Tres días después de que Kurumi fuera secuestrada por Gekkou…

Hora: 5:00PM…

Ida Kazumi se encontraba en un pequeño complejo de apartamentos de dos plantas en Tokio del mundo viviente. No sabía aún que la Academia de Magia Subaru había sido destruida. Su hermana, Futaba, está sentada frente al televisor de la sala, viendo un programa de anime. Tan pronto Ida abrió el refrigerador en la cocina —porque se disponía a preparar la cena—, oyó un agudo ruido metálico que subía por las escaleras de su apartamento. Como había tres departamentos en el segundo piso del complejo, (con un estudiante universitario que vivía a su derecha y un albañil de mediana edad que vivía a su izquierda), Ida no le dio importancia, pensando que era uno de los vecinos que había llegado a su casa, pero de repente sonó el timbre, y se sorprendió cerrado de golpe la nevera.

—¿Quién es? —dijo en voz alta—.  Si vienes a ofrecerme una suscripción al periódico, no la quiero.

Dio unos pasos desde la pequeña cocina hasta llegar a la puerta principal y la abrió. Frente a la puerta había tres hombres con trajes desconocidos. Todos ellos se parecían incluso en el mismo corte de pelo con la raya al lado y lucían muy mal encarados. Cuando Ida les iba a preguntar que querían, el hombre que estaba en medio lo agarró de repente de los hombros y dijo:

—No tenemos ningún asunto contigo.

Mientras le hablaba con frialdad, pasó al lado de Ida y se metió al departamento con los zapatos puestos.

—¿¡Eh!? Esperen… no pueden entrar en casa ajena sin permiso.

Antes de que Ida pudiera darse la vuelta sorprendido, el siguiente hombre empujó a Ida a un lado y entró también al departamento.

—¡Oigan! ¿¡Que creen que hacen!?

Una vez que entraron en la casa Ida los persiguió, y entonces Futaba se asomó desde la sala de la parte trasera pues al parecer había escuchado el alboroto.

—¿¡Que sucede, Kazumi-chan!?

Cuando se dio cuenta de que había dos hombres justo delante de ella, una mirada de miedo apareció en su rostro.

—¿Q-quienes son ustedes? —preguntó ella.

Ida entró en pánico y llamó a su hermana.

—¡Ven aquí, Futaba!

Pero cuando Ida estaba a punto de acercarse a ella, el tercer hombre le agarró por detrás y le detuvo.

­—Objetivo confirmado —dijo uno de los hombres que estaban frente a Futaba.

—Asegúrenla —les dijo el tercer hombre que esperaba detrás de Ida.

Su voz era plana y completamente indiferente.

—¿¡¡Quienes son ustedes!!?

Ida se dio la vuelta y agitó el brazo en un intento de zafarse del tercer hombre.

En respuesta, aquel hombre desplegó una carpeta azul que tenía en la otra mano y leyó el texto que contenía.

—Ida Kazumi… Academia de Magia Subaru. Segundo Año Clase C —resopló y se echó a reír. Era una risa con la que claramente pretendía burlarse. Entonces apartó su vista del archivo—. Muchacho, somos de la oficina de auditoria de Wizard’s Breath.

Ida levantó una ceja.

—¿¡Aah!? ¡No sé qué es eso! ¡Mejor suelten a mi Futaba! —gritó Ida con rabia sin apartar sus ojos de ella.

Futaba estaba atrapada entre aquellos dos hombres, y cada uno la sujetó por un brazo.

El hombre que estaba detrás de Ida miró bruscamente alrededor de la habitación y señaló el lavabo. Allí había un gran espejo.

Los dos hombres comenzaron a arrastrar a Futaba hacia él.

—¡¡Kazumi-chan…!!

Futaba comenzó a agitar los brazos y a patalear. Pero los dos hombres eran naturalmente más fuertes que ella, así que no pudo hacer nada.

—¡Oigan! ¿A dónde la llevan? —gritó Ida.

Futaba también llamó a su y hermano con una voz que parecía un grito de angustia.

—¡Kazumi-chan!

—¡Futabaaa!

Ida trató de correr para golpear a los hombres, pero el tipo que estaba detrás de él, se colocó por delante y lo impidió.

—¡Apártate hijo de puta! ¡Los voy a matar!

Su preciosa hermana estaba a punto de ser raptada. Ida estaba realmente furioso y su expresión lucía en verdad amenazadora. El hombre levantó ligeramente una ceja frente a Ida, que levantó los puños con toda la intención de luchar.

—Mocoso insolente mal educado…

El hombre levantó la mano extendió la palma hacia el frente. Inmediatamente Ida salió volando por los aires.

—¡Kyaaaa!

Futaba gritó desesperada al ver eso.

Ida salió despedido por la puerta abierta de su departamento y llegó al pasillo exterior en donde se golpeó la espalda contra la barandilla del pasillo externo y luego se desplomó al suelo.

—¡¡K-Kazumi-chan!!

Ida consiguió levantar la vista al oír el llanto de su hermana y vio unas brillantes partículas grises que habían surgido en la habitación. El portal en el espejo había sido abierto por la magia de esos hombres. Ahora que «Gift» había desaparecido, no había ningún obstáculo para atacar con magia en el mundo viviente. Sin embargo, Ida se había olvidado completamente de ese detalle. Como se le había estado repitiendo por más de medio año que estaba terminantemente prohibido usar la magia en el mundo viviente, cuando estalló la segunda gran guerra mágica y le dijeron que «Gift» ya no tenía efecto, no pudo actuar inmediatamente.

—Fu…Futaba…

El estudiante universitario que vivía a la derecha, se asomó al pasillo desde la puerta de su habitación, pero cuando vio a Ida intentando levantarse, su expresión se volvió tensa y cerró rápidamente la puerta. Ida intentó arrastrarse de nuevo al interior de su departamento. Sin embargo, las partículas mágicas se disiparon lentamente como si se hubieran difuminado, y finalmente desaparecieron por completo del espejo y de los alrededores. Ida consiguió tambalearse hasta el espejo, pero lo único que pudo ver fue su cara estupefacta.

***

En una silenciosa habitación de Hospital, Aiba Mui se encontraba sola, sentada en una silla plegable al lado de una cama, mirando un botón que había en la palma de su mano. Mas de media hora había pasado desde que se quedó haciendo eso. Ella estaba sosteniendo un extraño botón. Para los magos, ese botón era algo especial. Solo aquellos llamados «Concierges» eran capaces de crear esos botones para entregárselos a sus compañeros. Eso servía para transportarse mágicamente a lugares en los que nunca antes se había estado. Pero el botón que sostenía Mui no parecía ser de Wizard’s Breath. Tenía unas rayas color crema que rodeaban una piedra preciosa de color naranja. Había sido elaborada para poder usarse como una mancuernilla al darle la vuelta, pero aun podían sentirse partículas mágicas revoloteando en la piedra que eran visibles para cualquier mago. Levantando la vista del botón, Mui miró a Takeshi tumbado en la cama. Habían pasado tres días desde aquello que pasó, y desde entonces, Takeshi no había despertado. Mui dejó salir un pesado suspiro.

«Supongo que este botón le ha de pertenecer a Violet-sensei…». Después de encontrar a Takeshi en la Academia de Magia Subaru y enfrentarse a Violet North de los Trailers, Mui se estremeció al recordarlo pues poco le faltó para acabar muerta. «No solo Takeshi-kun… también yo pude acabar muerta…»

Todavía se sentía como un milagro que estuviera viva en ese lugar.

Mientras Mui luchaba contra la monja que Violeta había invocado, intentaba alejar a Takeshi de los espejos.

La Monja era fuerte, y Mui había convertido su pistola Aspecto en un garrote corto para luchar en combate cuerpo a cuerpo. Pero incluso después de aplicarse a sí misma la magia auxiliar de aceleración, el enemigo era más ágil y golpeaba con mucha más fuerza. Mui, que había sido derribada y todavía se estaba levantando, se estaba preparando para morir al ver a la monja que estaba justo delante de ella, y de pronto, una mano amiga apareció. Mui no pudo evitar exclamar: «¡Nii-san!». Pero no era su hermano Tsuganashi, si no tres hechiceras. Bishop of the Camelot era la segunda organización más poderosa del C7 superada solamente por Wizard’s Breath. En esta comunidad en particular, solamente se permitía ingresar a las mujeres. Todas las miembros de esa comunidad, se hacían llamar así mismas como «hechiceras» en lugar de magas. Mui fue salvada por esas tres hechiceras y pudo recuperar a Takeshi cuando Violet lo tuvo que poner en el suelo para enfrentarse a dos de esas chicas. Al verse superada en número, Violet abrió un portal en el espejo y escapó. Después de eso, las hechiceras de «Camelot» —como solían abreviarlo—, revisaron las heridas de Takeshi y determinaron que no sobreviviría si no se le trataba con magia curativa lo más pronto posible. Así que Mui las siguió hasta un centro médico especializado.

Hace tres días, cuando las tres hechiceras hicieron levitar a Takeshi con el hechizo «Float» para podérselo llevar, ese botón cayó de él. Desde que lo recogió, Mui había estado pensando si debía devolvérselo a Takeshi o quedárselo. Mui pensaba que a lo mejor ese botón le pertenecía a Violet. No sabía qué había pasado entre Takeshi y Violet, pero si quería llevárselo, era porque consideraba que era un buen elemento para utilizar. Era poco probable que Takeshi quisiera ir con los Trailers por su propia cuenta, pero Mui estaba preocupada por algo más: Isoshima Kurumi que por lo general siempre estaba con él, no aparecía por ningún lado.

«Es poco probable que Kurumi estuviera entre los cadáveres de esos magos», Mui se estremeció como si fuera primera vez que veía tantos cadáveres juntos. «No, no es la primera vez, ya los he visto antes, en aquel lugar…»

Mui sacudió la cabeza.

Ya había pasado por el refugio de Pendragon donde se suponía que estaba Takeshi y se encontró con muchos magos muertos. Habían sido masacrados. Mui se estremeció y buscó frenéticamente en el edificio, preguntándose si Takeshi había sido asesinado también. Se sintió muy aliviada cuando revisó todos los cuerpos y descubrió que Takeshi no estaba allí. Pero entonces, justo después de ir a la academi a buscar a Takeshi, ocurrió el incidente. Takeshi estaba mal herido y Kurumi había desaparecido. Mui apretó con fuerza el botón de su mano.

—Qué estoy haciendo…

El día anterior, su hermano, Tsuganashi, al que por fin había vuelto a ver, estaba muy enfadado con ella. La razón era que ella había violado el código militar de Wizard’s Breath al abandonar su misión. Se suponía que Mui debía reunirse con Tsuganashi y los demás después de registrar el refugio de Pendragon. Pero no hizo caso y fue sola a la academia. La razón por la que hizo eso fue porque ella sabía que, si Takeshi no estaba en el refugio, solo podía haber ido a la academia o a su casa y ella quería asegurarse de que estaba a salvo. Mui dejó salir un suspiro. Al final, no estaba satisfecha con las decisiones que había tomado. Esa era la verdad.

Mui se metió el botón en el bolsillo de su falda y lo presionó suavemente con la mano por encima.

En una batalla con un mago de los Trailers, si el oponente dejaba caer el botón concierge, o si era derrotado y era posible quitárselo, se supone que los de Wizard’s Breath siempre los recogían y los entregaba a los altos mandos.

Normalmente, Mui tendría que hacer lo mismo con ese botón, pero decidió esperar a que Takeshi se despertara antes de decidir qué hacer con él. De momento, tendría que esperar a que Takeshi abriera sus ojos. Mui se levantó y miró a Takeshi, que estaba inmóvil en la cama.

Un tubo de goteo se extendía desde su brazo izquierdo en donde la maguera estaba dolorosamente clavada.

Mui se inclinó hacia delante y colocó su frente en la frente de Takeshi.

Todavía se sentía caliente. Si hubiera cambiado ligeramente el ángulo, sus bocas se habrían tocado.

Mui mantuvo la frente pegada a la de él, cerró los ojos y se quedó quieta durante unos segundos, como si quisiera compartir un poco de su vida con él.

Mientras Mui se preocupaba, Takeshi soñaba. A veces, las náuseas y una presión asfixiante en el pecho le hacían perder el sueño, pero no se despertaba.

En sus sueños, los mismos acontecimientos se repetían una y otra vez, atormentándolo aún más que las pesadillas provocadas por «Nightmare».

—Uh… uh…

Cuando dejó salir un gemido, Mui que aun seguía pegando su frente a la de él, se levantó rápidamente. Los labios resecos de Takeshi se movieron y unas palabras resonaron alto y claro en aquella silenciosa habitación.

—I… soshima…

—¿Takeshi-kun?

Mui se quedó mirando el rostro de Takeshi.

—Iso… shi ma…

Gentilmente apartó las sabanas, y le tomó la mano cálida y la apretó con fuerza. Era la primera vez que Takeshi reaccionaba desde que lo llevaron a ese lugar.

Cuando los ojos de Takeshi comenzaron a abrirse lentamente, una ligera sonrisa apareció en el sombrío rostro de Mui.

—¡Takeshi-kun!

—T-tu eres… ¿Mui…?

Takeshi parpadeó tratando de enfocar su mirada perdida. Cuando se dio cuenta de que era Mui, dejó escapar un suspiro de alivio.

—Takeshi-kun, qué alegría. Por fin despertaste —dijo Mui con una expresión de gran alivio.

—Si… pero, ¿qué pasó conmigo…?

Cuando despertó, Takeshi se olvidó por completo de los horribles sueños que había estado teniendo. Así que volvió a mirar a Mui, que le miraba con tristeza.

Mientras ella sostenía su mano, se forzó a sí misma a sonreír.

—Llevas tres días durmiendo —dijo ella—. E-estabas muy mal herido.

Fue en ese momento cuando las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

—¿Mui…?

—Lo siento. Jeje, creo que bebí demasiado té mientras esperaba y ahora se me está saliendo por los ojos.

Mui se apresuró a secarse las lágrimas con las yemas de los dedos, y parpadeó incesantemente para disimularlo. Takeshi no entendía por qué lloraba, y eso le inquietaba. Cuando estaba a punto de sentarse para preguntarle, vio de repente el techo blanco. Se mantuvo acostado y miró a su alrededor dándose cuenta de que estaba en una habitación de hospital. En ese momento, todos sus recuerdos volvieron a él.

—¡¡Isoshimaaaa!!

Al gritar, Takeshi intentó levantarse.

—Tranquilízate. No te muevas tan bruscamente.

Mui se apresuró a poner sus manos sobre él para evitar que se levantara.

—¡¡Maldito Gekkou!!

Ignorando eso, Takeshi se levantó de todas formas. Pero en cuanto lo hizo, sintió un intenso dolor en el pecho.

 —¡Guh…! m-mi cuerpo…

 —¡Tus costillas estaban rotas y habían perforado tus órganos internos! Estabas lleno de moretones y huesos fracturados por todos lados. Estabas en un estado terrible —exclamó Mui rápidamente.

Takeshi renunció a levantarse y lentamente se recostó de nuevo boca arriba. Mui lo ayudó colocándole la mano en la espalda. Los dos se miraron, dejaron escapar un suspiro al mismo tiempo. Cuando Mui se sentó de nuevo en la silla, Takeshi la observó de reojo y notó un vendaje blanco. El brazo izquierdo de Mui colgaba de ese vendaje.

—Así que tu también saliste herida… —dijo.

Mui sonrió y contestó:

—Estoy bien. Es sólo un rasguño.

—Pero…

—No te preocupes. Mira, estoy perfectamente.

Mui levantó los brazos y trató de mostrarlos agitándolos hacia arriba y hacia abajo, pero parecía haber olvidado que su brazo izquierdo estaba herido y soltó un ligero gemido por el dolor.

—Jajaja…

Takeshi se rio.

La boca de Mui se crispó, pero no tardó en reírse a carcajadas, al igual que Takeshi.

—Por cierto, Mui… —dijo Takeshi con una sonrisa—. ¿Por qué estas vestida de esa forma?

Mui bajó la vista y se miró el pecho.

Ella tenía puesto un uniforme completamente blanco. No era un uniforme escolar, sino un uniforme de enfermera que parecía pertenecer al hospital en el que estaban.

—Uh, bueno… —Mui hizo un puchero, y luego soltó una risita deslumbrante como si estuviera poniendo una pequeña excusa—. No tenía una muda de ropa así que tuve que pedir una prestada y esto fue lo que me dieron. No me quedó de otra. Además, no tenía idea de cuando despertarías y no podía estar con el uniforme de Wizard’s Breath todo el tiempo. Tampoco sé en qué momento me llamarán de nuevo así que tenía que lavar mi ropa para estar preparada. —en ese momento levantó la vista y se quedó mirando a Takeshi—. No se me ve bien ¿verdad? Esta ropa de enfermera…

Mui apretó los labios.

—Eh… eso no es cierto…

Takeshi no supo qué responder y mejor apartó la mirada.

El uniforme de Mui era de un color tan claro que casi era traslucido y su corta falda, parecía tener el largo justo para apenas cumplir la labor de ocultar su ropa interior. Posiblemente le habían dado un uniforme pequeño de talla SS para que se ajustara a la baja estatura de Mui, pero sus pechos lucían realmente apretados. El pequeño gorro de enfermera que llevaba en su cabeza, se balanceaba adorablemente cada vez que ella se inclinaba. Pero obviamente no se atrevía a decirle esas cosas, así que Takeshi se limitó a sonreír de manera irónica.

—¡Cielos! —Mui se cruzó de brazos malinterpretando todo—. Ya entendí, este tipo de ropa de adulta no me sienta bien ¿verdad?

Mui pensó que ese atuendo se le vería mucho mejor a Kurumi, pero no había forma de que Takeshi se diera cuenta de eso. De pronto, Mui presionó el llamador de enfermeras que estaba al lado de la cama de Takeshi.

—¡Me dijeron que lo presionara en cuanto te despertaras y se me había olvidado! ¡Tehe! —comentó sacando la lengua.

La enfermera acudió inmediatamente y Mui se quedó en el pasillo mientras lo atendían. Hasta entonces, Takeshi no había sido muy consciente de su estado, pero cuando la enfermera le dijo que le cambiaría las gasas, se quitó la ropa y se sorprendió al ver que tenía moratones y cortes por todo el cuerpo. Tenía múltiples moretones y cortes en todo el cuerpo. La mayoría de las heridas ya se habían cerrado, pero tenía unas puñaladas bastante grandes en los brazos y en el pecho, que sin duda iban a dejar cicatrices. La visita de la doctora había terminado y la enfermera se fue en cuanto terminó su tratamiento. Takeshi se fijó en el parche que portaba en el pecho del uniforme tanto Mui, como aquella enfermera que lo atendió. Así que le preguntó a Mui en cuanto ella volvió a entrar.

—¿Este lugar… es Camelot?

El parche tenía un símbolo de una maza de batalla inclinada, el cual era el emblema de Camelot. La enfermera había levantado un poco la inclinación de la cama, así que Takeshi pudo levantarse con facilidad. Mui asintió y contestó.

—Si. Estas instalaciones médicas son parte de la sede japonesa de Camelot of The Bishop.

Por lo que Takeshi sabía, Camelot era miembro del C7, y al igual que Wizard’s Breath, eran enemigas de los Trailers.

Takeshi no sabía por qué estaba allí, pero Mui volvió a sentarse en la silla plegable y le miró fijamente, como si esperara a que le dijera algo. Sus ojos le preguntaban qué había pasado. Entonces, Takeshi abrió la boca.

—Fui a la academia…

Él hizo memoria y comenzó a contarle todo lo que había sucedido. Mui asintió a sus palabras y lo escuchó atentamente y en silencio. Takeshi le contó que él y Kurumi habían ido a la academia Subaru para recolectar juguetes para los niños y que probablemente los Trailers habían atacado el lugar. Dijo «probablemente», porque en realidad él no había visto a los Trailers con sus propios ojos. Lo que él vio fue aquel dragón rojo que se suponía que debía permanecer en la sede de Pendragon, y luego a un montón de magos muertos con uniformes de distintas comunidades del C7 en el pasillo de los espejos. Y también a Gekkou…

Mientras él le explicaba todo tan detalladamente como podía, Mui escuchaba poniendo una expresión complicada. Ella se mordió el labio con fuerza al escuchar que Gekkou había secuestrado a Kurumi. Cuando terminó de contar lo sucedido, Takeshi le dijo:

—Lo último que recuerdo fue que me desmayé en el pasillo de los espejos. ¿Tú me trajiste hasta aquí?

—No lo hice sola. Fueron unas chicas de Camelot las que me ayudaron —Ahora era su turno de hablar—. Talvez tu pelea con Gekkou-kun acababa de terminar cuando yo llegué al pasillo de los espejos.

Mui le contó que había visitado el refugio de Pendragon en donde había estado Takeshi y Kurumi, y que se topó con el escenario de una masacre.

Takeshi se estremeció cuando el rostro de Gekkou de pronto apareció en su mente. Probablemente Gekkou había asesinado a las personas del refugio antes de ir a pelear con él.

«A pesar de que nos hicimos amigos de esas personas y platicábamos con ellos durante la evacuación, Gekkou no dudó…»

Pensando de esa manera, Takeshi agarró las sabanas con fuerza, frustrado e indignado. No tenía idea de por qué Gekkou había hecho semejante cosa a pesar de ser su propio hermano.

Mui continuó hablando.

—Te encontré inconsciente y estabas en manos de Violet-sensei… resulta que ella también es una Trailer.

—¿Que?

Takeshi se sorprendió de escuchar eso. Pero Mui simplemente asintió para confirmarlo y continuó.

—Ella parecía querer llevarte a algún lado así que tuve que pelear.

En medio de su sorpresa, Takeshi se quedó mirando el brazo izquierdo de Mui.

—¿¡Así es como resultaste herida!?

—Si, era muy fuerte. Si las chicas de Camelot no hubieran aparecido quizás estaría muerta en estos momentos.

La mirada de Mui era de un miedo que sólo pueden ver los que han pasado por algo verdaderamente horrible.

Cuando Takeshi pensó en los desesperados intentos de Mui por luchar para protegerle, quiso abrazarla con fuerza. Pero no pudo hacerlo. Ella seguía contándole su historia y lo mejor era no interrumpirla. Aunque estaba cansada, Mui estaba explicándole cosas importantes. La enfermera le había dicho que Mui había estado cuidando de él durante tres días seguidos. Ahora podía ver las ojeras en sus ojos, y ciertamente parecía cansada. No se explicaba cómo no se dio cuenta antes.

Takeshi la miraba intensamente, como si estuviera contemplando cada centímetro de ella. El rostro de Mui lucía cansado, pero no lo demostraba y sonreía mientras hablaba. A veces, su voz bajaba de nivel, y sus ojos estaban llenos de compasión. Su mirada era cálida. Pero la voz clara y nítida de Mui llegó cómodamente a los oídos de Takeshi.

—Me dijeron que estabas tan mal herido que necesitabas tratamiento con magia curativa de inmediato y por eso las chicas de Camelot nos trajeron aquí.

—Ya veo. Gracias, Mui.

Cuanto Takeshi expresó su sincera gratitud, Mui sonrió.

—No, no te preocupes.

Ambos guardaron silencio allí, y Takeshi la miró como si no pudiera quitarle los ojos de encima durante un rato.

Pensó que sucedía lo mismo con ella, pero Mui desvió la mirada después de un momento. Luego dijo:

—Lo siento…

—¿Por qué te disculpas?

—Es que… te prometí que iba a protegerte…

—Pero lo hiciste. Me salvaste de ser secuestrado.

Mui estaba mostrando una mirada deprimida.

—Pero podrías haber muerto por esas heridas.

Se sentó y dejó caer cautelosamente la parte superior de su cuerpo en su regazo, luego inclinó la cabeza hacia Takeshi y se disculpó.

—Lo siento mucho.

Su voz temblaba.

—Si hubiera llegado antes, Kurumi no…

—No llores por eso…

Mui levantó la vista rápidamente.

—¡No estoy llorando!

Sin embargo, sus ojos estaban inundados de lágrimas.

—Aunque digas eso, tus lagrimas no paran de salir.

Cuando Takeshi se lo indicó, Mui se estiró la boca hacia los lados forzando una sonrisa y protestó.

—E-esto es té…

Takeshi no pudo soportar ese engaño y pasó su dedo índice debajo del ojo de Mui para secarlo. Una gran lagrima le quedó en el dedo y lo próximo que hizo fue pasar la punta de su lengua y saborearla.

—Vaya té más salado —dijo.

Pero las mejillas de Mui se sonrojaron, y se levantó inmediatamente gritando.

—¡¡L-la lamiste!!

Mui comenzó a estremecerse como si estuviera alterada. Su expresión, hizo que Takeshi se echara a reír.

—Jajajajaja… ¡Auch!

Inmediatamente, sintió un dolor en el pecho como si le hubieran golpeado con un palo.

—Te lo mereces —dijo Mui poniéndose las manos en la cintura con indignación. Había inflado sus mejillas haciendo un puchero, pero al menos ya no estaba llorando.

***

Después de tomar su primera comida en tres días, que había sido llevada por la enfermera, Takeshi volvió a hablar con Mui.

Quería saber todos los detalles de lo que había ocurrido en los últimos tres días.

Pensaba que eso podría darle pistas del paradero de Kurumi. Le preguntó a Mui si sabía dónde había llevado Gekko a Kurumi. Pero ella levantó una ceja y luego negó con la cabeza.

—No sé dónde pueda estar Kurumi. Los Trailers tienen demasiados escondites.

La respuesta de Mui hizo que Takeshi mirara fijamente sus puños cerrados. Sólo recordaba vagamente que Kurumi había sido arrastrada a la fuerza por Gekkou.

Mui miró con tristeza a Takeshi y dijo:

—No será fácil rescatar a Kurumi. Ya viste lo duro que tuve que trabajar para recuperar a mi hermano.

—Si…

Takeshi respondió con una voz grave. Era difícil averiguar dónde estaba Kurumi.

—Me costó mucho trabajo encontrarlo. Pero al menos con Nii-san, cuando alteraron su memoria fue enviado directamente al mundo en ruinas como un elemento de combate lo cual me ayudó a encontrarlo, pero en el caso de Kurumi, es difícil saber qué pasó con ella.

Las palabras de Mui no arrojaron luz sobre la mente de Takeshi. Entonces él contestó:

—La magia de Isoshima no es apta para el combate. Gekkou se la llevó por motivos personales.

—Cierto… —Mui asintió sin más. Se detuvo un momento a pensar y dijo—. En ese caso ella tendría que estar cautiva en alguna base de los Trailers.

—¿Crees que haya manera de encontrarla?

Mui se quedó atónita de repente. Se había estado preguntando si Takeshi sabia sobre aquel botón, pero al parecer no era el caso. Estaba segura de que ese botón era de Gekkou, o de Violet, ya sea que lo hubieran dejado intencionalmente o se les hubiera caído accidentalmente, estaba claro que Takeshi no sabía nada sobre él.

—No lo sé… talvez con magia de adivinación…

Mui respondió en un tono ambiguo como si pretendiera no saber del tema.

—¿Adivinación? —preguntó Takeshi frunciendo el ceño con sospecha.

Mui sonrió como si todo estuviera bien.

—Suele ser muy efectiva. No es una adivinación ordinaria. Las habilidades de magia evasiva y magia biológica suelen poseer esa capacidad.

En ese momento, la puerta de la habitación de hospital se abrió repentinamente.

—¿De qué estan hablando?

La persona que entró y preguntó eso, no fue la enfermera.

—Kisaki-senpai.

Mui se levantó de su silla con una cara de sorpresa y Takeshi se quedó mirando fijamente a esa persona. Era una hermosa chica de cabello muy largo y una mirada fresca. Su ropa no parecía familiar para Takeshi pero tenía toda la pinta de ser un uniforme. Al parecer era una chica mayor. Cuando vio a Takeshi, soltó una risita. Eso causó que su aura de madurez, se convirtiera en la de una niña traviesa.

—Por fin despiertas —dijo la chica.

Caminó hacia la cama de Takeshi y en cuanto se acercó a Mui, su altura destacó. Era unos 20 o 30 cm más alta que Mui, pero era tan delgada que esa altura no se notaba mucho. 

—Ah, Takeshi-kun, ella es…

Cuando Mui trató de presentarla, la chica tomó el control y se presentó por sí misma.

—Soy Kisaki Ena. Hechicera de Camelot.

—¿Hechicera?

Takeshi se sorprendió al escuchar ese término. Entonces Mui le explicó.

—La gente de Camelot, se hacen llamar a sí mismas como hechiceras en lugar de Magas.

—Aah…

Ena sonrió gentilmente al sorprendido Takeshi y dijo:

—En la academia de magia Subaru estaba en la clase especial de cuarto año. Dos años por encima de ti.

Entonces Ena miró a Mui por alguna razón.

—Soy compañera de clases de Aiba Tsuganashi.

Mui enarcó ligeramente una ceja al oír eso. Pero Ena se limitó a sonreírle como si nada, y entonces Mui, de mala gana empezó a explicar.

—Aaah, Kisaki-senpai fue quien nos ayudó en el pasillo de los espejos. También fue ella la que se enfrentó de Violet-sensei…

Takeshi se sorprendió y volteó a ver a Ena.

—Ya veo, entonces muchas gracias.

—No te preocupes —contestó Ena con una sonrisa—. Lo cierto es que Violet no quiso pelear y huyó, pero lo que importa es que ustedes están bien. Por el bien de Tsuganashi.

Esas últimas palabras, hicieron que Mui volviera a enarcar las cejas.

—¿Que sucede, Mui? —preguntó Takeshi.

Mui negó con la cabeza.

—N-no, no es nada.

—¿…?

Takeshi la miró de manera sospechosa. Y entonces Ena se rio suavemente.

—Tu médico vendrá a verte mañana, así que será mejor que descanses hasta entonces.

Takeshi frunció el ceño a las palabras de Ena y dijo:

—No puedo solo quedarme aquí a descansar.

—¿Takeshi-kun?

Mui se quedó un poco consternada, al ver que Takeshi comenzó a hablar con un tono serio.

—Tengo que encontrar a Isoshima.

Mui negó con la cabeza como si lo que acababa de escuchar fuera una locura y dijo:

—¡Eso es imposible de momento!

—¿Isohima-san? ¿Quién es? —preguntó Ena.

—E-es nuestra amiga —respondió Mui—, Los Trailers la secuestraron.

Ena se sorprendió y volteó a ver a Takeshi. Él contestó con la cabeza agachada.

—No fueron los Trailers, fue Gekkou…

Su voz era fría y llena de ira. Ena dejó escapar un suspiro y le dijo:

—En cualquier caso, no puedes hacer nada de momento. Tus heridas eran graves. Es un milagro que sigas vivo. No habrías sobrevivido sin la ayuda de la magia curativa y seguro te dirán que descanses durante una semana más.

—Si espero tanto, Isoshima podría… —Takeshi mostró una expresión de absoluta seriedad—. Seguramente estará llorando.

—…

Mui escuchó las palabras de Takeshi en silencio. No sabía si el agudo dolor que sentía en su pecho era por lo preocupada que estaba por Kurumi, o por escuchar la pena que había en la voz de Takeshi.

—Ese tal Gekkou, es un mago de los Trailers ¿verdad? —preguntó Ena.

Takeshi asintió.

—En estos momentos sería un suicidio acercarse a los Trailers. Son como un dragón que acaba de despertar. Están llenos de energía y no tienen espacio para errores. No querrás ser atacado por un dragón hambriento —Ena hizo un gesto imitando las fauces de un dragón con sus manos—. Tu prioridad de momento deber ser sanar tus heridas por completo. Ahora, ¡Mui!

De pronto, Ena fijó su atención en Mui.

—¿Hmm? ¿Qué pasa? —preguntó Mui.

—Se supone que debes cuidar y atender a tu novio como es debido.

—¡No, no, no, él no es mi novio!

Mui sacudió la cabeza con fuerza. Ena sonrió de manera burlona.

—Fufuf, si Tsuganashi lo mira, podría hacerle más daño del que ya tiene.

—¡Te digo que él no es mi…!

Sin escuchar a Mui que negaba con todas sus fuerzas, Ena se dio la vuelta.

—Bueno, me voy. Volveré mañana.

Ella se despidió y salió de la habitación levantando la mano.

—¡Cielos!

Mui le gritó, pero Ena no volvió a ver. Cuando se quedaron solos de nuevo, Mui dijo algo en voz baja.

—Como la detesto…

—¿Por qué? —preguntó Takeshi.

—Es que… —Mui murmuró como si le costara decir lo que iba a decir, pero al final lo hizo—. Ella es la ex-novia de mi hermano.

—¿¡Eh!?

—Que nii-san y ella eran…

—¿Eeeeh?

Mui se giró para ver cómo Takeshi abría los ojos de la sorpresa y se rio.

—No tienes que estar tan sorprendido.

—Tengo razón de estarlo. Quien diría que ese sujeto tuviera novia.

—Si…

Mui asintió de manera disgustada.

—Jee… talvez sean el uno para el otro.

Cuando Takeshi dijo esto sin pensarlo, Mui levantó los ojos y lo miró fijamente.

—No, c-claro que no…

Como le dio miedo la expresión de Mui, Takeshi apartó su vista hacia otro lado.

—Iré por algo de beber —dijo ella con un rostro sombrío y se dirigió a la puerta sin esperar la respuesta de Takeshi.

—Que te vaya bien…

Takeshi se despidió, y ella levantó la mano de la misma forma que lo hizo Ena y se fue.

***

2:30AM de la madrugada…

Takeshi estaba inquieto en la cama de la habitación del hospital, retorciéndose de lado a lado. Las luces de la habitación estaban apagadas, y sólo había una pequeña bombilla encendida junto a su cama.

Mui dormía en un catre barato junto a la cama, cubierta con una manta.

Takeshi le había pedido que volviera con Wizard’s Breath, pero ella se había quedado porque seguía preocupada por él.

El hogar original de Mui era el dormitorio Maple de la Academia de Magia Subaru, pero como ya no existía, se había trasladado a la sede de Wizard’s Breath. Las heridas de Takeshi ya le dolían menos, y su cuerpo se sentía igual que de costumbre. No tenía nada de sueño probablemente porque ya había dormido tres días seguidos.

Apartó las sabanas y se levantó. Desde donde estaba Mui, pudo oír el silbido y la respiración constante de su sueño. Tras bajarse de la cama, Takeshi se acercó a Mui con los pies descalzos.

Estaba dormida en el catre, con el cuerpo acurrucado como el de un gato.

Después de arreglarle la manta que se le había desplazado, Takeshi encontró un par de zapatillas en la mesilla de noche, las tomó y se dirigió a la puerta. Se habría cambiado de ropa si hubiese podido, pero abrir la taquilla habría despertado a Mui. Todavía con el camisón blanco de paciente, Takeshi abrió lentamente la puerta. Se asomó al pasillo iluminado para asegurarse de que no había nadie a la vista.

Una vez en el pasillo, Takeshi se puso las zapatillas y miró a su alrededor, buscando el baño. Pensó que allí podría encontrar un espejo.

No tenía ni idea de dónde estaba Kurumi, pero tenía que hacer algo de todos modos. Creía que, si iba al pasillo de los espejos en la academia, podría encontrar algo que le diera una pista.

Cuando empezó a caminar, sintió un pequeño dolor en la zona del pecho, como era de esperar. Se aguantó y caminó rápidamente hacia el baño.

Justo entonces, una voz resonó en el silencioso pasillo.

—¡No!

Era la voz agresiva de un hombre.

Takeshi dejó de moverse un momento y miró de donde provenía. La voz procedía del baño. Se acercó un poco temeroso. Delante del baño había un largo lavabo que parecía servir también de sala de suministro de agua caliente, y la voz procedían de allí.

Incluso mientras se acercaba, seguía escuchándolo hablar.

—Él aún necesita descansar. Si lo envían con Wizard’s Breath ahora, el cuartel general lo enviará a la batalla sin importarles que no sepa usar bien sus poderes. Lo usarán como carne de cañón.

Takeshi hizo una pausa, dándose cuenta entonces, que esa era la voz de Aiba Tsuganashi.

—Odio tener que decirle esto a alguien de Camelot, pero Wizard’s Breath aún sigue en caos por la trágica derrota de la directora Shijou. Los altos mandos tienen una disputa interna en un momento tan crítico y si me llevo a Nanase, no sé dónde será asignado.

Cuando se dio cuenta de que estaban hablando de él, se acurrucó contra la pared del pasillo para esconderse. Para ser sincero, no tenía ni idea de lo que ocurría en el mundo exterior. Ni siquiera le había preguntado a Mui.

Por primera vez desde que llegó allí, Takeshi se dio cuenta de que lo único en lo que había pensado era en Kurumi. Cuando se despertó, estaba tan preocupado por el hecho de que Kurumi fuera secuestrada por Gekkou que no intentó pensar en nada más.

«¿Están hablando sobre llevarme a algún lugar?»

Inmediatamente se enteró de quien era la otra persona con la que hablaba Tsuganashi.

La voz familiar y clara pertenecía a Kisaki Ena, la chica que había acudido a la habitación del hospital a visitarlo. Ajenos a la presencia de Takeshi, los dos discutían qué hacer ahora con él. Ella alegaba que Camelot era una comunidad exclusiva para mujeres, y que iba en contra de la voluntad de la obispo que un hombre se quedara allí, incluso si era para descansar y recuperarse. La obispo, era la líder de Camelot. Takeshi ya sabía eso.

En contra de la opinión de Ena, Tsuganashi insistía que no tenía intención de llevar a Takeshi con Wizard’s Breath.

Tsuganashi había mencionado muchas veces que sería peligroso llevar a Takeshi con ellos. Durante unos minutos, discutieron sobre si dejarlo allí o llevarlo a Wizard’s Breath. Takeshi se preguntaba si debía salir a detenerlos, pero al final se quedó parado. No sentía que iba a ser capaz de salir y expresar su opinión con claridad, aunque se tratara de él mismo. Aparte de querer traer de vuelta a Kurumi, Takeshi no sabía qué iba a hacer, y aún no se le ocurría nada más. Estaba muy confundido. Lo que sabía era que Gekkou era un Trailer, que secuestró a Kurumi, que su escuela había sido destruida y que casi muere. Mientras tanto, Tsuganashi y Ena continuaban discutiendo.

—Está bien —dijo Ena con decepción—. Solamente por ti, voy a consultar a mis superiores para ver si lo dejan quedarse un poco más.

—Por favor.

Al escuchar el tono pesado de Tsuganashi, Takeshi se apartó lentamente de la pared y comenzó a caminar hacia su habitación de regreso.

Mientras escuchaba a Tsuganashi y Ena discutir seriamente sobre él, Takeshi se sintió avergonzado de su decisión de ir a la academia sin permiso.

Seguía preocupado por Kurumi, pero no estaba en una situación en la que pudiera hacer lo que quisiera. Estaba en Camelot, era un hombre herido, y un mago sin ningún otro lugar al que ir. Entró a hurtadillas a la habitación del hospital, que aún estaba poco iluminada. Se acercó a la cama y miró a Mui, que estaba tumbada en el catre al lado de su cama.

Ella seguía acurrucada y dormida profundamente. De repente, la cara de Mui se giró hacia él. Su boca, ligeramente abierta, se movía de forma inconsciente y ponía una cara extraña, como si se estuviera riendo o comiendo algo. Takeshi no pudo evitar reírse un poco.

El aspecto relajado y natural de Mui hizo que su sensación de somnolencia se aligerara un poco. Se quitó las pantuflas y las volvió a dejar donde estaban sin que ella se diera cuenta. Luego se metió en la cama y se acostó. Mirando al techo, Takeshi empezó a pensar en su futuro. Si quería rescatar a Kurumi, tendría que ser más hábil con su propia magia. Y no podía tener a otras personas preocupándose por él y pensando en todo. Había tantas cosas que necesitaba saber, tantas cosas que no podía resolver por su cuenta. Aun así, mientras escuchaba a Mui durmiendo a su lado, agradecía desde el fondo de su corazón no estar solo.       

«Cuando me despierte, hablaré con Mui y Tsuganashi-san»

Todavía no había hecho nada. Pero tenía que actuar cuanto antes.

Cerrando los ojos, Takeshi se sumió en un sueño tranquilo hasta que Mui le despertó para desayunar.

***

—¿Como estas?

A la mañana siguiente, Tsuganashi fue a visitarle a la habitación del hospital, Takeshi estaba sentado en la cama con la parte superior del cuerpo erguida, y le devolvió la sonrisa.

—Ah, Tsuganashi-san. Ya me siento mucho mejor.

—Ya veo, aun así, tómatelo con calma y descansa.

Desde detrás de Tsuganashi, entró también Kisaki Ena, y Takeshi vio que Mui volvió a poner una expresión indescriptiblemente amarga en su rostro.

Tal vez fuera por lo que le había dicho Mui, pero Takeshi también tenía sentimientos encontrados respecto a Tsuganashi y Ena juntos. No se miraban de forma amistosa, ni se ponían al lado del otro. Ena seguía de pie frente a la puerta con los brazos cruzados, y Tsuganashi se había acercado al lado de la cama. Mui estaba sentada en su catre junto a Tsuganashi.

Además, la noche anterior, Takeshi había oído a Tsuganashi y Ena discutir sobre él, así que no daban para nada la impresión de que antes fueran pareja. Sin embargo, es verdad que a simple vista los dos parecían una pareja hermosa y poderosa cuando estaban juntos. Takeshi abrió la boca si le costara hablar.

—Oye…

—¿Qué pasa? —preguntó Tsuganashi.

—Quiero pedirte un favor…

Sin embargo, antes de que Takeshi dijera otra cosa, Ena contestó desde la puerta.

—Es acerca de salvar a tu amiga ¿verdad?

—Si, en parte, pero para hacer eso, lo que quiero pedir es que… —Takeshi volteó a mirar a Tsuganashi—. Quiero que me entrenes. Así como lo hacíamos en los entrenamientos matutinos de la academia. Desafortunadamente, parece que no soy rival para mi hermano menor. Y es posible que tenga que luchar contra Gekkou de nuevo para recuperar a Isoshima. En mi nivel actual eso es imposible.

—Takeshi-kun…

Mui se sorprendió.

Tsuganashi frunció el ceño y contestó:

—¿Estas tratando de decirme que pretendes luchar contra los Trailers? ¿O me estás diciendo que quieres mejorar en el uso de la magia para traer de vuelta a Isoshima?

La pregunta de Tsuganashi era muy obvia. La administración de Wizard’s Breath se encontraba en esos momentos en un estado caótico y Tsuganashi no tenía ninguna obligación de ponerse a enseñarle magia a Takeshi. Pero él ya sabía que le iba a preguntar eso y contestó con franqueza:

—Honestamente la guerra entre los Trailers y el C7 no significa nada para mí. No tengo idea de quien tiene tiene la razón y creo que no tiene nada que ver conmigo. Sin embargo, Gekkou es mi hermano menor e Isoshima es mi muy querida amiga. Si Gekkou va a usar el poder de la magia para forzar a Isoshima a estar con él, entonces yo pelearé con él y si pelear con él significa enfrentarme también a los Trailers, entonces así lo haré.

—Luchar contra los Trailers significa poner tu vida en riesgo —dijo Tsuganashi.

—Eso no me importa.

Mui, que estaba junto a Tsuganashi, se levantó del catre cuando escuchó la respuesta firme de Takeshi.

De repente le dio la espalda a Tsuganashi y corrió directamente hacia la puerta, Ena la esquivó rápidamente y salió corriendo al pasillo.

—¡Mui!

Takeshi se sorprendió de la repentina acción de Mui y trató de seguirla, pero…

—Deja que se vaya…

Tsuganashi sujetó el hombro de Takeshi y lo detuvo. Entonces Takeshi agachó la mirada.

—Te diré una cosa Nanase… Wizard’s Breath no puede permitirse el lujo de cuidar de ti en estos momentos.

La conversación siguió su curso. Takeshi estaba preocupado por Mui, pero el tema que estaba tratando con Tsuganashi era más importante así que se quedó dónde estaba.

—Bueno, se supone que mis habilidades son extrañas entre los magos ¿No? En ese caso, no es necesario que sea Wizard’s Breath. A mí me da igual la comunidad que sea, siempre y cuando me ayuden a mejorar mi magia.

—¡No digas tonterías!

Tsuganashi lo reprendió bruscamente y Takeshi se quedó mirándolo fijamente.

—Quien te enseñe magia debe ser un mago usuario de magia evasiva. Eso es fundamental. Pero muchas comunidades deben tener nexos ocultos con los Trailers. Incluso Wizard’s Breath cree que Camelot y Eclipse son las únicas comunidades del C7 en las que se puede confiar. El problema es que Camelot es una comunidad exclusiva para mujeres y Eclipse…

—¡Tsuganashi!

Por alguna razón, Ena le gritó desde la puerta y Tsuganashi se tragó sus palabras. Luego dijo algo como para reiterarlo.

—Eclipse se encuentra actualmente en una feroz batalla contra los Trailers. Estoy seguro de que te tratarán peor que nosotros si acudes con ellos.

Takeshi asintió.

—¿Entonces qué hago? No tengo ningún lugar a donde ir e Isoshima se encuentra en problemas…

—Mírame, Nanase… —Cuando Takeshi bajó la cabeza para mirarse las manos, Tsuganashi le volvió a decir—. ¡Te digo que me mires!

Levantando la cabeza, Takeshi volvió a mirar los sinceros ojos negros de Tsuganashi.

—Te he enseñado mucho en los entrenamientos matutinos del gimnasio —La mirada de Tsuganashi se suavizó, y pudo ver que estaba recordando sus entrenamientos matutinos junto a Takeshi—. Tu magia básica ha mejorado mucho. Lo siguiente que necesitas aprender es acerca de tu afinidad mágica. Sé de una persona que podría ayudarte.

—¿Qué?

Cuando Takeshi se sorprendió, Tsuganashi frunció el ceño. No quería decir demasiado. Pero entonces dijo:

—Es una antigua maga de Wizard’s Breath, pero actualmente no está afiliada a ninguna organización. Talvez ella sea capaz de enseñarte lo que necesitas.

—¿Crees que esa persona quiera enseñarme? —preguntó Takeshi, sintiéndose inseguro por la expresión sombría de Tsuganashi. Entonces Tsuganashi negó con la cabeza.

—No estoy seguro, pero ella es la única persona que se me ocurre. Nanase Yoko es una antigua miembro de Wizard’s Breath, y uno de los quince grandes magos.

Takeshi entonces entendió por qué Tsuganashi fruncia el ceño delante de él, pues se estaba refiriendo a su madre.

***

Dos días después…

Takeshi regresó a su casa en el mundo viviente junto a Tsuganashi y Kisaki Ena. Mui había sido llamada a la sede de Wizard’s Breath y Takeshi no pudo explicarle nada. Sabía por qué Mui se marchó enfadada de la habitación de hospital aquella vez. El motivo era que él había declarado públicamente que lucharía contra los Trailers. Takeshi dijo lo peor que ella hubiese querido oír.

Mui todavía pensaba que fue su culpa que Takeshi se convirtiera en mago, y siempre sintió que tenía que protegerlo y no quería que se involucrara en la guerra. Sin embargo, Takeshi había declarado por su propia voluntad que quería pelear y por eso se marchó.

Quería explicarle las cosas a Mui, pero si ella no estaba, así que poco o nada podía hacer al respecto. Según Tsuganashi, casi todo el Equipo de Combate de la 7º Brigada de Wizard’s Breath, al que pertenecía Mui, estaba activo debido a que el estado de guerra se estaba transfiriendo del mundo en ruinas hacia al mundo viviente, y no se sabía cuándo volverían. El propio Tsuganashi parecía estar muy ocupado, pero debía ser por la bondad de su corazón que él y Ena estaban acompañando a Takeshi. Tsuganashi está allí porque llevaba unos meses entrenando por las mañanas con el amigo de su hermana.

Takeshi había aceptado la opción de Tsuganashi y había vuelto a casa. Pero si hubiera sido la sugerencia de otra persona, difícilmente habría aceptado. Takeshi tenía miedo de ver a su madre. Cuando Gekkou estaba allí, su madre ignoraba lo ignoraba por completo. No podía evitar pensar que, si volvía así por así, ella lo miraría de nuevo con esos ojos sin emociones… Sin embargo, gracias a la presencia de Tsuganashi y Ena, Takeshi pudo fingir que todo estaba bien.

Eran las seis de la tarde. Todavía era demasiado pronto para que su padre llegara a casa.

Cuando entró en la sala y vio a Tsuganashi, Ena y a su madre Yoko sentados en el sofá, se sintió como si estuviera en un lugar completamente extraño, a pesar de ser su propia casa.

No recordaba la última vez que se había sentado a la mesa con alguien en esa habitación.

—¿Por qué yo?

Eso fue lo primero que dijo Yoko tras escuchar la explicación de Tsuganashi.

Takeshi se sentó en silencio con la cabeza agachada. Él no había visto a su madre a la cara ni una sola vez desde que entró en la sala. Tsuganashi se había encargado de todo en nombre de Takeshi, que no había dicho ni una palabra desde que llegó. Sin embargo, en cuanto Tsuganashi terminó su explicación, Yoko se levantó y se negó con vehemencia.

—Yo ya no soy una maga. ¿¡Por qué habría de hacer algo así!?

Takeshi sintió una mirada sobre él. Parecía llena de ira e irritación muy aguda, y lo hizo estremecerse.

—Ahora solo soy una humana común y corriente. Ya no tengo nada que ver con esas cosas —protestó Yoko.

En ese momento, Kisaki Ena que había estado en silencio de la misma forma que Takeshi, habló.

—Le he traido algo que le envía nuestra obispo.

Ena sacó un sobre de su bolso y se lo entregó directamente a Yoko.

Cuando rompió el sello y sacó la carta, la cara de Yoko cambió de color al instante al ver el contenido. Se quedó en silencio durante un rato, leyendo. Takeshi finalmente levantó la vista y vio a su madre concentrada en la carta. Hacía mucho tiempo que no veía la cara de su madre, y parecía un poco mayor que antes. Las yemas de sus dedos temblaban mientras sostenía el papel. Por alguna razón, a Takeshi le pareció que estaba mucho más débil de lo que hubiese esperado.

Antes le parecía una terrorífica sombra gigante, pero ahora veía que Yoko no era más que una mujer delgada que se rompería si la llegase a empujar.

Una vez terminó de leer la carta, Yoko dobló en silencio la hoja de papel y sacó algo más que había dentro del sobre. Era un anillo de plata con una piedra preciosa cuadrada de color rojo.

—Haré lo que pueda… —contestó Yoko, colocandose firmemente el anillo en el dedo medio de su mano derecha.

Los tres dejaron a Yoko, que les dijo que antes tenía que prepararse y volvieron a Camelot.

Tsuganashi y Ena hablaban de por qué Yoko había cambiado repentinamente de opinión, pero no había forma de que Takeshi lo supiera.

Ena dijo que la carta era de la obispo, la líder de Camelot, quien era conocida también como la hechicera más poderosa de Camelot. Y en su día, también fue de los quince grandes magos.

En otras palabras, ella y Yoko eran viejas conocidas y antiguas colegas. Tsuganashi y Ena sospechaban que la obispo, había escrito la carta a Yoko, ofreciéndole algún tipo de compensación para persuadirla.

Sin embargo, Takeshi estaba más preocupado sobre lo que iba a pasar de ahora en adelante. Yoko había aceptado, lo cual quiera decir que su madre, se convertiría a partir de ahora en su instructora de magia. Ya habían pasado algunos años desde que había tenido una conversación con su madre. Takeshi se preguntaba si era posible estar cerca de ella como familia después de tanto tiempo.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.