Mundo Viviente

Dartmoor, Inglaterra

Sede principal de Ancient Pendragon

Violet entraba a una enorme oficina, donde Kazuma, se encontraba a la sombra de un estudio que había al fondo.

—Kazuma-sama, es hora de la reunión de hoy.

—Lo sé.

Ella caminó hasta él siguiendo el sonido de su voz. Kazuma estaba de pie frente a unas estanterías, mirando unos folios que tenía en sus manos. Él aún estaba en sus dieciséis años.

—No puedo esperar a escuchar los resultados —comentó Kazuma levantando la mirada.

Violet, notó que el archivo que él estaba leyendo era un documento de un informe de un combate anterior entre los Trailers y el C7. Ella pensó que Kazuma estaba tratando de ponerse al día con lo que había sucedido mientras estuvo dormido.

—Estoy segura de que todo ha ido de acuerdo a sus deseos —dijo Violet con una sonrisa.

Kazuma también sonrió.

—Eso espero.

Había una ansiedad en esas palabras que no se podía ocultar. Violet tenía algo que preguntarle. Desde que Kazuma se había despertado, había estado pensando en ello. O quizás lo había pensado desde antes de que él se despertara. Kazuma sonrió gentilmente y extendió la mano hacia Violet para que se adelantara. Ella le dio la espalda a y comenzó a caminar. Salió y sintió la suave alfombra bajo sus pies, como si estuviera caminando por un prado. En el fondo, Violet sabía por qué no podía preguntarle nada. Fue porque estaba asustada. Su magia evasiva «Probability Rain» le permitía saber muchas cosas con exactitud. En pocas palabras, no tenía necesidad real de preguntarle nada. Violet concia toda la verdad. Sin embargo no podía hablar al respecto. Ella estaba enamorada de él. Aunque Kazuma ya no era la persona que ella conoció, seguía amándolo. Sabía que negar la existencia de Kazuma, era negarse también a sí misma.

En el pasado, Acient Pendragon era un miembro respetable del C7. Era una de las pocas comunidades del mundo mágico que tenía influencia sobre todas las organizaciones. Pendragon nació 600 años después de Wizard’s Breath, que era la comunidad más antigua, y fue fundada por un grupo de magos cualificados, y creció lentamente durante un buen tiempo. Sin embargo, dentro de Pendragon se comenzó a gestar un odio hacia Wizard’s Breath, que también fue creciendo con la propia comunidad. Wizard’s Breath era enorme y estaba llena de arrogancia y corrupción, y era natural que surgieran esos sentimientos negativos por la envidia de los magos, pero no tenían una forma de sublimarlos, hasta que apareció Ghost Trailers… La mayoría de los magos de Pendragon vivían pacíficamente dentro de su comunidad, pero algunos se sintieron identificados con los Trailers y cuestionaron su razón de luchar junto a Wizard’s Breath.

En la actualidad, la sede de Pendragon era una de las mayores fortalezas militares de los Trailers. Con la excepción de una minoría de magos que no sabían nada, fue fácil deshacerse de ellos y quedarse con el castillo. Hasta hacía un tiempo, los Trailers se habían radicado únicamente en el mundo en ruinas así que no tenían un bastión en el mundo viviente donde pudieran reunirse. Pero las cosas ahora eran diferentes. El castillo era un lugar bastante cómodo. Había suficientes habitaciones e instalaciones para albergar a unos seis mil magos e incluso si el C7 decidiera atacarlo con un ataque masivo, había cinco barreras de protección sobre el lugar, además de un dragón rojo como guardián el cual no podría ser destruido fácilmente. Los Trailers también tenían mucho dinero.

La razón era que eran financiados por los denominados «patrocinadores», que eran desafortunados adultos que no pudieron convertirse en magos. Puesto en palabras más simples, eran humanos ordinarios que requerían de sus servicios. Wizard’s Breath y otras comunidades hacían exactamente lo mismo, pero la diferencia era que los Trailers no formaban parte de la Asociación internacional de Magos y por lo tanto, no tenían ningún tipo de regulación o tratado que cumplir. Podían hacer cualquier cosa para la que se les necesitase y también podían castigar a alguien que incumpliera un trato de la forma que a ellos se les antojara. Por tal motivo, a los Trailers se les hacía más sencillo recaudar dinero en comparación con las demás comunidades. Naturalmente todas aquellas cosas que ellos habían estado preparando por años, se habían puesto en marcha desde el momento en que Kazuma despertó. Por otro lado, la desaparición del efecto del hechizo «Gift» de Wiseman, había aumentado la incidencia de la magia en el mundo viviente, y el caos se había extendido entre aquellos que habían presenciado o se habían visto involucrados en casos de ese tipo. Ese aumento en el número de incidentes relacionados con la magia había hecho que la Asociación Internacional de Magos se viera obligada a enviar a los magos de nivel avanzado del C7 para que se ocuparan de ellos. En tal estado, los Trailers eran los únicos que no se encontraban temerosos ni impacientes y en su lugar izaron la bandera de los Trailers en lo alto de la aguja del castillo donde antes ondeaba la bandera de Pendragon.

Ese día estaba prevista una reunión en el auditorio que incluía no solo a los Rango cinco, sino también a todos los magos de nivel avanzado de los Trailers. Kazuma caminó detrás Violet y se dirigieron al auditorio.

En el auditorio había sido puesto en el área del escenario un enorme sillón tapizado con terciopelo como si fuera un trono, y cuando Kazuma llegó, todos los presentes se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir muy fuerte. A pocos metros delante del trono arriba de la plataforma se en contaba Washizu Kippei. Y al borde de la plataforma había cinco sillas. Había tres de los Rango Cinco sentados allí, excepto Kippei y Violet, pero ellos también se pusieron de pie y aplaudieron en cuando Kazuma llegó. Había una especie de ambiente extraño en el lugar. Tras aquella atmosfera de júbilo que parecía estar subiendo, se encontraba una fría sensación de ansiedad, que era evidente en las expresiones de todos los presentes. Era como si alguien fuera a ser asesinado allí y que todo el mundo estaba obligado a presenciarlo. Aquella inquietante excitación y entusiasmo se convirtieron en miradas agudas que se posaron sobre Kazuma. Él se sentó en silencio en el trono con una expresión fría en su rostro.

Al igual que a Kazuma, a Kippei no le importaba el ambiente del lugar. Ante una audiencia de trescientos magos de nivel avanzado, pronunció un breve discurso para iniciar la asamblea. Una vez que todos se sentaron, el auditorio quedó en silencio, como si se hubiera cerrado la tapa de una caja de música. Kippei se dio la vuelta y miró a Kazuma, quien inmediatamente tomó el lugar de Kippei que se bajó de la plataforma, y lo primero que dijo fue:

—Vamos a atacar la agencia especial de magos de Wizard’s Breath.

Todos los magos en el auditorio inmediatamente comenzaron a murmurar como si estuvieran consternados. Pero Kazuma los ignoró y continuó:

—En cuanto a la operación…

Luego de decir eso, Kazuma volteó a ver al borde de la plataforma donde se sentaban los Rango Cinco y al sentir esa mirada, Kippei negó vigorosamente con la cabeza.

Kazuma sonrió levemente y luego miró a Rindou Akira, que estaba sentado al lado. Él tenía la misma edad de Kippei, pero lucía más mayor. Entonces lo llamó por su nombre.

—La dejaré a cargo de Rindou Akira.

En respuesta, Rindou dejó escapar un pesado suspiro.

—Hubiera preferido que me lo dijeras con antelación.

Consternado, caminó hacia la plataforma. Cuando se puso a la par, Kazuma dijo con una sonrisa.

—Era una sorpresa.

Rindou Frunció el ceño.

—No me siento entusiasmado, pero ya que no hay de otra, me encargaré de eso.

Todos los magos que conformaban el público y habían estado escuchando su conversación, aplaudieron unánimes al mismo tiempo que susurraban. Pero pronto, las ovaciones se detuvieron y volvió el silencio. Kazuma continuó en la plataforma y volvió a hablar a los magos que se habían reunido.

—Wizard’s Breath está teniendo problemas internos.

—¿De dónde sacó esa información? —exclamó sorprendido Hiruzen Tadayuki, que estaba sentado al lado de Violet.

Violet se dio cuenta que los otros Rango Cinco también tenían la misma duda. La información no provenía de ninguno de ellos. Kazuma tenía otra fuente de información.

—He de suponer que ya están familiarizados con la agencia especial de magos que pertenece a la oficina de Auditoria de Wizard’s Breath, ¿no? Pues resulta que ellos llevan un tiempo enfrentados con el departamento de defensa. Ahora que actúan de una manera que expone que se encuentran divididos, hemos decidido atacar primero a la agencia de magos que suele encargarse de la cacería de magos.

Kazuma lo explicó claramente.

—De ahora en adelante seguirán las ordenes de Rindou y únanse a la batalla todo aquel que sea convocado. Sin importar su afiliación.

Kazuma ordenó a los magos avanzados, y luego intercambió lugares con Rindou. Aunque el asunto no se había discutido de ante mando, Rindou se paró en la plataforma y anunció que más tarde tendrían una reunión para discutir las estrategias. Luego, volvió a llamar al maestro de ceremonia Kippei. Él se paró en la plataforma con una expresión incomoda y dijo:

—Bueno, sin más preámbulo, continuaremos con la programación de hoy, y lo que sigue es el reporte de la situación actual.

Como estaba previsto, Kippei comenzó a dirigir la reunión.

Cuando la reunión terminó, Kazuma fue el primero en abandonar el auditorio. Washizu Kippei fue tras él.

—Fuiste un poco tosco, Kazuma.

En cuanto lo alcanzó, Kazuma lo agarró por los hombros y frunció el ceño.

—Kippei, tienes que esforzarte un poco más.

Kippei sonrió amargamente.

—Ya lo sé. pero tengo que hacer las cosas a mi manera.

—Bueno, tampoco espero que actúes como un peón —dijo Kazuma fríamente y luego comenzó a alejarse.

—Ya sabes de lo que hablo.

Kipppei también caminó con Kazuma.

—Bueno, me alegra que hayas elegido a Akira. Él es mejor para eso de gestionar y organizar.

Kazuma respondió al comentario de Kippei de que Rindou Akira era mejor encargándose de las operaciones, mientras se apresuraba a volver a su despacho.

—Él no podrá solo con esas cosas. Tienes que ayudarlo.

—Oye, ¿o sea que no me pude librar de eso? —refunfuñó Kippei—. Pero mientras nosotros andamos haciendo eso ¿tú que vas a hacer, Kazuma?

—Yo tengo unos asuntos pendientes.

Al escuchar el tono de Kazuma, Kippei frunció la boca.

—Si salieras y desintegraras a todos, la guerra ya estaría finalizada para mañana ¿no crees?

Esa solo fue una broma de parte de Kippei.

—Kippei, tú ya sabes muy bien cómo funcionan mis poderes.

—Bueno sí, pero no quiero morir sin ver ese mañana.

Por primera vez, Kazuma miró con dureza a Kippei, que le seguía a todas partes.

La magia de Kazuma era poderosa, pero estaba sujeta a ciertas condiciones. A eso se refería Kippei. Mirando a Kazuma, Kippei se encogió un poco de hombros.

—Bueno, entonces a nosotros los sirvientes nos tocará pelear.

Tras decir eso, rápidamente giró hacia otro pasillo y se fue. Kazuma se detuvo y dejó escapar un suspiro. Entonces de pronto otra voz llegó.

—Santo cielo, ese hombre en verdad necesita una buena reprimenda.

—Violet.

Levantando la mirada hacia la belleza rubia, los ojos de Kazuma se abrieron por un momento. Detrás de Violet, estaba Gekkou.

—Ah, este chico es Nanase Gekkou. Es un esbirro de Kippei.

Violet lo presento y entonces Gekkou torció la boca.

—¿Esbirro? ¿cuándo fue la última vez que escuchaste esa palabra? ¿Acaso pretendes que yo lo llame a “jefe”?

Kazuma observó cómo los dos discutían y luego dijo:

—Es un placer conocerte. Estoy seguro de que te resulta difícil tratar con Kippei, pero buena suerte. Nos vemos.

Con un simple saludo, Kazuma se dio la vuelta y se marchó rápidamente del lugar sin ni siquiera esperar a que el otro respondiera.

—¿Que puedo decir? A simple vista él parece una persona común y corriente —dijo Gekkou sorprendido al lado de Violet.

Ella en cambio solo que quedó observando la espalda de Kazuma mientras se alejaba.

***

Kurumi estaba dormida. Estaba teniendo una pesadilla espantosa donde veía a Takeshi y a Gekkou peleando de nuevo. De pronto, sintió como que Takeshi y Gekkou se alejaban de ella. Fue en ese momento en que gritó el nombre de Takeshi, y despertó abriendo los ojos de golpe. Se sentía mareada y todo a su alrededor parecía tambalearse. Aun así, examinó su entorno y rápidamente trató de salir de la cama en la que estaba acostada. Era en un lugar que ella no conocía. Una habitación pequeña como el consultorio de un médico. Solamente estaba la cama en donde había dormido, y un escritorio con una computadora. Kurumi se preguntó dentro de su confundida cabeza, si se encontraba en algún hospital. Pero de pronto comenzó a recordar paulatinamente lo que le sucedió.

—Takeshi…

Recordó que Takeshi había luchado contra Gekkou en el pasillo de los espejos de la academia de magia Subaru, y que fue derrotado. Además, recordó también que Gekkou la había raptado.

—¿Y ahora qué hago…?

Cuando dijo eso, Kurumi notó un cambio en su voz. Era una voz mucho más grave y rasposa de lo usual. Pensó que a lo mejor se había resfriado y se había puesto afónica. Una vez más miró a su alrededor, pero esta vez de forma más cautelosa.

Si Gekkou la había llevado allí, entonces había una gran probabilidad de que estuviera en una base de los Trailers. Fue entonces cuando Kurumi vislumbró algo. Era un objeto al lado de la cama. Era Twilight.

—¿Qué hace Twilight aquí?

Kurumi se acercó y recogió la espada. Por alguna razón Twilight estaba levemente cálida.

Aunque tenía muchas dudas, ella sostuvo a Twilight contra su pecho y se dirigió a la puerta, dispuesta a salir de la habitación. Quería marcharse de ese lugar lo más rápido posible. Le daba igual a donde fuera con tal de alejarse de Gekkou lo más posible y poderse reencontrar con Takeshi.

Cuando Takeshi se desplomó en el pasillo del espejo, estaba pálido y sin vida, como una figura de cera. El corazón de Kurumi estaba a punto de estallar al pensar que tal vez Takeshi se hubiera quedado así. Con Twilight en brazos, se acercó a la puerta. De pronto, desde el exterior se oyó un chirrido que hizo temblar la puerta, y luego el pomo comenzó a girar. Kurumi se estremeció de miedo y se alejó. Cuando se abrió, entró Gekkou tal y como ella lo suponía.

—¿Eh? no sabía que ya habías despertado, Kurumi —Gekkou le habló tan alegremente y con una gran sonrisa—.  ¿Te encuentras bien? Llevabas medio día durmiendo, estaba preocupado.

Actuaba como si no hubiera pasado nada, pero Kurumi se horrorizó y retrocedió aún más. Sin embargo, la habitación era demasiado pequeña y se topó con la cama y ya no pudo retroceder más.

—Kurumi, por favor. ¿Podrías cambiar esa apariencia que tienes?

Kurumi parpadeó sin entender lo que él quería decir.

—No me gusta…

Gekkou la miró como si estuviera viendo una abominación.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Kurumi con una expresión tensa.

Gekkou soltó una pequeña risa nasal de manera sarcástica y dijo:

—Se que lo haces para molestarme, pero si sigues teniendo esa apariencia…

Gekkou se acercó y Kurumi, incapaz de escapar, apretó a Twilight contra su pecho como si quisiera pedirle ayuda a Takeshi por medio de ella.

Pero Gekko le arrebató a Twilight por la fuerza y le dijo:

—Puedo terminar haciéndote algo malo.

Al ver la mirada penetrante de Gekkou, Kurumi se dejó caer sentada sobre la cama de golpe.

—N-no entiendo de qué me hablas —dijo Kurumi casi temblando de miedo.

Gekko entrecerró un poco sus fríos ojos y la miró como si la estuviera examinando. Luego, sonrió como si se hubiera dado cuenta de algo.

—Ah, ya veo. Parece que no te has dado cuenta…

 La mirada cínica de Gekkou, asustaba a Kurumi así que ella cerró los ojos. En su mente, repetía el nombre de Takeshi una y otra vez.

Mientras tanto, Gekkou miraba a Kurumi con una sonrisa burlona.

—Lo siento, pero no soportaría darte un beso tal y como estás ahora.

Kurumi se asustó, así que se recostó más para escapar de esa mirada. Ella conocía el significado de esta mirada. Era una mirada que había estado sobre ella desde que era una niña. Una mirada llena de asco y odio de alguien que se siente diferente a los demás.

De repente, en su mente regresó a cuando estaba en la escuela secundaria. Un día, un paquete desconocido llegó a su casa, y la sombra de un hombre extraño comenzó a proyectarse. En aquel momento, Kurumi no se dio cuenta de quién era el hombre, ni de que intentaría secuestrarla unos meses después. Sin embargo, los paquetes contenían cartas de amor y flores, y luego de una semana, La misma carta con una larga descripción de sus sentimientos por ella, una muñeca y regalos de quién sabe dónde, iban dirigidos a Kurumi cada semana durante dos meses. Aunque quería hablar con sus padres al respecto, éstos se habían ido al extranjero y Kayo, el ama de llaves, le dijo que simplemente lo ignorara, así que Kurumi lo aguantó, aunque le parecía espeluznante. Al final, el hombre apareció frente a ella. Un día de regreso a su casa después de la escuela, Kurumi caminaba sola en la calle cuando de pronto un hombre desconocido se bajó de un automóvil y la sujetó.

La forzó a entrar al vehículo y en cuanto la tuvo dentro, el hombre comenzó a hablar sin parar sobre su futuro juntos, sobre comprar una casa para los dos, etc. Entonces intentó atarle las manos con una cuerda. Pero Kurumi rápidamente golpeó al hombre en la cabeza, con un diccionario que se había salido de su mochila y consiguió salirse del automóvil mientras el hombre se encontraba aturdido. Luego corrió hacia una casa cercana para pedir ayuda. El hombre fue arrestado y en la investigación le encontraron una gran cantidad de fotos voyeur.

Atrapada en su habitación y decidida a no volver a salir, Kurumi se negó a ir a la escuela. No podía confiar en nadie. Especialmente en los hombres.

No quería ver a nadie, ni siquiera a sus profesores en la escuela que se preocupaban por ella y la visitaban, ni tampoco a sus compañeros. Aunque ellos solamente llegaron los dos primeros días. Luego de una semana, Takeshi era el único que seguía llegando para hablar con ella desde fuera de su habitación.

Le decía cosas como «Sé que tuviste mucho miedo», «Pero ya estás a salvo», «Si quieres podemos ir a la escuela juntos a partir de ahora», una y otra vez. De esa forma, Kurumi finalmente abrió la puerta de su habitación y encaró a Takeshi. Siempre era lo mismo. Para Kurumi, Takeshi era la única persona que la comprendía. Era la única persona que podía cargar con la mitad de los sentimientos de Kurumi, ya fueran tristeza, ansiedad, miedo o confusión. Él incluso aceptó tener una falsa relación con ella sólo para protegerla. Y ahora que Takeshi había sido derrotado por Gekkou, se encontraba tumbado en aquel frío pasillo de los espejos. Kurumi giró lentamente su rostro desde su depresión hacia Gekkou. Él estaba sonriendo, pero había una luz oscura en el fondo de sus ojos.

Kurumi lo miró directamente a los ojos y dijo claramente:

—Tú no estás enamorado de mí.

Gekkou la miró con curiosidad y ella continuó.

—Lo único que quieres es alejarme de Takeshi. Solo quieres tomar lo que le pertenece a él. Eres como un niño que se alegra de tomar los caramelos de su hermano mayor.

—¡Te equivocas!

Gekkou miró severamente a Kurumi y la agarró firmemente de los hombros. Sus manos pesadas la lastimaron y Kurumi soltó un pequeño gemido.

—No estoy equivocada. Solo buscas arrebatar aquello que Takeshi aprecia, para poder sentirte superior a él.

La furia se reflejaba claramente en el rostro de Gekkou, y Kurumi se preparó para recibir un puñetazo en cualquier momento.

Sin embargo, lo que hizo Gekkou fue mucho más agresivo. Poniendo sus manos en el delgado cuello de Kurumi, apretó con firmeza. Un breve grito ahogado escapó de sus labios, mientras volteaba la cabeza hacia otro lado. Quería decirle que se detuviera, pero no podía ni hablar.

—¿Dices que soy un niño que quiere tomar las cosas de ese sujeto para sentirme superior? ¡No seas tonta! ¡Desde el principio yo he sido superior a él!

La voz de Gekkou estaba llena de rabia mientras apretaba el cuello de Kurumi. Ella gritó a causa del miedo que había estado conteniendo, y luego rompió a llorar. Quería que Takeshi la ayudara. Pero él no estaba allí. No estaba en ninguna parte.

Él yacía tirado en aquel pasillo. Incluso podía estar frío ya. Tan pronto como pensó en esa posibilidad, Kurumi bajó las manos después de haber estado intentando quitarse de encima a Gekkou, y las puso sobre las sabanas. Si Takeshi estaba muerto, entonces ella ya no tenía motivos para seguir viviendo. Sin embargo, cuando bajó las manos sintió un tacto de algo duro en una de sus manos. Gekkou había puesto a Twilight allí. Cuando Kurumi se dio cuenta de eso, agarró con cautela la espada envainada y pinchó a Gekkou en el costado tan fuerte como pudo.

—¡Guh!

Gekkou gimió y aflojó su agarre sobre ella. Entonces Kurumi empujó a Gekkou que era casi de la misma constitución física que ella y se lo quitó encima.

Gekkou se cayó de la cama y rodó por el suelo. Cuando Kurumi vio eso, se levantó a gran velocidad. Pensando en que él podría atraparla de nuevo, no perdió el tiempo y corrió hacia la puerta y agarró la manija. No tenía tiempo de mirar atrás.

—Por favor… ¡ábrete!

Giró el pomo y tiró de la puerta, pero esta no se abrió.

—¡Por favor por favor!

Hizo todo lo posible por abrir la puerta tirando de ella.

La simple idea de que Gekkou estaba detrás de ella hacía que todo su cuerpo se estremeciera de miedo.

—Kurumi…

En cuanto oyó la voz de Gekkou detrás de ella. Empujó inconscientemente la puerta y se abrió porque la puerta se abría hacia afuera. Pero se tropezó unos pasos adelante. Al darse la vuelta, vio a Gekkou con una leve sonrisa en el rostro, mientras sostenía a Twilight en la mano.

Para ganar tiempo y salir al pasillo, Kurumi habló rápidamente.

—Esa espada le pertenece a Takeshi. No es algo que debas tener tú. ¡Devuélvela!

Gekkou soltó una pequeña carcajada.

—Entonces ven a buscarla y te la daré.

Kurumi se quedó callada. No tuvo el coraje para volver a la habitación y comprobar si Gekkou realmente le entregaría la espada. Aunque sabía que la espada era importante porque era el Aspecto de Takeshi, ir con Gekkou le aterraba más que la propia muerte. Kurumi se levantó rápidamente y salió corriendo al pasillo.

—¡¡Kurumi!!

Oyendo a Gekkou gritar, Kurumi corrió a través del largo y extraño pasillo sin mirar atrás.

***

Unos minutos después, Kurumi bajaba corriendo unas escaleras del final del pasillo cuando de pronto se topó con un hombre en el rellano.

—¡¡Kyaaaaaaaa!!

En un lugar y una situación en la que todos tendrían que ser enemigos, era una figura conocida la que miraba a Kurumi, que gritó involuntariamente.

—¿Ah? ¿qué haces tú aquí?

Kurumi levantó la vista cuando esta persona le habló. Ella parpadeó sorprendida y miró de cerca a la persona.

En cuanto vio la mirada dudosa del hombre, Kurumi dijo su nombre.

—¿Oigami… Takao…?

Oigami puso una sonrisa amarga y preguntó:

—Oye ¿Qué te pasa? Tienes la cara pálida.

Kurumi meditó las cosas con la cabeza en las nubes. Era lógico toparse con Oigami, pues al fin y al cabo estaban en una base de los Trailes. Si Gekkou era un mago de los Trailers, entonces no debería ser raro encontrarse también a Oigami.

Oigami volvió a preguntar a Kurumi que lucía perpleja.

—¿Qué sucede, Nanase? ¿Qué haces tú en la base de los Trailers?

—¿Nanase? —musitó Kurumi—. Yo no soy Takeshi. ¡Soy Isoshima Kurumi!

Tan pronto como dijo eso, Kurumi se dio cuenta de que sonaba igual que Takeshi. Su voz se había convertido en la de Takeshi. Se miró las manos sorprendida al ver que eran las manos masculinas de Takeshi. Cuando tocó su cara, Kurumi estuvo segura.

—¿Aah?

Oigami miró a Kurumi completamente confundido.

—No sé cómo pasó, pero parece que me he transformado en Takeshi. ¡Pero yo soy Kurumi! ¡Por favor créeme!

Oigami la miró con sospecha, y frunció el ceño.

—¿Entonces no eres Nanase, sino Kurumi?

—Lo sé, ¡es muy extraño, pero te juro que es cierto!

Oigami exhaló con fuerza ante los esfuerzos de Kurumi por convencerlo.

—No sé qué está pasando, pero si tú dices ser quién eres, puede que digas la verdad.

—¿Me crees?

—No sé si creerte, pero tu manera de hablar es muy femenina. Y Es mucho más fácil de creer el hecho de que Kurumi se ha transformado, a que Nanase actúe como mujer.

Kurumi se sintió aliviada de que aparentemente le había creado. Entonces volteó a ver hacia las escaleras por donde había bajado, asegurándose de que Gekkou no la seguía, se aferró a la ropa de Oigami y comenzó a caminar tirando de él.

—Oye, ¿a dónde me llevas?

—Tu solo ven conmigo. Gekkou me está persiguiendo.

—¿Gekkou? ¿Por qué te persigue?

—¡Tu solo sigue caminando!

Mientras salían de las escaleras y comenzaban a caminar por otro pasillo, Oigami comenzó a interrogarle sin descanso.

¿Por qué estaba ella en ese lugar?, ¿por qué la perseguía Gekkou?, ¿por qué se había transformado en Takeshi?

Kurumi sólo le dijo a Oigami lo que sabía: La batalla entre Takeshi y Gekkou en el pasillo de los Espejos. El hecho de que Gekkou era un Trailer. Y que Gekkou la había noqueado. Mientras hablaba, su voz temblaba al recordar a Takeshi, preguntándose si estaba muerto. Las lágrimas acudieron a sus ojos con tan solo imaginar lo peor.

—Tengo que regresar…

Cuando Kurumi empezó a derramar lágrimas, Oigami suspiró. Y mientras caminaba, sacudiendo la cabeza y siendo arrastrado por la llorona Kurumi, se preguntaba qué estaba pasando.

Oigami Takao ya había visto llorar a muchas mujeres, pero jamás había consolado a ninguna. Él se dirigía al consultorio médico de ese edificio, cuando se topó con quien aparentemente era Kurumi, que acababa de escapar.

La razón por la que quería ir allí, era para conseguir algo de antiséptico, y no para buscarse problemas. La antigua sede de Pendragon era un lugar bastante grande y el consultorio médico estaba en otro edificio. Se trataba de un dormitorio en el que sólo dormían los magos más veteranos, y el consultorio médico era solo un añadido de ese lugar. Por eso llegaba poca gente. Una vez más, Oigami dejó escapar un suspiro. Cogió la mano de Kurumi que estaba agarrando y tirando de su ropa y la hizo que lo soltaras, y ahora Oigami fue quien tomó su mano.

—Muy bien, no camines sin rumbo. Ven a mi habitación.

Ella obedeció y le siguió en silencio, aferrándose a su brazo.

Oigami se giró y miró a Kurumi, pero a quien veía era a Takeshi. No podía creer que estuviera caminando con otro hombre aferrado a su brazo. No quería ni imaginarse qué dirían los demás si lo llegasen a ver. Oigami apresuró el paso. Cuando llegaron a la habitación, Kurumi se sintió finalmente aliviada y se sentó en una silla frente un escritorio en silencio, aunque sus ojos seguían rojos.

Oigami cruzó los brazos y se apoyó en la puerta cerrada. Una vez le dio a Kurumi un botón de concierge que le permitiría llegar hasta él. Era un botón que conducía a otro lugar que también pertenecía a los Trailers. En ese momento, no había tenido la intención de convertirla en una de sus camaradas. Lo que pasó fue que Kurumi tenía tantas ganas de aprender el hechizo de liberación, que él empezó a acompañarla por capricho, y sólo tenía un poco de curiosidad. Normalmente, parecía que ella solo podía utilizar la magia de transformación que manipula la edad física de su cuerpo, pero quería ver qué tipo de hechizos podría utilizar una vez que Kurumi aprendiera el hechizo de liberación. Sin embargo, lo que Oigami sintió al escuchar su historia fue ira. Y era una ira feroz. Su inexplicable rabia contra Gekkou había sorprendido y decepcionado al propio Oigami.

Kurumi era una mujer que sólo pensaba en Takeshi. Enfadarse por una mujer así era, en una palabra, inútil y francamente ridículo. Oigami observó a Kurumi que tenía la apariencia de Takeshi. Volvió a suspirar ante la idea de llevársela, esconderla de Gekkou y Takeshi, y dejar que Hotaru alterara sus recuerdos. No había forma de que él pudiera hacer eso. Obviamente Hotaru no cooperaria con eso, así que la mejor opción era regresarla con Takeshi. Era una pena, pero era lo único que podía hacer. Si se quedaba con los Trailers, Gekkou la encontraría de nuevo. No había forma de saber qué terminaría haciéndole a Kurumi, pero Oigami no podía permitirlo.

—Oigami…san… —dijo Kurumi con la voz de Takeshi—. Tengo que regresar con Takeshi… Él está muy mal herido. Gekkou lo golpeó muchas veces y lo apuñaló en el brazo.

Mientras decía eso, Kurumi comenzó a llorar de nuevo. Oigami no podía decirle nada. No sabía si animarla o dejarla llorar.

En ese momento, alguien intentó abrir la puerta en la que se apoyaba Oigami. El peso de Oigami lo impidió, pero entonces golpearon insistentemente como si quisieran entrar a como diera lugar.

—¡Oye, Oigami! ¿Por qué te interpones? ¡Quítate!

Oigami se sobresaltó con la voz de Hotaru e hizo contacto visual con Kurumi. Kurumi también estaba desconcertada mientras se levantaba de su silla en la habitación sin ningún lugar donde esconderse.

—¿¡Que tanto haces allí dentro!? O-I-G-A-M-I ¡Te estoy hablando!

Hotaru empujó la puerta con todas sus fuerzas y Oigami finalmente se rindió y se apartó. En cuanto Hotaru entró, se quedó perpleja con lo primero que vio.

—¿Q-qué? ¿¡Nanase Takeshi!?

Cuando la pequeña chica entró, cerró la puerta a toda prisa como si se hubiera dado cuenta de algo. Luego miró a Oigami que era mucho más alto que ella, rascándose la cabeza.

—¡Oye Oigami! ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Qué hace él aquí?

—Bueno, es una larga historia…

—¿Larga historia? ¿Qué clase de historia? ¿Has traído a un enemigo de Wizard’s Breath a nuestro cuartel y te encierras con él en tu habitación? —de pronto Hotaru se llevó las manos a la boca—. Oigami, no me digas que… te cansaste de las mujeres y ahora quieres…

Antes de que Hotaru terminara de hablar, Oigami le golpeó ligeramente la nuca con la palma de la mano.

—¡Auch! ¡No seas tan tosco conmigo!

Hotaru se quejó.

—Cierra la boca ya, Hotaru.

Hotaru arrugó la cara.

Sin saber lo que estaba pasando, Hotaru se acercó y miró la cara de Kurumi, que era idéntica a la de Takeshi.

Y como era de esperar, Hotaru se fue de espaldas como si estuviera realmente impactada.

—¿P-por qué él está llorando?

Oigami le explicó de mala gana.

—No es Nanase…

—¿¡Ah!?

Hotaru levantó una ceja y miró alternadamente a Oigami y a Kurumi que tenía la apariencia de Takeshi. Después de un momento…

—¿Quieres decir que usó magia para tomar la forma de Nanase Takeshi? —dijo Hotaru convencida, cuando Oigami le explicó la situación.

—Eso parece.

Oigami asintió.

—Probablemente ella…. ehm…

Oigami tartamudeó y tuvo problemas para decirlo. No quería hablar de ello, aunque Kurumi le contó todo lo que había pasado antes de eso, y tenía una idea de cómo se transformó. Pero Hotaru lo dijo con firmeza.

—Supongo que es porque lo besó ¿no?

—Oye ¿Como puedes hablar de eso tan tranquilamente? —dijo Oigami con una expresión mal humorada.

—¿Ah? ¿Acaso eres una doncella? —dijo Hotaru— ¿Te avergüenza hablar de un simple beso?

—Pero tú eres una doncella… a veces… —respondió Oigami.

—¿Como que a veces?

Hotaru y Oigami comenzaron a discutir.

Kurumi se sentó en la cama y los observó. Sus lágrimas habían cesado, pero su rostro estaba sombrío.

—¿Entonces, esa escoria de Gekkou fue el que te trajo aquí? —preguntó Hotaru al notar la expresión sombría de Kurumi—. Jaja, parece que esto va a ser un problema.

Hotaru se puso las manos en las caderas. Quería fingir que no la había visto, pero a juzgar por la expresión de Oigami, no tenía intenciones de convertirla en uno de ellos. Hotaru pensó que él estaba siendo muy compasivo con Kurumi, cuando lo escuchó decir que la devolvería a Nanase Takeshi.

A modo de una empatía entre chicas, Hotaru se solidarizó con Kurumi, pero sabía que era amiga de Aiba Mui que era una enemiga. Además de que no le gustaba el hecho de que Kurumi fuera mucho más bonita que ella.

—¿Me vas a ayudar o no? —preguntó Oigami a Hotaru.

La tarea de sacarla de ese lugar y hacer que se reencontrara con Takeshi no era muy complicada. Era una simple cuestión de llevar a Kurumi a un lugar donde pudiera usar un espejo.

Había cinco torres en ese sitio, y el primer piso de cada torre era el único lugar donde se permitía el uso de espejos.

Si alguien intentaba usar un espejo para abrir un portal en cualquier otro lugar que no fueran los designados, se activaría un hechizo de protección que impediría que se abriera un portal.

Hotaru observó a Kurumi que en ese momento tenía la apariencia de un hombre y se encontraba pensativa y con la cabeza agachada. No le importaba lo que le pasara a esa chica, pero tenía miedo de la reacción de Oigami si se llegaba a negar. Así que aceptó a regañadientes.

—¡Acepto! Después de todo, detesto a Gekkou.

Ella estaba molesta porque Washizu Kippei había elegido a Gekkou por encima de ella a pesar de ser un recién llegado. Esto había bajado un poco sus ánimos. Pero, aun así, Hotaru miró a Kurumi con desagrado.

—Es increíble que se mire por donde se mire, luce exactamente como Nanase Takeshi. Parece que no eres una simple chica mágica que se puede convertir en loli después de todo.

—Oye, si eres una chica cuida tus modales —replicó Oigami.

—Si, lo que digas hermano mayor super molesto.

Mientras Hotaru decía eso, Oigami la agarró por el cuello de su camisa y la levantó como un gato.

—¡Oye no hagas eso, cabeza dura!

Al ver a Hotaru revoloteando y gritando, Kurumi sonrió por primera vez desde que llegó a ese lugar.

***

Finalmente, Kurumi salió de la habitación junto a Oigami Takao y Kumagai Hotaru. No podía quedarse allí todo el tiempo.

—El edificio está construido con magia, así que es como un laberinto. Las habitaciones cambian de lugar cada hora más o menos. Por eso no tenemos un plano. Tenemos grabado en la cabeza un mapa de todos los patrones de comportamiento que podemos seguir para no perdernos. —dijo Hotaru apuntando a su cabeza mientras caminaba.

Kurumi estaba impresionada y respondió «ya veo». Honestamente, el hecho de que el lugar fuera el cuartel general de los Trailers no significaba mucho para ella. Kurumi no pertenecía a ninguna comunidad, así que era completamente ajena a la guerra entre los Trailers y el C7.

—¿Quieres?

Mientras caminaban por el pasillo, Hotaru le ofreció una botella con agua.

—Gracias.

Kurumi la tomó y hasta entonces se dio cuenta de que tenía sed. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado dormida. Y se preguntaba de nuevo si Takeshi seguía vivo. Cada vez que intentaba pensar en algo, su mente inmediatamente se fijaba en Takeshi, lo cual hacía que se llenara de ansiedad.

Después de beber un poco de agua, se limpió la boca con el dorso de la mano y en ese momento… partículas mágicas de color rosa suave se desprendieron del cuerpo de Kurumi como pétalos de flor.

—Woa, parece que ya volvió a la normalidad —dijo Hotaru sorprendida.

—¿Será porque bebiste el agua?

Oigami también se giró y vio que Kurumi volvía a ser la esbelta chica de pelo largo de siempre.

—No estoy segura.

Kurumi se miró las manos. 

No sabía si había vuelto a la normalidad porque el tiempo se había agotado o porque había bebido el agua.

Los tres echaron a andar de nuevo y comenzaron a bajar las escaleras hacia la torre más cercana. Pero justo en ese momento, oyó unos pasos que subían desde el piso inferior. El rostro de Oigami se tensó, y sin hablar, le dijo algo Hotaru solamente moviendo la boca en silencio.

Cuando Hotaru le leyó los labios, ella también se detuvo y agarró a Kurumi del brazo.

—¡Rayos es Gekkou!

Parecía que llevaba mucho tiempo caminando por allí en busca de Kurumi. Oigami le hizo un gesto a Hotaru indicándole que volvieran a subir las escaleras. Hotaru no perdió el tiempo y subió las escaleras a toda prisa agarrando a Kurumi del brazo. Kurumi se tambaleaba y luchaba por no caerse mientras era jalada por Hotaru.

—¿Oigami-san? —dijo Gekkou—. No creí que te encontraría aquí. Kippei-san te está buscando…

Kurumi se estremeció en cuanto escuchó la voz de Gekkou a sus espaldas e incluso Hotaru lo sintió.

Al tirar de su brazo, Hotaru percibió el miedo que le ponía los pelos de punta a Kurumi.

—¿Kurumi?

Gekkou hablaba con Oigami más abajo, pero alcanzó a verla de espaldas y supo de inmediato que se trataba de ella. Hotaru subió las escaleras y tiró de Kurumi hasta el siguiente piso.

—¡Transfórmate! —gritó Hotaru

—¿Eh?

Kurumi se quedó sorprendida y respiraba agitadamente.

—¡Si no te transformas, Gekkou te va a encontrar!

En realidad, él ya las había encontrado, pero aun así Hotaru insistió.

—¿A-ahora? No puedo hacerlo así por así —respondió Kurumi mientras subían corriendo los dos tramos de escaleras y se detenían en el rellano.

—¡Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo rápido mientras Oigami lo entretiene!

—Te digo que no puedo.

Kurumi negó con la cabeza, pero Hotaru no permitió un no como respuesta.

—Haz el hechizo de liberación.

Agarró con fuerza los dos brazos de Kurumi y le pidió que lo hiciera.

—¡Apresúrate! ¿O es que acaso quieres que te vuelva a atrapar?

Kurumi estaba confundida, pero la idea de que Gekkou le hiciera pasar otro mal rato la hizo estremecerse y sacó de su bolsillo el labial que era su Aspecto. Retiró la tapa para aplicárselo en los labios. Las manos le temblaban y no podía aplicarlo bien, pero cuando consiguió terminar, Kurumi miró a Hotaru. Escucharon con atención para ver si podían oír pasos que subían desde el piso de abajo. La sensación de que no tenía más remedio que hacerlo superó su miedo y su confusión y le dio la determinación suficiente. Kurumi cerró los ojos para concentrarse, recordando lo que hacía Takeshi cuando utilizaba el hechizo de liberación. Apretó entre sus manos el lápiz labial que Takeshi le regaló como si lo abrazara con fuerza y pidió un deseo. ¡Por favor llévame con Takeshi! Después de eso, Kurumi exclamó firmemente:

—¡“LIBERATE”!

Podía sentir la magia fluyendo de su interior.

Cuando abrió los ojos, vio que a sus pies aparecía un gran círculo de magia biológica que brillaba con un intenso color rosa como el de las flores de cerezo.

—¡Bien, hagámoslo! —dijo Hotaru

—¿Eh? ¿A qué te refie…

Tan pronto como Kurumi se giró para preguntar, sus labios fueron presionados.

—Hmmm…

Kurumi abrió los ojos como platos y soltó un gemido. Hotaru había agarrado a Kurumi y la estaba empujando para que se inclinara un poco mientras presionaba su boca contra la suya. Era una situación inaudita así que Kurumi se la quitó de encima. Sus labios se separaron haciendo un sonido húmedo.

—¡Muy bien!

Hotaru asintió enérgicamente con una mirada triunfal en su rostro.

—¿C-como te atreves?

La cara de Kurumi se puso muy roja y estuvo a punto de quejarse, pero Hotaru la señaló.

—No tengo un espejo, pero tu cuerpo ha cambiado.

—¿Eh?

Cuando puso más atención, se dio cuenta que el rostro de Hotaru estaba justo en frente de ella y no tenía que mirar hacia abajo como antes. Ya que Kurumi era más alta que Hotaru.

Hotaru no escuchó la respuesta de Kurumi. Antes de que pudiera decir algo, salió corriendo al pasillo y dejó sola a Kurumi.

—¿Hotaru? ¿Quién estaba contigo hace un momento?

Kurumi se dio la vuelta y tragó saliva cuando de repente escuchó una voz detrás de ella.

—Gekkou…

Gekkou subió de la planta baja, mirándola agudamente. El sonido de Hotaru alejándose todavía se oía en el pasillo.

Cuando Kurumi se quedó sin palabras y guardó silencio, Gekkou pareció tomarlo como una respuesta.

—Lo sabía, era Kurumi

La expresión de su rostro mientras decía eso, hizo que la columna vertebral de Kurumi se pusiera rígida. Ya no se parecía al Gekkou que ella conoció en su infancia, sino a una persona completamente diferente. Ni siquiera intentó ocultar su expresión fría y brutal.

Desde atrás de Gekkou, Oigami subía lentamente las escaleras.

Gekkou sonrió fríamente posicionado entre Kurumi, que tenía la apariencia de Hotaru, y Oigami.

—Bueno, al fin y al cabo, no es algo de su incumbencia así que no hay necesidad de que se entrometan tampoco.

Tras decir eso Gekkou se dirigió al pasillo hacia donde Hotaru había corrido. Mientras tanto, Kurumi no podía ni moverse. Tan solo escuchaba los pasos de Gekkou alejándose.

Viendo el estado de shock en la expresión de Kurumi, Oigami dijo que subiría las escaleras.

—Eso es exactamente lo que quiero decir cuando digo que ese tipo está loco.

Ella no estaba de acuerdo, y como Kurumi mantenía la cabeza baja y permanecía en silencio, Oigami le preguntó algo para confirmarlo.

—¿Eres Kurumi?

—Si.

Kurumi finalmente había respondido algo.

—Pero Kumagai-san tomó mi lugar.

Oigami sonrió.

—Hotaru estará bien. Vamos, continuemos nuestro camino.

Kurumi le siguió y comenzaron a bajar las escaleras de nuevo, caminando a trompicones. Una vez que bajaron al segundo piso, se dirigieron a una de las torres que estaban conectadas al edificio por un pasillo. Atravesaron la columnata que daba al patio.

—¡Oye, Taka!

Había varios magos cruzando el patio, y de repente uno de ellos se giró y se acercó en cuanto los vio.

—¡W-Washizu-san!

Oigami se sobresaltó y barrió su mirada como si no estuviera seguro de si debía detenerse o irse.

Pero en cuanto Washizu Kippei estuvo frente a él, Oigami dio unos pasos hacia un lado para que Kurumi quedara oculta a su sombra.

—Quiero hablar contigo. Ven.

Kippei le hizo un gesto con la mano a Oigami para que se acercara a él.

—S-sí ya voy…

Kippei actuaba de manera muy normal, aparentemente no sospechaba nada. Cuando Oigami asintió, le sonrió a Kurumi y le dijo: «nos vemos luego Hotaru». Kurumi también se obligó a sonreír y asintió.

A Oigami no le quedó más remedio que irse con Kippei, se dio la vuelta y miró a Kurumi con preocupación, pero ya no volvió.

—Ahora estoy sola. No sé qué voy a hacer.

Kurumi se quedó parada frente al patio, completamente confundida.

—De cualquier forma, tengo que escapar de aquí antes de que Gekkou me encuentre.

Sin embargo, a Kurumi no le habían dicho que podía usar el espejo del primer piso de la torre. Se dio cuenta de que debía dirigirse a la torre, así que empezó a caminar. Su corazón estaba lleno de ansiedad.

Tenía miedo de que Gekkou la encontrara, pero tampoco sabía qué pasaría si los demás magos descubrían que no era una Trailer. Al llegar al final del pasillo, vio que frente a ella se mostraba la entrada de una de las torres con gruesos muros de piedra hechos de basalto. No había ninguna puerta, y la parte interior de la torre que se podía ver desde afuera, estaba cubierta por una lúgubre oscuridad.

Dudando en entrar, Kurumi se detuvo al final de los pocos escalones de la entrada, y se preguntó si realmente debería entrar allí. Pero parecía que no le quedaba otra alternativa. Recordando que Hotaru y Oigami habían intentado ayudarla a escapar, Kurumi subió las escaleras, aunque con temor. Al pasar por la entrada, vio que el interior estaba débilmente iluminado, sin una sola lampara.

Una escalera de caracol, también de piedra, recorría las paredes interiores hasta llegar a la cima. Lo único que había en la sala era una inquietante pintura en el suelo. Kurumi se dio cuenta de que era un ataúd, el emblema del Trailers. Mientras miraba el emblema en el suelo con el ceño fruncido, una voz la llamó de repente desde la pared.

—Así que viniste.

La voz de un hombre llegó desde un rincón oscuro.

—¿Q-Quién es?

Kurumi giró los ojos y retrocedió cuando notó una silueta en la oscuridad.

La silueta se acercó lentamente y cuando Kurumi vio el rostro del hombre iluminado por la leve luz que provenía de la entrada, tragó saliva.

—¿¡…!?

El hombre se acercó sin cuidado y le dijo a Kurumi:

—Date prisa, tenemos que movernos antes de que Gekkou te encuentre.

El espejo que el hombre sostenía, se amplió mágicamente hasta un tamaño que le permitía usarlo. El hombre colocó su mano sobre el espejo en el suelo y apareció un círculo mágico, abriendo un portal con una superficie similar al agua cristalina.

Kurumi no dijo una sola palabra, simplemente se quedó mirando. El hombre se dio la vuelta y la tomó por el brazo.

Sin saber a dónde la llevaría ese portal, Kurumi desapareció en el espejo junto a ese hombre.

***

Ya había pasado un mes desde que Takeshi llegó a Camelot. Gracias al entrenamiento mágico que había recibido durante ese tiempo, tanto él como Ida habían crecido hasta un punto que sorprendería incluso a Tsuganashi. Sin embargo, mientras eso ocurría, la situación en el mundo había cambiado drásticamente. Las batallas en el mundo en ruinas se habían trasladado al mundo viviente, y los Trailers estaban usando magia sin dudar incluso frente a los humanos ordinarios. El C7 se vio obligado a lidiar con la situación. Tras completar su entrenamiento, la madre de Takeshi, Yoko, había regresado a casa hacía algún tiempo. También devolvió el anillo que le había confiado la obispo líder de Camelot, y abandonó de nuevo el mundo mágico. Takeshi e Ida iban a ser trasferidos a la sede Wizard’s Breath al día siguiente, así que pasaron el día limpiando su habitación.

Después de un mes viviendo allí, no podían evitar tener más cosas. Además, Ida llegó a dormir la habitación del hospital donde dormía Takeshi, y parecía que iba a tardar el doble en limpiar la habitación ahora que había dos personas en ella. Cuando Ida salió de la habitación para tirar una gran cantidad de basura, Mui entró para sustituirlo. Ella los visitaba dos o tres veces por semana. A veces entre la disposición que tenía debido a sus misiones con Wizard’s Breath, llegaba algunos días seguidos, en otras ocasiones no se le veía durante unos días, pero seguía preocupada por Takeshi y llegaba cada vez que podía.

Mientras Takeshi empacaba cuidadosamente sus pertenencias para trasladarlas a la sede de Wizard’s Breath, Mui se acercó y extendió la mano hacia él. Takeshi estaba de cuclillas, y se levantó para ver su mano.   

—¿Qué es eso?

Mui sostenía un objeto que él no conocía. Una piedra preciosa de color naranja con líneas color crema al rededor. En cuanto Takeshi la tomó con las puntas de sus dedos, Mui dijo:

—Cuando te trajimos aquí desde el pasillo de los espejos, eso se calló de tu ropa.

Takeshi miró el botón, girándolo una y otra vez, y finalmente se dio cuenta de lo que era. La parte trasera del botón estaba hecha para ser una mancuernilla, pero tenía un ligero toque de magia. Takeshi había visto algo así antes.

«¿Será un botón Concierge?»

Esos botones eran objetos creados por magos usuarios de magia negra con el fin de permitir viajar por el espacio tiempo al portador hacia un lugar en específico.

—¿¡Esto era de Gekkou!? —preguntó Takeshi con cara de sospecha, sin embargo, Mui negó con la cabeza.

—No lo sé. Puede ser de Gekkou-kun o también de Violet.

—¿Por qué…?

Takeshi enarcó una ceja y estaba a punto de decir algo cuando Mui lo interrumpió.

—¿Que por qué me quedé con eso y no dije nada? ¿Acaso no es obvio? Si te hubiera dado esto antes, habrías intentado ir a rescatar a Kurumi sin importarte que estuvieras herido o que ya no tuvieras tu Aspecto. Es obvio que habrías hecho eso y por eso yo…

De repente, Mui agachó la cabeza como si esperara que Takeshi le gritara. Sin embargo, él entendió lo que Mui quería decir y sonrió.

—Ya entiendo. Gracias, Mui. Solo te preocupabas por mí.

Gentilmente puso su mano sobre la cabeza de Mui.

Takeshi acarició su húmedo y suave pelo negro durante unos instantes. Mui levantó la vista y dijo con un puchero:

—Ahora ya te encuentras mejor ¿verdad?

Aun diciendo eso, ella parecía preocupada, entonces Takeshi sonrió.

—Por su puesto. Estoy bien. Recuperaré a Isoshima a como dé lugar.

Mui inmediatamente replicó:

—No hables como si fueses a ir solo. Yo iré contigo.

Entonces una voz llegó desde el otro lado de la puerta abierta.

—Yo también iré.

—¿¡Ida!?

—¿Ida-kun?

Ambos voltearon a ver sorprendidos y entonces Ida les sonrió.

—¿Pretenden quedarse con todo el trabajo? Por supuesto que yo también iré.

—¿Estás seguro? —preguntó Takeshi.

Ida soltó una risotada nasal.

—No importa, ya… lo hemos hecho juntos… antes…

—¿Estas tratando de decir que somos amigos? —preguntó Takeshi.

—¡Claro que no! Lo que quiero decir es que…

Como si realmente no quisiera hablar de ello, giró la cabeza y trató de ocultarlo.

—¿Que no soy tu mejor amigo?

Mui dijo «¿Ah sí?» cuando escuchó la pregunta de Takeshi, pero Ida replicó mientras las orejas se le veían de un color muy rojo.

—¡Tonto! ¡Deja de preguntarme cosas vergonzosas!

Mui soltó una risita al ver la cara de Ida mientras se quejaba.

Takeshi también se echó a reír.

—¿¡Qué demonios!? ¿U-ustedes se están burlando de mí! Sólo digo que tu pésima magia no te llevará a ninguna parte, ¡así que estoy dispuesto a ir contigo al menos por esta vez! Pensé que sería una buena manera de probar los resultados de mi entrenamiento.

—Si, está bien —dijo Mui asintiendo.

—Si, como digas, hermano —dijo también Takeshi asintiendo.

—¡¡No se hagan los desentendidos!!

Como si hubiera explotado, Ida levantó los brazos y el polvo salió volando del cubo de basura que aún sostenía. Mui y Takeshi tosieron un poco.

—¿Y-ya lo ven? Ese fue un castigo divino.

Antes de que Takeshi pudiera siquiera intentar reñirle, Ida había salido corriendo de la habitación, huyendo de inmediato.

***

Era la mañana del día en que se iban a trasladar a Wizard’s Breath. Takeshi, Ida y Mui estaban de pie frente a la fuente de la plaza central de Camelot. Los tres habían decidido que ese era el único momento para usar el botón, ya que Tsuganashi tenía previsto llegar a recogerlos y llevarlos a Wizard’s Breath por la tarde.

Mui les había dicho que, si llegaban a Wizard’s Breath antes, serían sometidos a varias pruebas y luego enviados al departamento de entrenamiento militar, donde no podrían actuar libremente durante algún tiempo. Aun no sabían si el botón que encontraron atascado entre su ropa le pertenecía a Gekkou o a Violet. Pero sabía que, de cualquier forma, ese botón los llevaría a algún lugar de la base de los Trailers. Y era el único camino para rescatar a Kurumi.

—¿Están listos?

No había nadie alrededor de la fuente más que ellos. Aún era muy temprano para que aparecieran las personas que trabajaban allí. En Camelot, el agua de la fuente era la que se usaba para abrir los portales en lugar de los espejos. Takeshi había visto a muchas hechiceras utilizar el agua para abrir portales para ir y venir, así que sabía cómo hacerlo. Se acercó a la fuente que tenía unos quince metros de diámetro.

La fuente no estaba diseñada para que el agua saltara a borbotones a intervalos regulares, sino para caer en una enorme columna en el centro a todas horas del día. Al acercarse, el agua salpicó y cayó sobre la cabeza de Takeshi.

Sin importarle, Takeshi extendió la mano hacia la columna de agua de la fuente. Cuando la cantidad necesaria de partículas mágicas púrpuras salió suavemente de su palma, se dibujó un círculo mágico en la superficie del agua que fluía hacia abajo. Takeshi dio un paso atrás.

Por un momento, una parte de la columna de agua se volvió tan dura como un espejo, e inmediatamente se abrió como un portal a otro lugar, con una superficie de agua ondulante con un extraño brillo. Era la única parte de la columna en donde el agua ondulaba, toda la demás agua seguía fluyendo hacia abajo.

—¿Están listos? —preguntó Takeshi volteando hacia atrás. Mui desenfundó si pistola e Ida chocó sus puños.

—Estoy lista.

—¡Yo nací listo!

Takeshi entonces asintió.

—¡“LIBERATE”!

Para levantar la restricción mágica, desenvainó una espada que portaba en la cintura y utilizó el hechizo de liberación. Luego Mui e Ida hicieron lo mismo. Al otro lado estaba la base de los Trailers. No sabían con quien se iban a topar allí o lo que iba a pasar, por eso se estaban preparando antes de tiempo. El primero en acercarse a la superficie del agua fue Takeshi, y la atravesó en un instante de la misma forma que un portal en un espejo. En cuanto pasó la fina membrana que parecía adherirse al cuerpo, sintió inmediatamente que había llegado a un lugar totalmente distinto. Lo primero que sintió fue un olor extrañamente dulce y desconocido. Además de eso, la sensación bajo sus pies también cambió. Ya no era el suelo adoquinado de Camelot sino uno de concreto sólido. Cuando se dio la vuelta, vio un espejo alto en la pared, apenas lo suficiente para que una persona pasara por él. Al parecer, ese espejo era una entrada en ese lugar. Miró a su alrededor, pero todo estaba oscuro. Mientras tanto. Mui e Ida también aparecieron.

—Q-qué oscuro está aquí —dijo Mui mientras se acercaba a Takeshi.

—Qué lugar tan deprimente —dijo Ida mirando a su al rededor.

—Pues lamento que no sea de su agrado…

De repente, una voz resonó y Takeshi y los demás se miraron.

Se preguntaron quién lo había dicho. Pero cuando se dieron cuenta de que la voz no pertenecía a nadie de ellos, todos tensaron sus rostros.

—¿Q-quién eres?

—¿Gekkou-kun?

Ida y Mui le hablaron en la oscuridad.

Takeshi entrecerró sus ojos y miró a su alrededor con atención.

La penumbra parecía deberse a que este lugar estaba completamente encerrado. Mirando hacia arriba, vio un techo curvado en un punto bastante alto, y una zona larga y estrecha parecida a un túnel, bordeada de enormes objetos cilíndricos negros. Las formas cilíndricas, de cinco o seis metros de altura cada una, parecían estar alineadas a intervalos regulares hasta el final del túnel. No había nada que las iluminara, por lo que eran difíciles de ver, pero nadie intentó alumbrar con magia, porque si lo hacían, la persona que les habló sería capaz de verlos. Sin embargo, el dueño de la voz no parecía pensar que Takeshi y los demás fueran una amenaza. Sin que el sonido de sus pasos se detuviera, la persona emergió desde el fondo del túnel. Takeshi supo de inmediato quién era al ver su silueta.

—Oigami… Takao…

—Nanase… Si que te tomaste tu tiempo en venir

Cuando llegó a unos metros de ellos, Oigami se detuvo y sonrió.

Mui creó una bola mágica con un hechizo llamado «Star» que brillaría durante un tiempo, y la hizo flotar en el aire.

Gracias a eso, Takeshi tenía ahora una vaga idea de lo que había a su al rededor.

En la dirección de la que vino Oigami, al final del túnel había unas escaleras que se extendían hacia arriba a lo largo de la pared lo cual indicaba que ese era un lugar subterráneo.

—¿Este botón es tuyo?  —preguntó Takeshi, arrojando el botó a Oigami.

Cuando lo recibió y lo vio, Oigami sonrió aún más.

—Si, yo se lo di a Kurumi.

Takehsi frunció el ceño al escuchar esas palabras. No quería que Oigami mencionar el nombre de Kurumi de forma tan familiar. No estaba seguro de lo que Oigami planeaba al darle ese botón a ella, pero no pudo evitar mirarlo con desprecio. Sabía que ellos dos habían estado relacionándose de cerca en la academia, aunque fuera por un breve lapso de tiempo. Cuando lograron recuperar a Tsuganashi de manos de los Trailers, Oigami huyó y desapareció de la academia, así que Takeshi pensó que él y Kurumi no se volverían a encontrar. Sin embargo, el hecho de que le hubiera dado ese botón, significaba que él tenía planes de reencontrase con Kurumi. Era un alivio que el botón no lo hubiera conducido a Gekkou o a Violet, pero Takeshi estaba extremadamente molesto de que el botón lo hubiese llevado con Oigami. Algo que jamás imaginó.

—¿Dónde está Isoshima?

Trató de mantener la calma, pero la voz de Takeshi claramente denotaba ira.

Oigami simplemente se echó a reír. Ambos se miraron fijamente, dispuestos a desenvainar sus espadas. Pero en ese momento, se abrió una puerta en el techo del túnel frente a Takeshi, y una pequeña figura descendió por las escaleras del fondo.

—¡Oye, Oigami! ¡Oigami! ¡Escucha! Ya no había sándwiches con fruta, solo quedaban de jamón.

Cuando terminó de bajar las escaleras y miró a las tres personas que estaban frente a Oigami, Hotaru se quedó perpleja.

—¿Qué es esto? ¿¡Qué está pasando!?

Mientras corría hacia Oigami, Hotaru frunció aún más el ceño al ver a Takeshi y a los demás.

—¿Por qué está Nanase Takeshi aquí? Esta vez es el verdadero, ¿no?

—¡Hotaru, cállate!

Oigami intentó silenciarla.

Hotaru se dio cuenta que Takeshi había desenvainado su espada y Mui había desenfundado su pistola. Dejó en el suelo una bolsa de papel que contenía un sándwich y se llevó la mano a una bandolera que llevaba colgada al hombro.

—¿En dónde está Kurumi? —preguntó Mui.

Entonces Hotaru respondió.

—¿Isoshima Kurumi? ¿Han venido a buscarla? ¿Y cómo es que conocen este lugar?

Entonces Hotaru alzó la mirada y vio a su compañero.

—No puede ser, Oigami. ¿Tú los guiaste aquí?

—Te dije que cerraras la maldita boca, Hotaru.

Oigami ni siquiera le devolvió la mirada, sino que puso una expresión malhumorada.

—Si Washizu-san se entera de esto, nos asesinará…

Oigami se rio cuando la cara de Hotaru se puso tensa del miedo.

—Nunca lo sabrá. No permitiré que ellos salgan de aquí y los obligaré a que regresen por donde vinieron.

—¿Vas a luchar contra los tres? Te recuerdo que uno de ellos es Aiba Mui.

Hotaru señaló a Mui.

—Hay que meter las manos al fuego de vez en cuando —dijo Oigami, sonando despreocupado, y Hotaru suspiró.

—Si haces eso solo acabaras quemándote. Pero ni modo. Yo me encargaré de ella. ¿Está bien?

—Como quieras.

Hotaru infló las mejillas ante Oigami, que parecía no tener ninguna consideración con ella.

—No eres nada lindo.

Takeshi escuchó en silencio su conversación durante un rato, pero cuando se dio cuenta de sus intenciones, los interrumpió.

—Espera un momento. He venido a preguntarte por Isoshima. No estoy aquí para luchar contigo.

Oigami se rio como si hubiera escuchado una broma muy graciosa.

—No digas tonterías. Si los tres ya traen activo el hechizo de liberación.

—Esta es una guarida de los Trailers. Es obvio que hagamos eso.

Cuando Takeshi le dijo la razón, Oigami respondió como si no le interesara.

—Ya veo. Bueno, de seguro no creíste que podrías marcharte de este lugar tan fácilmente ¿o sí?

Oigami lo miró con dureza, y Takeshi apretó la empuñadura de la espada en su mano. Sabía que a ese sujeto le gustaba pelear, y que, dijera lo que dijera, no le haría caso.

Takeshi sólo quería recuperar a Kurumi, pero parecía que no iba a hablar si no se enfrentaban antes. Oigami sacó de su cintura una gran espada de una mano.

Takeshi sujetó su espada larga con ambas manos y la sostuvo frente a él.

—¡Vamos! ¡¡Nanaseeee!!

Con un grito, Oigami corrió hacia él con grandes zancadas levantando su espada. Takeshi no intentó esquivarlo, sino que recibió el golpe. Su oponente tenía brazos fuertes y su espada pesaba el doble que la suya por lo que las rodillas de Takeshi temblaron al recibir el impacto.

—¡Guh…!

Sin embargo, no podía permitir que lo hicieran retroceder y se las arregló para permanecer en su lugar. Takeshi miró el rostro lleno de entusiasmo de Oigami y preguntó.

—¿Sabes dónde está Isoshima?

Oigami respondió:

—Se escapó de tu hermano y nosotros la ayudamos a salir.

No parecía haber mentira en sus ojos.

—De acuerdo.

Mientras Takeshi se lo pensaba, Oigami levantó una pierna y le lanzó una patada en la espinilla. Pero antes de que pudiera darle, Takeshi retrocedió y se hizo a un lado para esquivar.

En sus ojos, había círculos de magia evasiva que brillaban con un color púrpura.

—¿¡Ya te motivaste!?

Oigami rugió con alegría y blandió su espada lanzando un tajo hacia Takeshi.

—¡Takeshi-kun! —gritó Mui.

Ella intentó correr hacia él, pero Hotaru le salió al paso y lo impidió.

—Yo seré tu oponente. Me aseguraré de que no voltees hacia otro lado.

La chica que era incluso más bajita que Mui, se acercó a ella con una sonrisa. Mui estaba por apuntar su arma, pero de pronto, la espalda de alguien se puso en frente.

—¡Ups, Espera! Yo me ocuparé de esto.

Ida se había interpuesto entre ambas. Hotaru frunció el ceño frente a aquel sujeto que había aparecido de repente.

—¿Y tú quien rayos eres?

Cuando escuchó a Hotaru decir eso de forma tan natura, Ida se quedó sorprendido levantando las manos en una pose exagerada como si se hubiera ido de espaldas.

No sólo Hotaru, sino también Mui, que estaba mirando, se sintió algo avergonzada.

—Ya nos habíamos visto antes ¿Acaso no me recuerdas? —protestó Ida.

Hotaru se rio de manera despreciativa.

—Yo suelo borrar de mi mente cualquier recuerdo de chicos repugnantes o ruidosos.

—¿¡A quien llamas ruidoso!? —replicó Ida indignado, pero el rostro de Hotaru permaneció frío.

—Parece que sabes perfectamente que se trata de ti cuando digo ruidoso.

Ida rechinó los dientes al escucharla decir eso de manera tranquila.

—Entonces cual de ustedes se enfrentará a mí? No me importa si lo hacen juntos porque soy bastante fuerte.

Cuando abrió la bandolera que había en su hombro, Hotaru sacó su Aspecto.

Y al verlo, Ida se sorprendió.

—¿Una jeringa? Mi mamá las usa todo el tiempo porque es una enfermera experimentada, pero que una niña pequeña tenga una puede ser peligroso.

Tal como lo explicó, la madre de Ida era enfermera.

—¡Cierra la boca! ¡“LIBERATE”!

Hotaru lo ignoró y rápidamente activó el hechizo de liberación.

—¡Ida-kun!

Mui dio a entender que se avecinaba un ataque, e Ida respondió claramente.

—Lo sé.

Tanto Ida como Hotaru exclamaron al mismo tiempo.

—¡“DRIVE”!

—¡“DRIVE”!

Mui también activó el mismo hechizo defensivo después de ellos. Ida apenas llevaba alrededor de quince días aprendiendo el hechizo «Drive», pero ya había adquirido cierta práctica. Sin embargo, cuando se comparaba con Hotaru, era claramente inferior. El hechizo «drive» de Hotaru estaba cerca de la perfección incluso desde el punto de vista de Mui. Solamente su hechizo de «Reinforce» parecía un poco débil, pero ese era un asunto trivial.

—Parece que ellos ya comenzaron. ¿Qué te parece si hacemos lo mismo?

Oigami sabía que Hotaru no era capaz de enfrentar a Mui y a Ida al mismo tiempo, así que por un rato relajó la intensidad de sus ataques a Takeshi para poder vigilarla. Sin embargo, ahora sabía que no era necesario porque Hotaru únicamente se iba a enfrentar a Ida durante un tiempo. No podía imaginarse a Aiba Mui atacando de manera simultánea. Así que gritó:

—¡“LIBERATE”!

Cuando las partículas mágicas de color blanco salieron de su cuerpo, Takeshi lo perdió de vista.

—No recuerdo cuantas veces nos hemos enfrentado tu y yo —dijo Oigami envuelto en una neblina hecha de sus partículas mágicas—, pero esta es la primera vez que voy a usar el hechizo de liberación contra ti.

Sin embargo, Takeshi no tuvo miedo. Su madre Yoko, le había enseñado muchas cosas acerca de la magia evasiva.

Incluso había hablado con ella acerca de la magia evasiva de Oigami llamada «Vanish Cloud». Yoko dijo que, entre todas las afinidades mágicas, los usuarios de magia evasiva tenían muchos problemas a la hora de luchar entre ellos. Si sus magias no se golpeaban, la batalla se alargaría demasiado, agotando no sólo sus cuerpos sino también sus mentes. Takeshi respiró lentamente para calmar su mente. A continuación, se aplicó a sí mismo el hechizo «Drive».

Oigami también activó «Drive». Las partículas de magia que rodeaban a Oigami se disiparon y Takeshi finalmente pudo verlo de pie frente a él con una mirada sarcástica, sosteniendo su espada.

—Ninguna magia puede golpearme. Así que mejor usa esa espada de mierda que cargas ahora y atácame.

Oigami llamó a Takeshi haciendo un gesto con la mano para provocarlo. Takeshi miró fijamente a su oponente. En la diciplina del Kendo, la decisión de dar un paso adelante en aras de atacar a tu oponente, se hace cuando ya has evaluado a tu oponente y sobre todo a ti mismo.

Con su mano derecha en la tsuba* de la espada y su mano izquierda en la empuñadura, apuntó a la garganta de Oigami con la punta de la hoja.

<<Traductor Orenohonyaku: La tsuba es la guarda de la espada. En las Katanas es esa pieza metálica de forma ovalada o rectangular que está entre la hoja y la empuñadura. Sirve para proteger la mano>>.

Inmediatamente empujó fuertemente con su pie izquierdo sobre el suelo y dio un gran paso hacia delante con su pie derecho por delante. Desde una postura intermedia, lanzó un ataque, pero Oigami lo recibió y lo rechazó con la fuerza de sus brazos, pero Takeshi giró la muñeca y volvió a lanzar un tajo hacia él. Esta vez las espadas chocaron entre sí por el flanco derecho. Las hojas resonaron con un fuerte sonido metálico al mismo tiempo que chisporroteaban.

El acero chocaba una y otra vez cambiando de flanco. Y, tras unos cuantos choques de espada, ambos retrocedieron. Se miraron con dureza por un momento, hasta que Oigami comenzó a mover lentamente sus pies y a caminar hacia la izquierda y Takeshi también comenzó a moverse para mantener la distancia.

—Solo para que lo sepas, no dudaré en usar mi magia.

Oigami inmediatamente extendió su mano al frente.  En ese momento, Takeshi supo la magia que venía.

—¡¡“SHOT”!!

Una bala de poder mágico condensado salió disparada de la punta del dedo índice de Oigami. Takeshi no lo esquivó. Simplemente levantó su espada para desviar la trayectoria del disparo. La bala mágica golpeó directamente en la parte plana de la hoja y rebotó hacia otro lado.

Inmediatamente, el sonido de algo que se quebraba violentamente resonó desde otra direccion, haciendo que no sólo Oigami, sino también Hotaru, Ida y Mui volvieran su atención hacia allá.  La magia de Oigami había penetrado en uno de esos enormes cilindros negros. El impacto hizo que se rompiera y explotara.

La fuente del dulce olor que había estado flotando en el aire se desbordó y se precipitó a los pies todos. Era vino tinto. Los objetos negros que estaban alineados eran barriles de vino. Oigami chasqueó la lengua y Hotaru murmuró atónita: «Esto es malo».

Washizu Kippei tenía varios lugares así en la zona, pero esa era su bodega favorita.

Oigami miró a Takeshi con más intensidad, sabiendo que lo regañarían más tarde si descubría que había estropeado uno de los barriles. Sospechaba que Takeshi había lanzado intencionadamente el hechizo hacia los barriles. Takeshi no cambió su expresión. Realmente no esperaba rechazar la magia de Oigami con esa espada, pero había sentido intuitivamente que podía, y simplemente había seguido sus instintos. Sin embargo, lo que Oigami no parecía notar era que la espada de Takeshi tenía grietas. Desde un principio con solo haber depositado su poder mágico, la espada había comenzado a agrietarse.

De hecho, esa espada había tenido que ser reparada hacia apenas tres días. Cuando Takeshi volvió a preparar su espada, Oigami adoptó una extraña postura. Preparó su Bastard Sword sosteniéndola detrás de su cadera adoptando una postura como si fuera a lanzar una estocada.

—Lo siento —dijo oigami con una sonrisa—, pero parece que ya no me puedo seguir tomándome esto con calma. Pensé que me había fortalecido un poco más, pero parece que tú también has estado entrenando. Por eso, hoy te mostraré mi magia como un regalo especial.

Con un mal presentimiento en su corazón, Takeshi activó conscientemente su «Strike Vision». Mientras los círculos de magia evasiva de color lavanda aparecía en sus ojos, Takeshi tomó una decisión instantánea sobre qué hacer. «Strike Vision» podía predecir los próximos segundos. Pero para protegerse del futuro que se avecinaba, necesitaría ser decidido y tener todo el control posible sobre su cuerpo.

—¡“OUTRIDER”!

Mientras Oigami gritaba, su Bastard Sword se cubrió de partículas mágicas blancas, y el cuerpo de la espada se hizo enorme, como si se hubiera estirado. Su espada se había puesto más grande que la de Takeshi con una longitud de unos tres metros.

—¡Será mejor que cubras tu espada con magia o se romperá! —gritó Oigami.

Pero Takeshi ya había activado la magia para ello.

—¡“PROTECTION”!

—Si, eso es.

Ogiami rio y asintió.

No importaba cuan enorme fuera su espada, podía aligerar el peso aplicándole magia de levitación. Por eso él también aplicó rápidamente el hechizo «Float» a su espada.

La presión del viento que generaba la espada de Oigami al moverse era suficiente para que los ojos de Takeshi se entrecerraran como si hubiera sido golpeado por una ráfaga de viento.

Pensó que lo único que podía hacer era esquivar el ataque en la medida de lo posible y recortar distancia de su oponente.

Oigami salió corriendo y blandió la punta de su espada hacia abajo, pero notó que algo venía justo detrás de Takeshi e inclinó la cabeza.

—¡“SPARKS”!

Las chispas de Mui volaron hacia la frente del Oigami.

—¡No estorbes!

Oigami enfureció y dispersó las chispas con su enorme espada. Mui gritó a sus espaldas.

—¡Me da igual! Takeshi-kun, voy a lanzar un hechizo auxiliar, ¡Así que retrocede un poco!

Sin embargo, Takeshi no volteó ni a verla y simplemente dijo una frase.

—No quiero.

—¿¡Takeshi-kun!?

Mui se quedó perpleja ante la reacción de Takeshi.

—Kukuku… así se habla…

Oigami se regocijó y movió su espada hacia arriba y hacia abajo frente a él. Luego se abalanzó de nuevo sobre Takeshi.

Takeshi lo evitó con un rápido giro de su cuerpo.

—¡Si solo te dedicas a esquivar, al final acabaras recibiendo un golpe!

Efectivamente, así fue. Takeshi no trató de repeler el segundo y tercer ataque de Oigami con su espada, sino que siguió evitándolos solamente moviéndose de un lado para otro. Y mientras tanto, murmuraba una larga oración.

“El tiempo fluye en la oscuridad mientras el barco se aleja”

Dejo que la magia fluyera en su espada mientras evitaba el filo de Oigami.

“Muéstrale el camino que debe seguir”

En ese momento, Oigami se dio cuenta que Takeshi estaba moviendo la boca.

—¿Un encantamiento?

—¡“Levántate”!

Cuando Oigami dejó de moverse, Takeshi había terminado la última parte de su encantamiento.

—¡“SIGNAL DREAM”!

Una gran cantidad de poder mágico salió de la espada de Takeshi.

—Así que ahora puedes usar magia que requiere el hechizo de liberación —dijo Oigami con una expresión tranquila—. Bueno, es un poco tarde para eso.

Círculos de magia evasiva color lavanda oscuro habían aparecido en los ojos de Takeshi, girando lentamente hasta que se detuvieron en un lugar específico como un dial. Oigami frunció el ceño al ver que no pasaba nada. No vio ningún cambio en el cuerpo de Takeshi mientras lo enfrentaba. Sin embargo, las siguientes palabras de Takeshi inquietaron a Oigami.

—Saca tu escudo.

Oigami respondió:

—Así que ya lo sabías.

Oigami nunca había usado esa magia frente a él.

—¿No vas a utilizarlo? —insistió Takeshi con una sonrisa.

Oigami rechinó los dientes con furia.

—¡Está bien, te daré lo que pides! ¡Pero te arrepentirás!

Blandió su gigantesca espada y la balanceó hacia abajo con una fuerte presión de viento.

—¡“SCISSOR SHIELD”!

Oigami gritó, y un escudo blanco en forma de cruz, apareció como un muro entre él y Takeshi. El escudo, que era tan grande que casi llegaba al techo, brillaba de forma translúcida, y la figura del Oigami podía verse a través de él.

—¡Jaa! Nunca podrás romper este escudo con tu magia —dijo Oigami, y a continuación disparó un «Wreck» contra Takeshi.

La magia que destrozaba objetos se deslizó a través del escudo que Oigami había creado. El escudo tenía el mismo efecto que «Banish Cloud», por lo que podía repeler los ataques enemigos, pero dejaba pasar su propia magia. Takeshi esquivó rápidamente la ráfaga de partículas del tamaño de su palma. Luego se acercó al escudo. En ese momento, Mui gritó.

—¡Takeshi-kun! Ya no voy a interferir y…

Antes de que pudiera terminar, Takeshi se volvió y la miró. Sus ojos se encontraron, y Mui se sorprendió. Takeshi estaba sonriendo.

—De acuerdo., Y lamento lo de hace un momento, pero no quería que gastaras tu magia inútilmente. ¿Pero puedo pedirte un favor? Necesito de tu magia auxiliar.

Mui asintió.

—Por supuesto.

Mui levantó su pistola y apuntó a Takeshi. Ella ya estaba consciente de cual magia estaba pidiendo Takeshi. Para romper ese escudo, podían atacar los dos al mismo tiempo o lanzar magia auxiliar sobre Takeshi, pero eligió lo segundo.

Entonces, Mui levantó su arma. Su Aspecto ya había sido activado con el hechizo de liberación previamente, así que se pasó de ser un arma corta a un arma de cañón largo, y las partículas de magia que habían empezado a acumularse en la boca del cañón comenzaron a brillar con fuerza.

“Vuela más allá del horizonte”.

Mirando fijamente al objetivo, Mui disparó su poder mágico a la espalda de Takeshi.

—¡“VARIABLE FLIGHT”!

El poder mágico que se liberó, emitía un brillo dorado y golpeó directamente a Takeshi.

En ese momento, Takeshi saltó hacia el enorme escudo blanco de Oigami con magia de levitación, y lo destrozó con un solo golpe de su espada.

—¿¡Q-Qué!?

Oigami se quedó mirando completamente estupefacto. Su escudo en forma de cruz se desintegró, convirtiéndose en partículas que se dispersaron en el aire.

—¡M-mi escudo!

Oigami dio medio paso atrás y sacudió la cabeza, pensando que eso era imposible. Entonces miró a los ojos de Takeshi y se dio cuenta.

—Ya veo, ¡es magia sintética! Mierda…

El escudo de Oigami, «Scissor Shield», podía proteger contra cualquier magia, pero tenía una debilidad. No podía soportar la magia combinada de dos magos.

—¡Oigami! Ahora soy más rápido que tú y puedo predecir cualquier movimiento que hagas. ¿Aun así quieres luchar?

Las palabras de Takeshi no parecían ser falsas. La afinidad mágica de Aiba Mui era la magia de aceleración, y el efecto de su magia auxiliar era probablemente aumentar la velocidad de los movimientos de sus aliados.

Oigami no era tan tonto como para no darse cuenta de lo poderosa que era la combinación de «Strike Vision» y la magia de aceleración de Mui.

—¡Kuh…!

Era frustrante, pero devolvió la enorme espada que empuñaba a su forma original.

—¿¡Dónde está Isoshima!? —preguntó Takeshi otra vez.

Oigami contestó de mala gana.

—¿No se supone que puedes verlo?

—La espada que tengo no aguantaría si lo intentara

Entonces Oigami miró la espada que llevaba Takeshi.

—¿¡Que!?

Oigami abrió los ojos con sorpresa. La espada de Takeshi estaba tan destrozada que sólo quedaban la empuñadura y la tsuba.

—Kuh, qué rayos, ku, kuku, ku, ¡¡jajajajajajajajajaja!!

Oigami comenzó a reír a carcajadas como si acabara de ser testigo de la escena más cómica del mundo.

—Era normal que pasara esto. Este solo era un Aspecto temporal —dijo Takeshi quejándose.

Oigami simplemente se rio más fuerte.

—Agh, parece que Oigami perdió.

Hotaru, que estaba luchando a distancia, se dio la vuelta y miró Oigami que se reía.

—¿Y qué harás tú? —preguntó Hotaru a Ida.

Él estaba inclinado frente a Hotaru, casi medio sentado, dolorido con las ropas rasgadas y marcas de golpes.

—Y-yo todavía no he perdido… —contestó Ida.

—Aunque digas eso, estas acabado —Hotaru sonrió amargamente—. Solo para que lo sepas, gracias a mi gran amabilidad no te he borrado la memoria.

Ida inclinó la cabeza hacia Hotaru, que tenía un arma en forma de jeringa en la mano.

—Pues, muchas gracias por eso.

—Qué irritante.

La cara de Hotaru se torció al ver que se burlaban de ella.

—Entonces no me dejas más opción que castigarte un poco más.

La jeringa ya había sido activada mediante el hechizo de liberación, había tomado la forma de un arma. Era una lanza corta que Hotaru hizo girar con ambos brazos y luego la apuntó hacia Ida. Desde hacía un rato, había atacado repetidamente a Ida, pero como era tan testarudo, no se deja vencer fácilmente. Hotaru en realidad no tenía intención de matarlo, y estaba dispuesta a perdonarlo y tan solo inmovilizarlo un poco. No quería que él simplemente cayera solo un momento y luego se levantara.

Ida apagó rápidamente las llamas de sus manos y llamó a Hotaru, en estado vulnerable.

—Oye.

—¿Qué quieres? No puedes pedir clemencia a estas alturas ya te lo advierto.

Hotaru lo fulminó con la mirada.

Ida negó con la cabeza.

—No es eso. Creo que no te das cuenta que me lo he estado tomando con calma por el hecho de que eres una chica.

Hotaru se quedó sorprendida por el comentario.

—¿Q-Qué dices?

—Le juré a Futaba que nunca sería violento con una chica —murmuró Ida—. No habría ningún problema si se tratara de un chico.

La punta de la lanza temblaba junto con la mano de Hotaru.

—¡N-no me jodas! Tú no estás haciendo eso…

—¿Por qué crees que no? Eres una chica muy linda.

Los ojos de Hotaru se abrieron hasta el límite.

—¡¿Q-q-q…!?

En su mente, una de las palabras que había dicho Ida empezó a dar vueltas y vueltas.

«¿Que está diciendo este tipo? ¿¡Acaba de decir que soy linda!? ¿¡Acaso me está tomando el pelo!?».

Con la boca abierta en un grito ahogado, Hotaru se quedó boquiabierta durante unos segundos, luego se puso roja y levantó su lanza.

—¡No seas idiota!

Apuntó a Ida con la punta de la enorme jeringa, gritando.

—¡Esto te va a hacer perder la cabeza!

Las partículas del poder mágico verde oscuro de Hotaru se desbordaron más que nunca, acumulándose en la jeringa que sostenía. La magia de Hotaru le permitía manipular los recuerdos de los demás inyectándoles su propio poder mágico. Quería liberar un hechizo que confundiría los recuerdos del pasado de Ida así que intentó pincharlo. Ida enderezó su postura mientras murmuraba con asombro: «supongo que no queda de otra». Señaló con el dedo índice a Hotaru, que estaba justo frente a él, y en un gesto que parecía que estaba a punto de disparar un «Shot». Ambos activaron su magia al mismo tiempo.

—¡“OLD MEMORY”!

—¡“BLAST FINGER”!

Un único punto de poder mágico del tamaño de una pelota de ping-pong fue disparado por Ida, teñido de una intensa luz naranja. En el momento en que chocó con la magia verde de Hotaru, se produjo una explosión.

—¡Kyaaaaaah!

Hotaru salió volando y rodó por el suelo. La magia que ella le lanzó a Ida, estalló como si fuera un globo de color verde, y las partículas se dispersaron. Además, al caer, a Hotaru se le cayó la jeringa.

—Oh no, ¡¡Mi Chuu-chan!!

Se levantó de un salto y corrió hacia la jeringa. Mientras recogía su Aspecto, que había pasado de su forma de arma a una herramienta médica común y corriente, comprobó de que no estuviera rota. Ida, que se había acercado, dijo con asombro:

—¿Le pusiste nombre a la jeringa?

—¡¡Idiota…!!

Hotaru miró a Ida con dureza.

—A este Onii-chan no le gusta que una chica como tú utilice esa clase de lenguaje —dijo Ida.

—¿Quién carajos te llamaría Onii-chan? ¡Muérete! ¡Feo! ¡Repugnante! —Hotaru le gritó todos los insultos que se le ocurrieron—. ¡Asqueroso! ¡Muérete! ¡Muérete! ¡Muérete! ¡Muérete! ¡Muérete! ¡Muérete! ¡¡Muéreteeee!!

—¡Ya fue suficiente! —gritó Ida con una voz grave y aterradora.

Hotaru se estremeció. Miró a Ida con temor, preguntándose si estaba realmente enojado. En cuanto lo hizo, recibió un fuerte cabezazo que la hizo gritar.

—¡Aaaauch!

La frente de Ida parecía ser más robusta que la de Suya. Hotaru gimió y se sobó la frente cuando de pronto, su cuerpo se levantó del suelo.

—Ven aquí.

Ida la estaba cargando.

—¡S-suéltame!

Ella estaba siendo sujetada ligeramente por la cintura, y así que agitó los brazos y comenzó a patalear. Ida comenzó a caminar mientras Hotaru gritaba y chillaba.

—Eres una niña más caprichosa que mi Futaba.

—¡No soy una niña, idiota! ¡Solo soy un año menor que tú!

—¿Eh? ¿En serio? pero entonces…

Hotaru sintió de pronto la mirada de Ida en un lugar extraño, entonces levantó la vista y no pudo soportar que aquel hombre fornido con mal acento de Osaka mirara fijamente sus pequeños pechos, e inmediatamente mordió el brazo que la sujetaba.

—¡Aaaay!

Esta vez Ida gritó de dolor y rápidamente la soltó.

Una vez libre, Hotaru corrió hacia Oigami y se ocultó detrás de él asomando solamente la cabeza mientras gruñía haciendo: ¡Fushaaaaa! como un gato enojado.

—Vaya, me siento como si hubiera estado jugando con una gatita.

Ida se acercó a Takeshi mientras se sobaba el brazo.

—¿Entonces sabes dónde está Isoshima? —preguntó Takeshi una vez más a Oigami.

Oigami suspiró y comenzó a hablar como si no le quedara alternativa y respondió a las preguntas de Takeshi. Les contó cuidadosamente que había encontrado a Kurumi en el cuartel general de los Trailers, que la había acompañado y que había huido cuando casi se había topado con Gekkou. Pero al final, Oigami no tenía ni idea de dónde estaba Kurumi en esos momentos. Kurumi se había transformado en Hotaru y había huido, y por más que la buscó después, no pudo encontrarla. Oigami pensó que probablemente ya no estaba en la base de los Trailers.

—Lo siento, pero no sé a dónde fue Kurumi —dijo Oigami con un toque de culpabilidad.

Takeshi se quedó completamente serio. Agradecía que Oigami intentara ayudar a Kurumi, pero no estaba de acuerdo con su cercanía con ella. El hecho de haberle dado a Kurumi el botón concierge, le pareció a Takeshi una forma de intentar atraerla hacia los Trailers. Sintiendo una punzada de disgusto en el pecho que no podía quitarse de encima, Takeshi le dijo a Oigami con mucho énfasis:

—Está bien. Yo me ocuparé de rescatar a “Kurumi”.

Todavía no había pensado en la forma de comenzar a llamarla por su nombre, pero había decidido hacerlo.

Ahora que no tenía más preguntas que hacer, se dirigió al espejo para volver a Camelot.

En ese momento, Mui miró a Takeshi, que pasaba junto a ella. Ella estaba sorprendida Era la primera vez que Mui oía a Takeshi llamar a Kurumi por su nombre.

Normalmente Takeshi siempre daba la impresión de querer deshacerse de Kurumi.

«Ahora es diferente…»

Mui se agarró fuertemente el dobladillo de su ropa, sintiendo un fuerte dolor en el pecho. Le dolía la cabeza y parecía que estaba a punto de llorar, pero, aun así, siguió a Takeshi. Ella sentía lo mismo. También quería salvar a Kurumi a toda costa. De verdad quería que ella estuviera a salvo. Más, sin embargo, por alguna razón, sentía que no quería que Takeshi estuviera tan determinado a encontrarla.

«No sé por qué me pongo a pensar cosas malas…»

Cuando sacudió enérgicamente la cabeza, levantó la cara con motivación y se tocó las mejillas.

—¿Q-Qué se supone que haces? —preguntó Ida extrañado, mientras caminaba detrás de ella.

—¡Estoy motivada! ¡Quiero salvar a Kurumi!

En cuanto dijo eso, se dio cuenta de que ese era su verdadero sentimiento.

«Si, quiero ayudar a Kurumi. No hay necesidad de pensar en otra cosa que no sea eso»

Sintiéndose un poco mejor, Mui regresó a Camelot a través del espejo por el que había pasado Takeshi.


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Written By

orenohonyaku

Traductor japonés-español.