Mui estaba de pie en un rincón del vestíbulo del aeropuerto internacional de Narita, sin poder aclarar su mente. Estaba allí por una razón: tenía una misión…

Se sabía que ese lugar era una escala que se hacía a través de los espejos para poder llegar al castillo del antiguo cuartel general de Pendragon, que había sido tomado por los Trailers, por lo que Wizard’s Breath había enviado grupos de combate para vigilar por turnos.

El equipo de Mui llevaba varias horas recorriendo la zona, comprobando si algún mago de los Trailers había entrado en el aeropuerto. Ahora que los combates del mundo en ruinas se habían trasladado al mundo viviente, los repentinos enfrentamientos con los Trailers en la sociedad humana aumentaban día a día. El ejército de Wizard’s Breath había empezado a pedir prestados cadetes como Mui, e incluso aprendices de menor nivel, para el trabajo de campo.

Habían pasado más de dos semanas desde que Takeshi desapareció.

Y Mui no sabía qué hacer para ayudarlo.

Cuando se ponía su uniforme de Wizard’s Breath, normalmente ella se sentía tensa y motivada, pero ahora sólo estaba confundida. Ni siquiera sabía el paradero de Kurumi.

Cuando recordaba que Kurumi fue apuñalada por Gekkou y luego desapareció con graves heridas, frunció los labios con ansiedad.

«Como dijo Misaki Renjo, de la agencia especial de magos: si la directora Shijou se llevó a Kurumi, seguramente estará bien»

Todavía inquieta, Mui cerró los ojos para bloquear su vista del abarrotado vestíbulo y pensar.

«¿Por qué la directora Shijou, Hyodo-sensei, e incluso Hitouji-sensei, que se supone que pertenecen a Wizard’s Breath, no sólo no han regresado a la sede, sino que se esconden como si fueran fugitivos? No hay ninguna razón para que se hayan ido…»

En ese momento, Mui se dio cuenta que si tenía que haber una razón.

«Misaki Renjou hablaba de ellos como si fueran enemigos. Pero, cuando los Trailers atacaron la academia de magia Subaru, la directora Shijou y su equipo lucharon contra los Trailers tal y como debería ser… ¿que estará pasando? ¿Acaso existe una tercera facción que no sea ni Wizard’s Breath ni los Trailers?».

Con ese pensamiento, Mui abrió los ojos con un suspiro.

De repente, alcanzó a ver algo negro que se asomó por el rabillo de su ojo, e inmediatamente…

—¡¡Mui!!

Alguien le gritó y con eso, una figura que parecía ser un trozo de fango negro saltó delante de ella, pero esta fue cortada por la mitad con una espada.

Lo hizo su hermano, Tsuganashi.

—¡Es peligroso aquí!  ¿Por qué te distraes?

Tsuganashi se dio la vuelta y la regañó mientras blandía su espada.

—L-Lo siento, Nii-san

El fango que él cortó, era una marioneta formada con magia. Ya había dejado de moverse y perdió su forma, pero Tsuganashi levantó uno de sus guantes blancos y lo congeló allí donde cayó.

Cuando Mui miró, se dio cuenta que el mismo objeto fangoso se había extendido a los pies de sus otros compañeros magos. Antes de que se diera cuenta, el enemigo había atacado, y ya se habían encargado de él fácilmente; e incluso se había levantado una barrera a su alrededor para evitar que los humanos ordinarios lo vieran. Mui se mordió los labios con fuerza.

—Es hora de que tu equipo sea relevado —dijo Tsuganashi sin mirar atrás. Y rápidamente comenzó a caminar por el pasillo—. Vamos a volver al cuartel.

Ahora él era el oficial al mando de Mui, por lo que ella respondió con una débil voz de aceptación.

Los compañeros de grupo de Mui, al percibir el ambiente tenso entre ellos dos, prefirieron no acercárseles. Mui siguió detrás de su hermano que caminaba rápido, y dijo medio apurada:

—Nii-san, hace un momento yo…

Mui estaba a punto de disculparse, pero…

—Tienes cinco puntos menos —interrumpió Tsuganashi fríamente—. ¿Quién se duerme de pie mientras patrulla?

Mui asintió: Si perdía diez puntos, sería enviada de vuelta a un instructor para un duro entrenamiento de una semana. Que tuvieran que recibir entrenamiento básico junto a los reclutas, era una vergüenza para los cadetes.

Mui ya habían perdido cuatro puntos. Ahora tendría nueve puntos menos. Y para recuperar puntos, tendría que hacer méritos aprobados por su superior o trabajar fuera del horario establecido. Sin embargo, ella aceptó la severa amonestación de Tsuganashi.

—Lo entiendo —dijo—. Trabajaré más horas para recuperar esos puntos.

Pero Tsuganashi se detuvo bruscamente y la miró con ojos agudos.

—Tu no entiendes ¿verdad? ¿Vas a trabajar extra? Eres una molestia para todos cuando trabajas en ese estado.

—…

De repente, Tsuganashi la sujeto por la barbilla y la hizo levantar el rostro, lo cual sobresaltó a Mui.

—Tienes la cara pálida y la mirada perdida. Si luchas contra el enemigo con esa cabeza tan distraída, no vivirás para ver otro día.

Mui se quedó sin palabras y se limitó a mantener la mirada baja.

Tsuganashi tenía razón, así que ella no podía alegar nada. Mui se compadeció de sí misma y se aferró a la pechera de su uniforme.

Un suspiro de Tsuganashi descendió sobre su cabeza.

Aunque su hermano se enojara, ella no podía hacer nada al respecto así que solo agachó la cabeza.

Él le quitó la mano de la barbilla y la puso sobre su cabeza.

—Oye, no sigas preocupándome más.

Luego acarició su pelo.

—Nii-san…   

Mui levantó la vista, dándose cuenta de que realmente lo estaba preocupando.

—Lo siento, Nii-san. Y también por lo que pasó el otro día…

Ella aprovechó para disculparse también por haberlo empujado cuando fue a buscarla frente al edificio de la Oficina de Auditoría unos días antes, y él sonrió como si no tuviera otra opción.

—Sí, no te preocupes —contestó Tsuganashi mientras acariciaba suavemente el pelo de Mui—. Solo ten cuidado. No quiero que te hagas daño. Recuerda que no siempre estoy contigo.

—Sí, lo siento.

—Volvamos al cuartel general.

Cuando Tsuganashi empezó a caminar, Mui agarró la manga del uniforme de su hermano: Era un gesto que solía hacer a menudo cuando era niña para no perderse.

Tsuganashiu la miró por un momento, pero no dijo nada y continuaron.

***

Cuando los dos regresaron al cuartel general de Wizard’s Breath, los alrededores estaban más conmocionados que de costumbre. Algo había sucedido.

Mui salió del edificio central de la sede, y vio que salía humo del edificio de la Oficina de Auditoría.

—¿¡Los Trailers están atacando!?

Rápidamente volteó a ver sorprendida a su hermano, que estaba a su lado. Tsuganashi ya había abordado a uno de los soldados que estaba cerca.

—Oye, ¿Qué está pasando aquí?

El soldado, que también había estado mirando hacia el edificio de auditoría, abrió los ojos con sorpresa al ver que de repente se le había acercado un oficial de uniforme.

—T-Teniente… bienvenido…

Tsuganashi solo le hizo un gesto con la mirada, indicándole que olvidara las cortesías y respondiera la pregunta. Entonces el joven soldado contestó apresuradamente:

—Parece que fue obra de un recluta. Era un usuario de magia explosiva que irrumpió en la agencia de especial de magos.

—¿Magia explosiva? —murmuró Tsuganashi.

Mui también se sorprendió y miró hacia el edificio de las Oficinas de Auditoría.

—¿Lo capturaron? —indagó Tsuganashi, agarrando al soldado por los hombros como si fuera a sacudirlo.

—N-No… parece que escapó y se llevó a una niña que supuestamente era su hermana. Ahora la agencia los está buscando desesperadamente…

—Nii-san… —Mui miró a Tsuganashi.

El asunto era muy claro y no era necesario que ninguno de los dos dijera de quién se trataba.

—Quédate aquí, Mui. Yo iré a investigar.

Tsuganashi en ese momento se fue corriendo hacia el lugar de los hechos.

Mui se quedó, y levantó la vista de la espalda de su hermano yéndose, hacia el humeante edificio de las Oficinas de Auditoría.

Ida Kazumi había sacado por la fuerza a su hermana Futaba de la agencia especial de magos. Mui comprendió lo que eso significaba: Para Wizard’s Breath ellos dos ahora eran criminales…

Con pasos inseguros, Mui se dirigió hacia los dormitorios. Mientras tanto, pensaba dentro de sí, que todos se habían ido dejándola allí ofuscada… Takeshi, Kurumi, e incluso Ida… Todos la dejaron atrás. 

Ya no sabía qué hacer; Takeshi desapareció, Kurumi estaba herida quien sabe dónde, y ahora Ida había rescatado a su hermana de la agencia especial de magos y probablemente ahora eran fugitivos.

«No soy útil para nadie… Quiero encontrar a Takeshi-kun, pero no tengo ninguna pista da nada y estoy muy preocupada por Kurumi… no sé qué hacer… encima le causé problemas a mi hermano».

Miró su uniforme blanco de cadete de Wizard’s Breath, y sintió que le pesaba como si llevara puestos unos grilletes.

«Tengo la misión de luchar contra los Trailers…»

Hasta ahora, pensaba que era natural pertenecer a Wizard’s Breath y luchar contra los Trailers. Sus padres también habían luchado contra los Trailers y terminaron siendo asesinados.

«Ellos secuestraron a mi hermano, alteraron sus recuerdos y destruyeron la academia».

Las acciones de los Trailers, estaban claramente mal ante sus ojos.

Mui se detuvo en un patio situado junto a la acera que llevaba al dormitorio. Allí, unos aprendices se afanaban en practicar su magia. Todos ellos en edades similares a Takeshi, Kurumi e Ida.

A Mui, eso le recordó las sesiones de entrenamiento matutino que tenía con ellos en la Academia de Magia Subaru y se entristeció. No se había sentido así cuando su hermano, Tsuganashi desapareció. En aquella ocasión estaba tan enojada con los Trailers, que podría haber corrido a cualquier parte a buscarlos.

Pero ahora, era diferente…

Sentía algo como un gran agujero en el pecho, y el dolor se apoderaba de su corazón.

Entre la brisa de principios de verano, el cuerpo de Mui se estremeció.

«No sé a dónde ir… Ojalá alguien me lo dijera…»

Suspirando pesadamente, Mui comenzó a caminar de nuevo, pero cuando llegó a los dormitorios, se sentó en el borde de un macizo de flores junto a la acera.

Entonces, al sentarse, sintió el toque de algo duro y se lo sacó del bolsillo; era su teléfono celular.

No sabía cuántas veces había intentado llamar a Takeshi desde que desapareció. Pero él nunca respondió. Y tampoco Kurumi.

Abrió el directorio de contactos y se quedó mirando los nombres que salían en la pantalla. De repente, decidió volver a intentarlo y seleccionó el nombre de Kurumi. El celular dio el tono de llamada como siempre.

Mirando el conteo de segundos en la pantalla, Mui dejó caer sus hombros.

Al cabo de treinta segundos, el tono de llamada se apagó repentinamente y Mui pensó que había colgado por error. Sin embargo, la pantalla mostraba que la llamada estaba en curso. La llamada había sido contestada.

Sorprendida, Mui se levantó de un salto y se pegó el celular a la oreja.

—¿¡Kurumi!? ¿Eres tú?

Hubo un largo silencio, pero la llamada seguía activa. Unos instantes después, una voz respondió.

»¿Quién habla?

Al escuchar esa voz, Mui se sintió decepcionada. Era la voz de un hombre.

—Ehm… yo…

Mui revisó la pantalla para cerciorarse de que no había marcado un numero equivocado.

«No, no me equivoqué. Este es el número de Kurumi»

Tan pronto como lo hizo, su corazón se aceleró fuertemente.

«Talvez esta persona sepa algo de Kurumi».

Entonces se apresuró a seguir hablando con la persona.

—S-Soy Aiba Mui. Estoy hablando al teléfono celular de Isoshima Kurumi ¿verdad? ¿Por qué lo tiene usted? ¡Comuníqueme con ella por favor!

»…

Por alguna razón, la persona que estaba al teléfono guardó silencio.

—Por favor. ¿Kurumi está bien? Aunque sea solo dígame eso. Kurumi estaba malherida la última vez que la vi. ¿Se encuentra a salvo?

Ella se esforzaba por sacarle algo de información, y tras otra pausa de unos segundos, la persona al teléfono respondió:

»Ella está bien. No te preocupes.

La voz sonaba como si fuera a colgar en cualquier momento. Mui apretó el teléfono y suplicó al hombre.

—¡Entonces comuníquemela! Por favor.  Si no lo hace yo…

Mui realmente quería hablar con Kurumi. Si no lo hacía, la ansiedad la carcomería y se pondría a llorar.

El hombre al otro lado del teléfono suavizó un poco su voz y dijo:

»No te preocupes por ella…

Al no saber cuándo terminaría la llamada, Mui no pudo soportar el silencio de esa persona y levantó la voz.

—¡Espere, no cuelgue! ¡Por lo que más quiera, no cuelgue! Se lo suplico… ¿dónde está Kurumi? ¡Déjeme verla! ¡Si realmente ella está a salvo, déjeme verla!

»…

—Po-Por favor…

Sus manos comenzaron a temblar de ansiedad y grandes lágrimas se derramaron de sus ojos.

«Todos se han ido. Takeshi-kun… Kurumi… y también Ida-kun… quiero hablar con ella… No me importa de qué, tan solo quiero escuchar su voz. Ya no soporto esta zozobra».

Mientras Mui se sofocaba incapaz de decir algo más, comenzó a sollozar, y en ese momento oyó suspirar al hombre al otro lado del teléfono.

»¿Puedes estar en el salón de los espejos de la Academia Subaru en dos horas? —dijo el hombre al teléfono.

Mui asintió apresuradamente, pero luego contestó al recordar que el hombre no podía verla.

—S-Sí… ¡Sí!

»Entonces ve allí.

Inmediatamente la llamada se cortó.

—…

Mui miró la pantalla inactiva del celular y pensó en lo que el hombre había dicho.

Quizás por fin podría volver a ver a Kurumi.

***

Una hora y media más tarde, Mui había ido a los dormitorios para cambiarse de ropa y luego se dirigió al salón de los espejos utilizado por los magos de Wizard’s Breath.

Ya eran más de las nueve de la noche. La sala estaba casi desierta, excepto por Mui y algunos otros magos que parecían oficinistas que ya estaban por marchase a sus casas.

Sin embargo, justo cuando Mui entró en el vestíbulo, una voz le llamó desde atrás.

—¡Mui!

Ella se giró al oír es voz tan familiar y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

—Nii-san, ¿cómo es que…?

Tsuganashi seguía con su uniforme de oficial.

—Te he visto caminar con una mirada misteriosa. Sé que cuando andas así, es porque vas a hacer algo sospechoso.

Parecía que Tsuganashi había estado siguiendo a Mui desde que la vio en los dormitorios porque estaba preocupado por ella.

Mui frunció el ceño.

—¿A dónde piensas ir? —preguntó Tsuganashi.

Mui no quería responderle, pero al final habló de mala gana.

—Iré a ver a Kurumi…

—¿Acaso sabes dónde está Isoshima? —Tsuganashi mostró una mirada de sorpresa.

Mui negó con la cabeza.

—No, pero voy a encontrarme con ella.

Tsuganashi apartó la mirada vacilantemente, pero asintió rápidamente y dijo:

—De acuerdo, entonces iré contigo.

—¿¡Eh!?

Mui se quedó mirándolo, pero Tsuganashi se cruzó de brazos y mirando a su imprudente hermana dijo:

—No puedo dejarte ir sola.

Mui se quedó con la boca abierta.

Quería quejarse al respecto, pero al final no lo hizo. Sabía que sería inútil. Por lo tanto, se limitó a soltar un gran suspiro de resignación. Entonces se dirigió hacia el gran espejo que en ese momento estaba desocupado. Como era lógico, Tsuganashi fue con ella.

***

Un joven abrió un portal lanzando su magia sobre un enorme espejo enmarcado con ladrillos rojos que llevaba impreso un emblema de un ave fénix con las alas extendidas; Era el emblema de la Fundación Phoenix.

La superficie del espejo onduló como el agua al entrar en él, y al cabo de un rato volvió a su estado sólido original.

Cuando pasó a través del portal, apareció en un dormitorio poco iluminado de una mansión. Era Ryuusenji Kazuma el que salió de ese dormitorio y bajó las escaleras, acariciando el pasamanos de madera de nogal. No había señales de nadie, pero la luz del pasillo estaba encendida. La casa estaba tranquila.

Se limpió la boca con el dorso de la mano de una sola pasada, y para cuando llegó al final de las escaleras, partículas mágicas de color rosa pálido surgieron de su cuerpo brillando intensamente hasta que se disiparon revelando a Kurumi quien, al romper el hechizo de transformación, se acercó a un espejo en la pared del pasillo y vio su propio reflejo.

Se vio a sí misma con un vestido rojo claro y una rebeca blanca de verano. Tenía la boca manchada de brillo labial de color de las flores de cerezo por haberse limpiado descuidadamente.

Sacó de su bolsillo aquel labial que era su Aspecto y se lo volvió a aplicar cuidadosamente en los labios, aprovechando el propósito original del espejo. 

«Hace mucho tiempo que no veo a Mui…».

Cuando estaban en la academia, le molestaba mucho la actitud pegajosa de Mui hacia Takeshi, pero ahora simplemente estaba feliz.

Kurumi sonrió.

La última vez que la vio, Mui estaba llorando y gritando. Gritaba para detener a Takeshi y Gekkou, que luchaban en el cielo como si estuvieran poseídos por la locura. Kurumi estaba tumbada en el regazo de Mui, mirando todo lo que sucedía.  

«Jamás quise verla poniendo una expresión como esa…»

Kurumi no sabía qué había estado haciendo Mui en las últimas dos semanas.

Puso su mano suavemente por debajo de sus pechos. No sentía dolor, pero recordaba la sensación de cuando Gekkou la apuñaló, así que dejó escapar un suspiro.

«Todavía tengo la cicatriz, pero gracias a Hyoudo-sensei me siento mucho mejor. Ella dijo que la cicatriz desaparecerá si sigo el tratamiento con magia curativa así que no hay problema».

Recuperó la compostura y extiendo la mano para tocar el espejo que tenía delante.

«Seguro que me dará un gran abrazo y me dirá: “Estaba preocupada por ti”.

Y luego preguntará por mis heridas, y tendré que decirle que estoy bien».

Cuando un círculo mágico de magia biológica flotó en la superficie del espejo, Kurumi no dudó y entró en él. El siguiente lugar al que llegó estaba oscuro y sometido a la oscuridad de la noche.  Bajo sus pies, había trozos de espejo roto que crujían.

Dos siluetas se encontraban en el pasillo de los espejos de la Academia de Magia Subaru esperándola.

Kurumi forzó la vista para poder distinguirlas mejor.

La silueta de más baja estatura, tenía una pistola en la mano y la más alta, tenía un sable militar enfundado en la cadera.

«Así que Tsuganashi-san vino con ella…»

Las dos personas del otro lado parecían haberse dado cuenta también de la presencia de Kurumi, y aunque permanecían de pie, se movían ligeramente.

Durante unos segundos los tres se quedaron mirando entre sí. Kurumi se sintió extrañamente nostálgica y sonrió.

«Siento como si me hubiera reencontrado con personas que no veo desde hace años… aunque solo han pasado quince días».

Entonces, Kurumi sacudió un poco la cabeza.

«No, el tiempo no tiene importancia. Da lo mismo si son dos semanas o diecisiete años. Para los que esperan siempre parecerá una eternidad y para los que se hacen esperar, parece poco tiempo.

Kurumi comenzó a caminar lentamente hacia Mui y Tsuganashi…


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.