En una habitación de diez tatamis, había un televisor de 42 pulgadas y un sofá. Las cortinas estaban abiertas y el sol de la tarde entraba por la ventana. La luz naranja del atardecer se acercaba a su rostro de la persona que estaba sentada en ese sofá mirando la brillante pantalla de la televisión. Esa persona era Ryuusenji Kazuma, el líder de los Trailers. Por un momento, una sonrisa apareció en su rostro. Fue cuando Shijou Momoka pareció en la tele, saludando a la cámara. Kazuma tomó eso como una señal. Tomó el control remoto y apagó el televisor. Aunque la magia de clarividencia era conveniente, manipular la cámara de forma remota y recibir las imágenes a distancia tenía un alto consumo de poder mágico. Y más aún, tratándose de la magia de otra persona. Kazuma miró a una chica que estaba a su lado, y le indicó que podía marcharse. La chica que había aparecido mágicamente, se desvaneció en partículas mágicas y se marchó. Kazuma finalmente dejó salir un pesado suspiro.

Por fin había comenzado. Los hermanos Nanase Takeshi y Gekkou, se habían desvanecido de la faz de la tierra, y Shijou Momoka había vuelto. Kazuma había estado esperando ese momento durante mucho tiempo.

Un tiempo realmente muy largo. Por eso él ya sabía lo que iba a suceder después de eso. Con la aparición de Shijou Momoka, los magos de los Trailers, abandonaron aquel lugar en pocos minutos. Era natural. Siendo ella uno de los quince grandes magos, y también la jefa de la séptima brigada de las fuerzas conjuntas del departamento de defensa de Wizard´s Breath.

Era extremadamente difícil derrotarla. Incluso para un rango cinco. Kazuma distoricionó su rostro en una expresión de ironía. Realmente no esperaba que Shijou Momoka fuera una aliada confiable, pero ahora más que nunca necesitaba de su ayuda. En esa nueva guerra que se había desencadenado, un ojo que ve más allá de cosas como confianza, traición, lealtad o sacrificio, era algo esencial.

Kazuma se puso de píe. Ya era hora de que Violet llegara a buscarlo. Para poder llegar a su habitación en el cuartel general de los Trailers, tenía que pasar por varios espejos. En ese momento se dio la vuelta, y miró a una mujer tirada por detrás del sofá.

«Nanase Yoko…»

Ella también había sido uno de los quince grandes magos y, por ende, alguien con quien Kazuma había tenido varios encuentros.

Kazuma se acercó a Yoko. Ella yacía acostada boca arriba, cubierta de sangre. Había recibido herida de parte de su propio hijo. Kazuma se colocó al lado de ella, tomó su muñeca en silencio y le examinó el pulso. Su condición era estable. La magia de curación no era su fuerte, pero parecía haber funcionado muy bien. Las heridas de su cuerpo no iban a dejar ni siquiera cicatrices. Kazuma se quedó mirando el pálido rostro de la adormecida Yoko por unos instantes.

La razón por la que fue allí, fue para determinar el punto de inflexión entre el pasado, y el futuro que estaba ocurriendo actualmente. Cuando se levantó, miró por la ventana. Una membrana traslucida que pertenecía a la barrera de protección desplegada en el cielo, seguía en su sitio. Podía sentir en el aire las partículas mágicas liberadas por los magos que habían estado luchando. Nadie más que él mismo sabía que se encontraba en esa casa. Sin embargo, Kazuma estaba consciente de que tendría que marcharse de allí si era necesario. Era necesario también que esa situación sucediera, porque la desaparición de aquellos dos chicos, era lo que hacía posible la existencia de Kazuma en ese momento. Dicho de una manera más adecuada, todo lo que iba a suceder a partir de ese punto, dependía ahora de Nanase Takeshi. Kazuma sacó un espejo de mano con la intención de marcharse. Pero antes, con una mirada muy triste, miró por la ventana teñida por el atardecer. Había una persona a la cual quería ir a buscar y abrazar con todas sus fuerzas. Pero mejor se dio la vuelta y se alejó, abrió el portal en el espejo y nunca más volvió a esa habitación.

Continuará…


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.