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a manera en que se comportan los rumores al ir de boca en boca, puede resultar aterradora en muchas ocasiones; por eso, mejor es no involucrarse. De nada sirve mantener la boca cerrada, pues siempre habrá alguien más que hablará. Incluso aquellos que se han mantenido firmes, después de ver que alguien más abrió la boca, terminarán haciendo lo mismo, creyendo que ya no tiene sentido seguir callando. No importa que el rumor sea un tema delicado, se difundirá igualmente y quizás esa sea la principal causa de ello.

—Oye Kaito…

Un colega que trabajaba en un escritorio al lado mío me habló con curiosidad.

—¿Qué quieres, Sasaki? —respondí.

—¿Es cierto que tu jefe Hitsuji Touma-senpai falleció? También era un pariente tuyo ¿no?

—Si, es cierto ¿Quién te lo dijo?

—Creo que lo escuché de alguien de acá, pero no recuerdo bien.

—Ya veo…

Mi pariente lejano, Hitsuji Touma, había muerto. Yo ya estaba enterado de eso porque lo había visto muchas veces y además era mi jefe en el trabajo.

—Sabes no es por nada — Sasaki Kojiro, dejó escapar esas palabras como para quejarse de una mala experiencia—, pero no siento pena por él… era un tipo desagradable.

De hecho, muchas personas en el trabajo no soportaban la actitud arrogante que solía tener ese sujeto. Hitsuji Touma no sólo era un tipo sarcástico con sus colegas, sino que lo era aún más con sus Kouhai[1]. Pedía imprudentemente que hicieran chistes en fiestas empresariales, les golpeaba fuertemente en la cabeza y a menudo hacía comentarios que rayaban en el acoso sexual. Aunque tenía esposa, se corría el rumor de que la engañaba. Desafortunadamente, ella también falleció al mismo tiempo que él en un accidente de tráfico donde ambos viajaban en un vehículo a excesiva velocidad lo que les impidió tomar una curva cerrada. El Hitsuji Touma del que hablábamos fue un pariente lejano, y como trabajábamos en el mismo lugar, también era mi superior, así que no podía dar mi opinión tan libremente. Mientras él vivió, tuve que aguantarle hostigamientos y lenguaje abusivo a diario, pero no me daba placer hacer leña del árbol caído.

—Creo que ya deberíamos parar —le dije a Sasaki—. Tenemos trabajo que hacer.

—Si, tienes razón.

—Acabo de terminar los documentos que voy a enviar a los residentes del hogar de ancianos.

—¿Eh? Qué rápido… —exclamó Sasaki.

Ignorando a mi sorprendido colega, me dispuse a continuar con más tareas. El personal del Ayuntamiento siempre estaba ocupado. De pronto, mientras trabajaba, sentí un malestar como si tuviera una niebla dentro de mi cabeza. La muerte de Hitsuji Touma… por alguna razón sentía una especie de «Déjà vu» con respecto a eso. Como si ya lo hubiera vivido hace mucho. Me invadía una fuerte sensación como de haber olvidado algo. Era una sensación que se hacía cada vez más intensa. La pregunta nunca fue respondida y los días pasaron. Entonces llegó el día del funeral de Hitsuji Touma.

Al crepúsculo; momento en que el día está por convertir se en noche, una luz naranja iluminaba la zona mientras caminaba con Sasaki vistiendo trajes negros. Nos dirigíamos hacia el lugar del funeral llevado a cabo en la localidad de Tokorozawa. Encontré gente del trabajo y a parientes con los que no era tan cercanos, así que solo intercambié reverencias y ligeros saludos. No es que no quisiera estar con Sasaki, pero había que saludar a un montón de gente. Estar juntos saludando a un montón de desconocidos era extenuante así que tenía que separarme.

—Perdona Sasaki, separémonos por un rato.

—Entiendo, son tus parientes seguros tendrás mucho que hablar con ellos.

—Sí, exactamente…

Una vez que nos separamos, saludé a unos viejos de negro. No sé por qué, pero siempre me llevé mal con ellos. Y no era porque me hubieran hecho algo, pero… bueno, por lo pronto estaba en el funeral de un sujeto que aparte de pariente era mi jefe, así que tenía que atender el asunto. A pesar de haber sido un abusivo y un hijo de puta conmigo.

—Ah pasado tiempo… —me dijo una anciana—. mírate ya eres todo un hombre.

—Hola, un placer saludarla.

Era mi abuela por parte de mi difunto padre. Hace mucho tiempo, mi madre —también fallecida—, me dijo que no le agradaban mucho estos parientes. A ellos no les gustaba el ambiente donde había influencia de personas externas a la familia, ni la sensación de que, en última instancia, dependen de los demás y se ponían de mal humor cuando no se salían con la suya. Las únicas excepciones fueron aparentemente mi padre y un pariente llamado Shiki-san.

—Debes haber tenido muchos problemas luego de que tu madre te abandonara… —me dijo la anciana.  

—Si bueno, si me disculpa iré a saludar a los demás.

Jamás vi la muerte de mi madre como algo que me diera problemas. Ciertamente ella nunca le cayó bien. Mi madre me dijo que la relación con su suegra no era muy buena, y era algo desconcertante ver que aún perduraba. Hablar con esa gente era algo que no me sentaba nada bien. Sobre todo, porque a mis espaldas murmuraban diciendo que yo era hijo de una zorra. Me dio un poco de rabia. Pero más que eso, la sensación que más me abordaba, era de nuevo la de un Déjà vu. No era la primera vez que asistía a un funeral, pero si era la primera vez que sentía eso. Era como un dolor agudo en la cabeza.

Sacudí la cabeza para atenuar el dolor y seguí saludando a mis parientes. Al terminar, me dirigí al vestíbulo, donde se exponían magníficamente las fotografías de los difuntos y otros objetos. Sólo faltaba que los monjes realizaran su respectivo ritual y la quema de incienso. Pero, aun así, me sentía un poco mal de la cabeza. Tenía que lidiar con parientes lejanos que no me agradaban y encima tenía que  andar saludándolos, pero…  ¿Eh?

De pronto me paré en seco, pues cerca de la entrada de la sala en la que estaban dispuestas las fotografías, había cuatro chicas. Una chica con un bonito pelo color melocotón, la otra con el pelo dorado amarrado en un par de coletas, otra tenía el pelo plateado, y la última tenía el pelo castaño recogido con una diadema. Las cuatro tenían rostros iguales y una edad probablemente de alguien de cuarto año de primaria. Las cuatro vestían de luto con ropas negras y faldas a la altura de las rodillas.

¿Eran hijas de alguno de los presentes? Recordé que había oído en alguna parte que Hitsuji Touma tenía cuatro hijas… Pero, pensar en eso hizo que me volviera a doler la cabeza. Tuve la sensación de estar recordando algo que ya sabía…  Finalmente tuve un momento de alivio y me quedé mirando a las chicas desconocidas. Las cuatro también se fijaron en mí y parecían ligeramente asustadas. Rápidamente me retiré y corrí hacia el pasillo para tomar mi asiento asignado. Al verme huir así, seguramente debieron pensar que era un tipo raro.

—Son aterradoras…

—Yo no voy a llevarme a esas niñas…

—Yo tampoco, Podrían congelarme. No podemos hacernos cargo de esos fenómenos.

Justo antes de entrar, escuché las voces de unos parientes hablando en susurros cerca de la entrada del salón. ¿De qué estaban hablando? Parecían estar mirando en secreto a las chicas que se habían quedado cerca de la salida, pero… Por más que le diera vueltas no me iba a enterar de nada. No podía entenderlo. Toda mi vida había estado relacionado con esa gente. Pensando en eso, enderecé mi espalda y miré ligeramente a los alrededores. Nadie en mi familia parecía demasiado doliente. Ninguno de mis colegas o senpais en el trabajo estaban llorando. Esperé a que pasara el tiempo mientras captaba las expresiones de las personas a mi alrededor y el retrato de la pareja frente a mí. Finalmente, el funeral se celebró sin ningún contratiempo.

—Que tal, es hora de ir a casa —me dijo Sasaki—. Ah, pero seguro tendrás más cosas que hacer aquí ¿no? Digo con tus parientes…

—No, ni que me agradaran tanto. Sólo iré a despedirme y nos vamos. Les diré que tengo un compromiso después de esto.

—Bien, te estaré esperando por allá

Sasaki se adelantó y se fue a otro sitio. Decidí saludar brevemente a mis parientes y marcharme rápido, así que hice tres reverencias. Entonces oí unas voces que sonaban ptrocupadas, aunque no de demasiado, eran más como si hubiera surgido algún tipo de inconveniente.

—¿Quién se va a quedar con esas niñas?

—Yo no las quiero en mi casa. Son unos monstruos.

—Deben haber echado una maldición sobre sus pobres padres y por eso murieron. Yo quiero disfrutar lo que me queda de vida.

—Pero si alguien no se las lleva, entonce…

No sé por qué, pero me sentí extremadamente incómodo. No sabía por qué ni de qué hablaban ni nada, pero me sentí asqueado de oírlos.

—Eh, disculpen…

Era incómodo marcharme del lugar sin despedirme, aunque bueno, yo tampoco les caía bien, así que quizá ya era demasiado tarde.

—Ara, Kaito-kun —respondió una mujer.

—Siento interrumpirles. Tengo algunos asuntos urgentes que atender más tarde, así que me tengo que ir.

Incliné ligeramente la cabeza y entonces, senti unas miradas frías sobre mí. Quería soltar un suspiro, pero me lo aguanté. La mujer tenía unos cuarenta años y hablaba conmigo en nombre del grupo. Ni siquiera recuerdo quién era o cómo se llamaba. Pero sí recuerdo que solía susurrar a mis espaldas, diciendo entre risas cosas de mi madre que no eran ciertas.  

—Oh, ya veo —me contestó la mujer—. Ah, ya se…

De pronto la mujer se puso a hablar en voz baja con los otros parientes. Aparentemente ni siquiera les interesaba disimular que estaban hablando de alguien en su propia cara. Los parientes me miraron al mismo tiempo; por eso llevaba mucho tiempo intentando evitar involucrarme con ellos.

—Oye, Kaito-kun, vives solo, ¿verdad? —me preguntó la mujer.

—¿Qué? Pues sí.

—Has vivido en la misma casa desde que tus padres murieron, ¿verdad?

—Sí, bueno…

—Ya veo… Si no recuerdo mal, Hitsuji Touma-san era tu jefe, y solía cuidarte mucho… ¿no es así?

—Bueno, se podría decir que sí.

Eso ultimo no era ni remotamente cierto.

—Ya veo, pues verás… en realidad quería comentarte que no hemos podido encontrar un lugar donde las niñas de Hitsuji Touma-san puedan quedarse… mi casa es pequeña, todos tenemos familia, y apenas no tenemos dinero. Tú seguramente tendrás la herencia que te dejaron tus padres y una hermosa casa. Supongo que la casa está libre de hipoteca s gracias al seguro de deudas tus padres ¿no?

—…

Rápidamente entendí a qué quería llegar esa vieja bruja. Ninguno de ellos quería tomarse la molesta, así que querían que yo lo hiciera. ¿Por qué iba a hacer eso…? Obviamente mi respuesta era que no, pero al mismo tiempo lo pensé y sentí un poco de lástima por las chicas que iban a ser acogidas por gente de esa calaña.  Avariciosos, chismosos, y otros tantos defectos que no valía la pena mencionar.

—Pero acoger a cuatro personas es…

—Bueno, ¿quién las va a acoger entonces? ¡Yo definitivamente no!

—Yo tampoco.

—Son asquerosas, esas niñas son asquerosas, no puedo criarlas.

¿A qué tipo de niñas despreciaban tanto? ¿Por qué nadie decía nada con respecto a los insultos? Como ser humano, eso está mal. Juntarse con otros para arrojar piedras a los demás.  Hay alguien que todo lo ve…

Fue entonces cuando me di cuenta de todo. Ah, eran esas pobres niñas las que se habían vuelto la comidilla de esa gente desde hace rato. Lo supe de inmediato. Porque allí estaban esas cuatro chicas que había visto antes, rayando en el borde de mi campo visual… Esas miradas que parecían renunciar a algo. Seguramente habían escuchado todas esas cosas malas que hablaron de ellas. Estaban siendo mucho más discriminadas que yo. Sí, por eso esa gente me caía mal. Esa gente era…. Un pensamiento salvaje como una rabia hirviente pasó por mi cabeza. No sé qué pasó conmigo, pero me vi en la necesidad de intervenir.

—Oigan…

Mi voz salió más severa de lo que esperaba y… Entonces el dolor de cabeza regresó. Me pareció haber visto esa asquerosa escena en alguna parte. Sentí que me era familiar, aunque realmente no tendría por qué…  

Esto… en cierto lugar …… este evento… Me dolía mucho la cabeza, pero también estaba enojado y no podía entender por qué. Al momento siguiente, recibí una descarga que me hizo estallar la cabeza. Volvieron a mí muchos recuerdos. Cuando morí y antes de morir y una chica sentada a mi lado que estaba jugando a cierto videojuego. Recuerdos que no sabía que tenía, recuerdos de mi vida anterior parecían brotar del interior de mi cerebro…

«Este juego es interesante, deberías probarlo **-kun»

«¿Un juego yuri…? Nunca he jugado uno de esos.»

«Pruébalo, te prometo que será interesante.»

«¿Y cómo se llama?»

«Se llama Hibike Koigokoro»

No puede ser… ¿estoy en el mundo de un videojuego yuri?

—¿Eh? ¿te sucede algo?

Mis parientes se dirigieron a mí. Me sentí un poco más tranquilo luego de haber recuperado mis recuerdos. No, ni yo mismo no sabía lo que significaba estar tranquilo después de que mis recuerdos habían vuelto. Acababa de recordar tantas cosas que mi memoria parecía estar confundida.

En otras palabras, me encontraba dentro del mundo de un videojuego… ¿¡Soy un pariente lejano de esas cuatrillizas, que son las heroínas de la historia!?

¿Eh? En serio. ¿Qué pudo haber causado esto? Bueno, vamos a calmarnos por ahora…

Asumiendo que de verdad se trataba del videojuego, ¿qué iba a pasar con esas niñas? Pues según mis recuerdos los parientes seguirían pasándose la responsabilidad unos a otros durante un tiempo y finalmente se las llevarían a otro lugar. Pero las iban a tratar como si no estuvieran allí, viviendo en condiciones infrahumanas. Una vida llena de privaciones y mucho dolor y sufrimiento. Era imperdonable. Eso me hacía enfurecer… Obviamente yo jugué el videojuego, así que tenía cierto apego a los personajes.  Esas cuatro chicas eran las desafortunadas heroínas del videojuego. Si las cosas seguían su rumbo esa gente las iba a terminar acogiendo… Yo vivía solo y tenía una casa en condiciones… Antes me inclinaba a decir que no. Pero muchas cosas habían cambiado radicalmente. Sin embargo, no quería demostrar que esas escorias me presionaron para hacerme cargo. Sobre todo, no quería seguir viéndoles la cara.

Mientras pensaba en eso… las cuatrillizas parecieron venir hacia mí. Hitsuji Chiharu, la hija mayor, que tenía el cabello color melocotón recortado a la altura de los hombros, se acercó. Detrás de ella estaban la segunda hija, Hitsuji Chinatsu, que tenía el cabello rubio atado en un par de coletas y Chiaki, la tercera hija que tenía el cabello corto color plateado. Junto a Chiharu, estaba la cuarta hija, Hitsuji Chifuyu con su cabello castaño recogido en una diadema. Todas se acercaron con cierto temor excepto Chiharu. Los parientes y yo, nos paralizamos ante ese comportamiento. La hija mayor, Chiharu, inclinó entonces la cabeza en nombre de sus hermanas y dijo:

—¡Gracias por haber venido!

Sus hermanas menores le siguieron el paso y también agradecieron.

—Muchísimas gracias…

—Muchísimas gracias…

—Muchísimas gracias…

Yo estaba seguro de que habían escuchado lo que se decía ellas. Y a pesar de todo, agacharon la cabeza con humildad. Su padre y su madre fueron buenas personas. Habían abandonado a sus hijas. Las golpeaban y les habrían hablaban insidiosamente, tal y como habían hecho estas personas aquí. Pero aun así, era una cortesía para los que se habían reunido para llorar la muerte de sus padres. Y como los que se harían cargo de ellas a partir de ahora serían elegidos entre los asistentes, no podían dar una mala impresión.  estaban siguiendo un camino estrecho sin nada mas que poder hacer.

 Con toda seguridad, esa gente no eran el tipo de personas a las que mereciera la pena hacerles una reverencia. Aun así, yo tampoco tenía más remedio que inclinarme, cosa que no quería hacer. ¿Me habría comportado así si tuviera su edad?

—No nos interesan sus agradecimientos…

—Supongo que lo hacen de forma interesada…

—Ni modo, hay que elegir a alguien de aquí para que se las quede.

—Que falsas son…

—Oye, si hablas demasiado… Te congelarán

¿Cómo podía mirar eso y no sentir nada? ¿Cómo es posible que se les mostrara eso y siguieran dirigiendo una mirada discriminatoria y de desprecio hacia ellas? Unas niñas mucho más jóvenes que yo, estaban siendo discriminadas más de lo que yo alguna vez fui. Y esto fue así durante bastante tiempo. ¿Furia? no, ¿compasión? o quizás ambos, pero algo me invadió en forma de una emoción. ¿Quién de entre estas personas… quién las acogería?

—Seguramente, ese accidente…

—Sí, ellas los maldijeron…

—Estoy segura.

El cuchillo de sus palabras provocó una ligera lágrima en los ojos de la segunda hermana, Chinatsu. Yo no quería ser tan mierda como para retroceder y no decir algo. Ya había tomado una decisión. No conozco el futuro, no puedo verlo, pero tampoco podía dejárselo a esa gente de mierda. Pero con calma… Tenía que hacerlo con calma. Si hablaba demasiado alto, terminaría asustando a las cuatrillizas, y solo quería hacer lo con los parientes. Tomé un respiro y un ligero suspiro y dije:

—¡Oigan, ya cierren el hocico, yo me haré cargo de ellas!

 Todo el lugar se quedó inmediatamente en silencio.

«Oh, no medí bien el volumen»

Había tomado una decisión, enojado por lo de antes, y confundido porque mi memoria había vuelto. La mezcla de todas esas cosas me hizo decir involuntariamente algunas cosas ofensivas y muy fuerte. Los parientes parecían un poco sorprendidos. Aunque habían estado hablando con el mismo volumen todo el tiempo hasta ahora, ¿qué pasaría si de repente alzo la voz?

 Me di cuenta de que estaban en silencio. Y sentí ligeramente esa sensación cuando estás enojado y ves a alguien que está aún más enojado que tú y te tranquilizas. Después de un rato, la señora… no, mejor dicho: la vieja de mierda, me contestó:

—De acuerdo, pero una vez que te comprometido, ya no puedes retractarte.

—No tengo intenciones de hacerlo.

Su voz era fría. Hasta yo me sorprendí cuando levanté la voz, así que debió ponerse de muy mal humor. ¿Debería pedir disculpas? Nada de eso, que se vaya a la mierda esa vieja puta. Sin embargo, ¿cómo iba a resolver el asunto? Antes de que me diera cuenta, los otros malditos parientes y las cuatrillizas me miraban con sorpresa.

—Yo me haré cargo de ellas…

—Lo que deseamos se hizo realidad. No les importa ¿verdad?  Finalmente encontramos a alguien que puede hacerse cargo de unos bichos raros como ustedes.

Escorias… ya pensaba que eran escoria en el juego, y seguían siendo escoria ahora. Estaban hablando de más. No es el tipo de lenguaje que se utiliza con los niños. No había forma alguna de que yo permitiera que ellos las acogieran.

—Vamos, saluden. Él tiene una casa grande, tienes dinero, así que estarán seguras.

—…

La chica de cabello rosa melocotón, la hija mayor, Chiharu, me miró. No podía decir nada en esa situación. No había manera de decir algo. A simple vista pude ver que sufrió más discriminación y prejuicios que yo.

¿Debería alzar la voz de nuevo?

 Mientras yo pensaba en eso, ella se dirigió a sus tres hermanas y les habló en voz baja.

—Creo que es una buena idea, pero, ¿Qué piensan ustedes, chicas?

—Lo que sea está bien. Sólo hay que marcharnos de aquí lo antes posible… —dijo Chinatsu

—Sí. Lo siento, Chinatsu.

—Y-yo digo que está bien, si es lo que dice Chiharu… —dijo Chaki.

—Gracias, Chiaki.

—C-Chifuyu también, si es lo que ha decidido Haru-nee

—Ya veo, me alegro de que digas eso.

La segunda hermana, Chinatsu, deseaba más que nada irse y hacia lo posible por contener sus lágrimas. La tercera hermana, Chiaki, estaba asustada y no me dirigió la mirada en lo más mínimo. La cuarta hermana, Chifuyu, tomo la mano de Chiharu en un gesto de apoyo. Luego, como si hubieran llegado a un consenso, Chiharu se volvió hacia mí y me dijo:

—Será un placer…

Inclinó otra vez la cabeza, a pesar de que la acusaron y la mantuvieron alejada. Su actitud era admirable y un poco distorsionada a la vez.

—…

Su aspecto me impidió pensar ligeramente. No podía creer que me tome la libertad de sentir empatía por ellas… Chiharu inclinó la cabeza hacia mí.

—¿Se encuentra bien?

—Eh, sí. Estoy bien.

Tenía que hacer lo mejor posible por ellas.

Frente a mí, se encontraba Hitsuji Chiharu, la mayor de las cuatro heroínas, mirándome con preocupación. Su aspecto era tan admirable que me quedé sin palabras.

—Ah, Sí. Muy bien… Uh, sí, bueno…

—¿…?

—Siento preguntarles esto después de que ya me dieron su voto de confianza, pero… He decidido acogerlas… ¿Ustedes están de acuerdo?

—…

—¿…?

Esta vez fue Chiharu la que se congeló ligeramente al mirarme a los ojos.

—-Por supuesto —respondió al cabo de un rato.

 Su tono de voz no expresaba sentimiento alguno. No había ninguna emoción de júbilo o expectación. Lo único que contenía, —aunque ligeramente inorgánico—, era el alivio de haber encontrado un lugar donde vivir.

—Disculpe, ¿qué debemos hacer a partir de ahora? —preguntó Chiharu a la vieja.

—Bueno, vuelvan hotel por su propia cuenta. Pero, antes que nada, deberían hablar con el hombre de allí sobre su futuro.

—Sí, gracias.

—No hace falta que nos des las gracias, eso cualquiera lo hace. Mira, mejor vete cuanto antes. A diferencia de ti, nosotros tenemos cosas que hacer. Ahora, salgan de aquí.

Siempre hay una forma de decir las cosas correctamente. Me hubiera gustado arrasar con ellos, pero la segunda hermana, Chinatsu, estaba probablemente cerca de su límite y quería sacar a esas niñas de allí lo antes posible. Intenté ser breve y hablamos donde los parientes no pudieran oírnos.

Al salir, se dieron cuenta de que ancianos, jóvenes y otras personas de distintas edades les dirigían miradas temerosas y discriminatorias, como si fueran monstruos. Pero las cuatro chicas solo se marcharon sin decir una palabra. Las miradas seguían puestas en sus espaldas, y desde atrás pudieron escuchar risas de burla y de alegría como respuesta.

—Oh, qué horror. Me alegro de que no hayamos tenido que acogerlas nosotros.

—Habría sido terrible acabar congelados.

—Esas hermanas son las únicas a las que temo acoger.

 Las chicas abandonaron el funeral como si estuvieran huyendo. Realmente, esa era la razón por la que yo odiaba tanto a estos parientes.

Hablamos de varias cosas después de eso, pero yo estaba preocupado algo: La hermana mayor Chiharu, sí me miraba fijamente a los ojos, pero la segunda hermana, Chinatsu, y la tercera, Chiaki, no establecían contacto visual conmigo y se apartaban de mí, escondiéndose detrás de Chiharu. La cuarta hermana, Chifuyu, reprimió su miedo y se quedó junto a Chiharu. En particular, el temor de Chinatsu era inusual, ya que se escondía completamente detrás de Chiharu y no se quiso mostrar en absoluto.

—¿Entonces… usted va a darnos un lugar donde vivir?

—Por supuesto, si ustedes están dispuestas a vivir conmigo

—No quiero decir esto, pero … es mucho trabajo, ¿sabe?

—Tal vez. Pero ya tomé una decisión y Me responsabilizo completamente de eso.

—Oh, um, está bien…

—¿Qué pasa?

—Es que nunca había visto a un pariente como usted…

—Oh, bueno es que no soy muy bueno en las reuniones familiares. Me han invitado a ellas, pero nunca he ido.

—Con razón, ah… también trabajó usted con ese hombre… quiero decir, con mi padre, ¿no es así ……?

—Sí.

—Me lo imaginaba…

Con sus parientes señalándolas constantemente, era obvio que les causara desconfianza el hecho de que yo también fuera un pariente, aunque muy lejano, además del hecho de que fui un subordinado de su padre. Desde su punto de vista, sus padres y parientes eran de lo peor, y solo eran meros extraños que ni siquiera las reconocían como familia. Puede que se sintieran incómodas porque yo subordinado de esa persona, pero no había remedio. No las podía engañar ni ocultarles nada.

—Bueno, qué puedo decir, soy un pariente lejano suyo y mi jefe en el trabajo era su padre, por eso las acojo. Sin embargo, también hay otras razones. Así que, ya saben, piensen en ello como una suma de razones.

—¿Ah sí?

—Sí.

—…

—¿…?

Chiharu me miró fijamente a los ojos. Antes hubo una situación así, pero ¿qué estaba pasando? Los ojos delgados parecían haber perdido parte de su emoción. Sentí que esos ojos me eran de alguna manera familiares. No sobre el juego, sino sobre algo más fundamental. Bueno, no importaba pensar en ello, porque no sabía la respuesta. Tras unos segundos, me dijo:

—Ya veo. Entonces, muchas gracias por lo que hace. Ahora, sé que es un poco tarde para presentarme, pero me llamo Hitsuji Chiharu.

—Yo me llamo Yamino Kaito. Encantado de conocerte.

—Igualmente. Vamos chicas, saluden ustedes también.

Chiharu era la hermana mayor, conocida como la heroína de hielo en el mundo del videojuego. Desde hacia un tiempo dirigía a sus hermanas y tomaba la iniciativa en las conversaciones. Instó a todas a que me saludaran. Entonces, la asustada segunda hermana Chinatsu, asomó un poco la cabeza desde la espalda de Chiharu y saludó. Se había calmado un poco al alejarse de esos parientes, pero parecía ser que también yo era objeto de temor para ella.

—Mu… mu… mucho gusto…

Sus doradas coletas que llegaban mas abajo de sus hombros, se balancearon ocultándose de nuevo tras la espalda de Chiharu. Estaba claro que no se sentía cómoda. Pude ver la ansiedad en sus ojos, como preguntándose si realmente estaría segura en la casa de una persona que no conocía. Hitsuji Chinatsu, la heroína vampirica —así era llamada en el juego—, seguramente sentía en su corazón que yo era un adulto sucio. Y detrás de ella, estaba la chica de pelo plateado tan corto que ni siquiera le toca los hombros. Era la tercera hermana Chiaki, conocida como la heroína chuunobyou. Ella hizo una ligera reverencia con la misma mirada de sospecha y dijo:

—S-Saludos, M-mi nombre es Chiaki… es un honor…

 Y la cuarta hermana Chifuyu, también conocida como la heroína trabajadora, cuyo pelo era tan largo como el de Chiaki y cuya hermosa melena castaña estaba atada con una diadema, agachó la cabeza con una cara que no ocultaba su miedo.

—M-mucho gusto…

Esto era probablemente porque no habían vivido en un ambiente seguro hasta ahora. No había forma de que se sintieran seguras. Sin embargo, no podía evitar preguntarme si podría brindarles una vida libre de inseguridades.

—Lo siento, es que están nerviosas —me dijo Chiharu.

—Ah, está bien. Yo también estoy nervios así que no te preocupes por eso.

—Ya veo… Oh, bueno, nosotras tenemos reservación para hoy en un hotel de la zona. De hecho, tenemos que registrarnos pronto, así que, pues… nos quedaremos allí esta noche…

—De acuerdo. Yo también tengo algo que hacer más tarde. Así que, es mejor así

—Con permiso, entonces…

Las chicas volvieron a saltar y se marcharon como si fueran a escapar. Chiharu, la mayor, probablemente no quería mostrarme a mí, más del aspecto asustado de sus hermanas. Probablemente pensó en la posibilidad de que yo me sintiera incómodo y me negara a acogerlas, pero, sobre todo, no quería que sus hermanas siguieran allí.

También les conté brevemente a los parientes el resultado de hablar con ellas decidí abandonar el lugar.

—Oye, tardaste demasiado —me reclamó Sasaki.

 Después de terminar la conversación con las cuatrillizas y los parientes, llegué donde estaba él.

—Lo siento. Tuve que atender unos asuntos.

—¿Hubo algún problema?

—Ah, más o menos…

—¿Sobre qué hablabas?

—Oh, nada importante, pero… he decidido acoger a las cuatrillizas que Hitsuji Makoto dejó en la orfandad.

—Hmm, no me digas… ¿eres idiota?’

—No, no soy idiota Lo pensé muy bien.

—No, ¡Definitivamente eres idiota! ¿¡Cuidando cuatrillizas!? ¿¡Cuidando unas niñas!?

—No puedo evitarlo. Ninguno de mis parientes quería hacerse cargo de ellas. Además, estaban tratando de forzarme desde el principio.

—¿En serio?

—Bueno, la razón principal es que esa gente es muy mala con ellas y preferí acogerlas yo, antes de que se queden con ellos.

—¿Lo hiciste por impulso? ¿Eres estúpido?

—Bueno, no lo niego, pero… es que esas niñas ya han sufrido demasiado.

—¿Qué? ¿Conoces a esas cuatro chicas? ¿Las conoces desde hace mucho?

—No, de hecho, hoy fue la primera vez que hablé con ellas.

—¿Quiere decir que has acogido a cuatro niñas que no conoces de nada…? ¿Preguntaste a tus parientes cómo son ellas en realidad?’

—En realidad fueron poco claros con la información sobre las cuatrillizas…

—¿Qué demonios? Eso es un problema Kaito… ¿No crees que haya algún secreto sobre ellas que no se pueda contar?

—Quien sabe…

Se me ocurrió algo, Pero no tenía sentido decírselo a él. Interrumpí la conversación haciéndome el tonto y decidí cenar con Sasaki, que no paraba de llamarme idiota.

Las horas transcurrieron, y en una habitación de hotel iluminada por una luz nocturna de color naranja, había dos camas en donde las cuatro hermanas —todas vestidas con pijamas del mismo color—, se encontraban sentadas.

—Oye, ¿está bien haberlo decidido tan a la ligera? —Chinatsu, la segunda hermana que se había desatado sus coletas, preguntaba a Chiharu mientras se frotaba su dorada melena con una expresión de preocupación. Chiharu, la mayor de todas, la escuchaba mientras la abrazaba y le daba palmaditas en la cabeza para borrar sus miedos—. Él trabajaba para ese hombre y también es un pariente ¿no? Seguramente ya sabe nuestro secreto…

—No creo que lo sepa —dijo Chiharu—. Me dijo que no suele asistir a las reuniones familiares. Además, lo supiera, no habría dicho que nos llevaría a su casa.

—Bueno, sí. Ciertamente no aceptaría… si supiera eso…

—Sí. Esos malditos parientes, desde el principio, iban a presionarlo. Ocultando los rumores que hay sobre nosotras.

—Y-ya veo… pero ¿realmente debemos confiar él? Me parece curioso que acoja a cuatro chicas sin querer “eso” …

—No puedo decirlo con certeza todavía. Creo que sus ojos son… de alguna manera diferente.

—¿Eh? ¿Sus ojos? No se puede confiar en alguien solo por eso, Chiharu. ¿Qué dices tú, Aki?

 Chinatsu, preguntó a Chiaki, la tercera hermana, que estaba sentada a su lado.

Chiaki gruñó e hizo una expresión complicada.

—Ummm, bueno, yo…… ¡no estoy muy segura! Pero si Chiharu lo dice, ¡entonces creo que está bien!

—Tipico de ti… —Tras recibir la opinión de Chiaki, que también era una creadora de humor, Chinatsu giró la cabeza hacia Chifuyu, la cuarta hermana—. ¿Qué dices tú, Fuyu?

Chifuyu se había quitado la diadema y su frente, que siempre se podía ver totalmente expuesta, había quedado bien escondida por su flequillo.

—C-Chufuyu cree que lo que Haru-nee decida, está bien. Además, si no conoces nuestras verdaderas circunstancias, es mejor… en lugar de aferrarnos a otros parientes, debemos aferrarnos a esta persona.

Al escuchar la opinión de la cuarta hermana, que tenía una forma única de usar su nombre como pronombre, Chinatsu, volvió a fruncir el ceño. Sin embargo, sus pensamientos se habían calmado después de que Chiharu le diera unas palmaditas en la cabeza, y abrió lentamente la boca.

—Así que… Su casa es grande y dijeron que tiene un montón de dinero… Se podría decir que es un lugar mejor para vivir que en el que estuvimos antes, pero si se enteran de “eso”, definitivamente nos abandonará.

—Sí —respondió Chiharu—. Por eso tenemos que asegurarnos de que no nos descubran. De lo contrario, es muy probable nos envíe de vuelta con nuestros parientes inmediatamente o nos echará a la calle como ya nos pasó antes.

—…

—…

—…

Ante las palabras de Chiharu, los rostros de las tres hermanas menores se tensaron un poco.

Para estas chicas, ir a casa de sus parientes era lo peor que podía pasarles. Porque seguro que les llamarían monstruos y las señalarían a sus espaldas. No ganarían nada, sino que se verían perjudicadas. Chiharu, solo tomó el camino que le parecía mas seguro. Sin embargo, no podía deshacerse de la inquietud. Su noche continuó, mientras se preguntaba si había elegido correctamente.

Mientras platicaba con sus hermanos, Chiharu recordó algo. Se trataba del pariente que vio por primera vez. Para ella, ese momento fue muy conveniente. Cuando estuvo en el funeral, la mayor de las cuatrillizas, se dio cuenta que la ceremonia había terminado sin ellas decir nada a los parientes. No sentía ningún apego a sus padres. Pero, lamentablemente, eran sangre de su sangre. Sintió que, ya que fueron al funeral por él, al menos debían decir unas palabras. Eso no quería decir que estuviera agradecida en realidad. Desde su punto de vista, no tenía el mas mínimo interés en ellos. No significaban nada. Pero sin duda iban a quedar en manos de una de esas personas. Entonces tenía que eliminar todo rastro de mala impresión que pudieran dar.  

Chiharu pensó que incluso si las odiaban irremediablemente, debía dejar esa vía e ir por algo más seguro. Era una idea muy radical para una estudiante de primaria. Ella misma era consciente de ello, pero no le importaba. Para ella, tanto sus parientes como ella misma eran meras herramientas para criar a sus hermanas menores. Pero aquel hombre que dijo que las acogería era alguien de quien no sabía ni siquiera de dónde había salido. Ni ellas ni él tenían información mutua. Leyendo tranquilamente la situación, pensó en algo. Quería mantener todo en secreto y pedirle que las acogiera. Eso era como un pequeño rayo de esperanza y tenía que aferrarse a eso. A ella no le preocupaba su propio bienestar. Con solo que sus tres hermas… Las consecuencias que le esperaban a partir de ahora sólo la ponían más ansiosa.

—Que nos descubran sería lo peor… ¿entienden? —dijo Chinatsu con un tono firme despues de haberlo pensado—.   No hablen ni hagan cosas que puedan meternos en problemas, ¿les quedó claro?

Al decir eso, ella estaba siendo abrazada por su hermana mayor y acariciada como una buena niña, por lo que no se veía muy digna de dar indicaciones. Chifuyu, la menor de todas, casi se echa a reír al ver eso, pero no dijo nada porque tenia miedo de lo que sucedería después.

—No te ves muy digna de decirnos eso ¿No te parece?

Chiaki, la tercera hermana, dejó caer la bomba, ignorando a Chifuyu que había leído la atmósfera. Al escuchar eso, el rostro de Chinatsu se puso rojo brillante y Chifuyu se echó a reír. Chiharu al ver esa escena sonrió amablemente, y ese fue el final de un largo día para ellas. Sólo hasta entonces hubo un momento de profunda paz para las cuatro.



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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.