—¡Nii-san! —Gritó Aiba Mui mientras bajaba por unas escaleras que daban a una estación de metro escasamente iluminadas.
      Aunque ninguna de las luces del área estaba encendida, el lugar se hallaba cubierto por un brumoso resplandor. Dicha luz, emanaba de unas pequeñas esferas que parecían bolas de fuego que se hallaban flotando alrededor de ella. Tres bolas que irradiaban una débil luz amarillenta y que, al mismo tiempo, se sumergían, se alzaban y se balanceaban siguiendo cada uno de los movimientos de la chica.
      Respondiendo a su llamado, el joven al cual ella perseguía, se volteó. El también iluminaba su camino en medio de la penumbra con tres esferas luminosas como las de ella, pero con la particular diferencia de que, las de él, irradiaban una misteriosa luz blanca. Él no vestía su habitual uniforme, sino tan solo una camiseta blanca y pantalones jeans, la miró fríamente y en completo silencio.
      —¡Nii-san! —Exclamó Mui, acerándose a él—. ¡Te he buscado por mucho tiempo! ¡Por favor, vuelve a casa conmigo!
     Pero tan pronto como ella estuvo al alcance de su mano, un dolor agudo invadió su mejilla y cayó al suelo sin darse cuenta de nada.
      —¡Nii, Nii-san…!
      Tardó un poco en darse cuenta de que había sido abofeteada por él, pero no le tomó importancia, así que alzó su cabeza y continuó suplicando.
      La única reacción que obtuvo de él, fue una despiadada sonrisa, y una desdeñosa mirada fría que llenó a Mui de miedo.
      —¿Nii-san?
      Mui, alzó la mirada albergando un sentimiento de esperanza, pero desafortunadamente, aquella sonrisa burlona en la cara de su hermano (una expresión que jamás había visto en él), revirtió completamente aquel sentimiento y lo convirtió completamente en desesperación.
      De pronto, aquella sonrisa burlona se convirtió en un gesto de disgusto, y el joven finalmente rompió el silencio.
      —¿Por qué lloras? —Preguntó.
      Pero tal parecía que ella ni siquiera se había dado cuenta de sus propias lágrimas…
      —¡Nii-san! ¡Por favor, tienes que recordar! ¡Recuerda a mamá, a papá, a mí! ¡No puedo creer que lo hayas olvidado todo!
      Las lágrimas que brotaban de sus ojos, bañaban incluso la zona enrojecida de su mejilla, causada por la bofetada que su hermano le propinó.  
      Sin embargo, ver a Mui en ese estado, hizo que la ira de aquel joven creciera, y con ojos llenos de odio, sacó su espada de la funda de cuero en su cintura y apuntó con ella entre los ojos de Mui.
      —¿Vas a matarme?
      Mui, con sus ojos todavía humedecidos, lo miró fijamente.
      —No quisiera hacerlo. —respondió el joven—. Después de todo, tus habilidades pueden ser de utilidad para los Trailers. Pero no te confundas, eso no quiere decir que no podría matarte sin la menor vacilación… ¿Aun así seguirás llamándome “Hermano”?
      —Sí —Respondió Mui asintiendo—. No pienso rendirme. Haré lo que sea necesario para que vuelvas a ser el mismo de antes.
      La punta de la espada bien podría haberla atravesado en cualquier momento, pero ella estaba completamente decidida a morir antes que abandonarlo.
      —¡Te lo suplico, Nii-san! ¡Vuelve conmigo! —gritó Mui.
      Pero, sus gritos repentinamente fueron ahogados por un estruendo proveniente de las profundidades de un túnel que había a espaldas del joven.
      No podía tratarse de un tren, ya que la estación en donde se encontraban, estaba completamente abandonada y la energía eléctrica había sido cortada desde hace muchísimo tiempo atrás.
      Simplemente, no había forma de que hubiera un tren circulando por allí. Mui seguía mirando a su hermano, pero él ya se había vuelto hacia el túnel. A medida que el sonido se hacía más cercano, se volvió evidente que lo que se escuchaba era el rugido de un motor.
      El joven envainó su espada, y ella se puso de pie. De pronto, el joven extendió su mano tratando de agarrarla del brazo, pero ella rápidamente retrocedió de manera instintiva.
      «He tardado tanto tiempo y he pasado muchas dificultades para encontrar a Nii-san», Reflexionó Mui. No se podía dar el lujo de perderle el rastro.
      De pronto, una motocicleta emergió del interior del túnel. Mui sabía que su hermano estaba a punto de alejarse de ella nuevamente, pero su cuerpo se negó a moverse porque ella había entendido que la intención de su hermano era entregarla a “ellos”. Si eso sucedía, todo habría acabado. No podían terminar ambos en las manos del enemigo, o cualquier esperanza de salvar a su hermano, desaparecería por completo.
      «Solo es uno de ellos…»
      En la motocicleta iba nada más el conductor, pero mientras Mui calculaba sus posibilidades, otra motocicleta apareció silenciosamente por el otro lado. Había sido atrapada en una emboscada, pero, aun así, llamó a su hermano una vez más.
      —¡Nii-san!
      Deseaba con todas sus fuerzas, extender su mano y que su hermano la tomase para escapar juntos de ese lugar, pero la siniestra sonrisa de su hermano revelando sus maliciosas intenciones, hizo trizas todas sus esperanzas una vez más.
      Los dos conductores, bajaron de sus motos y se acercaron por enfrente y por detrás subiendo a la plataforma donde estaba ella, pero Mui, nunca apartó la vista de su hermano.
      —¡Por favor…! ¡Ven conmigo!
      Ambos conductores, cuyas identidades estaban ocultas tras sus cascos, caminaron hacia ella.
      El corazón de Mui se estremeció por la pena de tener que separase de su hermano de nuevo. Sin embargo, ella se dio la vuelta y comenzó a correr hacia las escaleras, pero en medio de su huida, un vendaval golpeó su espalda.
      —¡Ahhhh!
      Ella había caído, y mientras el sonido de los pasos de los hombres tras de ella se apresuraban acercándose, ella luchó por levantarse. Ellos iban directamente por ella y le habían lanzado ese ataque. Las palmas de sus manos y sus rodillas dolían, pero se obligó a si misma a ponerse de pie y luego echó a correr. Subió por las escaleras a toda prisa escalándolas de dos en dos mientras se mordía el labio con frustración. Incluso luchó por contener sus lágrimas, pero estas terminaron llenando sus ojos. Pasó corriendo frente a las boleterías vacías en medio de una interminable oscuridad de los pasillos, y subió por las escaleras hasta la superficie sin disminuir su velocidad ni por un segundo.
      Al fin alcanzó a divisar el cielo cubierto por una luz oscura que, aunque tenue, molestó a sus ojos obligándole a entrecerrarlos. Sacó su arma de la pistolera, se dio la vuelta, y presionó el gatillo. Una luz amarilla iluminó la entrada del metro. Ella no se tomó la molestia de confirmar el resultado de su disparo, simplemente continuó corriendo por las escaleras que había frente a ella, dejando atrás las voces de los hombres que se quedaron gritando, Mui se secó las lágrimas y continuó corriendo sin parar en medio de una calle vacía.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.