Capítulo 2: El mundo en ruinas y los «ghost trailers»
La puerta de la entrada no estaba cerrada con llave. A Takeshi le preocupó el hecho de que su mamá estuviese en casa. En cuanto a su hermano, él seguro estaba en la escuela y su padre en el trabajo.
Esa casa fue construida hace aproximadamente diez años, y su padre tuvo que trabajar mucho para comprar el terreno, así que difícilmente llegaba a casa. El lugar era todo lo que una persona podía considerar como su hogar, sin embargo, Takeshi ni siquiera podía decir que se sentía cómodo estando allí. Aun así, bien podría ser reprendido por llevar a casa a otra chica que no era Kurumi.
En su forma de pensar, Takeshi sentía que era mejor estar solo, pero recientemente esos pensamientos habían cambiado. Quizás si la llevaba a casa sus padres cambiarían de actitud y tratarían de hablar con él.
Takeshi pensó que le gustaría ver un poco que eso pasara. Había escapado de la escuela vestido con su uniforme de Kendo, y cuando llegó a casa, le indicó a la persona tras de sí que pasara. Mui parecía nerviosa, como si hubiese llegado a la casa de alguna persona de alta influencia. Justo cuando se disponía a subir las escaleras, la puerta que daba a la sala se abrió.
—Ahh…. Ho-Hola… —Mui saludó en voz alta desde atrás de Takeshi.
Sin embargo, la expresión de la madre que había salido de la sala no cambió en absoluto.
—Con permiso… —dijo Mui haciendo una reverencia. Entonces la madre que entró al pasillo murmuró:
—Pasa…
Luego caminó hacia la salida pasando junto a Takeshi y Mui, se puso los zapatos, tomó la sombría ubicada a un lado de la caja de zapatos y rápidamente salió de la casa. Aparentemente, había salido de compras a alguna tienda cercana al vecindario, pues llevaba consigo una eco-bolsa* colgada del hombro. Takeshi le ocultó a Mui su expresión de preocupación, se quitó los zapatos y luego subió la grada hasta el pasillo.
<<Traductor Ore no Honyaku: Son esas bolsas de tela que te venden el supermercado para que la lleves cuando hagas tus compras y así no tengan que darte bolsas plásticas.>>
—No te preocupes por eso, ella siempre es así… —Aclaró Takeshi a Mui.
—¿Eh? ¿En serio?
Mui se había quedado mirando a la madre mientras se marchaba, cuando escuchó que Takeshi le dijo eso.
—¿Ella es tu mamá?
—Sí… Ella es mi madre… —Respondió Takeshi de forma pesada, para evitar más preguntas. Entonces Mui cerró lentamente la puerta detrás de ella.
—Si quieres ve a mi habitación, está arriba al lado izquierdo del pasillo, yo iré a traer algo de tomar.
—Está bien…
Takeshi dejó a Mui en la entrada, y se dirigió a la cocina. Tal parecía que a su madre no le había importado ver a su hijo llegando de la escuela con el uniforme de Kendo, y encima con una chica desconocida. Al pensar en ello, Takeshi suspiró con una mirada profunda. Luego sacudió la cabeza varias veces en negación para recomponerse, y abrió la puerta del refrigerador.
***
Mui subió las escaleras al segundo piso y se dirigió a la habitación de Takeshi. Cuando entró, se fijó que todo en el interior era muy ordenado, a pesar de que tenía muy pocas cosas. Su cama estaba junto a la pared y su escritorio junto a la ventana. Además de eso, tenía una pequeña estantería, pero fuera de eso no había nada más. No había ningún poster, ni decoración de ningún tipo en las paredes. A pesar de que Mui había entrado a la habitación, se había quedado allí parada, ya que no sabía dónde sentarse, solo estaba la silla del escritorio y le daba mucha pena sentarse en la cama.
De pronto, recordó su reunión anterior con la madre de Takeshi en la entrada; tenía los mismos rasgos faciales que él, y quizás ella era así de fría porque no era muy sociable. Aun así, sintió como si la había visto antes en alguna parte.
Mui cruzó toda la habitación hasta llegar a la única ventana que había, y entonces, cerró las cortinas para reducir las probabilidades de que sus perseguidores los encontraran. Luego, casi inconscientemente, se sentó sobre la cama que estaba cuidadosamente ordenada. Una vez más pensó en el rostro de la madre de Takeshi, y se quedó desconcertada. ¿Acaso era famosa? No… la verdadera realidad es que ella también fue una maga, lo supo desde el momento en que la vio. Los hombros de Mui decayeron y su elegante cabello negro, que era similar al esmalte, igual que el de su hermano, se derramó por enfrente y ocultó su rostro.
—¿Por qué todo me sale mal? —dijo con una voz involuntariamente fuerte.
Ella no sabía qué hacer, pese a estar consciente de lo grave de la situación. Lo único claro era que iba a recibir un castigo sin importar nada. Ella tenía que ayudar a la persona que la salvó sea como sea. No tenía sentido llorar, y aunque podría parecer cruel, ella tenía que contarle toda la verdad.
—Siento haberte hecho esperar. En el refrigerador solo había té y refresco de cola.
Sin darse cuenta de la angustia de Mui, Takeshi entró a la habitación con unas tasas en una bandeja.
—No debiste haberte molestado.
Mirando la bandeja colocada frente a ella, Mui miró a Takeshi, y se le escapó una leve risotada.
—¿Qué?
—¿Por qué trajiste las dos cosas?
Había tres tasas en la bandeja: en una había té y en las otras dos había cola, así que, había una de más.
—Lo siento, pero no sabía qué ibas a querer. —Respondió Takeshi con una expresión hosca. Luego, tomando la silla del escritorio, se sentó frente a Mui, que estaba sentada sobre la cama.
—Gracias, entonces voy tomar el té.
Takeshi se quedó mirando a Mui mientras tomaba la taza de té y se la llevaba a la boca, y luego dijo:
—Ese uniforme que llevas…
—¿Eh?
—No, no es nada. Es solo que nunca antes lo había visto.
—……..
Mui miró su uniforme: era una blusa con mangas cortas que tenían tres líneas de azul marino en los bordes, en su pecho llevaba una cinta verde a cuadros, sus piernas se extendían desde una falda plisada color azul oscuro, y sus calcetas eran un accesorio personalizado.
—No creo estar familiarizado, ¿de qué escuela es?
Mui apartó la vista en reacción a la pregunta, y entonces, Takeshi negó con la cabeza y dijo:
—No, olvídalo.
Mui sintió que Takeshi quería una explicación, pero que, a pesar de eso, él no tenía intenciones de insistir. A pesar de sentirse preocupada, había considerado el hecho de no involucrarlo más. Ella quería dejar las cosas como estaban, dejar a Takeshi allí y regresar a su mundo. Pero, aunque quisiera, eso ya no era posible. Mui silenciosamente devolvió la taza con el contenido medio bebido a la bandeja y preguntó:
—¿Lo viste?
—¿Qué cosa? —Preguntó Takeshi confundido.
—Algo como esto…
Mui se puso de pie, sacó su pistola y disparó de inmediato.
—¡Detente…! —Exclamó Takeshi echándose para atrás y cayéndose de la silla en donde estaba sentado. A un centímetro de distancia, un viento recorrió por su oreja y todo su cuerpo se estremeció. Una luz golpeó vigorosamente la pared, y, con un leve sonido, se dispersó. Pero cuando Takeshi volteó a mirar hacia la pared, no había ningún rasguño en ella. Ninguna bala había entrado.
Aquel brillante resplandor amarillo que se había salido en su lugar parecía haber estado cargado con electricidad. Cuando se extendió en cuatro direcciones distintas a través de la superficie de la pared, el rayo se ramificó y después desapareció.
—Lo sabía, entonces puedes verlo…
La voz de Mui claramente sonó decepcionada.
—Lo vi. Esa aura fue como una luz, ¿cierto?
—En realidad son un tipo especial de partículas.
Mui metió la pistola en su falda y se sentó de nuevo. Takeshi se volvió a sentar frente a ella y desvió la mirada.
—Creo que te debo una explicación. —Declaró Mui.
Pero él estaba molesto con ella por haber disparado su arma de la nada, sin embargo, parecía que Mui se hubiera resignado a algo, y lo miró directamente a los ojos por primera vez. Entonces Takeshi comenzó a sentirse incómodo. Él no quería escuchar nada, ni sobre sus perseguidores, ni sobre su uniforme, ni sobre su pistola, ni sobre todos aquellos fenómenos sobrenaturales que habían venido uno tras otro. Pero eso no impidió que Mui comenzara a hablar:
—Esas partículas solo pueden ser vistas por los magos.
—¡Ya te había dicho que lo olvidaras! —Gritó Takeshi levantándose de su silla y rechazando sus palabras. Aun así, ella nunca apartó su mirada de él y continuó mirando fijamente a Takeshi y diciendo:
—Incluso a mí me pareció irrazonable darte una explicación, pero no tengo elección.
Luego Takeshi apartó su mirada de ella y se cruzó de brazos.
—Soy una maga…
Mui lo dijo con tanta facilidad, casi como si hubiera dicho “soy una chica de secundaria”, y luego agregó:
—Las personas que me perseguían también son magos.
Takeshi ya no quería escuchar más, porque según él, ella estaba diciendo tonterías porque quería volver a algún lado.
—Oye, realmente no quiero escuchar nada más. Solo te traje aquí porque vi que estabas en problemas y no quería dejarte sola, pero si ya estás bien quizás sea mejor que vuelvas a casa. —Respondió Takeshi en un tono hostil, mientras seguía desviando la mirada.
—¿No escuchaste lo que te acabo de decir hace un momento?
—……
—Te dije que esa aura que viste hace un rato eran en realidad partículas especiales que solo los magos pueden ver, eso quiere decir que ahora tienes esa habilidad.
Antes Takeshi bien podría haber negado todo lo que ella decía.
—Lo siento, pero lo único que quiero es quedarme en casa.
— ¡Entonces escucha lo que tengo que decir!
—No soy religioso asique no sé qué tipo de soluciones ofrecer.
—¿Religioso?
—Durante generaciones mi familia ha sido budista. Bueno, en realidad solo son budistas cuando hay funerales. Además, sin importar como lo mires, aquí no hay dinero. Es cierto que la casa tiene dos pisos, pero salimos adelante a cómo podemos.
En ese momento, Takeshi había comenzado a hablar disparatadamente él solo, sobre cosas que no tenían nada que ver con el tema. Entonces Mui se puso de pie, y agarró fuertemente el hombro de Takeshi para tratar de hacer que se diera la vuelta y la mirara.
—¡Escúchame! Esto es algo serio… Trato de hacerte consiente del hecho de que ahora eres capaz de usar magia.
En ese momento Takeshi la volteó a mira por encima del hombreo que había sido agarrado por ella.
—¿Qué importa eso…?
—Cuando arrojaste esa espada hacia la ventana, tus pupilas se habían vuelto de un color morado. —Comentó Mui, acercando su rostro con una expresión de seriedad
—Qué tontería, debes estar loca para decir algo así como si fuese algo verdaderamente importante.
En un intento de escapar de Mui, Takeshi se sacudió su mano del hombro y se alejó de ella como si fuera a contagiarlo de algo. Mui se mordió el labio con fuerza y miró a Takeshi.
—¿Q-qué…?
Takeshi trató de no dejarse llevar por su mirada y la fulminó con la suya. Una vez más, Mui se acercó a él con la mano sobres su pecho.
—Voy a hacer esto solo porque no me dejas opción. Tienes que ser consciente de lo que ahora eres capaz de hacer.
En ese momento el cuerpo de Takeshi fue levantado del piso unos pocos centímetros.
—¡Uwaa!
Unos segundos más tarde, sus pies que estaban flotando por el aire, fueron devueltos al suelo.
—¡N-no puede ser…! —Exclamó Takeshi sorprendido.
—Tú también puedes hacer eso —Contestó Mui y luego lo soltó. En ella no había ningún indicio que revelara que ella estuviera mintiendo. En lugar de eso, ella lucia incomoda, así que agachó la cabeza avergonzada y de repente se arrodilló frente a Takeshi.
—Lo siento…
Ella se había agachado tanto que su cabeza tocaba el suelo. Todo lo que podía hacer el sorprendido Takeshi era mirar hacia abajo. Y una vez más, Mui se inclinó en el suelo en una posición como de gato y dijo:
—¡En verdad, lo siento mucho!
Luego levantó la vista lentamente, y vio que Takeshi estaba desconcertado. Y con lágrimas en los ojos dijo:
—Fui yo la que te convirtió en mago…
En su voz había mucho remordimiento como para pensar que se trataba de una broma. Su voz, su expresión facial, junto con el hecho de que sus puños estaban temblando le decían la verdad. De alguna manera Takeshi ya no pudo obligarse a echarla de su casa. Esa intención había sido sacudida por su seriedad.
—Nunca pensé que pasaría algo así. En verdad, yo no quería perjudicar a nadie, pero… deseaba tanto recuperar a Nii-san.
Las lágrimas comenzaron acumularse en sus ojos y grandes gotas comenzaron a caer sobre la alfombra. A Takeshi le resultaba doloroso mirarla en ese estado, y, dejando salir un largo suspiro, se sentó frente a ella otra vez. No había una sola persona en el mundo que pudiera echarla después de escucharla y ver como se inclinaba con gran llanto en señal de disculpa. Con un tono todavía lleno de dudas, Takeshi dijo:
—Bueno, sigo sin entender lo que está pasando, pero creo que seguiré escuchando lo que tienes que decir.
Las lágrimas de Mui continuaban cayendo, entonces cerró los ojos con fuerza tratando de resistir el llanto. Era tan lamentable que Takeshi apartó la mirada y dijo:
—Si sigues llorando al hablar no podré entenderte correctamente.
—No estoy llorando… —Respondió Mui con voz nasal.
Ella claramente seguía llorando. Su protesta fue tal y como se esperaba. Así que Takeshi solo pudo asentir con la cabeza.
***
—Los magos no nacen de forma natural. —Dijo Mui, luego que finalmente se había calmado, se sentó sobre la cama y luego agregó:
—Desde que nacen todos los humanos poseen una cantidad mínima de magia, pero a medida que crecen y se vuelven adultos, esa magia se va debilitando. Aproximadamente a los veinticinco años, los poros que liberan ese poder mágico se cierran y las personas se vuelven incapaces de convertirse en magos. Sin embargo, cuando un niño entra en contacto con el poder mágico, sus células son estimuladas y dichos poros se abren, otorgándole la capacidad de crear magia. Dicho de otra forma, se convierte en mago.
Luego de escuchar la explicación, a Takeshi se le vino a la mente una idea y dijo:
—Eso quiere decir que…
Él recordó el momento cuando estuvieron en la enfermería y Mui disparó su arma.
—Exactamente —respondió Mui— fue cuando te disparé con mi arma, tu cuerpo fue estimulado. En otras palabras, fue allí cuando te convertiste en un mago.
Con gran asombro, Takeshi solo la miró.
—Como viste poco después, entre la gente que llegó estaba mi hermano mayor.
—¿Era el que llamaban Tsuganashi? —Preguntó Takeshi, y luego murmuró:
—El tipo alto y escalofriante
—Sí, ese es Nii-san. Pero ahora es diferente. —Respondió Mui con tristeza y luego continuó:
—Su memoria fue manipulada por los Ghost Trailer
—¿Ghost… qué? —preguntó Takeshi.
—Ghost Trailer, es una comunidad de magos*. —Respondió Mui de forma cautelosa.
<<Traductor Ore no Honyaku: En esta oración, Mui le traduce a Takeshi al japonés lo que las palabras inglesas Ghost Trailer significan. No tenía caso ponerlo, así que lo omití.>>
Cuando Takeshi escuchó a Mui hablar en voz baja, los sentimientos de curiosidad que se generaron le ayudaron a sentirse más tranquilo. Sentada al frente de él, ella había encogido sus pequeños y delgados hombros y había agachado la cabeza. Entonces, Takeshi extendió un poco su mano. Aun dudaba sobre creerle a Mui. Pero sin importar qué tipo de persona fuera ella, luego de llegar tan lejos, debía escuchar todo hasta el final.
—Ellos tratan de hacer que los magos se desvíen de su camino. —Agregó Mui, recuperando la compostura.
Pero eso no significaba que sus sentimientos de culpa hacia Takeshi se hubieran desvanecido, porque después de eso, Mui todavía tendría que enfrentar la realidad de sus acciones.
—Cuando viste la magia por primera vez… ¿qué es lo que recuerdas?, ¿tuviste miedo? —Preguntó Mui, pero Takeshi no respondió. Entonces Mui asintió con la cabeza como si hubiera obtenido la más natural de las respuestas y dijo:
—Por lo general, sucede lo mismo con todos aquellos que ven la magia por primera vez. Se asustan… y lo hacen porque no son capaces de comprender y lo rechazan, luego ese miedo se convierte en ira y resentimiento. Desde tiempos muy antiguos, los humanos ordinarios han temido a los magos, y por esa razón se decidió que nuestra presencia seria ocultada. Sin embargo, hay personas a las que no les agrada esa idea, esos son los ‘Ghost Trailer’.
Al estar hablando de magos, era lógico que Takeshi no le creyera ni una sola palabra, pero él ya había decidido que no la volvería a interrumpir. Dejaría que Mui le contara todo lo que tenía que decirle, y después juzgaría. Entonces Mui continuó:
—Los magos desean convivir pacíficamente con los humanos ordinarios. Yo también quiero eso. Por eso, y para facilitar ese tipo de relación, la Academia de Magia Subaru, que es donde yo estudio, prohíbe terminantemente el uso de magia frente a un humano ordinario.
—¿Academia de magia?
—Sí, es una Academia para magos, este es su uniforme.
Takeshi en ese momento recordó cierta escuela de magia que había visto en una película de fantasía. Sin importar lo que dijera, para él era simplemente imposible de creer. Mui prosiguió:
—La Academia es administrada por una organización llamada: Wizard Breath, la comunidad más grande que hay. Ya que existen otras, un mago puede elegir a cuál afiliarse si esta es de acuerdo a sus propias ideologías y forma de vida. Entre ellas está Wizard Breath, que son un claro ejemplo de aquellos que desean una coexistencia pacífica con los humanos ordinarios. Ellos mantuvieron negociaciones con el gobierno de este mundo y se les permitió fundar la institución.
—¿Este mundo?
—Sí, este mundo. Ya que la Academia de Magia Subaru está ubicada en el Mundo en Ruinas, un lugar donde existe una versión alternativa de Tokio.
—…….
Honestamente había un límite para decir tantas cosas extrañas. Si bien es cierto que ya había visto a Mui usar magia en más de una ocasión, pero decir que existe una academia de magia en otro mundo, sería como estar creyendo a las fantasías de una niña.
—Verdaderamente tu historia va más allá de lo absurdo… —dijo Takeshi. Entonces Mui sonrió irónicamente.
—Sí, sé que es difícil digerirlo todo de una vez. Pero, quería compartir contigo esa información, ya que ahora eres un mago. No podía irme y dejarte atrás sin decirte nada.
—Debes estar bromeando, y no tengo nada que ver en eso… —Declaró Takeshi.
—Antes no, pero ahora es diferente. —Respondió Mui, luego se levantó lentamente y agregó:
—Los Ghost Trailer andan tras de mí porque estaba tratando de recuperar a mi hermano mayor. Sin embargo, creo que ahora también andarán tras de ti.
—¿Qué quieres decir?
—Ellos ya deben haberse dado cuenta de que te convertiste en un mago…
Takeshi se quedó mirando a Mui que estaba parada frente a él, y los dos se miraron el uno al otro por un momento. Takeshi se reflejó en las pupilas de Mui, y no podía decir que su cara no se veía agotada. Luego, dejando salir un pequeño suspiro, Mui dijo:
—Cuando los Ghost Trailer capturan a un mago alteran su memoria para convertirlo en su aliado. Probablemente fue lo mismo que le hicieron a mi hermano. Después de todo, sería imposible que Nii-san estuviera de acuerdo con sus ideologías.
—Aguarda un segundo… Entonces, ¿por qué te están persiguiendo a ti?
Mui detuvo a Takeshi y le contó su historia. Le habló sobre la situación actual con su hermano, pero él seguía sin creerlo. No entendía cuáles eran sus motivos o por qué razón la tendrían a ella como objetivo. Entonces Mui inclinó la cabeza y dijo:
—Si ellos te atrapan, borran tus recuerdos y los reemplazan por otros.
Takeshi no pudo evitar jadear de la impresión al escuchar eso, y quería decirle a ella que parara el rollo, pero simplemente no podía. Mui en ese momento lo sujetó de los hombros, y llorando le dijo:
—Sé cuan desagradable debe ser esto para ti, pero de verdad necesito que vengas conmigo. No me queda más alternativa que protegerte a partir de ahora.
— ¿Protegerme?
—Cuando eres capturado por los Trailers, dejas de ser quien eras antes. Por eso debes venir conmigo. Estoy consciente de que no te gusta el hecho de ser un mago, y créeme que a mí tampoco. Pero por favor, te pido que me acompañes.
Mui suplicó y se arrodilló ante Takeshi.
—Por favor…
Takeshi no podía decirle que se fuera, pero tampoco podía entender por qué ella se humillaba de esa forma. Lo cierto de todo es que esos tipos sí que estaban tras ellos.
Entre las cosas que Mui le dijo, estaba el hecho de ellos ahora también estarían tras de él, y, debido a que ya se había topado con ellos, podía decir que al menos esa parte era cierta. Por lo tanto, con gran expresión de resignación en su rostro y un suspiro mesclado entre sus palabras, Takeshi contestó:
—Entonces… con base en todo lo que has dicho, ¿qué es lo que debo hacer ahora?
Con una gran expresión de triunfo en su rostro, Mui se levantó y comenzó a inspeccionar la habitación. Luego preguntó:
—¿Tienes algún espejo que sea grande? Lo suficiente como para que se pueda ver el cuerpo entero.
—¿Espejo? Bueno, hay uno así en el baño.
Takeshi tenía una mirada perpleja en su rostro, y se preguntaba por qué Mui le había pedido eso.
—Antes que nada, ¿no crees que sería mejor si te cambias de ropa? Creo que ese atuendo que llevas es muy llamativo. —Sugirió Mui.
Takeshi aun llevaba puesto su uniforme de Kendo. Él quería dejar en claro que ya lo sabía sin que ella se lo dijera, pero solo se limitó a cambiarse la ropa. Durante ese tiempo, Mui esperó en el pasillo fuera de la habitación.
Cuando Takeshi terminó de cambiarse, se había puesto una camiseta y un par de pantalones de algodón. Luego salió de la habitación y se reunió con Mui.
—Bien… es hora de irnos. Nos dirigimos a un lugar donde solo los que son magos pueden ir.
Ambos bajaron a la primera planta donde todo estaba tranquilo y en completo silencio. La madre de Takeshi había salido, así que solo estaban ellos dos.
Takeshi le mostró a Mui el lugar donde estaba el baño, pero no sin antes tomar su par de zapatos del lugar cerca de la puerta de entrada. Cuando llegaron al baño, se dirigieron directamente al lugar donde estaba ubicado el espejo, justo entre la lavadora y la bañera. Takeshi estaba al lado de Mui, y ambos se reflejaron en el espejo. Tal y como debía ser, parecían ser solo un simple par de estudiantes de preparatoria.
Si ambos hubiesen estado en la misma clase, Takeshi probablemente nunca habría entablado conversación con Mui, ni aun después de que hubiese pasado un año. A él nunca le habían visto con ninguna chica y nunca hablaba con ninguna de ellas*.
<<Traductor Ore no Honyaku: Aquí se está refiriendo a las chicas de su clase, por esa razón Kurumi no cuenta, ya que ella estaba en una clase diferente.>>
Sin embargo, ya sea por sus enormes ojos con pupilas negras, su naricita respingada, el rubor de sus mejillas redondas o su boca pequeña y labios rosados, ella era encantadora. Era justamente el tipo de chica con la que un joven sueña en secreto. Takeshi se había dado cuenta de eso luego de observarla a través del espejo. La mano de Mui estaba puesta sobre su cintura y de repente sacó su arma. Involuntariamente, Takeshi dio un paso atrás y dijo:
—No puede ser… ¿otra vez la pistola?
Ciertamente había sido inesperado, pero después de que ella la sacó, apuntó el cañón hacia el espejo y disparó rápidamente.
Desde aquella pistola, partículas amarillas fueron expulsadas como un destello. Dichas partículas chocaron contra la superficie del espejo a una velocidad impresionante. Luego se dispersaron volviendo el reflejo en un color amarillo.
—Ya está listo… —Dijo Mui.
Inmediatamente se paró sobre el lavabo y de un salto se metió en el espejo.
—¡¿Ehh?!
Cuando Mui saltó dentro del espejo causó ondas sobre la superficie, similares a las que suceden en la superficie del agua. Takeshi exclamó asombrado e inmediatamente se echó para atrás.
—¡Espe…! No puede ser… ¿Cómo te metiste en el espejo?
Luego, de manera tímida extendió su mano y tocó la superficie del espejo, y una vez más, se produjeron ondas sobre la superficie del espejo haciendo círculos como si hubiese sido tocada por gotas de lluvia.
—¡Rápido! Si no pasas se cerrará en tu cuerpo y te partirá a la mitad…
La voz de Mui había llegado desde el otro lado.
—¡¿Partirme a la mitad?!
Preocupado, Takeshi tragó saliva y los latidos de su corazón se aceleraron tanto que hasta podían escucharse.
«Aunque me diga que salte, aún no creo en lo que está pasado» —Pensó Takeshi completamente desconcertado. Pero, aun así, todo lo que podía hacer era subirse al lavabo.
«Todo esto es inesperado… la magia… la academia en otro mundo…»
Obviamente su mente trataba de asociar todo al sentido común, obtenido como respuesta que todo se trataba de algo absurdo. Pero la voz de Mui una vez más se escuchó desde el otro lado:
—¡Apresúrate!
Entonces Takeshi puso un pie en el lavabo y cerró fuertemente los ojos. Ya no sabía en qué creer, pues no estaba entendiendo nada. Sus ojos acababan de ver algo que solamente podía catalogarse como un fenómeno sobrenatural. Se suponía que eso era magia, y la ciencia en la que siempre había creído no tenía explicación para eso, solamente la que Mui le había dado. Sin embargo, Takeshi ya no desconfiaba de Mui, pues había visto la tristeza con la que ella hablaba de él, por lo tanto, sabía que no mentía, además, la expresión sombría de su rostro no era falsa.
Ciertamente era difícil creer en la magia o en la existencia de un mundo alternativo, pero el fuerte y noble deseo de recuperar a su hermano mayor, habían influido sobre Takeshi. Él pensaba que si trataba de pasar por el espejo su cabeza chocaría contra él, y, al estar de rodillas sobre el lavabo, caería de espaldas en el piso. Eso sería algo muy doloroso y corría el riesgo de romperse la cabeza. Aun así, apretó los dientes y saltó al espejo.
***
Dos horas antes de que Takeshi saltara al espejo…
Los clubes de Kendo, Karate y Judo realizaban sus actividades programadas para las vacaciones de verano en las instalaciones del dojo ubicado en el gimnasio subterráneo de la Academia Sakuraya. Se había decidido como contramedida al oleaje de calor que las prácticas se estarían realizando durante la mañana. Al fondo del dojo —el cual estaba dividido en tres secciones— se encontraban los integrantes del club de Kendo, listos para comenzar con su entrenamiento.
—Oye… ¿qué pasó con Nanase? —Preguntó un arrogante estudiante de segundo año con el ceño fruncido a un estudiante de primer año que acababa de llegar. Este estudiante de segundo año se había convertido en el presidente del club hacia seis meses atrás.
—No lo sé, acabo de venir del salón del club. —Respondió el estudiante de primer año, que también era amigo de Takeshi.
—Pues ya se tardó mucho… —Comentó el presidente del club, golpeándose la palma de la mano con la espada de bambú. Ansioso por corregir al estudiante que había incumplido con su entrenamiento, el presidente comenzó a dirigir las actividades con una expresión que daba miedo. Para evitar que su ira se desatase, los demás miembros del club comenzaron a moverse lo más rápido posible. Mientras tanto, Kurumi esperaba parada junto a la pared con cierto aire de desconcierto.
—Ese Takeshi… ¿Qué estará haciendo?
Kurumi era la manager del equipo y había llegado a la escuela con él esa misma mañana, así que ya era hora de que él estuviera allí. Siempre que ella estaba en el dojo solía usar un traje deportivo, pero ese día estaba usando su uniforme. Ella miró la hora en el reloj de la pared del dojo y tranquilamente comenzó a salir del lugar. Si Takeshi estaba tardando tanto en cambiarse de ropa, ella tenía que ir al salón para decirle que se diera prisa. Sin embargo, cuando salió del dojo y atravesó una arboleda que había en la escuela, inesperadamente le salió alguien al encuentro y le habló por detrás:
—Di-Disculpa… Ishoshima Kurumi-san…
Cuando ella volteó a mirar, vio a un fornido y apuesto estudiante que llevaba puesto el uniforme del Club de Judo.
—Esa soy yo… ¿Y tú quién eres…?
—Aa… Y-yo… verás…
Aquel joven con barba escasamente desarrollada, comenzó a estremecerse y su cara se puso roja.
—Las actividades de tu club ya comenzaron. Deberías darte prisa o llegaras tarde. —Le dijo Kurumi con una actitud tan fría que denotaba una expresión de lárgate.
—E-espera…
—¡Kyaa!
Kurumi se sacudió rápidamente la mano del chico que la había tomado del hombro.
—¡No te atrevas a tocarme…! —exclamó lanzándole una mirada que haría que cualquier chico se estremeciera.
—¡Lo siento mucho…!
El chico rápidamente escondió las manos detrás de su espalda y Kurumi dejó escapar un suspiró.
—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó molesta.
—Y-yo… siempre he pensado que eres una chica mu-muy linda…
—No me digas…
—Aa… so-soy Endou de la clase siete. Probablemente no me conoces, pero me acabo de unir al Club de Judo.
—¿Y qué con eso…? —Preguntó Kurumi, mirando al estudiante.
—Me-me gustas… ¡Sal conmigo por favor…!
Ante aquel chico con el rostro enrojecido y que parecía sofocado por el nerviosismo, Kurumi nunca cambio su actitud, si no que muy por el contrario le declaró sin rodeos:
—Yo ya estoy saliendo con Nanase Takeshi de la clase dos.
Sin embargo, aquel estudiante levantó la cabeza y lo negó rotundamente.
—¡Lo sé! Pero he escuchado por allí que solo fingen estar saliendo.
Kurumi se quedó con la boca abierta completamente indignada de lo que había escuchado.
—¡¿Quién te dijo eso?!
—Eh… bueno…
—¡Solo para que lo sepas, Takeshi y yo si estamos saliendo de verdad!
—¿En serio…? ¡Pero…!
Poco a poco la ira haba comenzado a aparecer en el rostro de Kurmi sin que se diera cuenta y prosiguió:
—Y aun si no estuviera saliendo con él, ¿qué te hace pensar que saldría contigo?
—¿Por qué no? Yo soy más alto que él, y tengo más músculos.
Kurumi pateó furiosamente el suelo con sus zapatillas y rayó la superficie diciendo:
—Parece que no lo entiendes… ¡Yo no tengo ganas de formar parte de “La Bella y La Bestia”!
Aquel estudiante se quedó perplejo
—¿Eh? Pero…
Después de terminar de decirle eso al estudiante miembro del club de Judo, Kurumi le dio la espalda con una burla más que evidente.
—Eso quiere decir que no saldría con un cualquiera como tú, ahora si me disculpas, tengo prisa y debo marcharme…
Luego de dejar atónito al estudiante del Club de Judo, Kurumi se marchó rumbo al salón del Club de Kendo.
Ese tipo de cosas le pasaban casi todos los días. Cosas como: “me gustas”, “te quiero”, “estoy enamorado de ti”, “sal conmigo por favor” o “me gustaría conocerte”, eran cosas que se las decían casi a diario. Para ella, eso que acababa de pasar no difería para nada con la multitud de intentos por parte de otros hombres que trataban de acercarse a ella.
—¡Qué asco! Todos los hombres excepto Takeshi, deberían desaparecer… —Murmuró Kurumi irritada. En ese momento apresuró su paso y cuando alcanzó a divisar el edificio donde se ubicaba el salón del club, algo más allá, justo donde estaba la entrada de la escuela llamó su atención y ladeó la cabeza confundida.
—Takeshi, ¿qué estás…?
Aunque salió a toda prisa de la escuela, tenía la sensación de que se trataba de Takeshi. Pero no solo eso, sino que además corría de la mano con una chica. Así que revisó rápidamente el salón del club y se dirigió a la salida.
***
La Academia a la que asistían Takeshi y Kurumi quedaba cerca del vecindario en donde ellos vivían. Se demoraba unos veinte minutos en llegar hasta la casa de Kurumi. Como ella había sido la única testigo que vio salir a Takeshi de la escuela corriendo como loco junto a una chica, Kurumi se dispuso a perseguirlos, pero corrían tan desesperadamente rápido que no fue capaz de alcanzarlos.
Todavía era temprano, pero Kurumi sentía como si hubiese estado corriendo durante medio verano. Así que se detuvo frete a su casa y puso sus manos sobre la reja perimetral para sostenerse.
—Haa~ Haa~ no… no… puedo… creerlo…
Ella estaba muy cansada y necesitaba descansar. Después de un rato ella retomó el aliento
—Parece que Takeshi volvió a su casa… pero, ¿qué está haciendo?
Tenía muchas ganas de interrogarlo. Luego, después de un rato se puso de pie, pero tropezó hacia la puerta de su casa. La Residencia Isoshima donde ella vivía era una enorme mansión. Justo en ese momento alguien salió del lugar, era una señora llamada Kayo, que había sido su criada durante muchos años.
—Oh vaya, señorita… hoy ha vuelto muy temprano.
En una mano, la señora sostenía un recogedor de polvo y en la otra tenía una escoba. Así que comenzó a caminar por el perímetro y se dispuso a hacer la limpieza. Pero Kurumi solo ajustó su respiración y pasó de largo diciendo:
—Lo siento Kayo-san, tengo prisa…
Cuando se acercó a la casa de Takeshi, ella enderezó su postura. No quería que la familia de Takeshi la viera tambaleándose y sin aliento.
—Por cierto… ¿quién será esa chica que estaba con él…? —Se preguntó Kurumi, a ella le molestaba eso más que otra cosa. Aunque apenas pudo ver su perfil, claramente supo que nunca antes la había visto.
—¡Aaahh, por Dios…!
Sus pensamientos estaban desordenados. Ella simplemente no podía aceptar que eso estuviera pasando, y como de costumbre, ella necesitaba escuchar a Takeshi. Entonces Kurumi tocó el intercomunicador de la entrada, y un fuerte sonido se escuchó en dos ocasiones, luego esperó un momento, pero no hubo respuesta.
Presionó el interruptor una vez más y esperó, pero nuevamente no hubo señal de que alguien fuera a responder. Todo tipo de cosas desagradables comenzaron a plantearse dentro de la mente de Kurumi. Posiblemente nadie de su familia estaba en casa, pero ella estaba segura de que Takeshi había corrido para allí.
«No puede ser…. ¿acaso está en alguna situación que no le permite salir a atender la puerta?». —Pensó Kurumi y luego tocó el interruptor muchas veces más, pero al igual que antes, nadie respondió.
—Takeshi, estas allí, ¿cierto?
En ese momento se metió al patio sin permiso y tocó la puerta. Ella era amiga de la familia desde que estaba en primaria. Y aunque dudó un poco, tomó el picaporte y abrió la puerta fácilmente.
—Está abierta…
Kurumi miró silenciosamente en el interior, y miró si los zapatos de Takeshi estaban en la entrada, pero no estaban y tampoco los de esa chica.
—¿Acaso habrá salido de la casa? —Se preguntó.
Pero era imposible que se fuera y dejara la puerta sin llave. Entonces exclamó:
—¡Takeshi, voy a entrar…!
Ella sabía que incluso si no había nadie en casa, nadie se enojaría con ella por entrar sin permiso. Entonces se quitó los zapatos y los dejó en la entrada y luego se dirigió al segundo piso. Ella ya estaba bastante familiarizada con la habitación de Takeshi, así que se fue directamente hacia allí, pero estaba vacía.
—¿No hay nadie aquí?
Sin embargo, ella estaba consciente de que alguien había estado allí. Además, había una bandeja con tres vasos sobre la alfombra.
—Takeshi, ¿dónde estás?
Como las cortinas estaban cerradas, se dirigió a la ventana rápidamente y las abrió. Desde allí podía ver el jardín de su casa, pero también vio algo más que ella no se esperaba. Había dos hombres flotando en el aire que miraban hacia la ventana.
—¡Kyaa!
La ventana se hizo añicos espontáneamente y ella gritó involuntariamente cuando los virios cayeron. Puso sus brazos frente a ella para proteger su rostro preparándose para ser golpeada por los vidrios, sin embargo, sus brazos fueron golpeados por otra cosa y no sintió dolor.
Junto al calor del verano, los dos hombres se metieron a la habitación a través de la ventana. Uno de ellos, el tipo fornido y de mirada siniestra, tomó a Kurumi del brazo y la obligó a ponerse de pie desde la posición en cuclillas en la que estaba. Ella abrió levemente los ojos, y vio como los grandes músculos se destacaban en sus brazos y su cintura ancha, seguido de una espada envainada que colgaba de su cinturón color negro.
—Lo siento, ¿te lastimé? —Inquirió el otro hombre que portaba una horrible camiseta con una espantosa ameba dibujada.
—Ohh… qué linda eres…. —Agregó.
Kurumi miró al hombre que la había agarrado, y con timidez alzó la mirada para verlo a la cara. Pero él no la miró, ya que su mirada presuntuosa examinaba el interior de la habitación.
—¡¡Suéltame…!!
Cuando Kurumi intentó zafarse de su agarre, él simplemente la soltó con facilidad. Luego bajó su línea de visión para verla a los ojos con su característica mirada desdeñosa.
—U-Ustedes…. Estaban flotando….
Aunque lo había visto con sus propios ojos, ella no era capaz de creerlo. Desde su niñez, Kurumi se jactaba de ser la persona más realista. Nunca veía anime ni películas de fantasía, y nunca había sido engañada por ningún adulto oportunista. Sin embargo, nunca antes había experimentado el miedo que estaba sintiendo en ese momento.
Dos personas flotando por el aire al otro lado de la ventana, y el vidrio de la ventana esparciéndose por toda la habitación sin motivo aparente. En ese momento, ella se alejó varios pasos y puso cierta distancia entre ella y los dos hombres. Ellos comenzaron a buscar por toda la habitación, revisaron el escritorio y el armario luego de no encontrar lo que buscaban pusieron su atención nuevamente sobre Kurumi. El tipo fornido bajo su mano hacia la cintura como buscando su arma.
—¡Detente! No te acerques más… —Exclamó Kurumi, huyendo hacia una de las esquinas de la habitación, pero casi de inmediato, su brazo fue atrapado nuevamente.
—¡Auch! —Gritó Kurumi cuando el tipo la sujetó de manera brusca.
—¿Dónde están esos dos? —Preguntó el hombre.
—¿Cuales dos? —Respondió Kurumi, pero en ese momento fueron interrumpidos por otra voz:
—Oigami, Ushikawa, es suficiente. Es hora de irnos…
Cuando volteó a mirar, otro hombre se encontraba flotando al otro lado de la ventana.
Era un hombre de cabello negro que parecía ser un poco mayor que los otros dos.
El brazo de Kurumi fue liberado inmediatamente, los dos hombres dieron media vuelta y se dispusieron a marcharse. Pero Kurumi se había puesto de mal humor y cuando el hombre que la había tomado bruscamente por el brazo comenzó a caminar, ella lo sujetó del dobladillo del pantalón y tiró de él.
—Aguarda un segundo…
La ira había superado su miedo, y entonces cuando, él volteó a mirar por encima de su hombro, Kurumi lo abofeteó con todas sus fuerzas.
—Maldita chica…
El tipo le mostró sus dientes apretados con una mirada furiosa, pero ella le devolvió la mirada de forma desafiante. Esa Isoshima Kurumi era diferente. Había sido lastimada y no pensaba aceptarlo así porque sí, ya que no se estaba considerando a sí misma como una persona débil.
Ella recordó las múltiples veces que había sido atacada y que luego había corrido hacia su casa, pensado que eso era lo mejor a pesar de que odiaba a ese tipo de gente. Incluso si recibía represarías por haberlo golpeado con todas sus fuerzas, ella no estaría arrepentida.
En ese momento la boca del hombre se convirtió en una leve sonrisa, levantó el puño por encima de su cabeza y dijo:
—Heee… Hermosa y con una fuerte voluntad… sin embargo, así son las cosas.
Luego bajó el brazo y agregó:
—No es que te tenga rencor ni nada por el estilo…
Luego fingió que le daba la espalda a Kurumi e inmediatamente se alejó. Sin embargo, rápidamente se dio la vuelta y Kurumi recibió un golpe en la nuca.
—Aaa…
Su visión se volvió borrosa y colapso en el piso. Kurumi sintió como el pelaje corto de la alfombra le rosaba la mejilla al mismo tiempo que perdía el conocimiento.
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