Kazumi Ida alzó la mirada al cielo cuando sintió algo frio que le rozó la mejilla. Las nubes sobre su cabeza eran ominosas y de un color gris oscuro.

De pronto, otra gota de lluvia fría golpeó su mejilla. Así que apretó con fuerza la pequeña mano de su hermana, pero luego apartó su mirada de las nubes, y se quitó la chaqueta para ponerla sobre la cabeza de ella.

—Kazumi-chan…

La voz de su hermana Futaba, resonó ansiosa por debajo de aquella chaqueta que era parte del uniforme de los reclutas de Wizard’s Breath.

—Tranquila —respondió Ida con una voz deliberadamente alegre a pesar de que su expresión seguía siendo rígida—. Todo va a estar bien… Todo va a estar bien…

Lo dijo dos veces como para recordárselo a sí mismo.

Futaba guardó silencio y se echó la chaqueta de su hermano por encima de la cabeza y se giró para escapar de la luz.

Ambos estaban parados bajo la lluvia que arreció repentinamente, frente al edificio de apartamentos donde solían vivir. El sencillo edificio estaba carbonizado y olía mal; tan sólo quedaban los pilares de hierro y las barandillas de las escaleras. Una patrulla de policía estaba parqueada delante de le lugar, pero no había ningún agente a la vista.

La ausencia de un camión de bomberos sugería que la lucha contra el fuego había terminado hace tiempo. Los dos se quedaron sin saber qué hacer.

Ida habían huido con su hermana Futaba de Nueva York, donde Wizard’s Breath tenía su sede, pero ahora no tenía idea de qué hacer a continuación.

Lo único que le importaba era sacar a Futaba de ese lugar.

Hace unos meses, su escuela, la Academia de Magia Subaru, fue atacada por los Trailers y Futaba fue secuestrada por Wizard’s Breath, que se suponía eran sus aliados.

Desde entonces, la única preocupación de Ida era la seguridad de su pequeña hermana.

Cuando se unió al ejército de ellos y se convirtió en recluta, fue porque quería estar lo más cerca posible de Futaba. Allí, Ida se enteró de lo que le habían hecho a ella.

Futaba había sido confinada y habían experimentado con ella en la agencia especial de gestión de magos de Wizard’s Breath, conocida como la Agencia Especial de Magos.

Por lo tanto, en un esfuerzo frenético, Ida utilizó su propia afinidad de magia destructiva llamada «Blast Fog», para hacer volar todo y a todos a su paso. Pero cuando llegaron a su casa, la encontraron en ese estado.

«¿Es una especie de venganza por haber quemado el edificio de Wizard’s Breath?»

El apartamento estaba tan quemado y destruido que no podía evitar pensar que se trataba de eso.

Mientras Ida suspiraba, Futaba alargó su pequeña mano, que aún sostenía la chaqueta de recluta sobre su cabeza, y tiró de su cinturón.

—¿Qué sucede, Futaba?

—Kazumi-chan… ¿dónde está mamá?

Ida sonrió y contestó:

—Obviamente ella está bien. Es nuestra madre después de todo. Esto no podría haberle hecho daño.

—¿De verdad?

—Si, de verdad.

Futaba se quedó en silencio, como si estuviera satisfecha, y volvieron a quedarse con la mirada perdida en el apartamento carbonizado.

Después de un rato, Futaba dijo:

—Kazumi-chan, nuestra casa se quemó.

—Pues sí.

—Parece como si lo hubieras hecho tú.

—¡Eso no es posible! Si hubiera sido yo, no habría dejado ni siquiera los pilares en pie.

—¿En serio?

—En serio.

Mientras Futaba sorbía con la nariz bajo su chaqueta, Ida metió inconscientemente la mano en el bolsillo de su pantalón. No tenía toallas desechables, así que sacó un pañuelo y se puso en cuclillas frente a elle. 

—Vamos, no hagas esos sonidos. mejor suénate con esto…

Inmediatamente, Futaba arrebató el pañuelo de la mano de Ida. Se sonó la nariz, dio la vuelta al pañuelo con cuidado, lo dobló y lo metió en el bolsillo de Ida.

Sorbió ligeramente y replicó con voz llorosa.

—Puedo hacerlo yo misma, idiota.

Le dio la espalda al departamento y a Ida, y luego comenzó a caminar por su cuenta.

—Oye Futaba… ¿a dónde vas?

Futaba se dio la vuelta y dijo con firmeza:

—Al hospital donde trabaja mamá.

Ida también se levantó, como si acabara de darse cuenta de algo.

Su madre era enfermera en el hospital de la ciudad. Ida corrió para alcanzar a Futaba y se tomaron de nuevo de la mano, esta vez de camino al hospital.

Subieron a un autobús y llegaron al hospital en menos de diez minutos.

Futaba se bajó del autobús y empezó a correr como si no pudiera esperar.

—¡Oye, Futaba! No corras está lloviendo y el suelo está resbaloso.

En cuanto Ida la persiguió, Futaba se detuvo en seco. No se detuvo sola.

Desde detrás de una rotonda que había frente al hospital, un hombre había aparecido de la nada y la sujetó de la mano.

—¡Kyaa!

—¡Futaba!

El hombre tiró de Futaba, que era una pequeña niña en edad de primaria con suma facilidad y la condujo no a la entrada principal del hospital, sino a un estrecho camino que llevaba a un parque lateral.

—¡Oye, hijo de puta! ¿Qué le estás haciendo a mi hermana?

Cuando Ida corrió en auxilio de su hermana, el hombre apresuró el paso.

La mano izquierda de Ida se convirtió en un puño al mismo tiempo que la sangre se le subió a la cabeza por la furia.

Estaban en el mundo viviente, pero ahora que el «Gift» se había desvanecido, no había razón para que Ida no utilizara su magia.

—¡¡Bastardo pervertido!!

Su mano izquierda se vio instantáneamente envuelta en una deslumbrante bola de partículas de magia color naranja.

El hombre se detuvo y se dio la vuelta, sosteniendo a Futaba en sus brazos.

—¡Ida-kun! —gritó el hombre—. ¡¡No uses magia!!

Pero los ojos de Ida estaban encendidos y su mano izquierda brillaba con magia. Naturalmente, no había forma de que pudiera apagar el fuego, así que extendió la mano y gritó.

—¡Un solo ataque un solo objetivo! ¡»FLAME KNUCKLE»!

Las partículas de poder mágico concentradas en su puño se convirtieron en llamas explosivas y se lanzaron directamente a la cara del hombre.

Pero el hombre se agachó bajo el puño ardiente de Ida, sacó su pistola de la cintura y la clavó en la nariz de Ida.

—Ida-kun, por favor, cálmate. Soy yo…

Con la boca de la pistola metida en la nariz, Ida frunció el ceño mientras levantaba su puño.

—¿Qué? No sé quién demonios eres. No digas estupideces yo no conozco a ningún pervertido.

Después de unos segundos, los ojos de Ida parpadearon mientras miraba furiosamente al hombre.

—¿Ahn?

Los ojos de Ida parpadearon y miró al hombre con atención.

—¿Finalmente te diste cuenta? Soy yo, Ida-kun.

Con el hocico del arma aún apretado contra sus fosas nasales, Ida asintió con la cabeza.

—¿Qué hace usted aquí, Sensei?

Finalmente, bajó su arma, y mientras el hombre dejaba escapar un fuerte suspiro, su pelo se agitó con la brisa.

Hitouji Makoto sonrió con amargura y dejó a Futaba en el suelo.

—Por supuesto que he venido por ti —dijo Hitouji mientras volvía a poner la pistola en su cadera—. Sabía que vendrías aquí. Eres irreflexivo y corto de miras. Ni siquiera necesito leer tu mente.

Ida sacó un poco la boca en señal de frustración.

—Lamento ser irreflexivo y corto de miras.

—No, no, no. Esta vez ha sido útil. Me alegro mucho de que te hayamos abordado antes de que entraras en el hospital. Si hubieras estado allí, te habrían llevado de vuelta con Wizard’s Breath.

—¿De qué habla?

Cuando Ida hizo la pregunta con el ceño fruncido, Hitouji miró a Futaba.

—La habilidad de esta pequeña es un poder que ellos quieren tener a como dé lugar. No te dejarán ir tan fácilmente.

Hitouji cambió su mirada de Futaba a Ida.

—Parece que no entiendes la gravedad de la situación, pero seamos claros: tú solo, no puedes proteger a esta niña. Wizard’s Breath es una organización increíblemente aterradora. Te matarán a ti y a tu familia tan solo para conseguir lo que quieren.

Antes de darse cuenta, Futaba se había alejado del lado de Hitouji y se escondía detrás de los pantalones de Ida.

Para horror de su hermana, Ida la agarró por los hombros y la acercó aún más a sí mismo.

—¿Qué quiere decir? ¿Qué tipo de poder tiene como para que quieran dañarme a mí o a mi familia?

Hitouji bajó la mirada por un momento, pero luego abrió la boca lentamente.

—Tu no la sacaste de allí porque sabias cual era el poder de tu hermana, ¿verdad?

—¿El poder de Futaba? No sé nada de eso. ¡Saqué a Futaba porque la ataron en ese edificio con correas y le pusieron una cosa estúpida en la cabeza como si fuera un ratón de laboratorio!

—Así es. Estaban realizando experimentos. Lo hacían para ver hasta qué punto el poder de tu hermanita podía influir en otros magos. Llevaron a cabo todo tipo de experimentos para averiguar todo sobre sus habilidades y utilizarla como arma.

—¿Qué demonios?

—Su magia tiene una habilidad temida por todos los magos. Hubo un mago que poseía ese poder. Aquel que se sentaba en el Consejo de Wizard’s Breath como el mago de más alto nivel. Su nombre era Wiseman. Era el único mago del mundo que tenía el poder llamado “gift” que podía convertir a los magos en humanos ordinarios.

Las palabras de Hitouji provocaron escalofríos en Ida.

Hitouji miró a Futaba, una niña de primaria, con miedo en los ojos y dijo:

—Wiseman era de una clase muy rara de magos que poseen dos tipos de afinidad mágica. La primera era la magia biológica que utilizaba para robar magia de su oponente. La segunda era magia singular que le permitía usar el hechizo llamado “Gift”. El cual drenaba el poder de cualquier mago que usara su afinidad mágica para atacar a otro mago en el mundo viviente, convirtiéndolo en un humano ordinario. Y una vez que un mago es convertido en humano, nunca más puede volver a ser un mago.

Hitouji cortó sus palabras y tragó saliva para aclarar su garganta.

—Ida-kun, tu hermanita ha heredado la magia singular de Wiseman. La magia singular llamada “Wizard Slayer”.

Futaba apretó los pantalones de Ida con fuerza, aunque él no se dio cuenta.

Su cabeza se puso en blanco de la impresión, como si le hubieran golpeado con un objeto contundente.

—De todos los magos que existen en el mundo, sólo esta niña puede convertir a un mago en humano ordinario. No, y aún más que eso…

Ida no quería oírlo, pero Hitouji dijo:

—Ida Futaba puede absorber la magia de cualquier mago y usarla como propia sin límite alguno, y con un solo ataque puede despojar a un mago de su magia e incluso matarlo.

La fría lluvia había helado a Ida hasta los huesos. Pero ahora ni siquiera sentía eso.

Cuando Futaba lo miró con ansiedad, ni siquiera pudo bromear con ella para hacerla sentir mejor. La mirada de Hitouji Makoto era una mezcla de compasión, lástima y, obviamente, miedo.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.