorido, pero la magia curativa había funcionado bien y podía caminar sin dificultad.

Doblaron en una esquina del pasillo y subieron unas escaleras, pero no vio a nadie por ningún lado.

Llevaban más de cinco minutos caminando por la mansión y no había visto a nadie. También había un extraño silencio en todo el lugar. El lugar estaba limpio, todas las luces estaban encendidas, así que no era un lugar que diera mala espina, pero era extraño no ver a nadie. Definitivamente había comunidades con sedes más pequeñas en el C7, como aquellas que tenían menos de cinco mil miembros. Sin embargo, según fuentes oficiales del C7, la fundación Phoenix tenía al rededor 55.000 miembros reportados. Momoka recordó que cuando recién la llevaron, Aiba Rei le dijo que este era el cuartel general de la Fundación Phoenix.

Normalmente, tendría que haber muchos magos a cargo, pero era extraño no ver ni siquiera a un guardia.

—Es aquí —dijo Tsubaki mirando hacia atrás mientras Momoka se dedicaba a observar con desconfianza los alrededores.

—Es la habitación de mi abuelo —dijo Sophia—. Él dice que se siente más relajado cuando está aquí. Pero no le gusta quedarse dormido. Es cierto, yo creo que la habitación está diseñada para dar sueño. Yo siempre estornudo cuando entro allí.

Cuando Sophia empezó a hablar frenéticamente, Rei se volvió hacia ella, la miró fríamente, llevándose un dedo a la boca.

Sophia cerró la boca con fuerza. Pero entonces la abrió de nuevo.

—Ah, sí lo siento. “El silencio es oro”. Me olvido fácilmente de las cosas y hablo demasiado. Mi padre dice que soy lengua larga. Pero mi abuelo dice que solo soy muy enérgica.

Esta vez Tsubaki frunció el ceño y miró a Sophia, por lo que finalmente se quedó callada con una expresión de tristeza.

Tsubaki miró entonces a Momoka y le dijo:

—Shijou-san, no sé si podrás resolver tus problemas, pero estoy segura de que el presidente te dirá lo que más necesitas ahora mismo.

—Yo también lo pienso —apoyó Rei asintiendo.

Luego agarró la aldaba de la enorme puerta doble.

Entonces golpeó la puerta. Momoka notó que algo se movía en la parte superior de la puerta.

Mirando hacia arriba, Momoka jadeó sorprendida.

Había unos objetos incrustados en la parte superior izquierda y derecha de la puerta de madera.

Pensó que solo se trataba de dos enormes piedras incrustadas en la puerta, pero estas piedras se giraron y miraron a los cuatro por turnos. En la superficie de esas piedras blancas, que eran tan grandes como una cabeza, había unos globos oculares. A los otros tres no pareció importarles en absoluto, pero Momoka no podía apartar su mirada de esas cosas. Los globos oculares de la puerta se movieron inquietantemente realizando movimientos circulares. Momoka se dio cuenta de que, al parecer, esas cosas eran una especie de cámaras de seguridad utilizadas para identificar a la gente en el pasillo. Entonces, como para hacer una confirmación, Rei golpeó la puerta una vez más, y una voz sonó desde el interior.

—Estoy aquí adentro. Pasa, Rei.

Rei abrió la puerta y tras instar primero a Tsubaki a entrar, hizo un gesto a Momoka para que entrara también. Sophia intentó entonces entrar en la habitación, pero enseguida soltó un quejido. Rei la empujó con fuerza.

—Tu no, Sophia.

—¿¡Por qué!?

Momoka, que acababa de entrar en la habitación, alcanzó a oír la voz desconcertada de Sophia.

—Mejor ve a pasear un rato por allí —dijo Rei—. Probablemente se vayan a tratar asuntos importantes de nuestra comunidad y cuanto menos sepas, mejor.

—¡Chii! Aguafiestas… —murmuró Sophia.

Luego se escuchó el sonido de sus pasos alejándose por el pasillo.

Cuando Rei cerró la puerta, Momoka ya había echado un vistazo a la habitación.

La habitación no era exactamente lo que ella esperaba.

Le dijeron que era la sede de una comunidad del C7, e incluso que esa era la habitación del presidente, pero el interior era un lugar al aire libre. Un magnífico jardín de flores como salido de un libro de ilustraciones, que se extendía desde la puerta hasta el pie de una montaña que parecía estar a kilómetros de distancia. Sintiendo cómo la hierba se balanceaba bajo sus pies, Momoka miró al suelo.

Pequeñas flores amarillas se balanceaban con el viento y florecían vivamente. El campo de flores había pasado de amarillo a rojo en la ladera de una colina, a poca distancia, y brillaba en azul en todo su recorrido. Flores de melocotón se alzaban en un espléndido degradado y, al mirar a su alrededor, vio una glorieta de techo redondo a unos cien metros, desde donde alguien saludaba.

Siguiendo a Rei y a Tsubaki, Momoka se apresuró a alcanzarlos para no separarse.

Había una mesa y unas bancas instaladas en aquella la glorieta de estilo occidental. Bajo su pequeño tejado circular, Momoka se sentó en una banca de cerámica blanca. Junto a ella estaban Tsubaki y Rei. Y frente a ellos, estaba sentado un hombre canoso de unos setenta años, con una nariz graciosa y una frente ancha, que llevaba gafas.

Sus cejas blancas caían y cubrían la parte superior de sus gafas, pero cuando Momoka vio los ojos de color avellana a través de ella, se sobresaltó por la agudeza de su mirada y giró la cabeza hacia otro lado.

Rodeado de campos de flores y picos de montaña en la distancia, el paisaje era tan tranquilo como el de una pintura. En la glorieta, una mariposa blanca revoloteaba alrededor de los cuatro.

—Ya veo…

Argon Brave, el jefe del clan Brave y presidente de la Fundación Phoenix, asintió con la cabeza y se frotó un lado de la nariz con las yemas de los dedos cuando escuchó lo que Rei le contó.

—Así que Ryuusenji Kazuma… ¿eh? El chico ese de la profecía.  No debería tener ese espantoso poder de aniquilación. Debimos haberle dicho a Wiseman que lo convirtiera en humano cuando era un niño.

—Eso habría sido pedir demasiado. Wizard’s Breath ansiaba tener su poder y lo mismo ocurría con las demás comunidades. —dijo Rei cruzándose de brazos con mal humor.

El presidente Brave tocó suavemente la mariposa que revoloteaba en la glorieta con un bastón de madera con una cabeza de caballo que tenía.

Partículas mágicas del mismo color que los ojos del presidente, brotaron de la cabeza de caballo de metal plateado y envolvieron suavemente a la mariposa haciendo que, en un instante, se transformara en una joven mujer.

Momoka miró sorprendida a la mujer, con los ojos muy abiertos. Sabía que había magia que podía convertir a los animales en personas, pero era la primera vez que lo veía.

Era una forma muy avanzada de magia y probablemente en toda la sociedad mágica, las personas que podían utilizar esa magia se podían contar con los dedos de las manos. Las mariposas, al ser insectos, eran menos inteligentes que los perros o los gatos, pero desde el momento en que apareció, la mujer que iba vestida con un traje de sirvienta, estaba sosteniendo una bandeja con una tetera y unas tazas. La mujer comenzó a servir el té frente a Momoka que la miraba con la boca abierta. Y mientras tanto, la conversación continuó. El presidente Brave se volvió hacia Rei y le dijo en tono frustrado.

—Pero, la precisión de las predicciones hechas con magia evasiva, son altas. Es un hecho que quien controla la sociedad mágica, controla también casi por inercia la sociedad humana. Sabían que el chico de la profecía llevaba tiempo debatiéndose entre los caminos del bien y del mal, y que las probabilidades de que eligiera el mal era alta, y lo ignoraron. Se los dije muchas veces y me sorprende la falta de sensibilidad y acción del C7. No creo que ahora vayan a hacer algo al respecto.

Rei suspiró, mirando las profundas arrugas entre los ojos del presidente.

—No todo el mundo puede tomar las decisiones que usted toma sin dudar ni equivocarse, presidente.

El presidente replicó inmediatamente.

—Ciertamente yo no dudo, pero sí cometo errores. Por eso estoy en esta situación. Ahora voy a tener que limpiar mi propio desastre.

Para cuando ambos cerraron la boca con disgusto, la mujer había terminado de servir y se quedó allí de pie. Momoka se había quedado mirando a la mujer con suma atención. Parecía una persona real; una chica de unos veintitantos años. Sin embargo, había una cosa que podía hacer dudar de que fuera realmente una humana; Era su apariencia.

Era demasiado pulcra y ordenada, como una muñeca. Al igual que la glorieta hecha de yeso, tenía la piel blanca y pura, ojos que a veces parpadeaban falsamente y un rostro carente de expresiones.

Cuando el presidente Brave se dio cuenta de que la mujer estaba allí de pie sin hacer nada, le dio un ligero golpe en el estómago con su bastón. En ese momento, partículas de color avellana se dispersaron de la mujer y ella volvió a tomar la forma de una mariposa. Momoka volvió a poner los ojos en blanco y se quedó mirando a la mariposa que salió revoloteando de la glorieta como si nada.

El presidente Brave dijo:

—Entonces, ¿Esta es la chica?

—Si, Es Shijou Momoka de la agencia especial de magos —respondió Rei.

Momoka se dio cuenta de que se estaba hablando de ella y desvió la mirada de la mariposa hacia Argon Brave.

El presidente estaba sonriendo en lugar de tener la mirada malhumorada de al principio.

—Encantado de conocerte, jovencita. Mi nombre es Argon Brave.

—M-Mucho gusto, Soy Shijou Momoka.

Él no se ofreció a un apretón de manos como suelen hacer los extranjeros. Así que Momoka se quedó sentada e inclinó su pequeña cabeza. El presidente Brave la miró fijamente y dijo:

—Cómo se atreven a poner una pequeña como ella en la agencia especial de magos y utilizarla para matar personas…

El cuerpo de Momoka tembló por un momento.

«Ese señor ya lo sabe… lo que hice como miembro de la agencia especial de magos de Wizard’s Breath…»

La herida que Kippei le había infligido, parecía calentarse lentamente, aunque no se había movido de su lugar.

El presidente Brave agarró su taza de té y se la llevó a la boca. Luego la devolvió a la mesa con un gesto elegante. Entonces, tras ver que Momoka se calmaba en ese corto espacio de tiempo, dijo:

—¿Cómo te mantuviste viva, Momoka?

Esa era una historia aparte. Momoka tampoco quería hablar de eso porque fue también otra etapa terrible de su corta vida. Había ocurrido hacia cinco meses…

Momoka había asesinado a los padres de Ryusenji Kazuma un mes antes a eso. Kazuma desapareció de la Academia de Magia de Tokio tras la muerte de sus padres, y Momoka, aunque seguía asistiendo a la escuela, se tomó un descanso de todo el trabajo de Wizard’s Breath. Fue durante este tiempo cuando ocurrió un incidente: Ryuusenji Kazuma, irrumpió en solitario en el edificio de la Agencia Especial de magos en la sede de Wizard’s Breath, y mató a cincuenta y ocho magos. Fue un hecho del cual, no quedó ninguna evidencia pues de los muertos, no quedó absolutamente nada.

Sólo se salvaron los que descansaban ese día y los que habían salido.

Momoka arañó con su mano izquierda el dorso de su derecha bajo la mesa para dejar de temblar. Pero cuando abrió la boca, le tembló la voz.

—Y-yo debí haber muerto allí… y-yo e-era la culpable… y… aun así, murió gente que no tenía nada que ver…

—Lo que pasó allí no fue tu culpa —respondió el presidente Brave con firmeza—. Eso es más que obvio. No te castigues a ti misma.

Pero Momoka negó con la cabeza.

—Aun así, no puedo perdonarme. Ryuusenji Kazuma debió haberme matado a mí desde un principio. No debió habérselo pedido a Washizu-senpai. Debió haberme matado tan solo a mí.

Mientras Momoka se clavaba aún más las uñas en el dorso de la mano, Tsubaki le puso suavemente su mano encima de las suyas. Momoka la miró y se sorprendió. Entonces dejó de clavarse las uñas. El presidente Brave entonces dijo:

—No malinterpretes las cosas, Momoka. A Ryuusenji Kazuma no le importabas tú. A lo mejor él te odie un poco, pero estoy seguro de que era consciente de que solo fuiste engañada por tus superiores.

Momoka respondió de forma brusca.

—¿¡Entonces por qué los mató a todos!? ¿¡Acaso no fue un acto de venganza!?

—A simple viste eso parece, pero no es del todo cierto. Lo que sucedió después, lo confirmó.

—¿Qué pasó?

Cuando Momoka preguntó, Rei que estaba sentado al lado de Tsubaki dijo:

—No es qué pasó, sino lo que está pasando.

´Rapidamente Momoka volteó a ver a Rei y preguntó:

—¿Qué? ¿Está pasando algo?

El día anterior, Momoka recordó que fue a la sede de Wizard’s Breath, pero no notó ninguna señal de que estuviera ocurriendo algo raro en el cuartel general. Miró a los tres por turnos con una mirada de sospecha, pero todos cerraron sus ojos y se negaron a hablar. Después de un rato, Rei se puso en pie y miró a Momoka, con Tsubaki interpuesta en el medio.

—Shijou, este es un asunto importante. Antes que nada, necesito que contestes algo con toda la honestidad del mundo: ¿Aun estás dispuesta a dedicar tu vida a Wizard’s Breath?

—…

Momoka miró la cara seria de Rei, con demasiada sorpresa como para decir algo.

—¡Contesta!

La voz grave e insensible de Rei, exigió una respuesta rápida. Momoka giró la cabeza desconcertada, y dijo pensativa:

—Me había comprometido a hacerlo, pero… yo… intenté pedir que me dieran de baja.

—¿Y te lo rechazaron? —preguntó Rei de inmediato.

Sin embargo, su pregunta fue más bien para confirmar una respuesta que ya sabía.

—Sí.

Momoka asintió. Y luego, por alguna razón, añadió algo más como para defender la decisión de Wizard’s Breath.

—Pero probablemente fue un rechazo piadoso. Si hubieran aceptado mi renuncia, me habrían tenido que someter a una corte marcial. Creo que estaban tratando de evitar que eso ocurriera.

—¿Eso crees? ¿Crees que es una comunidad piadosa? —preguntó Rei.

Momoka levantó la vista para mirarle fijamente.

—¿Qué es lo que usted quiere que yo diga? Acláremelo por favor.

Aiba Rei era un oficial de Wizard’s Breath. Momoka se preguntaba si él era consciente de que estaba hablando despectivamente de su propia comunidad. Sin embargo, resultó ser algo más que solo eso.

—Shijou, necesito que digas que vas a traicionar a Wizard’s Breath.

—¿¡Eh!? ¡Qu…!

—Necesitamos tu ayuda.

Momoka se levantó de la banca de un salto, y entonces miró a Rei, a Tsubaki y Argon Brave con una mirada indignada. Tsubaki parecía preocupada, el presidente Brave miraba con agudeza y Rei, lucía tan serio como siempre mientras esperaba la respuesta de Momoka.

Ella se tambaleó y casi cayó sentada, pero consiguió abrir la boca.

—¿E-Están hablando alguna especie de conspiración? Cómo se les ocurre semejante…

—Somos la fundación Phoenix. Pertenecemos al C7 —murmuró el presidente Brave.

Momoka miró la expresión sombría del anciano que agregó:

—También somos mediadores.

Momoka le preguntó qué quería decir.

—¿Mediadores de qué?

—Existimos para mantener el orden en este mundo.

Las palabras del presidente eran demasiado ambiguas para Momoka. Estaba confundida, pero se esforzaba por digerir lo que le habían dicho. Entonces se llevó la mano a la frente y dijo:

—Esperen un momento… Eso… ¿No se supone que ese es el trabajo de la Asociación Internacional de Magos?

—La asociación no funciona, por eso estamos aquí —El presidente suspiró con frustración—. Su existencia perdió todo sentido desde que Wizard’s Breath se hizo con el control absoluto. Su poder incluso supera a comunidades como Eclipse, Camelot y Pendragon juntas. La asociación y Wizard’s Breath ahora prácticamente son la misma cosa.

Momoka desvió su mirada del presidente hacia Rei y dijo en tono firme:

—¡Eso es prácticamente una conspiración en contra de Wizard’s Breath!

—Puedes llamarlo como quieras, no importa —dijo Rei con toda la tranquilidad del mundo.

—¿Y qué pasaría si al salir de aquí voy a la sede de Wizard’s Breath y les cuento todo esto? —preguntó Momoka. Era la única que se sentía confundida y alterada en ese momento.

—Tú no vas a hacer eso, Shijou —Rei parecía muy seguro de lo que decía—. Estás decepcionada de Wizard’s Breath, y te sientes traicionada porque te hicieron cometer un crimen. Para salir de eso, puedes elegir luchar sola por el resto de tu vida, o puedes unirte a nosotros.

—Yo… no puedo… —dijo Momoka consternada—, no puedo traicionar a Wizard’s Breath.

Entonces intervino el presidente Brave.

—No malinterpretes las cosas, Momoka. No espero que hagas nada por mí.

El anciano agarró su taza y dio un sorbo. Se humedeció la garganta y continuó lentamente.

—Aun si dijeras que vas a traicionar a Wizard’s Breath, no es mucho lo que tendrías hacer. Sólo queremos tomar el control de la agencia especial de magos y hacerla funcionar de nuevo como se debe.

—¿Como se debe?

Cuando Momoka le devolvió la pregunta, el presidente Brave sonrió ligeramente y dijo:

—No has olvidado lo que te obligaron a hacer, ¿verdad?

—…

—Queremos que tú mantengas el orden sin desviarte de tus ideales. Creemos en ti y queremos que te vuelvas una miembro secreta de la Fundación Phoenix.

Momoka intentó retroceder, pero quedó atrapada entre la banca y la mesa. En algún lugar de su mente, comenzó a sentirse enojada, preguntándose por qué estaba en esa situación. Tan solo tenía diez años de edad y estaba en sexto de primaria. Era solo una niña…

«¿Por qué no me dejan ser solo una niña? ¿Es porque tengo un poco más de poder mágico que otras personas? ¿o es por mis habilidades?».

En un ataque de ira, Momoka agachó la cabeza y murmuró de mala gana.

—No soy una oficial del Wizard’s Breath, tan sólo soy una cadete.

El presidente Brave asintió y contestó:

—Lo sé, pero pronto serás una oficial.

Momoka rápidamente volvió a levantar la cara

«¿Yo convertirme en una oficial?»

Ante la sorprendida Momoka, el presidente continuó.

—Eso es lo que te iba a contar, y por eso te preguntamos si serías capaz traicionar a Wizard’s Breath. Durante el último mes, un grupo nuevo formado por Ryusenji Kazuma ha estado secuestrando y asesinando a figuras importantes del C7.

Los ojos de Momoka se abrieron aún más.

—¿Eh? Yo no sabía nada de eso.

—Es porque la asociación lo está encubriendo —dijo Rei.

Momoka se dio cuenta de que en ese momento él ya estaba sentado. Estaba bebiendo su té en una postura relajada que no era apropiada para esa situación.

Momoka se mordió el labio, pensando que era la única que estaba allí de pie con cara pálida y completamente sorprendida.

«No entiendo nada. ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?».

Rei puso su taza en la mesa y dijo:

—La asociación… o, mejor dicho: Wizard’s Breath, está tratando de mantener esto en secreto, pero probablemente es sólo cuestión de tiempo antes de que se haga público.

Inmediatamente el presidente Brave continuó sus palabras.

—Eso quiere decir que pronto te ascenderán a oficial porque les falta gente.

Momoka miró al anciano de pelo blanco y ojos afilados. El presidente de la Fundación Phoenix, el sucesor de la Forja Mágica y el hombre que podría perjudicar a Wizard’s Breath…

«Puede que estén tratando de engañarme…».

Momoka se encontraba deseando creerles. Pero hacerlo sería traicionar a Wizard’s Breath. Estaría traicionando a la comunidad a la que tanto había deseado unirse. La comunidad a la que había jurado dedicar su vida.

Momoka solo pudo pensar en sus padres.

Su padre pertenecía a una pequeña comunidad cuyo nombre, muy poca gente conocía.

En una sociedad mágica, el tamaño y el poder de una comunidad a la que pertenecías podía tener un gran impacto en el resto de tu vida.  El padre de Momoka trabajaba en una empresa de seguridad en Tokio, en la sociedad humana. Su vida no era tan diferente de la de un humano ordinario.

Por eso se alegraron tanto cuando su hija se convirtió en cadete de Wizard’s Breath. Les hizo llorar el saber que el futuro de su pequeña estaba en buenas manos.

«Y, ahora estoy aquí, sin saber qué hacer…»

El director Brave habló con Momoka que se encontraba pensativa.

—Después de que te nombren oficial, intentaremos conseguirte un puesto en la agencia especial de magos aprovechando su falta de personal.

—No sé si podré hacer eso —dijo Momoka, tragando saliva con dificultad.

Pero se oyó una voz fuerte a su lado que aplastó su vacilación.

—¡Hazlo!

Era de Rei.

—A-aunque me diga eso, yo…

Cuando Momoka tembló y trató de replicar, Tsubaki, que había permanecido en silencio hasta el momento, tomó la palabra.

—Rei, no la presiones. Es solo una niña de diez años.

Momoka miró a Tsubaki. Parecía que había al menos una persona que podía entenderla.

Un poco aliviada, Momoka dejó escapar un suspiro. Pero Rei era muy frío.

—No importa la edad que tengas. Si te lo digo, es porque sé que puedes hacerlo. Tú y un nuevo recluta llamado Nanase Gekkou son los únicos cadetes de la agencia especial de magos que siguen con vida. Intentamos ponernos en contacto con Nanase Gekkou, pero algo en él no nos convenció.

Momoka frunció el ceño. Aparentemente ya tenían tiempo tramando ese plan y estaban buscando a alguien que pudiera traicionar a Wizard’s Breath.

Momoka miró a Rei y dijo:

—Entonces… ¿por eso me eligieron a mí? Me trajeron aquí para… esperen un momento: cuando Washizu-senpai me apuñaló ustedes aparecieron a mi lado casi de inmediato. ¿Acaso me estaban vigilando?

Rei ignoró por completo las acusaciones de Momoka. Pero el presidente Brave dijo:

—La batalla ya ha comenzado. Y no es que tu no sepas qué hacer. Lo que pasa es que tienes miedo de equivocarte.

Momoka ahora dirigió su mirada al presidente. Tenía ganas de arremeter contra el viejo y gritarle. Le molestó que la hicieran pensar con optimismo que la estaban ayudando desinteresadamente. No obstante, el hecho de que ella estuviera allí en ese momento era fruto de un seguimiento que le habían hecho.

«Como pude ser tan tonta…»

De repente, las palabras de Sophia Brave, con quien estuvo hace un rato, volvieron a su mente:

«Los adultos son blandos consigo mismos, porque son muy astutos. Tú también deberías ser así, Momo-tan. Estar viva significa ser fuerte. Ser fuerte significa entrenar la mente y ser sabia».

Momoka dejó escapar un largo suspiro, luego respiró profundamente y dijo con sinceridad:

—Tal y como usted dice, tengo miedo de seguir equivocándome. Así que quiero saber qué es lo correcto.

El presidente Brave asintió y dijo:

—Igual que todo el mundo. Pero nadie sabe a ciencia cierta lo que realmente es correcto. Incluso la magia evasiva nos suele mostrar que el futuro también es incierto. Solo nos queda confiar en nosotros mismos.

Sus palabras tenían algo de verdad.

Momoka podía ver el jardín de flores detrás del presidente y la cordillera de montañas verdosas que se extendían más allá del horizonte.

¿Era magia ilusoria o magia negra? fuera cual fuera, era una magia maravillosa. El viento que soplaba en la glorieta, refrescó el cuerpo caliente de Momoka. Ella sintió que se tranquilizaba poco a poco. No era por querer ser solo una niña que estaba enojada y deprimida. Era porque tenía miedo.

«Esta decisión que tomaré, acabará matándome»

Tanto como si decidía traicionar a Wizard’s Breath, o si decidía rechazar su oferta, sería un camino sangriento para ella de todas formas. Momoka deseó haber sido una usuaria de magia evasiva en ese momento. De haber sido así, podría haber intuido que esa terrible decisión era inminente y haber huido cuanto antes.

«Quedarme en Wizard’s Breath y seguir cometiendo asesinatos… o convertirme en la perra de la Fundación Phoenix y traicionar a los míos…».

Momoka juntó las manos al notar que le temblaban. Sus manos eran sorprendentemente pequeñas, incluso para ella.

«Maldigo al dios que me puso en esta encrucijada… maldigo al dios que me dio una vida tan terrible… aun así, quiero seguir el camino que yo creo que es correcto».

Los temblores en las manos de Momoka se detuvieron naturalmente. Bajó las manos y miró directamente al presidente Brave.

—Acepto volverme una miembro de la fundación —Esta vez, Momoka hablaba con una voz más serena—. Sin embargo, como usted me dijo: voy a actuar sin desviarme de mis propios ideales. Examinaré cada palabra que me digan y la información que me den bajo mi propio criterio. Y si tengo que sospechar de algo, lo haré. ¿Está bien?

—No hay ningún problema…

El presidente Brave asintió profundamente, y luego trató de espantar con la mano unas mariposas que revoloteaban sobre su cabeza. Habían aparecido otras tres mariposas que revoloteaban en la glorieta.

Ya fastidiado mientras las espantaba con la mano, el presidente dijo:

—Bueno, ahora que nos hemos quitado ese asunto de encima, mi nieta me ha estado insistiendo en enviar mariposas. Creo que te está llamando.

Momoka parpadeó sorprendida al oír esto.

—¿Su nieta? ¿Se refiere a Sophia?

—Si, mi nieta traviesa. Seguramente ha de estar en el taller. Sigue las mariposas ellas te mostrarán el camino.

El presidente tocó una de las mariposas con la cabeza de caballo de su bastón, y la mariposa blanca se volvió dorada por su magia. Entonces la mariposa salió revoloteando de la glorieta.

Momoka estaba a punto de seguir a la mariposa. Pero en ese momento, Tsubaki le agarró la mano por detrás.

—¡Aguarda!

Cuando Momoka se dio la vuelta, Tsubaki le ofreció algo.

—Toma esto.

Momoka miró lo que tenía en la mano. Era un botón con forma de pájaro con las alas desplegadas, hecho con una piedra preciosa carmesí y brillante.

—Es un botón Concierge. No está conectado directamente con este lugar, pero puedes utilizarlo con cualquier espejo y te llevará a un acantilado en una playa donde podrás ver las ruinas de un antiguo castillo. Hay un espejo en esas ruinas, pero está todo cubierto de niebla. Si lo atraviesas, ese espejo te traerá hacia aquí.

Momoka tomó el botón de la mano de Tsubaki y asintió.

—Gracias…

Después de mirar a Tsubaki, a Rei y al presidente, Momoka hizo una ligera reverencia y empezó a caminar tras la mariposa. Se dirigió a una puerta que estaba en medio de un campo de flores amarillas. La mariposa la esperaba delante de la puerta.

Cuando Momoka desapareció tras la puerta, los tres se quedaron en la glorieta.

—¿Qué opina de ella? —preguntó Rei.

—Aún es muy joven —respondió el presidente.

—Lo sé. Pero no nos quedaba de otra. Ya es una maga de rango intermedio a pesar de su corta edad, así que no creo que vaya a haber ningún problema en cuanto a sus habilidades.

Cuando el presidente escuchó las palabras de Rei, negó con la cabeza y dijo:

—Estoy más que furioso e indignado con esos hijos de puta de Wizard’s Breath. Como osan atreverse a convertir a una pobre niña en una asesina…

Rei y Tsubaki se miraron mientras el presidente decía eso con una expresión de lástima. Luego miraron a la puerta por donde había salido Momoka y suspiraron al mismo tiempo.

***

Momoka persiguió a la mariposa dorada hasta una puerta con marco de hierro situada al fondo de la mansión.

La puerta estaba entreabierta un par de centímetros y desde el interior se podía oír un zumbido acompañado de fuertes golpes metálico, como el de un martillo golpeando. Momoka llamó a través de la puerta.

—Ehm… ¿hola?

Sin embargo, su voz no le llegó, ya que fue ahogada por los fuertes sonidos del interior, que daban la impresión de que alguien estuviera construyendo algo. No le quedó más remedio que empujar suavemente la puerta. Entonces, la persona del interior se dio cuenta de su presencia y el ruido en la habitación cesó.

—Ah ¡Yahoo! ¡Finalmente viniste! ¡Entra, entra!

Momoka fue recibida por una voz alegre. Entonces empujó la puerta un poco más y se asomó para ver el interior.

Bajo unas luces mucho más brillantes que las del pasillo, Sophia se encontraba en un cuarto lleno de máquinas, vestida de forma extraña. En su mano sostenía una herramienta en forma de «V» que Momoka nunca antes había visto.

—Estaba haciendo los últimos preparativos —comentó Sophia rápidamente mientras colocaba la herramienta en una especie de tabla de planchar que había frente a ella—. Los Brave siempre somos muy minuciosos con nuestro trabajo. Mi abuelo y mi padre cometieron muchos errores, pero nunca dieron algo defectuoso a nadie. Así que tengo que ser perfecta en lo que doy a los demás.

—Ehm, oye…

Momoka entró en el taller.

Las estanterías metálicas recorrían las paredes y se apiñaban hasta el techo, que tenían unos cinco metros de altura. Había lanzas sin punta, espadas rotas, herramientas de corte, cosas que parecían ser herramientas de carpintero, cajas llenas de tornillos, docenas de latas de pintura en espray de diferentes colores, una vieja y aburrida máquina de coser en un estante inferior, e incluso una sartén quién sabe por qué.

Aquel montón de cosas daba la impresión de que se podría producir una avalancha de basura en caso de intentar retirar un solo artículo de esas estanterías.

Sólo el centro de la habitación donde Sophia estaba de pie frente a una mesa larga y estrecha estaba despejado. A su lado, había un pequeño horno con un fuego que ardía intensamente en su interior. Delante del horno, había un pequeño depósito de agua de piedra de color gris oscuro, con agua que goteaba en una zanja que pasaba por debajo de sus pies. Momoka se acercó y trató de preguntar por qué había sido convocada. Pero Sophia habló primero.

—Oye, ya conociste a mi abuelo, ¿no? ¿Cómo era? Su mirada da un poco de miedo, ¿no? Mi abuelo parece que fuera el líder de alguna mafia. Pero cuando hablas con él, es muy agradable. Para ser sincera, es mucho más amable que mi papá. Ah, hablando de papá…

—O-Oye… —Momoka consiguió interrumpir a Sophia y señaló la mesa que tenía delante—. ¿Qué es eso?

Sophia miró la mesa.

Había un pequeño objeto cilíndrico plateado allí. Era un capuchón de metal, de unos cuatro o cinco centímetros de largo.

Sophia lo recogió con unas pinzas de metal.

—Ah, ¿esto? ¿Quieres saberlo? —murmuró mientras se acercaba al tanque de agua y sumergía suavemente el capuchón—. Por supuesto que quieres saberlo. Te lo voy a enseñar. Estaré contigo en un minuto. Solo tengo que hacer algo…

Lo hundió durante unos segundos, luego lo levantó y lo acercó a la luz que provenía del techo alto para examinarlo.

Momoka frunció el ceño.

—Oye, Sophia. ¿Por qué me llamaste?

Sophia acercó el capuchón a la luz para verlo bien, y luego miró el extremo del tubo. Hmmm… estaba satisfecha por sí misma, pero entonces sus ojos se abrieron de repente y exclamó.

—¡¡Aaaaaaaaah!!

—¿Q-Qué pasa?

Momoka se estremeció de sorpresa.

Sophia salió corriendo de donde estaba a gran velocidad y extendió su mano vigorosamente a Momoka.

—¡Préstame tu Aspecto!

—¿Eh?

Momoka retrocedió, al ser presionada.

—Que me prestes tu Aspecto —volvió a decir Sophia.

—¿Por qué? —preguntó Momoka.

Sophia hizo un puchero y dijo:

—Porque lo necesito. Hay una cosa que debo hacer.

—¿Y qué es lo que quieres hacer?

El Aspecto era algo muy importante y no se podía andar prestando tan fácilmente a cualquiera. Momoka pensó que Sophia ya debía estar consciente de eso. Más, sin embargo, se quedó con la mano extendida delante de ella y dijo: «Es difícil de explicar», como si no fuera gran cosa.

Momoka frunció el ceño.

«Has estado hablándome hasta la saciedad y explicándome cosas, y ahora no me explicas esto».

Sin embargo, por alguna razón, Momoka metió la mano en el bolsillo de su falda y sacó un lápiz, el cual era su Aspecto. Era un simple lápiz de unos 10 centímetros de largo.

Lo extendió en la palma de su mano y Sophia lo tomó suavemente con la punta de sus dedos.

—Tú tranquila, ya te lo devuelvo. Te aseguro que no le pasará nada.

Dicho eso, no era exagerado decir que el Aspecto era lo más importante para un mago después de su vida. Momoka observó los dedos de Sophia con atención, sin querer apartar los ojos de su lápiz ni un momento. En la otra mano, Sophia sostuvo el capuchón plateado y lo colocó suavemente en la punta del lápiz. Luego dejó escapar un suspiro después de ponerlo como si hubiese tratado de una especie de ritual solemne y eso fue todo.

Momoka parpadeó sorprendida y Sophia le regresó su lápiz ahora con un capuchón puesto.

No sabía de qué iba eso, pero lo tomó de todos modos.

—Eres una buena chica, Momo-tan. Eres linda, eres honesta y eres pequeña.

—dijo Sophia.

Momoka que estaba examinando el capuchón en su lápiz, replicó:

—Lo de pequeña sobraba…

Pero Sophia dijo con una voz aún más emocionada:

—¡Y sobre todo eres mi persona predestinada, Momo-tan!

—¿¡Qué!?

Momoka levantó la vista sorprendida.

Sus ojos se encontraron con los de Sophia, que le sonreía con las mejillas sonrojadas.

«¿Que soy su persona predestinada?»

Momoka volvió a poner cara de duda, pero Sophia parecía complacida. Momoka levantó su Aspecto y se lo mostró.

—¿Entonces qué es esto?

—Pues una tapa para tu lápiz. Le queda perfecta ¿verdad? ¡Soy una genio! Bueno, ya lo sabía, pero ahora lo he vuelto a comprobar. ¡Definitivamente soy una genio! Es solo cuestión de tiempo para que supere a mi abuelo y a mi papá.

—O-Oye, Sophia…

Antes de que Momoka pudiera pedir una explicación, Sophia se echó hacia atrás.

—Vamos, activa el hechizo de liberación. ¡Hazlo, Momo-tan!

—¿Por qué? —preguntó Momoka.

 Sophia ya se había alejado, pero luego dio unos pasos más hacia atrás y la apuró.

—Porque no vas a suceder nada hasta que hagas eso.

—¿Qué es lo que va a pasar?

Cuando vio a Momoka indecisa, Sophia le gritó de forma nerviosa.

—¡Oh, por todos los cielos, Momo-tan! ¡Dale de una vez!

—¿Dale?

—Si no lo haces, no podrás irte a casa nunca ¿entiendes? Realmente no hay problema con eso, pero déjame decirte que este lugar es muy solitario por las noches. Aquí no viene mucha. Me encantaría que te quedaras conmigo. Hasta podrías quedarte en mi habitación esta misma noche. Mi cama tiene suficiente espacio para las dos. Además, este lugar está rodeado de un bosque, por lo que el sonido del viento es espeluznante por la noche. Mucha gente tiene miedo de ir al baño sin compañía.

Momoka entonces asintió y respondió resignada:

—De acuerdo, lo haré

Sophia aplaudió con gran emoción.

—¡Gracias! ¡Sabía que eras una buena chica, Momo-tan!

Momoka dejó escapar un suspiro. Si hacía lo que le decía, estaría satisfecha y podría marcharse.

Levantó el lápiz con el capuchón que Sophia le puso y lo mantuvo lo más lejos posible de su cuerpo mientras exclamaba:

—¡“LIBERATE”!

En ese momento, Momoka notó algo inusual, pero no pudo evitarlo. El lápiz en su mano de pronto se hizo enorme.

—¡¡Kyaaaaaaa!!

Sin ser consciente de lo que estaba ocurriendo, seguía sujetando el lápiz con fuerza, pero lo que siguió hizo que Momoka se asustara y terminara soltando su Aspecto involuntariamente.

El capuchón plateado que estaba unido al lápiz gigante cambió su forma y creció hasta rodear el lápiz. Las partículas mágicas color negro azabache de Momoka, comenzaron a emanar del lápiz. Ella juntó sus manos como en una plegaria frente a su Aspecto que había caído al suelo, y no sabía qué hacer. Un círculo mágico de magia negra se extendió a los pies de Momoka.

Y de pronto, el lápiz se había convertido en parte de una lanza corta que tenía la forma de un compás.

—¡Sí! Sabía que iba a funcionar —exclamó Sophia emocionada desde la distancia—, ¡pero funcionó incluso mejor de lo que esperaba!

—¿De qué estás hablando? ¿Qué le has hecho a mi Aspecto, Sophia?

Momoka se salió a trompicones de su círculo mágico, y Sophia respondió:

—Le puse un accesorio creado con la forja mágica.

Momoka frunció el ceño ante esas palabras, pero rápidamente se enteró de lo que significaba eso, y sus ojos se abrieron de par en par

—¿¡¡Eeeeeeeeeeeeeh!!?

Los ojos de Momoka, al mirar a Sophia, se agrandaron tanto que casi parecía que se le iban a salir. Sophia tenía una gran sonrisa en la cara y explicó:

—Ya te lo había dicho. Hoy era mi gran día. El día en que conocería a mi compañera predestinada. ¿No te dije que este día un mago iba a utilizar por primera vez el arma que yo había fabricado? Por eso había estado a la espera dándole muchos cuidados y mantenimiento. ¿Qué tal te funciona? ¿Hay algo que no te parezca bien? Seguro que ahora que está en tus manos es más fácil de ajustarlo. ¿Cómo sientes el agarre? Levántala un poco y dale una sacudida, ¿quieres?

El círculo mágico a los pies de Momoka comenzó a disolverse y desapareció lentamente, esparciendo partículas de color negro. Todo lo que quedaba era el Aspecto de Momoka que ahora tenía la forma de un compás.

Aturdida, tardó unos minutos en darse cuenta de que la esperaba una Sophia sonriente, roja y eufórica.

Momoka se acercó lentamente a su Aspecto y trató levantarlo para poder empuñarlo con ambas manos, ya que pensó que sería demasiado pesado para soportarlo de otra manera. Efectivamente era tan pesado como lo sería una pieza de acero normal. Sólo conseguir que se pusiera en pie era un reto.

La cara de Momoka se tensó por el esfuerzo, como si intentara levantar una moto caída.

Al ver eso, Sophia se cruzó de brazos y dijo:

—Uhm… supongo que es demasiado pesada. Pero no había opción. Creo que lo ideal será que aligeres su peso usando magia ¿no te parece? Si la hago más ligera, ya no será tan fuerte.

Momoka, al darse cuenta de eso, lanzó un hechizo de levitación sobre su Aspecto. Entonces, la lanza en forma de compás pudo ser levantada fácilmente con una sola mano.

A continuación, la balanceó por encima de ella y, por último, Momoka hizo lo más importante: Trasfirió su poder mágico al Aspecto.

En ese momento, sintió como si la lanza se adhiriera a su mano. La magia fluyó de forma natural hacia el Aspecto. No había ninguna sensación de incomodidad o perdida de energía. La transferencia de magia era tan fluida como si el Aspecto, que se suponía que era una herramienta, fuera ahora una parte de su cuerpo. Almacenaba el poder mágico de tal forma que parecía que lo tuviera en las puntas de sus dedos.

—Esto… es increíble…

Mientras Momoka yacía sorprendida, Sophia sonrió ampliamente.

—¡Sabia que tú lo entenderías, Momo-tan! Su forma está optimizada para ser usada con magia negra. Además…

Momoka se apresuró a contestar a Sophia.

—¿Magia negra? Pero, Sophia, yo nunca te dije que mi afinidad fuera la magia negra…

—¿No lo hiciste? —murmuró Sophia de forma tranquila.

—No lo hice. ¿cómo es que lo sabes? y por cierto ¿cómo es que supiste mi nombre?

—Ah, ¿no te había dicho? Es por mi afinidad mágica.

—No, no me lo habías dicho.

Cuando Momoka negó con la cabeza, Sophia se sorprendió y dijo «ya veo» con una sonrisa.

—Soy usuaria de magia evasiva. Mi magia evasiva se llama “Magical Analysis”. Pero no me gusta ese término. Suena demasiado formal. También lo suelen llamar “Rational Magical Analysis”. Pero “Analisis” suena un poco nerd ¿no te parece? No es muy femenino… no me gusta mucho que digamos. Es como, ¿quién eres tú para analizar las cosas y hablar de ellas como si supieras algo? Suena como presumido. Pero creo que es útil poder adivinar cosas sobre la gente.

Momoka miró asombrada a Sophia mientras ésta le explicaba detenidamente.

En otras palabras, la razón por la que Sophia había adivinado antes el nombre de Momoka y el de la comunidad a la que pertenecía se debía a la magia evasiva de la «Magical Analysis».

No había mucha gente capaz de utilizar magia evasiva, pero Momoka pensó que su habilidad debía ser aún más rara de lo que pensaba Sophia.

Si podía analizar un poco de información y averiguar lo que quería saber, eso era mejor que la magia evasiva «Mind Site» en términos de obtener información. «Mind Site» requería el contacto con la persona cuya mente iba a ser leída, mientras que el análisis de «Magical Analysis» no requería ninguna interferencia con los demás. Eso también quería decir que la persona analizada, no podía bloquear esa magia de ninguna forma.

—¿“Magical Analysis”? Nunca he oído hablar de ello —dijo Momoka con cara de asombro, y Sophia sonrió.

—Seguro que no. Yo jamás he conocido a nadie con la misma habilidad que yo.  Ah, mi papá también es usuario de magia evasiva. Me pregunto si estará en nuestros genes. Como si fuera parte de nuestro linaje. Mi madre era usuaria de magia de aceleración. Mi padre dijo que por eso se fue al otro lado tan rápido. pero no creo que sea cierto ya que se murió por mi culpa.

—¿Por qué?

Momoka no pudo evitar decirlo. Sophia respondió rápidamente.

—¿Por qué la dejé morir? Es porque la usé para experimentar con la forja mágica.

—¿A qué te refieres?

—¿La forma mágica? Ah, se supone que no debo decirte eso. Es un secreto de familia. Lo siento. No puedo decírselo a nadie porque mi padre me ha amenazado con arrancarme la lengua, sacarme los ojos y no dejarme entrar nunca más en su taller si se lo cuento a alguien. Iba en serio con lo de los ojos.

—…

Cuando Momoka ya no pudo decir nada y se calló, Sophia le sonrió y dijo:

—Pero podemos hablar de otras cosas.

—No, no te preocupes…

Al recibir la negación de Momoka, Sophia agachó la cabeza, decepcionada diciendo «¿De verdad?». Parecía estar dispuesta a que le preguntara cualquier cosa, pero Momoka no pudo evitar reírse. Se limitó a extender su lanza frente a ella y le dijo:

—Gracias por esto.

Sophia sonrió.

—¿Te gustó? Ven a verme cuando quieras y le daré mantenimiento. Me hace feliz que seas tú la que utilices eso, Momo-tan.

Fue entonces cuando Momoka se dio cuenta. Su lanza era un objeto creado con la forja mágica. En un instante, su rostro palideció y preguntó a Sophia:

—Oye… esto… ¿cuánto me va a costar?

—¿Cuanto?

—Me refiero… al precio…

—¿Precio? no necesito que me lo pagues. Ay qué cosas dices, Momo-tan. Yo no acepto dinero de mis amigos.

Sophia en ese momento se echó a reír. Sin embargo, Momoka hablaba en serio.

—Pero he oído que los objetos de la forja mágica son muy caros —dijo Momoka pensativa—. Nadie los consigue gratis.

Sophia se encogió de hombros, enarcó la boca por un momento pensando en algo, y luego dijo:

—Ahmm… en ese caso tengo una petición.

—¿Qué cosa? haré lo que sea.

Momoka no tenía ni idea de que se arrepentiría de eso. No debió haber dicho que iba a hacer lo que sea.

Sophia sonrió y con toda la naturalidad del mundo dijo:

—Quiero secuestrar a un chico del dormitorio de la Academia de Magia de Tokio.

—¿Qué?

Eso no iba a ser algo sencillo.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.